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lunes, 8 de julio de 2013


La creación de Civilización
Una introducción a Hayek

Esteban Lijalad




















2013



Prólogo


Durante años sentí que algo muy importante era aun desconocido para mí, que debía existir una verdad que era aún opaca para mí. Tenía algunos atisbos. Por ejemplo, hace 20 o 25 años me dije "la diferencia básica entre Capitalismo y Socialismo es que el primero surgió espontáneamente, nadie lo diseñó, nadie lo "descubrió", nadie escribió el Manifiesto Capitalista. En cambio el Socialismo es un diseño, un plan deliberado. Por eso el Capitalismo se adapta y sobrevive a las infinitas crisis "finales" que le han augurado y el Socialismo languidece entre la burocracia y la represión".
También escribí en algún lugar que las instituciones son sistemas que evitan o minimizan el costo de tomar decisiones, que son estructuras que operan casi en forma inconciente haciendo posible la interacción humana, ahorrando la incertidumbre.
Pero no seguí profundizando esas ideas, hasta que las encontré magníficamente desarrolladas en Frederich Hayek, hace tan solo unos años. Desde entonces, he leído casi todos sus artículos y varias de sus obras "no económicas", dedicadas al problema de la ley, la legislación, las instituciones, la moral, etc. Es una fuente inagotable de ideas. Por ejemplo, esta:

 La Gran Sociedad y la civilización que ha hecho posible es fruto de la creciente capacidad humana de comunicar el pensamiento abstracto; y cuando decimos que lo que todos los hombres tienen en común su razón, nos referimos a su común capacidad de pensamiento abstracto. El hecho de que el hombre use esa capacidad en gran medida sin un conocimiento explícito de los principios abstractos que le guían, y no entienda todas las razones que apoyan el que sea así guiado, ha producido una situación en la que la sobreestimación de aquellos poderes de la razón de los que el hombre es consciente le ha conducido a despreciar lo que ha hecho que la razón sea tan poderosa como efectivamente lo es: su carácter abstracto. Fue la incapacidad de reconocer que la abstracción ayuda a nuestra mente a progresar más de lo que progresaría si intentara dominar todos los particulares, la que produjo una multitud de escuelas filosóficas enemigas de la razón abstracta- filosofías de lo concreto, "vitalistas", "existencialistas"- que exaltan la emoción, lo particular y lo instintivo, siempre demasiado dispuestas a apoyar emociones tales como las de raza, nación o clase.
De este modo el racionalismo constructivista, en su empeño por someterlo todo a un control racional, en su preferencia por lo concreto y su negativa a someterse a la disciplina de reglas abstractas, acaba coincidiendo con el irracionalismo. La construcción sólo es posible para conseguir fines particulares que en última instancia deben ser no racionales, y sobre los que ninguna argumentación racional puede producir acuerdo si éste no existía ya desde el principio

Este párrafo resume el corazón del aporte de Hayek a la comprensión del hecho clave de la historia: la construcción de una Civilización que  ha hecho posible  que enormes masas de población adquieran productos para su subsistencia y para su crecimiento como seres humanos, saliendo del crónico estancamiento demográfico y la miseria y haciendo que la libertad dejara de ser privilegio de unos pocos poderosos.
Cabe definir el objetivo de este trabajo. En esta introducción a Hayek desarrollaremos las ideas básicas del pensador austríaco tal como aparecen expresadas en sus libros y en decenas de artículos escritos entre 1935 y 1988.
Pero ¿ cual es el objetivo que me he propuesto?
Veamos.
La obra de Hayek es vasta, dispersa y abarca enorme cantidad de temas, desde economía a historia, derecho, moral. Escribió Hayek:

 Aun cuando continúo pensando que principalmente soy economista, he llegado a la conclusión, para mí cada vez más evidente, de que las respuestas a muchos de los acuciantes problemas sociales de nuestro tiempo tienen su base de sustentación en principios que caen fuera del campo de la técnica económica o de cualquier otra disciplina aislada

 Su estilo es elegante pero – al margen de sus artículos cortos y conferencias que son de una exquisita capacidad expresiva- no es de fácil acceso, con la popular excepción de Camino de Servidumbre. Como sabemos ese libro lo lanzó a la fama y lo condenó a un cierto desprecio de sus colegas economistas por haber “abandonado” la economía y arriesgarse a incursionar en temas políticos y sociales.
Pero sus obras filosóficas, por llamarlas de alguna manera, son de difícil acceso. No fueron pensadas para el gran público sino para estudiosos, juristas, filósofos, teóricos de la política, etc.
Por lo tanto este trabajo intenta hacer más accesible la obra del austríaco, evitar los incontables desvíos, acotaciones y referencias que toda obra erudita contiene.
Por otra parte no evitaré incorporar comentarios, ejemplos o incluso dudas que me generan sus ideas, como un aporte personal- modesto y seguramente lo menos significativo de este trabajo- porque las ideas de Hayek son complejas y provocativas y generan en quien las lee la necesidad de “darles una vuelta” para apreciarlas mejor. Ese esfuerzo, de tipo más personal,  pone en juego mi interés particular en Hayek, lo “humaniza”, expresa mi propia admiración o desconcierto ante sus afirmaciones.
No haré, por lo tanto, un mero resumen de su obra. Eso, sería suponer que su riqueza y complejidad pueden “abreviarse”, al modo de un texto para Secundario. Como alguna vez contó Ernesto Sábato, cuando le pidieron un resumen de la Teoría de la Relatividad,  como el amigo no la entendía, ensayó una segunda, luego una tercera versión. Al fin la cuarta le gustó a su interlocutor. “Bien, me alegro que la hayas entendido…pero eso, no tiene nada que ver con la Teoría de la Relatividad…” le dijo Sábato. A veces resumir es asesinar una idea.
 Tomaré sus ideas centrales y las expondré de un modo- espero- entendible y expresivo, evitando el aparato de referencias que, en el caso de Hayek es sencillamente desbordante, con centenares de autores, muchos apenas conocidos en el ámbito universitario habitual.
Para los que apenas conocen a Friedrich Hayek de nombre hay decenas de fuentes accesibles. Por ejemplo en Wikipedia se puede acceder a una biografía breve pero bien informada (http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Hayek) .Pero vale la pena incorporar  también su propia autobiografía, ya que revela aspectos esenciales de su formación y la discusión que tuvo consigo mismo durante sesenta años.
Dice allí (Hayek sobre Hayek, Union Editorial):
 Las ideas originales que haya podido efectivamente tener no proceden de un proceso de razonamiento ordenado. Siempre me he considerado una refutación viviente de la posición que sostiene que todo pensamiento acontece en palabras o, más en general, en el lenguaje. Estoy tan convencido como cabe estarlo de haber sido a menudo conciente de tener la solución de un problema- de estar `viéndola` ante mí- mucho antes de poder expresarla en palabras. De hecho, más que estas, en mis procesos mentales probablemente desempeñe un papel mucho mayor alguna forma de imaginación visual de estructuras simbólicas abstractas ( que no tanto de representaciones concretas).
De ahí la dificultad de “traducir” a Hayek a un conjunto perfectamente articulado de frases, a un resumen expositivo a la manera “Power Point”.
Pasemos a su mundo.


 Introducción


El argumento fundamental de este libro es que nuestra civilización depende, tanto en  sus orígenes como en su mantenimiento, de la existencia de lo que sólo con relativa precisión puede describirse como «un amplio orden de cooperación humana», más conocido por el poco afortunado término «capitalismo». Para captar adecuadamente el íntimo contenido del orden que caracteriza a la sociedad civilizada, conviene advertir que este orden, lejos de ser fruto de designio o intención, deriva de la incidencia de ciertos procesos de carácter espontáneo. Vivimos en una sociedad civilizada porque hemos llegado a asumir, de forma no deliberada, determinados hábitos heredados de carácter fundamentalmente moral, muchos de los cuales han resultado siempre poco gratos al ser humano -y sobre cuya validez e intrínseca eficacia nada sabía-. Su práctica, sin embargo, fue generalizándose a través de procesos evolutivos basados en la selección, y fue facilitando tanto el correspondiente aumento demográfico como un mayor bienestar material de aquellos grupos que antes se avinieron a aceptar ese tipo de comportamiento. La no deliberada, reluctante y hasta dolorosa sumisión del ser humano a tales normas facilitó a dichos entornos sociales la necesaria cohesión gracias a la cual accedieron sus miembros a un superior nivel de bienestar y conocimientos de diversa especie, lo que les permitió «multiplicarse, poblar y henchir la tierra» (Génesis, 1, 28). Quizá sea este proceso la faceta más ignorada de la evolución humana.

Así inicia Hayek su último libro, La fatal arrogancia, una de las obras cumbres de la cultura. La obra es una reflexión informada sobre la principal característica del pensamiento racionalista inaugurado en el siglo XVIII: la arrogancia de comprenderlo todo solo con la razón, la arrogancia de querer cambiarlo todo solo desde el poder del Estado, la arrogancia de solo actuar conociendo de antemano todas las consecuencias de la acción, la arrogancia de que nada escapa a la ciencia, de que el funcionario científico sabrá exactamente qué le sucede a los ciudadanos, qué necesitan y como proveérselo.
Esta pretensión omnipotente ha generado uno de los mayores malentendidos de la Historia: la tiranía absoluta, en nombre de la libertad; las mayores inequidades, en nombre de la igualdad; la mayor concentración de poder en el Estado, en nombre de la autonomía de la sociedad.
Lo que suspenden estos regímenes es la interacción espontánea entre las personas, los intercambios libres, la construcción lenta y evolutiva de un código moral compartido, la libertad de elección que es la que humaniza al generar el proceso de aprendizaje. Para estas tiranías no se aprende, se enseña desde el Estado a someterse a la Voluntad General encarnada por el Partido o por el Líder. No vale el aprendizaje sino el entrenamiento.
 La matriz del absolutismo se impone con independencia del “sistema económico”: es una deformación íntegra del sistema de relaciones sociales, no tan solo de las relaciones económicas o políticas.
De eso es de lo que Hayek nos habla: no de economía sino de la creación de la civilización. De cómo se construye la humanización desde la aceptación de un código moral exigente, y de cómo solo la libertad y el respeto a las normas transformaron a las sociedades tradicionales, cerradas y temerosas, en sociedades abiertas que garantizan abundancia y paz a sus ciudadanos.
Nadie como F. Hayek para destripar la lógica del progreso y la innovación.
Las nuevas ideas , nos dice en Los Fundamentos de la Libertad, no pueden planificarse, no surgen por la orden de un superior. Las nuevas ideas surgen de la imprevisible combinación de azar y aptitudes, de fracasos y aprendizaje, de motivaciones individuales y hostilidad de las mayorías. La matriz del progreso no está en la razón, únicamente, sino en las casi invisibles instituciones, costumbres, formas de organización que son producto de siglos de evolución humana. Hay un carácter preconciente en ese sustrato casi invisible, y a la vez imprescindible para el progreso.
La gran paradoja es que la razón tiende al control , la planificación y la predicción, pero ella es producto de la libertad, la espontaneidad y la imprevisibilidad de la conducta humana.
Independizada y poco conciente de su origen, la razón tiende a creerse omnisciente, omnipotente. Los formidables avances de la ciencia y la tecnología le otorgan una base desde la cual intenta , ni más ni menos, la toma del mundo, el asalto a la realidad para dominarla. Ahí, la razón se despeña por el precipicio del absolutismo. A partir de ahí, desprecia las tradiciones, las instituciones que ha ido creando la humanidad mediante la prueba, el ensayo, el error. La razón decreta rápidamente el fin de la religión, la desaparición de la familia e inventa mundos utópicos sin mácula de no-razón, puros, perfectos como un experimento científico. Rápidamente resume los humano a un fenómeno de la ciencia natural y quiere aplicarle las ecuaciones que explican el mundo natural. Desconoce que lo humano se define más que por lo biológico y lo psicológico, por lo que Víctor Frankl llama “noético”: el mundo de los valores, los significados, el mundo de la búsqueda de sentido para la vida. En este mundo, las ecuaciones simplemente no consiguen aprehender su esencia. El sistema humano no es un sistema solar, o un sistema meteorológico. No puede ser explicado como un sistema de ecuaciones, sino tan solo intentar una comprensión general, cualitativa de su naturaleza.
En este contexto, la pretensión de explicarlo todo, de saberlo todo, de preverlo todo inventa monstruos: sistemas cerrados, basados en supuestos sentimientos de fraternidad y altruismo, que terminan siendo caricaturas de lo humano: carecen de libertad, de imprevisibilidad, de azar, de sentido.
Bajo esa amenaza vivimos: desde las exóticas pretensiones de la Revolución Francesa- que bajo la batuta de Robespierre supo unir Virtud y Terror, en un casamiento que aun hoy sigue vivo-  hasta las utopías socialistas, nacionalistas y anarquistas.
 Ninguna comprende la libertad como esencia del fenómeno humano y todas tratan, cada una a su manera, hacer previsible, seguro, estático y congelado el futuro.
La agenda pública, las polémicas, están instaladas mayoritariamente en ese campo. La pelea es entre incontables “ismos” que se plantean como la panacea a los males del presente. Ni las experiencias del socialismo real, ni las duras realidades de las teocracias islámicas amedrentan  a sus propagandistas.
Hay un serio problema epistemológico, de comprensión de la verdad en las ideologías: así como los teólogos de la Curia se negaron a mirar por el telescopio que Galileo les ofrecía- no querían ver la realidad de los cuatro satélites orbitando a Júpiter, un imposible para el Dogma-  los ideólogos son inmunes a los “datos” del fracaso de sus teorías, al alcance de cualquier persona informada.
Su “agujero negro” epistemológico- la incapacidad de ver la “luz”, la verdad- es explicado magistralmente por Hayek: no se trata de un vicio menor, adquirido al azar sino la matriz del pensamiento de la modernidad, la fatal arrogancia de creer que los “sistemas” de ideas son infalibles, que la mente racional se basta para penetrar en los secretos de lo humano. Todo lo que muestra como se estrellan sus teorías con la cruda realidad es negado, minimizado, caricaturizado, deformado.
Para eso sirve Hayek: para sacarnos la venda racionalista y encarar con modestia el duro trabajo de entender la verdad de la evolución humana sin el cristal deformante de la razón omnisciente y omnipotente.



PRIMERA PARTE-  EL ORDEN SOCIAL



  

1. Orden espontáneo y orden construido


 El orden, para la persona común, es el resultado de la actividad de ordenar de la mente que ordena. La mayoría del orden de la sociedad del que hablamos no es, sin embargo, de este tipo (F.Hayek)

Lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad.(Jorge Luis Borges)

1.1 Dos órdenes



Llamamos sociedad a una multitud de hombres cuando sus actividades están mutuamente ajustadas entre sí. Los hombres en una sociedad pueden perseguir exitosamente sus metas porque saben qué esperar de sus pares. Sus relaciones, en otras palabras, muestran un cierto orden. Cómo puede producirse o ser logrado un orden semejante de las múltiples actividades de millones de hombres es el problema central de la teoría social y de la política social (Clases de orden en la Sociedad)

- La existencia de un orden es lo que hace posible la vida social.
Un orden es un marco de referencia que permite anticipar con cierta seguridad cómo actuará un miembro de una cultura ante un determinado evento. La convivencia es producto de que por lo general las expectativas se satisfacen: mi vecino me devolverá el saludo. Si no lo hace, supondremos que está muy preocupado o que manifiesta hostilidad por algún motivo y ajustaremos nuestra conducta a esa información.

- El problema es que no se percibe directamente cómo se forma el orden social, cómo funciona, no es evidente su lógica y descubrirla es el desafío para la ciencia social.

El orden de una sociedad existente puede inclusive ser capaz de una gran mejora; pero la crítica es debida principalmente a la circunstancia que tanto el orden que existe como la manera en que se forma no son fácilmente percibidos. El hombre sencillo estará al tanto de un orden de los asuntos sociales sólo a un punto tal que ese orden haya sido arreglado deliberadamente; y está inclinado a culpar la ausencia aparente de un orden en mucho de lo que ve al hecho de que nadie ha ordenado deliberadamente esas actividades. El orden, para la persona común, es el resultado de la actividad de ordenar de la mente que ordena. La mayoría del orden de la sociedad del que hablamos no es, sin embargo, de este tipo. Y el reconocimiento que tal orden existe requiere una cierta cantidad de reflexión
(Clases de orden en la Sociedad)
(Subrayados nuestros en negrita, en todos los casos)

- Ante todo hay que definir el concepto de orden. Sus términos afines son estructura, sistema, modelo. Es un concepto clave para comprender la realidad social, en especial los fenómenos de alta complejidad. La definición que provee Hayek es esta:

Una situación en la que muchos elementos de diverso  género se hallan en tal relación, que del conocimiento de una parte ellos podemos formarnos expectativas sobre otras partes del conjunto que pueden que sean acertadas

Es decir que un orden existe si sus elementos se comportan en forma similar ante estímulos o situaciones determinadas, de tal modo que aunque no tengamos el conocimiento del  comportamiento de todos sus componentes en cada situación, la observación del comportamiento de algunos de sus elementos permite generar unas hipótesis- expectativas- acertadas sobre el comportamiento de los que no podemos observar.

El orden permite que nuestras expectativas sobre el comportamiento de otros sean generalmente ciertas, lo cual nos permite ajustar nuestra conducta.

- Hay una cierta connotación negativa en la palabra “orden”. Esta connotación deriva de la idea de que un orden debe ser creado por fuerzas externas, e impuesto. Pero esto no es válido si se considera que existe un orden creado endógenamente, espontáneamente.
Los griegos diferenciaron entre physei (lo que proviene de la naturaleza) y el nomos (lo que surge de un acuerdo con una intención deliberada)
La polarización entre "natural" y "artificial" oscureció la tercera categoría de hechos: los creados por el hombre, pero no con intención deliberada

- Hay  dos tipos de órdenes:
- Un orden construido, concreto, producto de una intención explícita. Se trata de un orden exógeno, que nace no del interior de un determinado sistema, sino que se produce por la decisión del diseñador de arreglar de determinada forma los elementos que constituyen el orden. Se trata de un “arreglo”, un orden artificial, construido, una organización. Un orden concreto que cumple con los fines definidos por su creador.
- Y hay un orden espontáneo. Se trata de un orden autogenerado por evolución, un orden endógeno. Y es un orden abstracto, que no puede ser “observado” por los sentidos, que no tiene fines explícitos ni compartidos.
Una anécdota muestra el contraste entre estos dos modos de entender la realidad social:
- No. No. Nadie lo hace. O sea, básicamente... no he pensado realmente en ello. Básicamente se organiza solo. (Relatado por Jonass Eliasson en la Ted Conference “Cómo resolver los atascos del trafico urbano”)

La primera peculiaridad de un orden espontáneo, es que al hacer uso de sus fuerzas ordenadoras (la regularidad de la conducta de sus miembros) podemos llegar al orden de un conjunto mucho más complejo de hechos del que jamás podríamos obtener mediante un ordenamiento deliberado.  Sin embargo, al utilizar esta posibilidad para inducir a ese orden que alcanza una extensión mucho mayor de la que de otro modo se con seguiría limitamos al mismo tiempo nuestro poder sobre los detalles de ese orden.  Diremos que al hacer uso del primer principio, tendremos poder solamente sobre el carácter abstracto de ese orden, pero no sobre el detalle concreto del mismo
El estudio del orden espontáneo es tarea de la economía y anteriormente de la biología,  renace con la cibernética, la teoría de sistemas, la informática.
(Los principios de un orden social liberal)

- La teoría social comienza con el descubrimiento de estructuras ordenadas que no son resultado de un proyecto humano, como el lenguaje, la moral, el dinero.
Hubo una gran desconfianza a extender la idea de orden espontáneo  a otros campos sociales, producto de un prejuicio: no se concibe al orden como algo espontáneo, sino como producto de un plan deliberado. La idea de una “mano invisible”, tal como la que describía Adam Smith, producía un fuerte rechazo entre los filósofos y pensadores de lo social, claramente imbuidos de la lógica constructivista cartesiana.
La idea de que hay procesos espontáneos, que desconocemos y al que difícilmente la ciencia experimental tenga acceso es desconcertante y contraria a la lógica del positivismo.
 Pero la indudable presencia de procesos espontáneos en el campo de lo humano, desde el lenguaje hasta el dinero significó un desafío para esta lógica. Por lo cual decidieron archivar el asunto, sacarlo de la agenda.
Lo paradójico, lo difícil de explicar para el racionalismo positivista es que esos órdenes abstractos, sin fines explícitos producen, sin embargo, regularidades en el comportamiento de sus elementos. La existencia de reglas generales y circunstancias particulares, desconocidas, se combinan de alguna forma que generan regularidades, orden, cierta previsibilidad.

- La organización más compleja diseñada artificialmente, como el Estado, es infinitamente menos compleja que la sociedad en la que está inscripto. Un sistema gubernamental se puede diseñar porque tiene pocos grados de complejidad: las normas acotan las funciones, competencias y relaciones jerárquicas de los elementos .
Pensemos, en cambio, en el sistema económico de mercado: millones de unidades se ofertan y se demandan por miles de empresas y millones de consumidores, hay precios, hay logística de entrega: hay un orden inimaginable de ser planeado por ninguna mente brillante, simplemente porque es incapaz de acceder y administrar la información necesaria.

El orden social es un orden “abstracto”, complejo y no evidente. No es un orden diseñado, producto de una intención, sino el producto de la acción humana, pero no de un plan deliberado y sistemático.

Es esta característica algo misteriosa del orden social lo que ha desvelado a los pensadores durante milenios. Se requiere un esfuerzo intelectual importante para comprenderlo.

El descubrimiento que existen en la sociedad órdenes de otro tipo, los cuales no han sido diseñados por los hombres pero han resultado de la acción de individuos sin que ellos pensaran crear tal orden, es el logro de la teoría social. O, más bien, fue este descubrimiento que ha mostrado que había un objeto para la teoría social. Sacudió la creencia profundamente inculcada en los hombres que donde había un orden debía también haber habido un ordenador personal.(LDL)

- No todo el orden es una “organización”, el producto de disponer de los elementos en un cierto orden preestablecido. La organización es un orden “concreto”, diseñado para cumplir ciertos fines, arreglando explícitamente su componentes de cierta  forma. Toda organización tiene fines conocidos y sus miembros están relacionados a ella por un conjunto de reglas explícitas, diseñadas por la mente que creó la organización.
Esa es la experiencia cotidiana cuando pensamos en un “orden social”. Esa experiencia, sin embargo no sirve, y, en realidad obstaculiza la comprensión del orden abstracto, aquel que no fue diseñado explícitamente y en el que cada elemento tiene libertad para interactuar porque comparte algunas reglas abstractas, generales y no porque esté obligado a cumplir su rol, como en una organización.

1.2 Racionalismo Constructivista  


- La tradición central de la modernidad ha desvalorizado la posibilidad de imaginar que lo social- sus reglas, sus instituciones- pueda tener otro inicio que el diseño intencionado. Ha desconocido el carácter espontáneo, no planeado e, incluso, no conciente de muchas instituciones humanas como el lenguaje, la moral, el dinero.
Hayek denomina a esta tradición “racionalismo constructivista”, cuyas características centrales fueron planteadas por Descartes. Para la mentalidad racionalista cartesiana, solo una mente racional, inteligente, que tenga toda la información disponible es capaz de crear instituciones humanas perfectas.

Por grande que haya sido el avance que la obra de un Descartes, un Hobbes y un Leibnitz haya significado en otros campos, para el entendimiento de los procesos de crecimiento social fue simplemente un desastre. El hecho de que, para Descartes, Esparta pareciera eminente entre las naciones griegas  porque sus leyes eran el producto de un designio y “originándose en un individuo, todas tendían hacia un solo fin”, es característico de ese racionalismo constructivista que acabó imponiéndose
(El Dr. Benard Mandeville, 1966)

En rigor, Hayek no “culpa” a Descartes por haber extendido su método racionalista a intentar analizar las cuestiones sociales. Eso lo harían sus continuadores. Lo que señala Hayek es la enorme contribución del “método” de Descartes al desarrollo de la principal arma intelectual que concluiría, siglos después, en el advenimiento del Estado Planificador.

No fue sino en época posterior -y fundamentalmente bajo la influencia del pensamiento francés de los siglos XVII y XVIII- cuando tuvieron lugar ciertos acontecimientos que pusieron en tela de juicio muchos de los valores sobre los que se apoya el orden extenso o Sociedad Abierta.
El primero de ellos fue la creciente importancia, asociada a la aparición de la ciencia moderna, de aquella especial forma de racionalismo que yo denomino «constructivismo» o «cientismo» (según los franceses), que en siglos posteriores condicionaría la interpretación del papel de la razón en la evolución del comportamiento. Esta peculiar forma de racionalismo ha sido el punto de partida de mis investigaciones a lo largo de las últimas seis décadas, investigación que me ha inducido a concluir que se trata de una interpretación intrínsecamente errónea, tanto en lo que atañe a la ciencia como respecto al propio funcionamiento de la razón. Comporta, en efecto, un abuso de lo que es, en realidad, nuestra capacidad racional y -lo que es particularmente importante en relación con lo que aquí nos ocupa- conduce forzosamente a una falsa interpretación de la naturaleza y verdadera esencia de las instituciones que facilitan la pacífica convivencia. Dicha interpretación hace que, en nombre de la razón -y también de otros fundamentales valores que resultan imprescindibles a la sociedad civilizada-, se encumbre moralmente la mediocridad y se induzca a la gente a dejarse llevar por sus más primitivos instintos.
Bajo la influencia de Descartes, este moderno racionalismo no sólo desecha la tradición, sino que no duda incluso en afirmar que la razón está en condiciones de perseguir directamente cualquier meta sin necesidad de intermediaciones, así como que, con autonomía plena, puede crearse, sobre la base de la razón, un mundo nuevo, una nueva moral, un nuevo orden legal y hasta un nuevo y más adecuado lenguaje. Aunque tales pretensiones carecen de todo fundamento (véase Popper, 1934/1959 y 1945/ 66), no dejan por ello de condicionar en aspectos cruciales el pensamiento científico actual, así como la mayor parte de las actitudes adoptadas por nuestros escritores, artistas e intelectuales.(La Fatal Arrogancia)

Para el racionalismo constructivista, que constituye indudablemente algo así como “el pensamiento básico progresista de Occidente”,  el orden espontáneo es un orden fallido, un orden que hay que reemplazar por una organización diseñada por una mente omnisciente. El desdén por el orden abstracto, espontáneo, ha generado una incomprensión de cómo funciona el sistema social, lo cual produjo un enorme malentendido y una destrucción inconmensurable de instituciones humanas construidas en un largo proceso.

- Los impresionantes éxitos de la ciencia en su objetivo de desentrañar los secretos del mundo físico, de la naturaleza, ofrecieron un modelo de conocimiento que los racionalistas utilizaron para intentar comprender la sociedad. Pero la ciencia exacta y natural no se basa en hechos particulares, sino en una dimensión macro- la interacción entre elementos- que los desconoce. La física puede determinar la velocidad de caída del agua dado un volumen y una altura conocidos, pero no puede anticipar el comportamiento de cada gota de la cascada. Pedirle esa información es desconocer la naturaleza del conocimiento científico.
La no admisión de que  la limitación del conocimiento es una barrera a la construcción de la sociedad, se basa en  la confianza ilimitada en el poder de la  ciencia. El racionalismo cree que la ciencia, a la larga, es capaz de resolver todos los problemas, no solo los técnicos, sino los sociales. Es la utopia científica de afirmar que en el futuro no habrá más limitaciones.
Pero la ciencia no puede prever los hechos particulares. La ciencia no puede anticipar como reaccionará Juan ante la subida del precio de sus insumos, o Pedro ante una norma que exige la inhibición de determinado comportamiento.
El modelo de la ciencia física, que con  pocas variables construye hipótesis validas sobre el mundo físico no se puede aplicar a la complejidad de hechos sociales.
El enfoque  constructivista afirma que todos los hechos relevantes son o pueden ser conocidos por alguna mente  y que a partir de allí es posible construir un orden social deseable. Es la pretensión de un "pensar simultaneo" en el que todo se pude conocer . Los planes que surgen de esta ficción deben su aparente claridad a que dejan de lado lo que no conocen.

- Para el racionalismo constructivista la mente existe separada de la realidad física y social , y es capaz de juzgar las medidas más adecuadas para “construir” una sociedad mejor apelando exclusivamente a las herramientas de la razón. Los errores del constructivismo se basan en el dualismo cartesiano. Una mente que existe como sustancia separada de la realidad y que le permite al hombre diseñar las instituciones sociales y la cultura.

Los errores del racionalismo constructivista están íntimamente relacionados con el dualismo cartesiano, es decir, con la concepción de una sustancia de la mente que existe de manera independiente, que se mantiene fuera del cosmos de la naturaleza y que le ha permitido al hombre, dotado de esa mente desde un principio, diseñar las instituciones de la sociedad y la cultura dentro de las cuales vive [...]. La concepción de una mente ya plenamente desarrollada que diseña las instituciones que hacen posible la vida es contraria a todo lo que sabemos sobre la evolución del hombre. (Derecho, Legislación y Libertad)

El constructivismo desconoce que la mente es producto y a la vez causa de la civilización. La mente ha estado adaptándose a la realidad externa y se desarrolló en interacción con ese medio. Es producto del medio y a su vez modifica el medio. La mente no preexiste a la sociedad lo cual le permitiría diseñarla a placer. Por el contrario, la mente surge del desarrollo de la sociedad, mediante normas que han permitido mejores oportunidades de supervivencia.
Es hoy una afirmación poco discutida que la mente del recién nacido no es una “tabla rasa”, dispuesta a llenarse de contenido cultural. Los hallazgos de la antropología y de la psicología evolucionista coinciden en que el cerebro nace ya dotado de estructuras o modelos de categorización de la realidad incluyendo estructuras protolinguísticas, cognitivas y, lo más sorprendente, morales. Pude leerse en “Teoría de Bases de la moral” (http://www.moralfoundations.org/) lo siguiente:

Así que la idea de que la moralidad humana se deriva o está restringida por múltiples sistemas innatos mentales, cada uno formado por un proceso evolutivo diferente, no es ni nueva ni radical. Es aceptado por casi todos los que escriben sobre los orígenes evolutivos de la moral (por ejemplo, de Waal, 1996; Ridley, 1996; Joyce, 2006; Wright, 1994)

Lo que en los años 40 o 50 Hayek predicó tiene hoy un poderoso sustento empírico. La imagen de un individuo desprovisto y virgen que recibirá los contendidos cognitivos, valorativos y morales mediante la educación ha quedado obsoleta.
Esa idea de la “tabla rasa” fue funcional a los proyectos totalitarios. "La pizarra virgen es el sueño de los dictadores" dice el psicólogo evolucionista Steven Pinker. La idea de que los hombres son "tabulas rasas", pizarrones vírgenes listos para ser adoctrinados, sin ninguna base instintiva que los predisponga moralmente a rechazar ciertos valores, es una idea típica del iluminismo: educar al pueblo, o sea entrenar a los individuos en ciertos valores útiles para el "sistema" de poder existente es la pretensión de todos los dictadores. Pero no se puede lograr eso, como dijo alguien, todo el tiempo, en todos los temas, para todas las personas.
Al suponerse que la mente es totalmente maleable por el educador, puede imaginarse al Estado formando ciudadanos sumisos y pasivos. Afortunadamente hay una moral impresa en el hardware cerebral que rechaza, intuitivamente, normas “inmorales”.
Nacemos con contenidos previos a la experiencia: es como si el hardware cerebral ya tuviera circuitos morales, que incorporan luego- mediante la experiencia- un software que aporta contenidos concretos a lo preexistente.

- El torpedo que Hayek le tira bajo la línea de flotación al racionalismo cartesiano es la crítica a la escisión mente-realidad que Descartes plantea como núcleo de su filosofía.
Mientras que Descartes imagina una mente racional, un sujeto pensante que se sienta frente a la realidad y la analiza, buscando verdades “claras y distintas”, Hayek propone que no existe una mente separada de la realidad, distinta: la mente es producto de la realidad y la realidad es producto de la mente. El cerebro evolucionó junto con “el cuerpo” del homínido y fue creando ciertas estructuras de percepción e interpretación de la realidad. La humanización creó al cerebro y el cerebro creó humanización. Las normas y los diagnósticos sobre la realidad se incorporaron a la realidad de la mente, no  como algo externo sino constitutivo,
No existe un cerebro que crea normas, sino que las normas básicas ya vienen en el hardware de la especie.
La pretensión cartesiana de que la Razón puede crear un mundo perfecto, a partir de su conocimiento claro y distinto, que puede crear moral, que puede crear un “hombre nuevo”, desterrar la codicia y transformar a las personas en seres fraternos es uno de los grandes relatos de la modernidad que ha creado pesadillas políticas, desde el Terror francés hasta las hambrunas de China o los campos de la muerte nazis o soviéticos. Obviamente Descartes no es el responsable de esos extravíos. Pero sus ideas, sí.

- El otro gran responsable de la implantación del Racionalismo Constructivista como núcleo de un pensamiento “progresista” es   Rousseau:

El segundo acontecimiento que en su día afectó al desarrollo del orden extenso o gran sociedad lo constituyó la obra y la influencia intelectual de Jean-Jacques Rousseau. Se trata de un peculiar pensador que, aunque haya sido muchas veces considerado irracional o romántico, adoptó desde el primer momento planteamientos muy similares a los de Descartes. Sus tesis han ejercido una enorme influencia sobre el pensamiento «progresista» moderno, induciendo a muchos a olvidar que la libertad como institución política no ha surgido de los seres humanos «en lucha por la libertad» en el sentido de supresión de cualquier limitación, sino del empeño de proteger un ámbito individual conocido.

De este modo, las tesis rusonianas hicieron olvidar que las normas de conducta son necesariamente restrictivas y de ellas surge el orden; y que estas normas, precisamente en cuanto limitan los medios que cada individuo puede emplear para conseguir sus fines, amplían grandemente el ámbito de los fines que cada uno puede perseguir con éxito.
Fue Rousseau quien, al declarar en las páginas iniciales de El Contrato Social que «el hombre ha nacido libre, pero en todas partes se encuentra cargado de cadenas», y en su intento de liberar a la humanidad de toda constricción «artificial», transformó lo que hasta entonces había sido considerado prototipo del salvaje en héroe de la clase intelectual, mientras incitaba apasionadamente a rebelarse contra un amplio conjunto de restricciones a cuya sumisión, sin embargo, la humanidad debía ya la alta productividad y densa población alcanzadas, imponiéndose así una concepción de la libertad que más tarde se convertiría en su principal obstáculo. Tras afirmar que el instinto animal es capaz de ordenar el comportamiento humano mejor que la tradición o la razón, instituye Rousseau esa ficticia «voluntad general» por la que el pueblo se transforma en «un único ente, una sola unidad personal» (Contrato Social, 1, vii; véase también Popper, 1954/1966: 1,54). Tal vez sea ésta la raíz principal de la fatal arrogancia del moderno racionalismo intelectual, que promete restituimos a un paraíso en el que nuestros instintos naturales, en lugar de ser reprimidos, serán capaces de «dominar la tierra», como se nos ordena en el Génesis. (La Fatal Arrogancia)

- El conocimiento nunca es solo individual: la civilización implica el uso de conocimiento acumulado por la experiencia de generaciones. La Civilización permite superar la ignorancia del individuo al ponerlo en contacto con el conocimiento acumulado existente fuera de su conciencia.
Esta ignorancia ha sido por lo general “ignorada” a su vez por los filósofos, a la búsqueda de la luz del conocimiento. Se la consideró como una rémora, de poca significación, del pasado de oscuridad. La luz de la razón permitiría a todos gozar del conocimiento.

Muchas de las construcciones  utópicas carecen de valor, porque siguen la dirección de los teorizantes que dan por descontado la posesión de un conocimiento perfecto(CL)


- Es difícil analizar nuestra ignorancia, ya que desconocemos lo que desconocemos. La luz del entendimiento “rebota” en las áreas de ignorancia, por lo cual implica un gran esfuerzo dotarse de instrumentos que permitan analizar nuestra ignorancia. Para entender nuestra ignorancia tenemos que tener unas hipótesis generales de cómo funciona el mundo. Se pueden así, al menos, formular los interrogantes correctos, aunque no tengamos respuesta para ellos.
Pero el pensamiento usual del racionalismo constructivista opera como si la ignorancia, como problema, no existiera. Su idea central, según Hayek se pude sintetizar en esta frase: “El hombre ha creado su civilización y, por lo tanto, también puede cambiar sus instituciones como guste”

Pese a ser intrínsecamente irracional, su mensaje [el de Rousseau] fue asumido fundamentalmente por los progresistas debido a su insinuación cartesiana de que podemos emplear la razón para obtener y justificar la gratificación directa de nuestros instintos naturales. A partir del momento en que Rousseau dio licencia intelectual para lanzar por la borda toda restricción moral y confirió legitimidad a los intentos de «liberarse» de esas restricciones que, en realidad resultan imprescindibles a la libertad (animando a la gente incluso a llamar «liberación» a esa específica manera de conculcarla), empezó a ponerse en entredicho la institución de la propiedad, abandonándose el consenso previamente generalizado que había hecho de la misma la piedra angular de la sociedad extensa. A partir de tal momento empezó a prevalecer la idea de que nada impedía sustituir las normas reguladoras de la atribución y transferencia de la propiedad plural por decisiones centralizadas en relación con su empleo.(La Fatal Arrogancia)

- La Civilización ha sido creada por el hombre, pero esto no implica la omnisciencia de cómo funciona la realidad social y de cómo mejorar las instituciones.

 La idea de que  el hombre está dotado de una mente capaz de concebir y crear civilización es fundamentalmente falsa. El hombre no impone simplemente sobre el mundo que le rodea un patrón creado por su mente. La mente humana es en sí misma un sistema que cambia constantemente como resultado de sus esfuerzos por adaptarse al mundo que la rodea. (CL)

- La ignorancia del hecho de que la mente no es un ente independiente de la civilización, sino un producto de ella, se transforma en “intelectualismo”, una postura filosófica que supone que la razón no tiene límites ni condicionantes y que “todo” es posible para la mente, pero…

La mente humana no puede nunca prever sus progresos

La mente es producto de la civilización y desconoce muchos de los mecanismos , la experiencia, los hábitos, convenciones, lenguaje y creencias morales que entran en su composición. La pretensión de que “creamos deliberadamente nuestra cultura” evidencia la profunda ignorancia sobre la realidad de la civilización.
Además, el conocimiento de cualquier mente individual es solo una ínfima parte del todo que constituye el conocimiento acumulado que le sirve para alcanzar sus fines.
El conocimiento es solo individual, no existe algo como “conocimiento colectivo”, más que como metáfora. El gran problema es adquirir ese conocimiento disperso, fragmentario y, a veces, en conflicto. Reconocer la propia ignorancia y la dependencia que el individuo tiene respecto de la civilización lleva, muchas veces, a una especie de rencor.

Mucho de nuestro impetuoso y ocasional deseo de destrozar la total e intrincada maquinaria de la civilización se debe a esa incapacidad del hombre para comprender lo que está haciendo


- La creencia en que la ignorancia es cada vez menor, merced a los avances de la ciencia, constituye una falacia que termina en un “exitismo”: confundir el conocimiento explícito y conciente con el conocimiento total de la civilización y poder, así, rediseñarla. La ciencia no agota los campos del conocimiento, hay zonas negras que no pueden ser captadas por la ciencia, ya que no se componen de procesos generales, sino de hechos difícilmente categorizables, hechos particulares, fragmentarios, dispersos.

El desarrollo del conocimiento y el desarrollo de la civilización son lo mismo únicamente cuando por tal conocimiento significamos algo que incluye todas las adaptaciones humanas al medio que nos rodea y al que han sido incorporadas las experiencias pasadas. En este sentido, ni todo el conocimiento es parte de nuestro intelecto ni nuestro intelecto es la totalidad de nuestro conocimiento(CL)

El optimismo de la ciencia se basa en suponer que “cada vez hay menos ignorancia” y que finalmente la humanidad podrá conocer y controlar todos los procesos, instituciones, normas y hábitos.
No es casual que muchos científicos, intoxicados con su propio éxito, se transformen en enemigos de la libertad y en prototiranos dispuestos a resolver rápidamente los problemas de la humanidad.

- La falacia constructivista ha tenido una gran influencia en el pensamiento moderno.
La tradición racionalista ha influenciado el lenguaje y la forma de pensar de los
últimos tres siglos:
- Todas las instituciones son pensadas como producto de un agente que posee una razón que lo habilita para diseñarlas.
- La “rebelión” contra la norma. El rechazo a la explicación religiosa de la validez de las normas tradicionales condujo a rechazar esas mismas normas. La “liberación” de las normas se tradujo en una serie infinita de “filosofías” libertarias, en las cuales el sujeto disfruta de no “obedecer” ninguna norma, más que las que le dicta su propia individualidad. La consigna fue no obedecer normas generales, repudiar las costumbres morales, las convenciones, la sabiduría tradicional, no tener obligaciones morales, ser nuestros propios jueces. Este trasfondo ideológico está en la base de todo el pensamiento supuestamente “progresista”. La razón individual desconoce todo límite normativo, el Hombre es un Dios.
- Otra falacia constructivista es la “antropomórfica”: se la asignan características “humanas” a la sociedad. Por ejemplo, el concepto de que la "sociedad" debe ser justa, como si fuera un ser pensante, introducido por Rousseau. La “sociedad", entonces,  actúa, trata, recompensa, valora, posee, controla, tiene voluntad, u objetivos, puede ser justa o injusta, es responsable o culpable, distribuye, asigna, etc.
Todos estos términos implican la noción de que la ley es un acto de creación deliberada realizada por una voluntad con un propósito. Excluye la posibilidad de que
exista un orden no deliberado, producto humano pero no del designio humano.
- Creencia de que la razón puede trascender de lo abstracto y determinar la deseabilidad de acciones particulares. La acción motivada por la emoción es "guiada" por la razón: se pretende la razón para formar una sociedad  que requiere fijar unos objetivos comunes a todos.
- Rebelión contra la sumisión a normas abstractas.  Creen poder actuar directamente  sobre lo particular, descartan la abstracción para operar directamente sobre lo concreto y guiar el proceso social.

El deseo de remodelar la sociedad según la imagen del individuo, que desde Hobbes
viene dominando la teoría política racionalista y que  atribuye a la Gran Sociedad propiedades que solo podrían tener los individuos o las organizaciones creadas deliberadamente, conduce no solo a esforzarse en ser racionales, sino a convertirlo todo en racional

- El racionalismo constructivista tiende a pensar que entes abstractos como “la sociedad” tienen características “humanas”. De ahí se deriva toda una línea discursiva que habla de “la sociedad” como un sujeto que toma decisiones, que es justa o injusta, que invierte, crea, consume, etc. Se crean así “sujetos históricos” con vida propia, concepción que está en la base del análisis socialista y nacionalista de la realidad: clases, pueblos, naciones son sujetos que actúan guiados por una única voluntad- normalmente asumida por el Líder, como instrumento humano de esos entes.
Pero no se puede pretender que la sociedad sea "moral" o “justa”, no tiene sentido aplicar los parámetros de la conducta consciente a aquellas consecuencias no intencionadas de la acción individual que constituyen la mayor parte de las situaciones que se producen en la sociedad, a no ser que se elimine lo no intencionado, lo cual significaría eliminar todo lo que llamamos cultura.
El constructivismo requiere que todo se conozca y se niega a aceptar que hay procesos que jamás podrán ser conocidos por la mente, aun la brillante mente de un Descartes o un Rousseau. Descree, entonces, de toda creación espontánea de lo humano, comenzando por el lenguaje y siguiendo con las inclasificables normas culturales, cuya sutileza es estudiada por los etnólogos en un afán de “interpretarlas” a la luz de la Razón.
Su desprecio por las instituciones “tradicionales” los llevó a la pretensión- la fatal arrogancia la llama Hayek-  de planear el futuro, en todos los detalles. “Tirar por las ventanas las viejas leyes e inventar las nuevas” aconsejó Voltaire. Es lo que hicieron sus continuadores de la Revolución Francesa, el socialismo y el nazi-fascismo: un liderazgo guiado por la Razón es capaz de transformar la realidad social y erradicar todas las causas de la infelicidad humana. Una mente racional es omnisciente. No tiene límites a lo que imagina y diseña.

Todas estas reacciones, aunque comprensibles, no dejan de comportar graves consecuencias, que adquieren especial gravedad -tanto para la razón como para la moral- cuando lo que se defiende no es tanto el uso de la razón, cuanto esa especial interpretación racionalista de la misma que induce a los intelectuales a rechazar la existencia de límites teóricos a nuestra capacidad racional y a despreciar, en consecuencia, la sabiduría acumulada a lo largo del devenir histórico y científico, desaprovechándose con ello los avances logrados tanto en las ciencias biológicas como en las humanas (como la economía), con todo lo cual, en definitiva, se tergiversan los orígenes y la verdadera función de nuestros esquemas morales.


La cultura es un producto conciente del hombre según esta tradición. El hombre racional, el “iluminista” tiene, gracias a la ciencia, las herramientas para re-crear la realidad humana.

- La apoteosis de la Razón ha sido una de las causas de la "sinrazón" que hemos visto en el siglo XX y en el actual. La pretensión de una Razón perfecta, omnisciente ha sido el cimiento de la creencia en el Estado perfecto, conciente de todo, capaz de preverlo todo, que pretende hasta planear nuestras vidas individuales proveyéndonos de metas, valores, deseos.
La Razón constructivista hizo tabla rasa de todos los valores, normas y conocimientos de milenios de evolución de la especie. Despreció el pasado e intentó crear un futuro perfecto, solo con la luz de la Razón. Despreció el cuerpo, lo biológico y transformó al Hombre- esa compleja máquina que combina individuo y comunidad, violencia y solidaridad- en un mecanismo planificable y previsible. Casi lo logra.
Las nuevas ideas no pueden planificarse, no surgen por la orden de un superior. La nuevas ideas surgen de la imprevisible combinación de azar y aptitudes, de fracasos y aprendizaje, de motivaciones individuales y hostilidad de las mayorías. La matriz del progreso no está en la razón, únicamente, sino en las casi invisibles instituciones, costumbres, formas de organización que son producto de siglos de evolución humana. Hay un carácter preconciente en ese sustrato casi invisible, y a la vez imprescindible para el progreso.
La gran paradoja es que la razón tiende al control , la planificación y la predicción, pero ella es producto de la libertad, la espontaneidad y la imprevisibilidad de la conducta humana.
Independizada y poco conciente de su origen, la razón tiende a creerse omnisciente, omnipotente. Los formidables avances de la ciencia y la tecnología le otorgan una base desde la cual intenta , ni más ni menos, la toma del mundo, el asalto a la realidad para dominarla. Ahí, la razón se despeña por el precipicio del absolutismo. A partir de ahí, desprecia las tradiciones, las instituciones que ha ido creando la humanidad mediante la prueba, el ensayo, el error. La razón decreta rápidamente el fin de la religión, la desaparición de la familia e inventa mundos utópicos sin mácula de no-razón, puros, perfectos como un experimento científico. Rápidamente resume los humano a un fenómeno de la ciencia natural y quiere aplicarle las ecuaciones que explican el mundo natural. Desconoce que lo humano se define más que por lo biológico y lo psicológico, por lo que Víctor Frankl llama “noético”: el mundo de los valores, los significados, el mundo de la búsqueda de sentido para la vida. En este mundo, las ecuaciones simplemente no consiguen aprehender su esencia. El sistema humano no es un sistema solar, o un sistema meteorológico. No puede ser explicado, sino tan solo, comprendido.
En este contexto, la pretensión de explicarlo todo, de saberlo todo, de preverlo todo inventa monstruos: sistemas cerrados, basados en supuestos sentimientos de fraternidad y altruismo, que terminan siendo caricaturas de lo humano: carecen de libertad, de imprevisibilidad, de azar, de sentido.
Bajo esa amenaza vivimos: desde las pretensiones de la Revolución Francesa- que bajo la batuta de Robespierre supo unir Virtud y Terror, en un casamiento que aun hoy sigue vivo-  hasta las utopías socialistas, nacionalistas y anarquistas.
 Ninguna comprende la libertad como esencia del fenómeno humano y todas tratan, cada una a su manera, hacer previsible, seguro, estático y congelado el futuro.

- ¿Hay un papel para la razón, dado que según se ha visto, la civilización no es producto de un  designio humano y que la razón, muchas veces, se constituye en el tribunal supremo que juzga al pasado e inventa utopías?
La razón debe aplicarse en los límites de lo ya dado, de lo que escapa al planeamiento, al contexto que incluye productos no racionales, tradiciones, normas, instituciones, hábitos que no nacieron de la reflexión racional sino de la lenta prueba y error durante generaciones. Sin esta comprensión, la razón tiende a autoerigirse como un nuevo dios, “La diosa razón”, sin límites, omnipotente.
La pregunta es si no lo estarán consiguiendo. El dilema político del futuro es que si hasta ahora las fuerzas espontáneas que permiten el desarrollo de la civilización han podido resistir la coacción del Estado, nada garantiza que en un futuro esa resistencia continúe.


1.3 Racionalismo Evolucionista


- La tradición racionalista cartesiana se desarrolló en paralelo a otra tradición, basada en Escocia e Inglaterra que instala la idea de que las instituciones humanas son producto de la acción humana, pero no necesariamente de una intención deliberada.

Agrupar bajo el nombre de “Ilustración” a los filósofos franceses desde Voltaire a Condorcet, por una parte, y a los pensadores escoceses e ingleses desde Mandeville hasta Hume, Adam Smith y Edmund Burke, por otra, equivale a omitir ciertas diferencias que, gracias a la influencia que estos hombre ejercieron durante el siglo siguiente, fueron mucho más importantes que toda semejanza superficial que hubiera podido existir
 (“La filosofía jurídica y política de David Hume”)

Esta tradición de racionalismo evolucionista - expresada básicamente por los pensadores anglosajones Hume- muy influido por Mandeville- , Ferguson, Smith aunque también con representantes continentales como Montesquieu, Say, Constant, Bastiat o Tocqueville parte de otros supuestos.
Ferguson tuvo la habilidad de resumir una breve fórmula la esencia del pensamiento evolucionista, al afirmar que las instituciones son “resultados de la acción humana, pero no del designio humano”
No es cierto que nuestros actos deben su efectividad al conocimiento que podemos formular en palabras. Muchas instituciones imprescindibles son fruto de costumbres, hábitos o prácticas que no han sido inventadas ni fueron diseñadas  para algún propósito.
Afirma que el progreso se logra por un lento y persistente mecanismo de ensayo y error, que no pueden diseñarse de una vez y para siempre las instituciones humanas, sino que éstas- la moral, el lenguaje, las normas, el dinero, el mercado-  son producto de innumerables actuaciones que la humanidad ha ido desenvolviendo en cien mil años.

- Es Mandeville- un autor marginado y estigmatizado - quien en la deliciosa Fabula de las abejas o Vicios privados y Beneficios públicos  describe cómo el egoísmo individual puede contribuir a la construcción de un orden beneficioso más eficientemente que el altruismo. Dice Mandeville:

A menudo imputamos a la excelencia del genio del hombre, y a la profundidad de su penetración, lo que en realidad se debe al paso del tiempo y a la experiencia de muchas generaciones (…)
Hay muy pocas que sean obra de un solo hombre, o de una sola generación; en su mayor parte son producto del esfuerzo conjunto de varias épocas. La sabiduría de la que hablo no es el resultado de un entendimiento preciso, ni de la reflexión profunda, sino del juicio sensato y deliberado, adquirido por una larga experiencia en los negocios y una diversidad de observaciones. 

La experiencia, el paso del tiempo, el ensayo y error de muchas personas más que la iluminada mente brillante de un pensador son las que crean las instituciones y las normas, nos dice Mandeville, desmontando con este planteo las pretensiones del racionalismo francés que se basa en la idea de que basta una mente individual brillante para entender y mejorar el mundo.

- Hume, un siglo después, habrá de sistematizar las ideas aun en germen de  Mandeville.
Lo esencial del aporte de Hume es la consideración de que las normas no son el resultado de una reflexión de la razón (“ Las normas morales no son una conclusión de nuestra razón”) sino de un proceso histórico , anónimo, progresivo de selección de las más aptas:

La regla referente a la estabilidad de la posesión surge gradualmente y cobra fuerza por una progresión lenta y por nuestra reiterada experiencia de lo inconveniente de su transgresión

En el ámbito de la sociedad ciertas instituciones han nacido y se han desarrollado al margen de cualquier plan: el lenguaje, la moral, el dinero, el mercado han sido herramientas básicas en la creación de civilización cuyo origen escapa a cualquier diseño explícito. Son ordenes espontáneos, autogenerados, que no requieren de una autoridad central para funcionar.

El lenguaje se establece gradualmente por convenciones humanas. Del mismo modo se convierten el oro y la plata en la medida común del intercambio

Las normas, en definitiva, “surgen de manera insensible y gradual” y sin que en realidad nadie sepa de antemano que si sus resultados serán positivos o negativos en términos sociales: nadie tiene la capacidad de prever las consecuencias. Pero es justamente esa característica general, abstracta, la que garantiza la eficacia de las normas. La justicia no está preocupada por las consecuencias particulares de la norma, sino de sus efectos generales. Más aun, las consecuencias específicas pueden ser perjudiciales, pero

Por mucho que los actos de justicia singulares sean contrarios al interés privado o el interés público, no hay duda de que todo el plan o esquema es muy favorable, o en efecto, absolutamente indispensable, para sostener la sociedad y el bienestar de cada individuo

- El enfoque evolucionista recupera la visión de las normas no como producto conciente y deliberado. El estudio sobre formaciones como el lenguaje, la moral, el derecho y el dinero permite en el siglo XVIII formular los paralelos de evolución y formación espontánea de un orden.
Plantea la idea de la Evolución como propiedad de todos los procesos que generan acción, aun los no concientes. La evolución fue definida como un proceso de selección de normas que no es individual: las reglas más exitosas permiten a un grupo sobrevivir.  No es “forzosa”: las etapas de la evolución no están predeterminadas, no hay una linealidad previsible en el proceso de decantación de las normas.
Darwin toma esta idea de la evolución de la ciencia social y la aplica a la biología, no al revés. El equívoco del "darwinismo social” desacreditó el concepto de evolución en ciencias  sociales. 
Aquellas normas e instituciones, más exitosas, más “correctas”, en el sentido de provocar mejores respuestas adaptativas se han ido imponiendo por selección natural.
Los grupos y culturas que las adoptaron tuvieron más capacidad de sobrevivencia, por lo cual lograron que otros grupos y culturas las adopten. Este proceso ha sido silencioso, lento, no ha dejado pruebas de su existencia pero constituye la verdadera historia de la humanidad. Nadie sabe como se creó el lenguaje, como se creó el dinero, como se establecieron las primeras reglas. Solo se sabe que los que adoptaron las normas mejores, sobrevivieron. El resto despareció del horizonte de la humanidad.


- Para los creyentes , la realidad natural y humana solo puede deberse a un Plan Divino, que asigna finalidades y metas a cada avance en el desarrollo evolutivo. Los racionalistas, por el contrario plantean que la Historia humana es el desarrollo de un Plan Humano, deliberado, conciente, omnicomprensivo, racional. La tercera opción es la que el liberalismo de tradición anglosajona desarrolló: la idea de que las instituciones humanas- como las especies- son intentos de adaptación al medio y que solo sobreviven aquellas lo suficientemente plásticas como para ir cambiando a medida que cambia el entorno, en un proceso que  no reconoce un liderazgo conciente, sino que se desarrolla en innumerables y espontáneos  micro-cambios adaptativos.
Lo que permanece y se transmite son las instituciones, prácticas y hábitos que tienen éxito para mejorar las condiciones materiales y espirituales. La historia evolutiva de la humanidad está llena de fracasos, culturas fallidas que fueron absorbidas o, simplemente, desaparecieron. 

- Las dos corrientes “liberales” se diferencian radicalmente en su concepción de la tradición y las costumbres. En efecto, hemos casi sido educados en el desprecio de la tradición, de las instituciones y costumbre añejas, a las que relacionamos con las formas de coacción del feudalismo o el absolutismo real. Lo “moderno” es, efectivamente, quebrar las viejas tradiciones e inaugurar la era de la Razón, el programa de la Revolución Francesa. Lo contrario, sería supuestamente, restringir la libertad. Hayek demuestra que es exactamente lo opuesto: el reino de la Razón ha producido las dictaduras más cerradas de la historia, las más represivas y coactivas. Al no tener el freno de la tradición, cada líder , cada Partido revolucionario se ha creído con el poder de reinventar las relaciones humanas, de crear un “Hombre Nuevo” de la nada, del puro proyecto teórico que imagina seres humanos sin los “vicios” del pasado. Se abolió, así, la religión, se planificó una nueva “familia comunista” en las que los niños no pertenecen a sus padres, se propuso una “ciencia proletaria” que superaría la “burguesa”,  se reescribió la historia para adaptarla a las necesidades del líder, se instituyó un sistema educativo destinado a la sumisión y aplauso al poder del partido o del líder, se ridiculizó el humanitarismo, las buenas costumbres, el respeto a los ancianos, se crearon laboratorios de fertilización para crear especímenes “puramente arios”, a la manera de criadores de razas animales. Se condenaron las expresiones excesivas de afecto entre familiares o amigos, las discusiones, bajo la consigna de que bajo el socialismo solo existe el entusiasmo y el optimismo, se condenaron las formas de arte pesimistas, o críticas o “individualistas” bajo la idea de que solo el grupo, las comunidad, la clase, la raza, la nación, es el verdadero sujeto de la historia, de que no debe haber dudas o vacilaciones en la “construcción del socialismo” o en el “triunfo de la Nación alemana”.

- Una creencia – afirma- es válida mientras no se demuestre su “culpabilidad”, como el principio de inocencia en el Derecho. Por ser una creencia tradicional no necesariamente es a creencia es falsa e inútil.
El racionalismo niega todo valor a las normas morales e incluso al lenguaje- dos instituciones humanas no creadas explícitamente merced a algún convenio o decisión colectiva- siguiendo la máxima de Descartes de “ Rechazar como absolutamente falsas todas las opiniones en relación con las cuales yo pueda suponer la más mínima posibilidad de duda”.
Se cae así en el rechazo de la moral construida por generaciones de experiencias y la pretensión de crear una “nueva” moral, desde la pura lógica racional, como si fuera una tarea al alcance de cualquier persona inteligente.

- Las dos tradiciones de la modernidad, que para simplificar Hayek denomina “francesa” (racionalismo constructivista) e “inglesa” (racionalismo evolucionista) ha convivido durante tres siglos, conformando diferentes “cosmovisiones” con resultados prácticos divergentes. Para observar sus diferencias es útil el siguiente cuadro:




Tradición inglesa
Tradición francesa
Hume, Smith, Ferguson, Tucker, Burke. Los franceses Constant, Tocqueville, Bastiat
Rousseau, los enciclopedistas, Condorcet. El ingles Hobbes
Empírica y asistemática
Especulativa y racionalista
Evolución espontánea de la tradición y las instituciones
Constructivismo, utopías de la Razón con poderes ilimitados
Toda intervención estatal es absolutismo o aristocracia, incluyendo las intervenciones a favor de los trabajadores
Máximo de grado de organización, de intervención estatal. Importa quien interviene
Ausencia de coacción
Conseguir un propósito colectivo absoluto
Desarrollo orgánico, lento y no conciente
Doctrinarismo
Prueba y error
Patrón obligatorio válido para todos
La evolución de la civilización se basa en la sobrevivencia de lo que tiene éxito.
La evolución de las instituciones, la moral, el lenguaje, y la ley es por crecimiento acumulativo
El origen de las instituciones es la planificación, el diseño. La razón cartesiana independiente y previa crea las instituciones. La idea de un “contrato social”, explícito. El “legislador sabio”
Antecedentes en Cicerón y Catón. Atenas
Antecedentes: Esparta
La mejor ley es la que se basa en la experiencia que descubre sus defectos, las  enmiendas y mejoras paulatinas
Evolución adaptativa; no resultado de un plan preconcebido, ni de un designio humano
La mejor ley es la que diseña el legislador sabio, de primera, basada en el ingenio que, se supone, puede prever sus efectos
Las constituciones no se hacen sino que se desarrollan, las costumbres y la calidad de los gobernados hacen las leyes
Las leyes son expresión de la “voluntad general”

La civilización es un producto de la evolución, costoso, lento, basado en el éxito de ciertas instituciones y normas que permiten controlar los instintos violentos o antisociales del hombre. La cuestión central es cómo conducir el egoísmo hacia el interés general.
El hombre desde el origen posee los atributos morales e intelectuales para crear deliberadamente la civilización. La “bondad natural” del hombre, “armonía” de intereses, “libertad natural”
Importancia de la tradición. La sociedad libre tiene una continua reverencia por las instituciones que se han desarrollado, por las costumbres, los hábitos. Una sociedad libre es una sociedad con ligaduras tradicionales. “Los ensayos de muchas generaciones  pueden encarnar más experiencias que la poseída por cualquier hombre en particular” “Este sometimiento a convenciones y reglas involuntarias, cuya significación e importancia no entendemos del todo; esta reverencia por lo tradicional, indispensable para el funcionamiento de una sociedad libre, es lo que el tipo de mente racionalista considera inaceptable”
La tradición no tiene ninguna importancia. Las tradiciones son supersticiones basadas en la ignorancia Todas las instituciones útiles son deliberadamente ideadas por la razón, producto de una  conciente planificación.

 Habría que enfatizar especialmente que las dos filosofías políticas que se describen a sí mismas como "liberalismo" y que conducen en algunos aspectos a conclusiones similares, se apoyan en fundamentos filosóficos enteramente diferentes.  La primera se basa en una interpretación evolucionista de todos los fenómenos de la cultura y del espíritu y en una comprensión de los límites de los poderes de la razón humana.  La segunda se apoya en lo que he denominado racionalismo "constructivista" —una concepción que conduce al tratamiento de todo fenómeno cultural como el producto de un plan deliberado— y en la creencia de que es posible reconstruir todas las instituciones desarrolladas de acuerdo con un plan preconcebido.  La primera especie es, por consiguiente, respetuosa de la tradición y reconoce que todo conocimiento y toda civilización se apoya en la tradición, mientras que el segundo tipo mira con desprecio la tradición porque considera que una razón que existe independientemente es capaz de delinear el proyecto de la civilización (ver la asevaración hecha por Voltaire: "Si deseáis buenas leyes, quemad aquellas  que tenéis y haced nuevas").  La primera es también un credo esencialmente modesto, que confía en la abstracción como el único medio aprovechable para extender los limitados poderes de la razón, en tanto que la segunda se rehúsa a reconocer cualquier límite semejante y cree que solamente la razón puede probar el carácter deseable de los ordenamientos concretos particulares.  (Un resultado de esta diferencia es que la primera especie de liberalismo al menos no es incompatible con creencias religiosas y a menudo ha sido sustentada y aun desarrollada por hombres que mantenían fuertes convicciones religiosas, en tanto que el tipo "continental" de liberalismo ha sido siempre antagónico a toda religión y políticamente se ha mantenido en constante conflicto con las religiones organizadas). 
(Los principios de un orden social liberal)  





2. Ley, Derecho, Legislación

2.1 Normas, Mandatos y Leyes


- Aún en el mundo animal existen reglas que delimitan la esfera individual, un cierto orden que impide las peleas por el dominio de las hembras, del territorio propio. Hay una delimitación precisa, a tal punto de que cuando un animal penetra en territorio ajeno sabe retroceder sin plantear pelea cuando el “propietario” aparece.
Las reglas son abstractas: no se refieren a eventos particulares sino a “tipos” de eventos. Lo que el individuo hace es reconocer que está en determinado tipo de evento y entonces cumple con la regla, pero de un modo muchas veces inconsciente, automático. No necesariamente los individuos conocen y pueden comunicar esas reglas. La mente no se expresa necesariamente de modo verbal:

Se manifiesta asimismo en la manera similar de responder a cualquier clase de acontecimientos que en muchos aspectos pueden ser muy diferentes unos de otros en los sentimientos que evocan y que guían nuestra acción, bien sea un sentimiento de justicia, de moral o de aprobación o desaprobación estética. Probablemente existen también otros principios más generales que gobiernan nuestra mente y que no podemos formular, aunque gobiernen nuestro pensamiento ; leyes de la estructura de la mente son demasiado generales para formularse dentro de esa estructura. Incluso cuando hablamos de una norma abstracta que gobierna decisiones , no necesitamos significar una regla expresada en palabras

Estas normas abstractas, que podemos denominar “leyes” son de una naturaleza absolutamente diferente de los “mandatos” u órdenes específicas.

-          Una ley no implica que haya una persona que la haya formulado. El mandato por definición, requiere un “mandante”, una persona que da una orden
-          Ambas normas difieren en el grado de generalidad: mientras un ley no se refiere a ningún caso concreto, una orden se aplica en un contexto específico, por personas específicas y para cumplir específicos fines. La ley es un “mandato”, pero dictado de una vez y para todos
-          Mientras que el mandato sirve específicamente a los fines de la persona que lo emite, la ley solo es un marco que sirve para que una persona tome una decisión

En la práctica esto significa la diferencia entre un gobierno de leyes y un gobierno de hombres.

En un extremo tendríamos los casos que los jefes tribales solventan totalmente dando órdenes específicas de tal suerte que el súbdito no puede hacer más que lo ordenado. Cuando aquellos concretan el actuar de los súbditos con el máximo detalle, los convierten en meros instrumentos, se les impide utilizar su propio juicio y reflexión y, en definitiva, los objetivos y el conocimiento utilizado son los del jerarca. En la mayoría de los casos, sin embargo, los propósitos del jefe estarán mejor servidos si tan solo da instrucciones generales acerca de lo que debe hacerse o de los fines que en determinado momento han de alcanzarse y deja a los individuos la ejecución en detalle con las circunstancias concurrentes, es decir, de acuerdo con su conocimiento.

Pero aun este caso, continúa Hayek, los fines estarán determinados por el jefe. La gran diferencia es cuando los fines son determinados por los individuos y los medios para alcanzarlos se fijan de manera general mediante normas abstractas

El derecho posee características que las “leyes inventadas” no tienen:

- Sus normas se aplican a un numero desconocido de casos posible
- Son reglas independientes de cualquier fin particular
- Defienden para cada individuo un dominio reservado
- Son reglas abstractas de conducta, lo cual no existe en la legislación diseñada intencional

Esto hace posible un orden  en el cual los individuos pueden concebir planes de acción realizables, crea una esfera protegida de acción individual, un dominio privado que ninguna autoridad puede interferir.

- La reglas son una disposición a actuar – o no actuar- que se manifiesta en practicas o costumbres. Implica prohibiciones o inhibiciones, por lo cual siempre hay un conflicto entre deseos y reglas.
En sociedades primitivas o más avanzadas los jefes usa su autoridad para dos objetivos distintos:
- Dar órdenes específicas para alcanzar ciertos objetivos
- Enseñar o sancionar reglas ya establecidas
Ambas funciones son muy distintas: mientras que nadie discute en la tribu las reglas de conducta, las órdenes específicas pueden estar sujetas a disenso.
La verbalización se hizo necesaria porque el conocimiento intuitivo a veces no producía respuestas claras a problemas. Había zonas de conflicto que era conveniente evitar.
En la articulación se podían producir nuevas reglas, pero no intencionalmente.
En las reglas no verbalizadas la distinción entre reglas descriptivas, fácticas y reglas normativas no es tan clara como entre las reglas verbalizadas.
Las reglas descriptivas señalan la ocurrencia regular de una secuencia de acontecimientos. Las reglas normativas, en cambio, afirma que “deben” producirse ciertas secuencias. El proceso de la observancia puramente inconsciente de reglas hasta su expresión verbal habrá sido lento y complejo.
Hayek solo formula algunas preguntas sobre el desarrollo de ese proceso

¿ Es una “norma” una inhibición innata que impide que un hombre o un animal realice una determinada acción de la que él es completamente inconsciente?¿Se convierte  acaso en norma cuando…conduce a un conflicto percibido conscientemente entre un impulso particular y el sentimiento de que “no debe hacerse eso”?¿O bien cuando ese sentimiento se expresa en palabras (“No debo”), pero aún se aplica sólo a sí mismo?¿O cuando, aunque todavía no formulado como regla verbal, ese sentimiento es común a todos los miembros del grupo y sugiere expresiones de desaprobación o, incluso, intentar prevenir y castigar una posible infracción?¿ O bien sólo cuando es sancionada por una autoridad reconocida o se impone de forma articulada?

 - El problema es cuando se le llama “ley” a un mandato específico. Una “ley” puede cumplir los requisitos formales de sanción, pero no deja de ser una orden si especifica en detalle los objetivos, los medios a utilizar y las personas que habrán de realizar determinada tarea.
El carácter concreto de una orden se disfraza con el carácter general de una ley.

Una “ley” que contenga mandatos específicos, una orden denominada “ley” meramente porque emana de la autoridad legislativa, es el principal instrumento de opresión. La confusión existente en los dos conceptos de ley (…) cuenta entre las principales causas de la decadencia de la libertad, una decadencia a la que la teoría legal ha contribuido tanto como la doctrina política

La ley abstracta es una herramienta puesta a disposición para que los individuos hagan sus planes de acción, le fijan algunos límites, prohibiciones de lo que pueden o no hacer. Esto crea una gran seguridad en las personas: les permite hacer todo lo que quieran, pero dentro de límites conocidos previamente. No tienen que “reflexionar” sobre esas prohibiciones, sino simplemente cumplirlas. Pueden prever las consecuencias de su acción, casi como al cumplir una ley de la naturaleza.  

El concepto de libertad bajo el imperio de la ley…descansa en el argumento de que, cuando obedecemos leyes en el sentido de normas generales abstractas establecidas con independencia de su aplicación a nosotros, no estamos sujetos a la voluntad de otro hombre y, por lo tanto, somos libres.

Es la “ley”, no el “privi-legio”. Es general, aplicable a todos, no nombra a nadie, no hace excepciones, no es retroactiva. Permite salir de una sociedad cerrada, donde el status heredado es inmodificable a una sociedad abierta donde los contratos permiten cumplir objetivos propios. 

- Las reglas de un orden espontáneo deben ser independientes de cualquier objetivo y ser aplicables a todos independientemente de cualquier objetivo común. En cambio los “mandatos”, propios de una organización, son particulares, concretos y dirigidos a fines explícitos.
Utilizar reglas generales en vez de mandatos permite aprovechar el conocimiento disperso de los individuos. Es la flexibilidad de las reglas abstractas la que permite crear el marco de orden en el cual el individuo puede optar libremente por los comportamientos basados en su propio e intransferible conocimiento de hechos particulares.
Mientras el mandato obliga a una actuación que no toma en cuenta el conocimiento particular de las personas, la regla general permite aprovechar ese conocimiento. Esa es su riqueza.

- Una sociedad regulada solo con mandatos es extremadamente simple y primitiva: falta la posibilidad de interactuar con otros y la mente no se desarrolla, ya que carece de incentivos para ello.
Las burocracias tienen a empobrecer la gestión al no aprovechar el potencial de desarrollo personal. En cambio, los individuos, grupos o emprendimientos libres, sujetos solo por reglas generales, expanden los límites de la creatividad y la innovación, tal como las diversas revoluciones productivas han mostrado.

Cuanto más complejo es el orden  mayor será el desconocimiento de las circunstancias particulares y el control dependerá más de las reglas que de los mandatos específicos.
Gracias al hecho de que no dependió de la organización, sino que se desarrolló como un orden espontáneo , la estructura de la sociedad moderna
ha llegado a aquel grado de complejidad que hoy posee y que supera en mucho cualquier grado que hubiera podido alcanzar
mediante una organización deliberada. Sostener que es preciso planificar deliberadamente la sociedad moderna precisamente por el grado de
complejidad que ha alcanzado es un contrasentido, fruto de un completo desconocimiento

- Lo paradójico es que la tradición constructivista opera transformando lo que es una elemental y simple forma de orden- la organización- como un “ideal” al cual la Humanidad debe tender, rechazando todos los elementos espontáneos caracterizados como tradiciones superadas, rémoras del pasado, supersticiones, irracionalidades, desorden.
Es imposible no solo sustituir el orden espontáneo por la organización y al mismo tiempo utilizar la mayor cantidad posible de conocimiento disperso entre todos sus miembros, sino también reforzar o corregir ese orden interfiriendo en él con mandatos específicos.
Nunca será conveniente integrar las reglas que gobiernan un Orden Espontáneo con mandatos aislados y subsidiarios relativos a aquellas actividades en las que las acciones son guiadas por reglas generales de conducta.

- En la Sociedad de Alta Complejidad solo podemos conocer las reglas pero no los elementos y sus circunstancias: el conocimiento se limita al carácter general del orden. Las circunstancias particulares no pueden ser conocidas por nadie.
Solo los pequeños grupos primitivos basan la colaboración en que todos comparten la misma información.
En la Gran Sociedad o sociedad abierta, compleja,  la situación es diferente: hay un conocimiento fragmentado, del cual cada miembro solo posee una fracción, pero la utilización del conocimiento es su rasgo distintivo. El individuo puede perseguir un abanico de fines diferentes, más amplio que la simple satisfacción de sus necesidades más urgentes, no por lo que el conoce sino porque recibe el conocimiento de otros.
La reunión del conocimiento disperso, fragmentario, que tienen los individuos referido a sus circunstancias particulares de tiempo y lugar es la clave para el funcionamiento del sistema social y económico y el principal problema de la teoría social.
El grado de poder de control sobre el orden extenso  y más complejo será mucho menor que el que podamos ejercer sobre un orden deliberadamente construido.
Cuando se desea actuar sobre el orden espontáneo es imposible manejar tantas variables como en una organización diseñada, en la que operan muy pocas variables . Esto es clave para comprender el problema central de la “política”, como actividad que se basa en el control de organizaciones diseñadas y pretende aplicar la lógica del control de la organización al problema del control del sistema social.
Si queremos modificar algún elemento del orden espontáneo se provocan interferencias en la fuerzas que provocan el orden. Cuanto más se quiere controlar, más interferencias se generan, con lo cual crece la necesidad de control, en una espiral de crisis.
Los órdenes espontáneos  son resultado del sometimiento de sus elementos a ciertas reglas de conducta, no al cumplimiento de directivas particulares.
A diferencia del orden construido- que nace de un catálogo de reglas explicitas, de un reglamento escrito, de una Constitución-  las reglas de un orden social espontáneo no se encuentran registradas en algún lugar, escritas, ordenadas, codificadas, disponibles para cualquiera. Las reglas operan “de hecho”, en las conductas observables, en las regularidades que se puedan detectar: el conocimiento de las reglas tácitas requiere una acción deliberada de búsqueda y descubrimiento.

- Las regularidades no implican uniformidad: las respuestas de los individuos a los sucesos de su ambiente solo pueden ser semejantes en ciertos aspectos abstractos para ser consideradas como pertenecientes al orden espontáneo. La variabilidad de circunstancias particulares obliga solo a considerar en términos abstractos, generales,   las conductas de los diversos individuos a como consistentes con la regla.

- Hay reglas que pueden diseñarse, sin que el orden deje de ser espontáneo . Esas reglas- la legislación- son  esenciales para producir efectos generales, son palancas para actuar. Es decir, en una sociedad compleja su carácter de orden espontáneo no se altera por el hecho de que se promulguen reglas convencionales escritas, siempre que esas reglas no pierdan el carácter de normas generales, abstractas, aplicables a todos, no personalizadas.

- El constructivismo rechaza la idea de que no se puede tomar cualquier decisión y que no somos omnipotentes. La política parece así el arte de disponer los elementos de la realidad como a uno se le ocurre, con independencia de los resultados.
La razón por la que no podemos disponer los elementos arbitrariamente depende de las demás partes del Orden Espontáneo y que cualquier cambio nos informa muy poco sobre que hubiera pasado si se tomaba otra decisión Mantener un sistema libre es difícil porque exige descartar  medidas que parecen ser necesarias para ciertos resultados
La ignorancia sobre la forma en que el mecanismo del Orden Espontáneo resolverá un problema produce con frecuencia pánico y alarma e induce a reclamar al Estado una intervención

- Las reglas abstractas existen para apoyarnos en ellas ya que nuestra razón individual es insuficiente para actuar “comprendiendo” las eventuales consecuencias. Es un instrumento que automatiza la conducta, al saberla comprendida dentro de los limites morales o jurídicos.
Para escándalo de maestros e ideólogos del racionalismo, Hayek dice que conviene cumplir las normas sociales, que ese cumplimiento en sí es un valor, y que, además, ese cumplimiento nos evita la casi imposible tarea de discernir por nosotros mismos las consecuencias de nuestras acciones en el plano de la afectación a terceros.
Nos invita a no intentar “reflexionar”, sino a actuar sin poner en cuestión las normas que habilitan nuestro comportamiento. Es obvio que estas afirmaciones son poco menos que provocaciones al pensamiento único que ensalza la  “crítica”, la no aceptación de supuestos no demostrados y la fe en nuestra  razón. Se supone que los niños educados en este pensamiento crítico serán ciudadanos más responsables socialmente, más solidarios, y un largo etcétera. No hay, obviamente, prueba alguna- después de tantas décadas de “educación crítica”- de que esos objetivos se hayan logrado.

- La transmisión de conocimiento sucede tanto entre generaciones sucesivas, como entre coetáneos. Los mecanismos de transmisión incluyen no solo herramientas materiales, sino

…formas de conducta que habitualmente seguimos sin saber por qué- son las denominadas tradiciones e instituciones. Generalmente, el hombre no solo ignora por qué usa los instrumentos a su disposición de una forma u otra, sino también hasta qué grado depende de que sus acciones tomen una determinada forma en vez de otra distinta. De ordinario desconoce hasta qué punto el éxito de sus esfuerzos viene determinado por su conformidad con hábitos de los que ni siquiera es sabedor.


- Hay una interacción permanente entre entorno y conducta humana, en la que se producen permanentes intercambios de información: cada éxito y cada fracaso se incorporan a la experiencia humana para ajustarse a la realidad, induciendo al cambio del uso de los recursos, en las costumbres y las prácticas. Es un proceso que sucede por fuera de la conciencia de las personas. Millones de individuos participan en un proceso de ajuste, de búsqueda y hallazgo de nuevas respuestas a nuevas situaciones. En vez de grandes descubrimientos explícitos y difundidos, nos encontramos en un escenario de millones de pequeñas decisiones, protagonizadas por personas anónimas que van moldeando el futuro sin ser plenamente concientes de ello.
Esto implica que no hay alguna autoridad gubernamental que decida “resolver un problema” y encuentre la solución. Por el contrario, son individuos particulares, muchas veces rodeados de indiferencia u hostilidad, los que dan con la solución. Pero para eso necesitan un marco de libertad que permita tomar riesgos, probar, cometer errores hasta que den con la solución.

- Las normas no son innatas. Forman parte de la herencia cultural y permanecen inalteradas mientras no sean verbalizadas, sujetas al análisis.
Son observadas en la acción sin que necesariamente sean conocidas en  forma articulada, verbalizada.
La herencia que se recibe es el resultado de normas de conducta que han prevalecido
porque permitieron el éxito a un grupo humano pero que no fueron adoptadas por que se conocía ese efecto positivo.
El proceso no parte de razonar, sino observar, difundir, transmitir y desarrollar prácticas que prevalecen porque llevan al éxito, no porque eran claramente beneficiosas sino porque aumentaban las oportunidades de supervivencia del grupo.
Este conocimiento no se puede verbalizar si no que se pone en practica mediante la acción.

- El enfoque constructivista conduce a conclusiones falsas ya que las  acciones humanas triunfan porque se adaptan a hechos particulares conocidos y a otros hechos que no conocen ni pueden conocer. Una acción cartesiana exige el pleno conocimiento de todos los hechos relevantes, pero hay hechos que ignoramos y eso, sin embargo, no inhibe la acción  y el éxito de la misma.
Esta ignorancia de la mayor parte de los detalles del orden social, y la falsa suposición de que eso no tiene gran importancia es la fuente del problema central de todo orden social.
Es la ignorancia de las circunstancias lo que determina que las instituciones sean como son. Ninguna sociedad  posee un miembro que conozca todos los hechos particulares. Las estructuras se adaptan constantemente a millones de hechos que nadie conoce , en especial en el campo económico. 
La tesis central de Hayek es que la mayor parte de las normas de conducta y las instituciones son adaptaciones a la imposibilidad de que alguien tome conciencia de los hechos particulares. La Justicia, las normas, solo son posibles sobre la base de esta limitación del conocimiento, opuesta a la visión constructivista de la Omnisciencia.

- Los miembros de una sociedad adquieren las normas mediante diversos mecanismos:

- Reglas por semejanza: en el entorno social la gente extrae reglas de las experiencias de “otros” en situación semejante. Por una forma de extrapolación, el comportamiento de los pares es asumido como el “correcto”
- Respetadas por la tradición cultural. El hecho de pertenecer a cierta cultura implica la aceptación no conciente de las reglas de esa cultura, transmitidas por la educación familiar o institucional, por sistemas de creencias religiosas, por “mitos” que generan adhesión a determinados “arquetipos” de comportamiento.
- Por obligación, aunque  quisieran, eventualmente, transgredirlas. Son las Reglas convencionales, cuya aceptación no depende de los deseos o calculo del individuo, sino de la fuerza normativa para cumplirlas.

Se cumplen por imitación, por costumbre, por adhesión genérica a determinada tradición cultural, no porque las personas “racionalmente” evalúan las capacidad de las reglas de hacerles llegar a un objetivo.
Hay un ajuste mutuo a normas que a menudo no se conocen: las reglas existen con independencia  de la conciencia que de ellas  tienen los individuos.

- Las normas tienen funciones dentro de un sistema de normas. No son parte de un plan de acción sino unas herramientas para afrontar circunstancias desconocidas. Son como un "capital" que se acumula para afrontar un futuro no predecible
La importancia de una norma se basa en la importancia de los efectos particulares y en la frecuencia de ocurrencia.
No se puede mejorar un sistema de  normas partiendo de cero
La coherencia de un sistema de normas no es lógica, sino la compatibilidad de las conductas que se basan en el sistema.

-Todos los problemas morales surgen del conflicto entre normas. 
Ningún sistema da respuesta total, por eso hay evolución, nuevas normas que mejoran o afinan el sistema normativo. Es clave entender que orden espontáneo basado en reglas transmitidas por tradición no significa estancamiento sino todo lo contrario: cambio, evolución, creación de nuevas realidades.

- El mantenimiento de un orden espontáneo a través de la imposición de normas debe
buscar resultados en el largo plazo. El administrador busca efectos en el corto plazo, el juez en el mantenimiento en el largo plazo. El corto plazo lleva al dirigismo.

 Si nos concentramos en el corto plazo, lo que perecerá a largo plazo es la libertad

Libertad significa confiar en cierta medida nuestro destino a fuerzas que escapan de
nuestro control, algo intolerable para los racionalistas constructivistas
Este es el equívoco de la modernidad: el deseo más o menos explícito de reemplazar el conocimiento disperso entre los individuos, con la “sabiduría” de la autoridad central, del líder. La puesta en marcha de sistemas “ideales” basados en modelos de organización en reemplazo de la sociedad compleja e “incontrolable”. Aumentar el control implica simplificar el sistema social, en el modelo de la “fábrica” o del Ejército profesional, deseo que fue explícito en los totalitarismos del siglo XX.

2.2 La Ley


- Para el sentido común de la Modernidad la Ley es el conjunto de leyes sancionadas, esto es, la legislación. Pero esa simplificación oculta una realidad mucho más compleja:
La ley es anterior a la legislación . La ley comenzó mucho antes de que fuera
codificada, al margen de la voluntad del legislador. El Derecho nunca fue inventado, es tan antiguo como la sociedad .Desde los albores de la humanidad existieron reglas no necesariamente explicitas para adaptarse al grupo social. Son reglas abstractas, que se aplican a situaciones diversas, imposibles de ser verbalizadas por un lenguaje primitivo.
La Ley, tal como se la concibe hoy pareciera inescindible de la ley “escrita”, de la legislación y esta concepción oscurece la verdadera historia de la ley, que solo en tiempos relativamente recientes – en Grecia, por ejemplo- adquirió el carácter de “ley escrita”. La idea predominante de que la ley es, necesariamente, el producto del legislador es una idea errónea, producto  de la modernidad, de la mano de la lógica del racionalismo constructivista.
Los aportes de la etología y de la antropología cultural desmontan esta tradición racionalista que hace recaer en el legislador la creación de la ley, mostrando de qué forma sociedades ágrafas tenían un sistema de normas no escritas e, incluso, no verbalizadas oralmente.
Los individuos aprendieron a acatar normas de conducta mucho antes que dichas normas pudieran ser expresadas en palabras.

El estudio comparado del comportamiento ha demostrado que en muchas sociedades animales el proceso evolutivo de selección ha producido formas de comportamiento muy ritualizadas, regidas por normas de conducta cuyo efecto es reducir la violencia y otros métodos perjudiciales de adaptación y por tanto asegurar un orden pacífico. Este orden se basa con frecuencia en la delimitación de áreas territoriales o “propiedad”, que sirven …para eliminar conflictos innecesarios.
             
- La Ley no podía ser arbitraria y depender meramente de la voluntad de un jefe tribal o un Rey. Por eso se parangonó a las leyes humanas  con las leyes de la naturaleza:  existen con independencia de la voluntad y son concebidas como  "verdades eternas". El “respeto a la Ley” fue un punto de partida esencial para constituir sociedades sustentables, que escaparan del conflicto permanente.

No es casual que nosotros empleemos el mismo término de “ley” para designar tanto las invariables leyes que gobiernan la naturaleza, como las normas que regulan la conducta humana. Unas y otras se concebías al principio como algo que existe con independencia de la voluntad humana. Aunque las tendencias antropomórficas de todo pensamiento humano primitivo atribuyeron ambos tipos de ley a la creación de algún ser sobrenatural, esas leyes eran concebidas como verdades eternas que el hombre podía tratar de descubrir pero que no podía modificar.(DLL)


-Los individuos aprendieron a observar y sancionar normas antes de que esas normas
pudieran ser expresadas en palabras. Fueron normas de hecho, no verbales.
Estas normas se desarrollaron porque conducían a un orden grupal que si era
eficiente permitiría la supervivencia.
El lenguaje se utilizó para dar a conocerlas reglas: los que intentaban expresar
las reglas en palabras no inventaban nuevas reglas.
No eran legisladores sino codificadores de una ley preexistente.
La legislación, o sea la codificación verbal de leyes ya existentes surge de la necesidad de justificar las reglas, en caso de conflicto, en una búsqueda de consenso: no es la creación de nuevas reglas.
Pero el lenguaje es a veces insuficiente para expresar lo que la mente toma en consideración para determinar la acción. Las reglas son generales, abarcan infinidad de hechos concretos que solo tienen en común características abstractas. El primitivo lenguaje de los primeras culturas humanas estaba incapacitado para expresar esa complejidad en palabras.

- Estas fuerzas en conflicto requieren que una autoridad verbalice las reglas, las haga de algún modo “uniformes” , inequívocas.
Las normas, como campo diferente de las proposiciones fácticas es propio solo de las reglas verbalizadas . Una proposición fáctica no hace inferir ninguna consecuencia
sobre lo que debe hacerse ya que a las personas no le son conocidas y evidentes las razones para cumplirlas
Muchas veces un grupo obra de acuerdo a la norma no solo para conseguir un resultado sino para mantener el orden del grupo

El grupo solo puede mantenerse porque sus miembros desarrollaron y transmitieron unos modos de obrar que le hicieron en su conjunto más eficiente que otros
, pero no es preciso que los miembros del grupo sepan por qué ciertas cosas
se hacen de cierta manera


 La legislación es la creación deliberada de normas, instrumento poderoso para alcanzar objetivos . La pregunta central es en este caso ¿cuales son los limites a ese poder de legislar?


2.3 El derecho primitivo


- Las "constituciones" primitivas fueron el intento de registrar y dar a conocer un derecho entendido como dado e inmutable . En esa visión, el derecho no cambia.
Los legisladores antiguos (Hammurabi, Solon, Licurgo, etc.) no pretendían crear un derecho nuevo sino formular lo que el derecho era y había sido. Los cambios en el derecho no se debían a las intenciones del legislador.
Pero para el gobernante esta ley preexistente podía ser un obstáculo para su deseo de  organizar deliberadamente el gobierno para obtener resultados
Las actividades de los súbditos que él no podía controlar directamente fueron origen
de nuevas reglas. La evolución de reglas carentes de intencionalidad y capaces de producir un orden espontáneo produjo un conflicto con los fines de los gobernantes, deseosos de construir una organización
En el comercio, las ferias, los puertos se creaban nuevas reglas que fueron las semillas de la evolución del derecho que permitiría la sociedad abierta.
No fue bajo la dirección de un legislador sino mediante el desarrollo de costumbres
en las que basar las expectativas individuales como se llegó a aceptar reglas generales de conducta.

2.4 La tradición clásica y medieval


El concepto que se utilizaba en Grecia era el de “isonomía” que significa “igual ley para todos”, un concepto anterior al de “democracia”, la cual podía ser definida como una extensión de la isonomía, un escudo contra las pretensiones de los tiranos.
Escribió Aristóteles:
“Cuando un gobierno está fuera de las leyes no existe estado libre,
ya que la ley debe ser suprema respecto de todas las cosas”

Insistía en que la simple mayoría del pueblo no puede imperar por sobre las leyes y que los gobernantes “deben ser nombrados sólo como guardianes y sirvientes de la ley”.
La idea de que el derecho es fruto de la voluntad humana empezó en Grecia, pero con influencia limitada. En Atenas jamás fue legal modificar la ley por un simple decreto de la Asamblea. Para cambiar las reglas fundamentales, los nomoi, había un complejo
procedimiento. Pero allí se verifican los primeros conflictos entre el derecho y la voluntad particular del gobernante.
La idea de libertad bajo el derecho, en los 2,500 años que han transcurrido desde que los antiguos griegos la concibieron, se ha conservado permanentemente sólo entre los pueblos que tomaron el derecho, no como la voluntad de ciertas personas, sino como el resultado de un proceso impersonal. Ni la Atenas clásica, la Roma Republicana, la postrera Edad Media, los Países Bajos del siglo XVII o la Inglaterra del XVIII, conocieron una legislación que, según el sentido moderno, pudiese arbitrariamente transformar el derecho de determinar las relaciones de los hombres entre sí o con el gobierno. Sus corporaciones legislativas regían la conducción de los negocios del Estado y la administración de los medios confiados al gobierno. Pero el derecho que limitaba la libre esfera del individuo y fijaba las condiciones bajo las cuales él podía ser obligado a algo, emanaba, no de la caprichosa decisión de algunos hombres o de una mayoría, sino de una sala de juristas que, como jueces o legistas, creían no crear el derecho sino encontrarlo (Hayek, “Derecho y Ley”).

El Derecho romano no fue fruto de una legislación deliberada. La compilaciones
fueron producto de los descubrimientos de los juristas y solo parcialmente de la legislación. Para el Derecho romano la ley “nueva” es una contradicción: solo existe el derecho antiguo. O se deriva de la ley antigua o esta en contradicción con ella.
Cicerón fue el autor que más influyó en el desarrollo posterior del derecho como expresión de una ley general, opuesta a las pretensiones del poder.

Escribió Cicerón:

Pero puesto que todo nuestro discurso versa sobre una materia perteneciente al pueblo, será necesario hablar algunas veces a la manera del pueblo, y llamar, como el vulgo, ley a aquella que sanciona por escrito lo que quiere,
bien mandando, bien prohibiendo.
 Pero tomemos el principio de constituir el derecho de aquella ley suma que nació para todos los siglos antes que hubiera ley
escrita alguna y que hubiera  ciudad constituida enteramente (…)
Por otra parte, es verdaderamente necio aquello de estimar que son justas todas las cosas que hayan sido decretadas en las instituciones y leyes de los pueblos. ¿Aun cuando las cuales leyes sean de tiranos? Si aquellos treinta tiranos hubieran querido imponer en Atenas leyes, y aunque todos los atenienses se deleitasen en aquellas leyes tiránicas, ¿acaso por eso aquellas leyes serían tenidas por justas?


Catón el Censor, según Cicerón, dijo que:

El motivo por el que nuestro sistema político fue superior a los de todos los demás países era éste: los sistemas políticos de los demás países habían sido creados introduciendo leyes e instituciones según el parecer personal de individuos particulares, tales como Minos en Creta, y Licurgo en Esparta (…) En cambio, nuestro estado no se debe a la creación personal de un hombre, sino de muchos. No ha sido fundado durante la vida de un individuo particular, sino a través de una serie de siglos y generaciones. Porque no ha habido nunca en el mundo un hombre tan inteligente como para preverlo todo.

Este concepto es central para entender la concepción liberal de la ley, y en especial la del propio Hayek y la de Giovani Leoni, un teórico del derecho muy cercano a Hayek.
Las leyes no surgen de una “iluminación” personal, de un eureka!, sino por decantación del tiempo, a través de la intervención de muchas personas. Nadie puede preverlo todo. Como dice Catón “ Incluso si pudiéramos concentrar todos los cerebros en la cabeza de un mismo hombre, le sería a éste imposible tener en cuenta todo  al mismo tiempo”.

El concepto de Derecho como expresión de Justicia, la Ley como codificación de ese derecho se opone, en el concepto romano, a la “ley” meramente decretada por la opinión, la ley del tirano. En una “necedad” creer que por que una ley haya sido decretada por una institución es por eso “justa” nos dice Cicerón.

Pero el abandono de la libertad económica a partir del siglo II y el olvido de la tradición jurídica republicana desemboca en la formulación del Derecho como expresión de la “voluntad del Emperador”. Justiniano llevó a límite esta concepción.

A partir de este momento, quedó relegada al olvido durante mil años la idea de que la legislación debe servir para proteger la libertad del individuo. Más tarde. Cuando el arte de legislar fue descubierto, el Código de Justiniano, con sus ideas de un príncipe que está por encima de las leyes, sirvió de modelo en el Continente(CL)


- Durante la Edad Media prevaleció la idea de que las autoridades podían descubrir o declarar las leyes ya existentes, pero no crear la ley, ya que eso era considerado un absurdo y “una rebelión contra Dios”, el creador de la Ley.
Pero desde el siglo XIII se va desarrollando la idea de que el derecho es un acto de
la deliberada e ilimitada voluntad del gobernante. Un proceso asociado a la instalación de monarquías absolutas y a la creación de estados nacionales.
En resumen, tal como escribe Bruno Leoni en La libertad y la Ley,

Tanto los romanos como los ingleses comparten la idea de que la ley es algo que se debe descubrir más bien que promulgar, y que nadie debe ser tan poderoso en su sociedad como para poder identificar su propia voluntad con la ley del país. La tarea de “descubrir” la ley se confió en esos países a los jurisconsultos y a los jueces, respectivamente; dos categorías de personas comparables, al menos hasta cierto punto, con los científicos expertos actuales.

2.5 Inglaterra y el renacimiento de la preeminencia de la ley


Inglaterra fue el único país que conservó la tradición medieval, edificando sobre
las libertades medievales el moderno concepto de libertad bajo la ley.
A partir de la muerte de la Reina Isabel comenzó una tenaz lucha entre el Parlamento y el Rey. En el Memorial de Agravios la Cámara de los Comunes replica a un intento del rey de imponer una prohibición a la fabricación de almidón de trigo:

“ No existe otro [derecho] más querido y preciado que el de guiarse y gobernarse por ciertas normas legales que otorgan a la cabeza y a los miembros lo que en derecho les pertenece, sin quedar abandonadas a la incertidumbre y la arbitrariedad como sistema de gobierno…De esta raíz ha crecido el indudable derecho del pueblo de este reino a no hallarse sujeto a ningún castigo que afecte sus vidas, tierras, cuerpos o bienes, distinto de los contenido en el derecho común [“common law”] de este país o en los estatuto elaborados con el consenso del Parlamento”


 Lo que permitió esto fue la fuerte tradición  de la common law concebida como una barrera a todo poder, incluido el del rey. La libertad de los ingleses no fue fruto de la separación de poderes sino de que el derecho se desarrolló como “common law”, independiente de cualquier voluntad, desarrollado por tribunales independientes y sobre el que el Parlamento no interfería.

- El Common Law inglés es un caso único de desarrollo de esta concepción de la ley no como derivada del legislador sino como producto de la acción del juez para descubrirla.

"El common law no consiste en casos particulares sino en principios generales que son ilustrados y explicados por esos casos" (Mansfield)

La tarea del juez, en el Common Law,  es descubrir cuales son las expectativas "razonables" que las partes tienen creadas sobre la base de costumbres generales.
Las reglas que guían las expectativas deben ser abstractas y aplicarse con independencia de las consecuencias.
La función del juez consiste en decirles a las partes qué es lo que debería haber guiado sus expectativas, no porque alguien les hubiera dicho que debían guiarse por tal regla, sino porque esa era la costumbre consolidada. No le importan al juez  los objetivos de la norma: deberá aplicar las reglas aun cuando las consecuencias le parecieran indeseables.
El único bien público que le interesa al juez es la observancia de aquellas reglas con que las personas pueden contar. No debe tener en cuenta los deseos de la autoridad ni la "razón de estado". Su sabiduría reside en distinguir lo relevante de lo accidental en los precedentes. Descubrir principios generales, en vez de ajustarse a un catálogo
Al no disponer de generalizaciones se mantiene viva la capacidad para descubrirlas que el uso mecánico de formulas verbales tiende a destruir. El lenguaje es una expresión imperfecta de lo que los predecesores han tratado de formular.

- De algún modo la tradición jurídica anglosajona fomenta el papel del juez como “descubridor” de la norma, mientras que la tradición romana – aun originariamente basada en la idea de que el derecho no es creado por la legislación, que es preexistente a la Ciudad, como dice Cicerón- enfatiza la necesidad de verbalizar la ley, de transformarla en “legislación”. El problema es que una vez escrita, la ley tiene a la fosilización y, más grave aun, el lenguaje escrito congela los sentidos ocultos de la regla. No es casual que la evolución hacia el parlamento omnipotente, que reemplaza el derecho por la legislación escrita se haya verificado con más fuerza en el Continente.

La transformación de la ley (abstracta) en legislación (concreta) es paralela al crecimiento del poder de la autoridad del Rey: los gobiernos evitan las reglas abstractas para organizar las acciones de los súbditos. No es lógico que invente normas abstractas quien esta interesado en resultados particulares.

Un resumen muy claro de lo que significa el Common Law se lee en Wikipedia:

El Common Law. Fuente: Wikipedia

El sistema de Derecho anglosajón se basa, sobre todo, en el análisis de las sentencias judiciales dictadas por el mismo tribunal o alguno de sus tribunales superiores (aquellos a los que se pueden apelar las decisiones tomadas por dicho tribunal) y en las interpretaciones que en estas sentencias se dan de las leyes, por esto las leyes pueden ser ambiguas en muchos aspectos, ya que se espera que los tribunales las clarifiquen (o estos ya lo han hecho sobre leyes anteriores, pero similares). Este es el motivo por el cual en Estados Unidos aún se enseñan normas de la época colonial inglesa.
(…)
Un detalle muy importante es que, en casos posteriores, la ratio decidendi de las sentencias previamente dictadas obligan a un tribunal (y todos los tribunales inferiores a éste) a fallar de la misma manera o de forma similar. Por esto el estudio del sistema se basa en el análisis detallado de las sentencias de las cuales se induce la norma, estudio que termina en la elaboración de un "caso típico", el cual se compara con la situación en estudio para ver si es similar o no. En muchas ocasiones se analizan diversas sentencias que contienen el mismo principio, visto desde diversas ópticas, para extraer finalmente la norma que se aplicará al caso en estudio.
 La principal diferencia entre el sistema de derecho continental europeo y el sistema anglosajón radica en la distinta jerarquía existente entre las diversas "fuentes" de esos derechos. El Derecho anglosajón es un sistema "jurisprudencial", en tanto la principal fuente del mismo son las sentencias judiciales (el conjunto de las mismas se denomina "jurisprudencia"), las cuales tienen un carácter "vinculante", es decir, son obligatorias para todos los jueces, quienes no pueden apartarse de las decisiones tomadas previamente por otros magistrados. En cambio, el derecho continental, debido a la influencia del derecho romano (que, desde sus comienzos, se preocupó porque las normas jurídicas fueran escritas, a fin de que todos pudieran conocerlas), es un derecho eminentemente "legal", en tanto la principal fuente del mismo es la ley. En el sistema continental, las sentencias emitidas anteriormente por otros jueces no tienen carácter "vinculante" para el resto de los magistrados. Ni siquiera las sentencias emitidas por tribunales de las últimas instancias, como las Cortes Supremas, son obligatorias para los jueces de las instancias inferiores.



2.6 Los órganos legislativos


- El derecho espontáneo no está exento de errores, y puede desarrollarse en direcciones fallidas o ser extremadamente lento para adaptarse a nuevas circunstancias. Es por ello que requiere de “correcciones legislativas”, es decir, un conjunto de normas explicitas, verbalizadas, generadas por  algún tipo de cuerpo legislativo.
El principal instrumento para realizar cambios deliberados en la sociedad es la legislación Es un proceso gradual de cambio, en el cada nueva ley se trata de hacer coherente con el marco jurídico preexistente.
Pero la actual filosofía general del derecho puede acelerar el cambio: el derecho tradicional- protección de la libertad individual- está a punto de desaparecer, transformado en un aparato en el que el individuo sirve a los fines de los legisladores
Se está pasando del Derecho individual al Derecho público.
Es necesario que los principios que alimentan el derecho surjan de una concepción acertada del orden espontáneo .
A pesar de la caída de los totalitarismos sus ideas de fondo son hegemónicas en el ámbito teórico, influencia de Carl Schmidt.

- Siempre hubo una autoridad encargada de sancionar normas de organización,  pero inicialmente los cuerpos legislativos no se ocupaban de las normas de conducta.
Esto es esencial para comprender el proceso por el cual los órganos legislativos fueron ampliando su poder:  su función inicial de aprobar reglas de organización los llevó “naturalmente” a ser el órgano de fijación de normas de conducta. A partir de esta práctica la legislación, es decir las normas promulgadas en forma escrita, comenzó a transformarse en fuente única del derecho.
Esto tuvo dos consecuencias graves:
- Todo lo que ordene el legislador es Ley, y solo es Ley lo que expresa la voluntad del legislador
- Debe haber un legislador supremo con poder ilimitado

Si la “ley” se refiere a las reglas de la organización se entiende que el poder de sancionarlas sea ilimitado, ya que solo aplica su jurisdicción a los recursos del Estado . En ese ámbito restringido no puede cuestionarse el poder del legislador-gobernante para ejecutar un plan determinado.
Pero traspasar ese poder a la posibilidad de crear normas de conducta generales abre un camino de incremento ilimitado del poder del Estado.
Solo puede impedir ese crecimiento una opinión pública poniendo un limite al legislador, en especial cuando éste intenta legislar sobre normas generales de conducta. Es necesario expresar en palabras la posibilidad de ejercer el freno al poder del legislador.

2.7 Nomos y Thesis: la Ley de la libertad y los mandatos de la organización


- No hay una distinción entre la palabra que designa a las prescripciones de la autoridad  y la que designa a las surgidas espontáneamente Para las prescripciones de la autoridad Hayek propone usar la palabra griega Thesis. Para la Ley en el sentido de normas de conducta, propone Nomos.
La palabra "ley" entonces, tiene dos significados distintos :
-La ley como nomos no se puede "ejecutar", como se ejecuta una medida de la autoridad. Una norma de conducta establece una limitación, pero no obliga a cumplir determinada orden
-Un ley como thesis es una orden a cumplir por determinados individuos "Cumplir la ley" se refiere no al nomos sino a la thesis, que ordena algo. Una thesis puede tener la forma de una regla de conducta, pero no lo es.

- La ley, en el sentido de normas de recta conducta y no en el de decisiones vinculantes de la organización del Estado, como se ha visto, no depende de una legislatura que las promulgue. La formulación de normas solo es posible si hay una base común de consenso sobre las reglas. La observancia de reglas es condición para que se forme un orden de comportamiento.
Debe haber un método para enseñar las reglas y sancionarlas, sobre todo en sociedades cada vez más complejas.

- El aparato jurídico se desarrolló para asegurar un sistema de reglas ya cumplidas previamente. La función de los árbitros o jueces es determinar si las acciones individuales han sido conforme a las expectativas que se derivan de las costumbres.
La función del juez difiere de la del jefe de una organización: la función del juez es descubrir reglas que jamás han sido formuladas, mientras un Jefe debe decidir que acción realizar para alcanzar un objetivo concreto.
El juez no se ocupa de lo  que la autoridad quiere que se haga, sino facilitar el acuerdo de expectativas entre los individuos de las que depende el éxito de planes de acción.
Su deber no es verificar que se cumplan las ordenes de la autoridad, sino en resolver conflictos que la autoridad desconoce: Preservar la paz

- El objetivo de la jurisdicción es mantener el orden global de acciones. Las reglas mas eficaces son las que mantienen el orden aun entre personas con objetivos distintos
Mientras que los individuos se comporten conforme a las reglas no se necesita
que sean concientes de ellas. Pero en situaciones menos frecuentes faltará la certeza intuitiva de lo correcto. Es ahí donde se necesita al juez.
El derecho surge de una reclamación individual. Como nos recuerda el relato bíblico, una madre acude al Juez, Salomón, reclamando contra otra mujer, la cual se ha apropiado de su hijo. Busca justicia. El Juez, sabio y conocedor de la naturaleza humana decide poner en juego dos valores: la “posesión” del hijo y el “derecho a la vida”. Sabe que la verdadera madre cederá el primero a favor del segundo: preferirá ser despojada a que su hijo muera bajo la espada. Eso es impartir justicia: indagar en el conflicto entre valores y descubrir cual es el más relevante. La regla que descubre Salomon se puede , entonces, verbalizar : “En todos los casos el derecho a la vida es más importante que cualquier otro derecho”.
Los jueces verbalizarán la regla o crearán nuevas reglas. A veces es imposible distinguir entre verbalización de reglas preexistentes y formulación de nuevas reglas.
Se verbaliza para obtener un consenso sobre su aplicación en un caso particular.
Si bien las reglas surgen de una evolución espontánea su perfeccionamiento exige una labor deliberada de los jueces. El juez debe resolver sobre cuestiones que admiten más de una solución, al margen de sus sentimientos u opiniones.

- Solo las acciones particulares que afecten a otros pueden dar lugar a la formulación de reglas jurídicas. Reglas abstractas y generales pueden restringir la libertad individual
Es imposible que el derecho prohíba todas las acciones que pueden afectar a terceros. Se pueden proteger algunas expectativas, no todas. Siempre habrá conflictos entre expectativas y una nueva regla puede generar conflictos nuevos.
En un orden dinámico solo pueden protegerse algunas expectativas. No todas las expectativas pueden ser protegidas mediante reglas generales Solo deben ser protegidas ciertas expectativas. No hay un sistema universal de protección de las expectativas ya que éstas pueden entrar en conflicto en la dinámica social. Solo sociedades muy rígidas y estratificadas pueden congelar el conflicto, porque congelan el cambio social.
Un sistema fluido necesita cambios adaptativos cuyas consecuencias no pueden preverse.

- La coincidencia de expectativas se alcanza con la delimitación de áreas protegidas.
La dificultad de ver cómo las normas sirven a las expectativas es que no actúan
en una situación concreta, sino conformando un orden abstracto del cual se derivan expectativas correctas.  En un mundo cambiante, todo cambio frustra una expectativas pero genera nuevas.
El problema central es qué expectativas proteger por ser legitimas y otras que no lo son. Asignar un campo de acciones permitidas a cada individuo, con exclusión de todos los demás
Se necesitan reglas que permitan  reconocer los limites del dominio  protegido.
Los hombres pueden  emplear su propio conocimiento para sus objetivos sin interferir solo si hay límites claros entre las áreas en las que pueden obrar libremente.

- El orden que se espera que un juez mantenga no consiste en un particular estado de cosas sino en la regularidad de un proceso basado en que algunas expectativas son protegidas  frente a la interferencia de otros. El juez a menudo tiene que decidir entre
cual de las expectativas en conflicto, todas de buena fe y todas basadas en reglas
conocidas debe considerarse legitima.
El juez debe decidir en campos nuevos donde no hay reglas, pero la regla que sancione debe ser coherente con el cuerpo de reglas existente .Descubre conflictos entre reglas y que algunas reglas son insuficientes para evitar conflictos.
Las decisiones no pueden basarse en deducir lógicamente de reglas ya formuladas. No hay un "sistema lógico" de normas, deducibles como pretendía Descartes. Las nuevas normas solo en los hechos se muestran compatibles o incompatibles

 La mayor certeza en un sistema pareciera residir en que las normas jurídicas estén  en forma escrita o codificada y el juez solo tuviera que limitarse a aplicarlas es un supuesto no demostrado. Las normas escritas alivian la función del juez pero hacen rígido el sistema de normas.
El movimiento a favor de la codificación suponía que ésta aumentaba la capacidad de predicción de las decisiones judiciales. Pero la actividad legislativa solo puede aumentar la certeza sobre ciertos puntos particulares, pero no puede argüirse que solo lo que se formula en actos legislativos tiene fuerza de ley.
Es una ficción que el juez deba llegar a sus conclusiones por un proceso de inferencia lógica: eso es producto de la concepción constructivista. El Juez se transforma así en un mero aplicador de normas preestablecidas, pero no en un agente activo a la búsqueda de compatibilizar normas existentes o descubrir nuevas. Si el juez solo aplica lo escrito en conflicto con lo justo, no cumple su papel. Su papel no es solo llenar las lagunas de la ley escrita, sino que si halla una ley no escrita que sí lo cumple, la debe utilizar. Esto implica una sabiduría y un conocimiento de la jurisprudencia y de las realidades humanas que no se deducen de ninguna ley escrita.

- La función del juez se circunscribe al orden espontáneo. La mejora del sistema de reglas parte del interior del propio sistema adaptándolo mediante la critica inmanente La critica inmanente es el principal instrumento de evolución del pensamiento , propio del racionalismo evolucionista.
El juez trata de reforzar el orden global que funciona y que nadie ha proyectado deliberadamente, un orden que se ha formado por sí mismo, con independencia del conocimiento y a menudo contra la propia voluntad de la autoridad; un orden que extiende el control individual de los hechos más allá de la organización deliberada, y que no descansa en el hecho de que los individuos obedezcan la voluntad de alguien, sino en el hecho de que sus expectativas se adaptan recíprocamente

- El juez interviene porque puede ser que las reglas no cumplen la función, o porque
pueden no ser claras o inadecuadas para evitar la aparición de conflictos aunque las partes las observen.  Como surgen nuevas situaciones en las que las reglas existentes no son adecuadas, es una tarea interminable el evitar los conflictos y aumentar la compatibilidad de las acciones delimitando el campo de las acciones permitidas. Exige no solo la aplicación de las reglas ya establecidas sino también la formulación de nuevas reglas.
El juez forma parte del proceso de adaptación de la sociedad a las circunstancias por el que se desarrolla el orden espontáneo. Es un instrumento de ese orden.
El juez puede equivocarse, o caer victima de sus preferencias individuales. Pero ante el problema  no tiene nada que ver su voluntad. Es su intuición más que el raciocinio lógico lo que lo hace arribar a una solución justa. La función del juez no consiste en la deducción lógica a partir de de unas premisas, sino en el control de hipótesis no necesariamente concientes. El juez no es un  defensor del satus quo. El orden espontáneo solo puede mantenerse mediante continuos cambios particulares.
Su función consiste tanto en fomentar el cambio como mantener la situación
existente. Tiene que vérselas con un orden dinámico que solo podrá mantenerse mediante continuos cambios en la situación de los sujetos . Un juez no puede ocuparse de las necesidades de las personas o grupos particulares, o de la Razón de Estado,
o de la voluntad del gobierno, o del algún objetivo particular a cuyo servicio alguien pueda pensar que esta el orden vigente.

- En un orden como el del socialismo, en el que las normas que regulan  las acciones individuales no son independientes de los  resultados específicos a los que se aspira,
tales normas no pueden confiarse a un proceso  jurisprudencial, ya que tienen que sopesar los intereses  particulares que están en juego de acuerdo  con su respectiva importancia.
El socialismo es realmente una rebelión contra la justicia imparcial, que solo considera la conformidad de las acciones individuales con unas normas independientes de un fin particular  , y que prescinde de los efectos de su aplicación a casos particulares. Un juez socialista es una contradicción. Pero esto se ha disimulado con la idea de que en lugar de basarse en los principios de la conducta individual, su acción debe obedecer a consideraciones sobre la "justicia social".
Solo las características abstractas del orden pueden ofrecer a los individuos una base de decisiones en condiciones futuras imprevisibles y dar lugar a un orden duradero. Constituyen el interés común a quienes integran la sociedad abierta, que
no persiguen un interés particular sino disponer de medios adecuados para perseguir sus propios objetivos.

- La observancia de ciertos valores conduce a la formación de complejas estructuras fácticas. El orden no es fruto de las reglas de comportamiento individual sino del encuentro de expectativas: eso es un valor. Hay diversos valores que pueden estar en conflicto, se crean situaciones de hecho que los agentes pueden ignorar.
La civilización se basa en que los planes fácticos de muchos individuos se ajustan entre sí, a condición de compartir  algunos valores , por ejemplo, la Propiedad.
Las normas jurídicas son necesarias para mantener el orden, pero no por la simple
obediencia, sino por que estas normas hacen posible la correspondencia entre las acciones de los individuos.
La ausencia de finalidad (Kant) se enfrento a las concepciones del derecho como con una finalidad (utilitaristas) . El fin es el sistema general de normas (Hume) no los resultados particulares . Esta idea de que el derecho es experimental o empírico cuya manifestación es un orden que nadie puede predecir no encaja en el sentido común de lo que se considera una acción racional deliberada.
El derecho no tiene ningún objetivo sino que esta al servicio de innumerables fines de individuos diferentes.

- La idea de que el derecho está al servicio de un orden espontáneo ha sido difícil de formular sin la ayuda de la ciencia económica.  La ciencia social entendida como una generalización salida de la observación de grupos sociales no aporta a la comprensión de la función del derecho.
Solo la economía ha desarrollado una teoría apropiada que ahora se pueden aplicar a ordenes distintos del mercado. Pero la noción de orden espontáneo del mercado no es comprendida por los juristas. Esto ha promovido la concepción del derecho como instrumento para la organización de fines concretos, lo cual esta bien para el derecho público, pero inadecuada para el nomos, el derecho privado.
Esto ha sido la causa de la transformación del orden espontáneo en la organización de un orden totalitario.

- La legislación se origina en la necesidad de establecer reglas de organización, las thesis. El principal interés de las legislaturas fue controlar y regular la acción del gobierno
El origen de los cuerpos legislativos tiene poco que ver con el derecho, entendido como el sistema de normas que intentan garantizar la justicia, adaptar las conductas de los individuos a un marco común, pacífico.
Son reglas para alcanzar determinados fines, para ejecutar ordenes, reglas  para cada uno de los órganos de gobierno. Son reglas que regulan  los poderes de los agentes gubernamentales pero no le dan poder sobre los ciudadanos privados.

- Los gobiernos buscan consenso para medidas concretas, en especial los impuestos.
 Se deseaba que las normas reguladoras tuvieran la dignidad que inspiraba el derecho. Aunque los parlamentos no se ocupaban del derecho de los juristas, de hecho ese derecho fue modificado en el curso de discusiones sobre medidas gubernamentales. Toda decisión del poder legislativo que afecta a materias reguladas por el nomos modifica y sustituye al derecho.






2.8 Derecho público y Derecho privado


- La confusión de la palabra "ley" se observa en las discusiones sobre la separación de poderes.  No todo acto legislativo es una ley El legislativo debía establecer normas generales.
Solo en siglo XIX se llega a la idea de un legislativo omnicomprensivo y autónomo
La "legislatura" es un titulo honorífico para asambleas destinadas a controlar el gobierno, no a sancionar leyes de conducta.
Pero con el tiempo fracasaron los intentos de limitar el poder de las legislaturas : las legislaturas adquirieron capacidad de imponer todo lo que se le ocurriese simplemente llamando "leyes" a sus decisiones.
En resumen, las reglas de conducta constituyen el Derecho privado. La Legislación, las reglas de organización el Derecho público
Hay límites poco claros entre derecho publico y privado. Se exime al gobierno de limitaciones de reglas generales- propias del Derecho privado y se obliga a los individuos al cumplimiento de órdenes, en especial en el campo de las finalidades "sociales" .
Pensar que solo el derecho público está al servicio del bienestar general y el privado al servicio de los intereses egoístas de los individuos es un error. No solo las acciones deliberadamente destinadas a un fin común están al servicio de las necesidades comunes.
Lo que nos proporciona el orden espontáneo es más importante para los individuos
que la mayor parte de los servicios específicos que nos presta la organización del gobierno, con excepción de la seguridad y justicia a su cargo.

- El derecho público exige deliberadamente servir al interés público mientras que el derecho privado permite a los individuos perseguir fines particulares, lo que en definitiva sirve al interés general.
Las reglas para la organización han dominado los objetivos de la legislación, con lo cual el tema de las normas de conducta ha caído en manos de expertos en derecho publico, de escasa simpatía con los juristas.
Conciben el derecho como derecho publico  y el orden como organización: de ahí
el éxito del positivismo jurídico y de las ideologías totalitarias que se desprenden de éste.
Pero el derecho es un reclamo individual. Como bien describe Bruno Leoni, el derecho nace de una reclamación privada de un individuo respecto del comportamiento de otro individuo. El derecho es esencialmente individual: y es justamente ese carácter el que se ha perdido gracias a la legislación. Suponer que solo el derecho publico legislado es "El" Derecho, es la fuente de la desconsideración de los derechos individuales.

- El sector donde mas clara aparece la diferencia entre normas de recta conducta y normas de organización, es donde primero actuaron los legisladores: el sector impositivo.
El presupuesto nunca puede asimilarse a una "norma de conducta": son instrucciones de asignación de recursos, no "leyes". La idea de que tales instrucciones, por que se
denominan "leyes" dominan las reglas generales constituye el principal peligro.
¿Cómo debe repartirse la carga entre personas y grupos? Los aportes impositivos deberían responder a reglas generales, cosa que rara vez sucede.
La mayor parte del derecho publico es el derecho administrativo : normas establecidas por los órganos administrativos que son vinculantes para funcionarios y  ciudadanos.
Los poderes administrativos sobre las personas buscan objetivos particulares y tienden a la discriminación y discrecionalidad.
La existencia de cada vez más servicios gubernamentales obliga a establecer reglas, pero no son "reglas de conducta recta" . El poder se policía garantiza elcumplimiento de las reglas de uso de servicios públicos, pero "lugar publico" no es espacio publico, puede ser de ámbito privado.
La transformación  del derecho privado en derecho publico se realizó a través de la legislación "social": el Estado se atribuyó el poder de determinar a quien sacarle “cuánto” y a quien entregarle “tanto” bajo el objetivo de la “Justicia Social”.
La idea de que la coacción solo debe aplicarse para asegurar obediencia a reglas universales se ha abandonado al servicio de los fines "sociales".
La "legislación social" obliga a la actividad privada a actuar en beneficio de otros ciudadanos. Esto se inspira en la idea de "justicia social" y ha sido el principal responsable de la transformación de las normas de recta conducta en normas de organización.

- Una asamblea preocupada por cuestiones de organización tiende a concebirse no como un cuerpo que presta servicios en pro de un orden autónomo, sino como uno “que hace funcionar al país": se ocupa de todo, no rechaza ninguna responsabilidad, piensa que puede superar cualquier dificultad y todas al mismo tiempo. Pero así, resuelven una dificultad y crean nuevas.
No todo descontento es legítimo, ni las causas pueden eliminarse totalmente. El Estado Benefactor “vende” la idea de que esto es posible, que es posible satisfacer todos los deseos de todos aquellos que presentan alguna característica de vulnerabilidad, cosa que extiende la lista de “damnificados” hasta el infinito.
La idea de que los fines del gobierno son satisfacer todos los deseos particulares sin ninguna limitación con respecto a los medios, conduce necesariamente a un tipo de sociedad en la que todas las acciones particulares deben ajustarse a un plan detallado acordado mediante negociaciones en una mayoría y que luego se impone a todos como "el fin común" a alcanzar.





SEGUNDA PARTE-  LIBERTAD, IGUALDAD, PROGRESO



 

4. La Libertad en cuestión


La defensa de la libertad tiene que ser dogmática, sin necesidad de justificarse. Los principios de la libertad no se pueden defender racionalmente

4.1 Libertad vs. coacción


La libertad como concepto ha sido fuente de agregados, modificaciones y excesos que han ido minando su significado inicial.
La definición “clásica” de libertad no se entiende sin su concepto opuesto, la esclavitud. El esclavo es un ser humano que carece de proyecto propio, es herramienta del proyecto de otro. En oposición a este significado, la palabra “libre” se refiere a toda persona que tiene la posibilidad de planear su vida autónomamente.

El estado en que un hombre no se halla sujeto a coacción derivada de la voluntad arbitraria de otro o de otros se distingue a menudo como libertad “individual” o “personal”, y cuantas veces pretendamos recordar al lector que utilizamos la palabra “libertad” en tal sentido, emplearemos dicha expresión. En ocasiones, el término “libertad civil” se utiliza con idéntica significación, pero debemos evitarlo porque se presta demasiado a ser confundido con la denominada “libertad política”; inevitable confusión que se deduce del hecho de que lo “civil” y lo “político” derivan respectivamente, de palabras latinas y griegas que significan lo mismo.

- Libertad individual y Libertad política

La libertad se refiere únicamente a una relación de hombres con hombres, a la independencia frente a la voluntad arbitraria de un tercero.
En ese sentido cabe diferenciar este concepto del de “libertad política”- concepto central en el proceso de instauración de las democracias desde hace tres siglos, al punto que ese sentido es el que ha ido impregnando el significado original de libertad.
Hablar hoy de libertad es hablar de la necesidad de que el pueblo elija a sus gobernantes, de la necesidad de que una nación sea libre- independiente- de otras, de la necesidad de que el pueblo participe del proceso político, de la extensión del derecho al voto, etc. Pero nos recuerda Hayek:

Pero en este sentido, un pueblo libre no es necesariamente un pueblo de hombres libres

Y, a la inversa, no tener derecho a voto por razones de edad o por ser extranjero no afecta en lo más mínimo la libertad de esos individuos excluidos de la decisión electoral.

La confusión entre los dos significados del término “libertad” no es gratuita.
Como señaló Juan Bautista Alberdi en 1880:

Sus individuos, más bien que libres, son los siervos de la patria.
            La patria es libre en cuanto no depende del extranjero; pero el individuo carece
de libertad en cuanto depende del estado de un modo omnímodo y absoluto. La
patria es libre en cuanto absorbe y monopoliza las libertades de todos sus
individuos, pero sus individuos no lo son, porque el gobierno les tiene todas sus
libertades.

Se puede vivir en una patria libre, pero ser esclavo del Gobierno nos dice Alberdi.
La lucha por la independencia nacional- ligada en muchos casos a la lucha por la libertad individual- protagonizó episodios en lo cuales se consigue la “liberación “ del yugo extranjero, pero señala Hayek,

A veces tal esfuerzo ha llevado a un pueblo a preferir el déspota de su propia raza al gobierno liberal de la mayoría extranjera, y a menudo ha facilitado el pretexto para despiadadas restricciones a la libertad individual.

- Libertad individual y libertad interior

La libertad “interior” es la  libertad de decidir en forma razonable, no acuciado por presiones circunstanciales. No ser “forzado” por las circunstancias. Esta libertad no debe confundirse con la libertad individual, ya que su restricción no es producto de una coacción ajena, sino de la influencia de emociones temporales, debilidad moral o intelectual. En ese sentido está fuera del campo de lo social y se refiere a la lucha interna de cada individuo por tomar las mejores decisiones, sin ceder a fuerzas interiores que lo llevan al error, al fracaso. Un adicto carece de libertad, pero no porque sufra coacción de otro sino por está a merced de procesos mentales que lo dominan o condicionan.

- Libertad y poder

La más peligrosa de las alteraciones del concepto originario de libertad es aquella que la identifica con el “poder”: ser libre es poder hacer cosas aun desafiando las leyes físicas o humanas.
La utilización política de ese concepto ha transformado a la libertad en su contrario: la libertad de la mayoría para imponer sus políticas a las minorías, la libertad del Estado para coaccionar a los ciudadanos. El atractivo de la palabra libertad se utiliza para sustentar las acciones que atentan contra ella.
La resignificación de libertad como libertad del poder para actuar ha tenido efectos nefastos. La queja de los dictadores es que determinados “poderes” le restringen su libertad de…hacer feliz al pueblo
La identificación de libertad con igualdad, con bienestar, abre el camino para la destrucción de su concepto como barrera frente a la coacción no solo de otros ciudadanos sino de los aparatos dotados de gran poder de fuego, como el Estado.
Decir “defensa de las libertades individuales” es decir defender al ciudadano del poder del Estado, no permitir al Estado actuar libremente para imponer su plan.
En el extremo se identifica libertad con riqueza: la riqueza nos permite tener poder, poder de ser libres. O sea, supuestamente no hay libertad sin recursos.

El que yo sea o no dueño de mi mismo y pueda o no escoger mi propio camino, y el que las posibilidades entre las que yo deba escoger sean muchas o pocas, son dos cuestiones totalmente distintas. El cortesano que vive lujosamente, pero subordinado a la voz y mandato de su príncipe, puede ser mucho menos libre que el pobre labriego o artesano;  menos capaz de vivir su vida y de escoger sus propias oportunidades.

-La libertad no debe ser objeto de “gustos”, hay gente que prefriere cederla a cambio de otros valores. La mayoría puede no ver ninguna ventaja en la libertad y desear seguridad económica por encima de libertad para ser dueño de su vida.
-La libertad no es un artículo opinable, no se la puede ofrecer en grados.
-La libertad no garantiza riqueza ni felicidad, no nos exime de errores, no nos otorga bienes o nos da una vida ausente de males. Se puede ser libre y pobre, y rico y esclavo. -La libertad debe ser deseable aunque no todas las personas obtengan ventajas de ella.

Dijo Malinowski- citado por Hayek-:

Si cometiéramos el descuido de identificar libertad con el poder, obviamente amamantaríamos la tiranía, de la misma forma que incurrimos en la anarquía cuando equiparamos libertad con la falta de limitaciones

- Suponer que la libertad es “divisible” entre diversos “tipos” de libertades (libertad como  poder obtener bienes, libertad interior para derrotar nuestras limitaciones culturales o mentales) es no entender que la libertad no es una suma de “libertades”, que se conceden graciosamente. La libertad es una e indivisible y confundir su concepto claro (la libertad es NO sufrir coacción para manejar nuestra vida) con sus sucedáneos de poder, recursos y capacidad de hacer lo que a uno le plazca es el camino para vaciar de contenido y deformar el concepto, con consecuencias graves para el sistema social. La libertad individual no es la suma de “las” libertades, no es un agregado sino un concepto totalmente distinto al de libertad política, poder o capricho individual.

Todo aquello que permite hacer cosas específicas no es libertad, a pesar de designarlo como “una libertad”; en tanto que la libertad es compatible con la no permisión para hacer ciertas cosas específicas, se carece de ella si uno necesita permiso para llevar a cabo la mayor parte de cuanto puede hacer. La diferencia entre libertad y libertades es la que existe entre una condición en virtud de la cual se permite todo lo que no está prohibido  por las reglas generales y otra en la que se prohíbe todo lo que no está explícitamente permitido

La libertad es un concepto “negativo”, en el sentido que no tiene contenido alguno. La libertad no es “libertad para”, es simplemente libertad.

Ello es verdad en el sentido de que la paz también es un concepto negativo o de que la seguridad o la tranquilidad o la ausencia de cualquier impedimento o mal, son negativos. La libertad pertenece a esta clase de conceptos, ya que define la ausencia de un particular obstáculo: la coacción que deriva de la voluntad de otros hombres. La libertad únicamente se convierte en positiva a través del uso que de ella hacemos. No nos asegura oportunidades especiales, pero deja a nuestro arbitrio decidir el uso que haremos de las circunstancias en que nos encontremos .Ahora bien, aunque los usos de la libertad son muchos, la libertad es una sola.

Este concepto  es claro. La libertad positiva  es la puerta de entrada de la coacción (favorecer a un grupo que exige cierta libertad a expensas de otro). Cada grupo social puede reclamar determinada  libertad y, si es capaz de generar apoyo, puede influir sobre el parlamento para que dicte leyes “especiales” dirigidas a favorecer a determinado grupo y al desfavorecer a otros.

Libertad, coacción y ley

La coacción es la presión que una persona ejerce en la esfera de otra. Para evitar males mayores la persona “coaccionada” actúa limitando o modificando su proyecto originario, acoplándose, contra sus deseos, al plan de otro. Así, pierde poder para imaginar y proponerse un plan propio, de perseguir sus propios fines. La coacción es un mal porque inhibe la inteligencia y la voluntad de una persona y la transforma en herramienta de otra.
Sin embargo, la coacción no puede evitarse totalmente, ya que para impedirla hay que ejercer una amenaza de coacción hacia el agresor. De allí que, en una sociedad civilizada el Estado tiene el monopolio de la fuerza, es el único agente con poder para amenazar con la coacción a aquellos que intentan ejercerla contra otros.
Esta coacción estatal se reduce al mínimo cuando está subordinada a normas universales conocidas, ya que los individuos saben que realizando determinadas acciones se hacen pasibles de ser reprimidos por la coacción legal y legítima que ejerce el Estado.

4.2 Razones para la libertad


Los argumentos favorables a la libertad descansan principalmente en el reconocimiento de nuestra inevitable ignorancia de muchos de los factores que fundamentan el logro de nuestros fines y nuestro bienestar

- Si el hombre fuera omnisciente no sería necesaria la libertad: siempre se sabría que hacer para obtener determinado fin. La libertad, por el contrario, es necesaria justamente por nuestra ignorancia o incertidumbre sobre la realidad, sobre el futuro. La libertad permite incorporar lo imprevisible, le da lugar al ensayo y al error, permite que alguien- no se sabe quién- tenga la oportunidad de realizar un hallazgo, encontrar una nueva verdad, dar un nuevo valor a la sociedad. Cuantos más compitan en forma independiente por generar nuevo conocimiento, más se acrecienta la capacidad humana de lidiar con la realidad.
- Hay un factor imprevisible que está tras el avance de la civilización: la casualidad. O sea, la ocurrencia del azar justo ante los ojos de quien sea capaz de aprovechar esa experiencia para mejorar. La casualidad- ese factor que hiere la soberbia humana- estuvo tras muchos descubrimientos. Lo importante es fomentar el azar, crear las condiciones para que la casualidad aparezca y sea aprovechada.

Todas las teorías políticas dan por sentado que la mayoría de los individuos son muy ignorantes. Aquellos que propugnan la libertad difieren del resto en que se incluyen a sí mismos entre los ignorantes e incluyen también a los más sabios

- Todas las instituciones de la libertad son herramientas para lidiar con la ignorancia básica que impide afrontar el futuro con probabilidades, no certezas, aprovechando la experiencia acumulada por la humanidad.
La libertad es el mecanismo para capturar el conocimiento disperso, para lograr que millones de individuos libres se esfuercen por alcanzar experiencias y conocimientos a un punto que ningún sabio, en forma individual, puede soñar alcanzar.

La libertad, por lo tanto, no es solo un valor éticamente deseable, sino el único mecanismo que asegura el progreso de la civilización, el ámbito en el que los individuos, motivados por cualquier razón- éxito económico, reconocimiento, prestigio- se esfuerzan y se arriesgan a la innovación, al descubrimiento, a encontrarse con la casualidad creadora.  

- El conocimiento nuevo que surge de la libertad de investigación es claro y está bien documentado en el caso de la investigación científica. Allí es evidente que la libertad de experimentación, y la combinación imprevista de azar y aptitudes, de práctica y teoría, crean las condiciones para el desarrollo de la ciencia. Pero esta libertad intelectual es imprescindible no solo para el progreso científico sino para cualquier ámbito humano. Esto no es tan evidente ya que la historia deja de lado los aspectos que han permitido generar una nueva idea, no se puede más que “ mostrar sobre modelos simplificados la clase de fuerzas en acción y apuntar a los principios generales más bien que al carácter específico de las influencias que operan”
No hay registro de las infinitas combinaciones de tradiciones, inteligencia, actitud, azar, conocimiento, experiencia, deseos, etc. que hay detrás de los hábitos, reglas e instrumentos que mostraron ser los más exitosos para el crecimiento humano. Muchas de esas herramientas escapan a la conciencia por lo cual no queda registro ni siquiera en la mente de los protagonistas. De hecho, suele despreciarse y aun tomar como elementos negativos, “irracionales”, aquellos factores no concientes .El sustrato de instituciones, conductas, reglas que se aplican casi inconscientemente son la condición para el surgimiento de nuevas ideas.
En el campo científico este proceso está documentado. La ciencia muestra que el progreso no se puede planificar, que está sujeto a casualidades, genio individual, caprichos, contingencias. Saber que en la ciencia la libertad es el requisito fundante de los descubrimientos no debe hacernos olvidar que en campo de los cotidiano sucede lo mismo.

Aunque a veces somos capaces de trazar el proceso intelectual que ha conducido a una nueva idea, escasamente podemos reconstruir siempre la secuencia y combinación de aquellos aportes que no han contribuido a la adquisición de conocimiento explícito. (…) Nuestros esfuerzos hacia el entendimiento de esta parte del proceso sólo pueden ir poco más allá de mostrar sobre modelos simplificados la clase de fuerzas en acción y apuntar a los principios generales más bien que al carácter específico de las influencias que operan
Esta oscuridad sobre las fuerzas que operan en la creación de nuevas herramientas, hábitos, reglas tiene el desafortunado efecto de que se desprecia ese componente “no racional”, no verbalizable,  que está, sin embargo, en la base de todos los cambios evolutivos.

El proceso intelectual es, efectivamente, solo un proceso de elaboración, solución y eliminación de ideas ya formadas. En gran medida, el afluir de nuevas ideas proviene de la esfera en donde la acción, a menudo acción no racional, y los sucesos materiales chocan la uno con los otros. Tal proceso se agotaría si la libertad se limitara a la esfera intelectual

- La libertad no debería aplicarse solo a actividades complejas, especializadas, sino a tareas humildes y cotidianas, no solo libertad de pensamiento, sino libertad de acción.
La libertad solo puede preservarse ateniéndose a ciertos principios y se destruye siguiendo la mera conveniencia.
La libertad consiste en darle la oportunidad a todos . Lo complejo del asunto es que no se puede aplicar la libertad solo sobre seguro: la libertad no se concede solo si se sabe de antemano que fructificará, y no se concede a los pocos que supuestamente serán capaces de usarla para bien, sino que se concede a todos, aun a riesgo de no obtener beneficios tangibles.  Las ventajas de la libertad no tienen que ver con el número de individuos que quieran aprovecharla: no es un tema de mayorías o minorías. La libertad para todos es la única. La peor es la libertad solo para las mayorías o para las minorías.

Si no se concediese la libertad incluso cuando el uso que algunos hacen de ella no nos parece deseable , nunca lograríamos los beneficios de ser libres, nunca obtendríamos esos imprevisibles nuevos desarrollos cuya oportunidad la libertad nos brinda

- La libertad no se puede “administrar”. Sus resultados , incluso, pueden implicar cosas negativas, pero eso no es un argumento en contra de la libertad. Solo algunos conservadores lo esgrimen mostrando así su miedo a la libertad. El riesgo de resultados negativos es, en balance, menor a la potencialidad de cosas positivas que brinda la libertad.
- Además no se trata de mi libertad. Se trata de la libertad para todos- incluso para los que no la demandan- ya que sus beneficios se extienden a todos: a los que desconfían de la libertad, a los que no la usan, a los que la malusan.
Los que no son libres, se benefician de los que lo son. La libertad no se relaciona con la cantidad de individuos que quieran utilizarla, no se relaciona con un “estado de opinión” que puede o no ser partidario de la libertad. Una libertad vigilada, débil a gusto de alguna mayoría no es libertad, aunque la deseen todos.
El proceso espontáneo de acumulación de miles de pequeños cambios , ajustes con efecto positivo en algún momento se pude traducir en reglas verbalizadas que pueden transmitirse de persona a persona.

- El “problema de la libertad” es que como el valor de la libertad se basa en las oportunidades que proporciona para realizar acciones no previstas e impredecibles no suele apreciarse lo que se pierde con una restricción particular a la libertad.
Si la elección entre libertad y coacción, entre una mera probabilidad y una meta cierta, se trata como una cuestión de eficacia, la libertad se verá sacrificada en todos los casos. Los efectos "beneficiosos" de una intervención directa en el mercado son claramente apreciables, mientras que los efectos negativos, mas indirectos y remotos,  no son percibidos. Los unos son concretos, palpables y los otros requieren capacidad para anticipar los efectos, son discutibles y de largo plazo. En un contexto cortoplacista la tentación de “limitar algunas libertades” se incrementa.
Al desconocerse los efectos de la libertad, hacer que la decisión dependa de los resultados previsibles produce la destrucción de la libertad.
La libertad solo se conserva si se la considera un Principio supremo, o sea no sacrificarla por conveniencias particulares.

- Con la libertad se puede hacer el mal, se puede no hacer nada o se puede hacer el bien. No hay garantía que de que “todos” hagan el bien. Es el riesgo de la libertad. Algunos la usarán para hacer el mal.
Esta idea es la que separa aguas, definitivamente, entre liberales y conservadores. Para estos, la Ley moral es la única bajo la cual es posible la libertad. “Dentro de la Ley todo, fuera de la Ley nada”, ilustra perfectamente la postura conservadora: la libertad es una subclase de conducta solo permitida bajo el acatamiento de la ley. Todo lo demás, es punible.
Hayek rompe el límite: la libertad debe ser admitida aun cuando sea usada para el mal (en ese caso, entraran a funcionar los mecanismos de la Justicia, si el uso de esta libertad genera coacción o invade la esfera de libertad de los otros).


4.3  Organización y competencia


- Cooperación y competencia no son opuestos. La acción individual y la acción organizada no están enfrentadas. 
El proceso de selección se realiza sobre la base de la competencia: aquellas herramientas que más aseguren la supervivencia y el desarrollo terminan imponiéndose. Pero la competencia puede ser entre individuos o grupos, entre grupos organizado o desorganizados. Nada impide la cooperación en un marco de competencia.

La distinción relevante no está entre la acción individual y la acción de grupo, sino, por una parte, entre condiciones de acuerdo con las cuales pueden intentarse modos de obrar alternativos basados en diferentes puntos de vista o prácticas, y condiciones , por otra parte, según las cuales una organización tiene el derecho exclusivo de actuar y poder impedir a otros que actúen

La libertad no es opuesto a la organización, sino a las organizaciones cerradas, privilegiadas, monopolísticas que utilizan la coacción para impedir que otros traten de hacerlo mejor. La supuesta “verdad” de ciertas teorías, impuesta como un bloqueo al surgimiento de visiones opuestas, tiende a congelar el pensamiento, a secar las fuentes del cambio. Una sociedad organizada de tal modo que la razón reine, imponiendo restricciones a todo pensamiento que amenazara los supuestos compartidos y solo se desarrollaran nuevas ideas que no contradigan esos supuestos parecería un mundo previsible, donde nada alteraría el modo de hacer las cosas y de pensar soluciones. Pero ese estado congelado impediría la eclosión de lo impensado, de nuevas ideas y conocimientos.

4.5 Libertad y egoísmo


- Ha habido siempre una confusión entre libertad individual y egoísmo: la libertad del individuo ha sido caracterizada como un obstáculo para el “bien común”, el reino del deseo individual imponiéndose a la necesidad colectiva. Por lo tanto, el altruismo a veces se impone como un bien que debe ser deseado por todos, como un “deber ser” obligatorio y general.
Pero no hay relación entre altruismo y acción colectiva e individualismo y acción individual. El altruismo puede ser estrictamente individual y, por el contrario, hay acciones colectivas fuertemente egoístas- el egoísmo de un grupo-. Esta identificación entre libre acción individual guiada por objetivos propios y egoísmo ha generado toda una cultura que rechaza las aspiraciones individuales como opuestas al bien común mientras se opacan acciones colectivas que afectan gravemente el bien común.

- El altruismo es un ideal perseguido por muchas personas, así como la preocupación por la familia y la preocupación por el bienestar de amigos o vecinos.
Esto es central. El “altruismo” estatal define de una vez y para siempre a quienes “beneficiar” , a quienes el resto de la sociedad debe “ayudar” prioritariamente. No hay libertad para elegir a quien beneficiar o ayudar, de quienes preocuparse. Es imponer una escala única de valores, un menú único que todos deben cumplir obligatoriamente.
Esto no significa desestimar el uso que se haga de  libertad. “En una sociedad libre la estima del individuo depende del uso que éste haga de su libertad.”


4.6 El disgusto por la libertad



La carga de la responsabilidad individual se ha incrementado a medida que la civilización se fue despegando de la realidad tribal, comunitaria y desarrollando relaciones complejas, entre personas que no se conocen. De unas pocas habilidades necesarias para reconocer fácilmente oportunidades- en el ámbito de la pequeña comunidad- se ha pasado a un problema mucho más complejo como es el del “uso” de esas habilidades
El fracaso, el resentimiento, por la imposibilidad de desperdiciar las habilidades propias porque nadie se percata de ellas es, como afirma Hayek,

el más grave reproche dirigido contra el sistema de libertad y la fuente del más amargo resentimiento (…) La necesidad de encontrar una esfera de utilidad, un empleo apropiado para nosotros mismos, es la más dura disciplina que la sociedad libre nos impone

Pero las “soluciones” a esa tensión son peores que la “enfermedad” que supuestamente combaten. Se trata del problema estratégico de la libertad: sin coacción estatal sobre los oferentes de empleo, no hay forma de garantizarle a todos un empleo digno de sus capacidades. Pero con esa coacción, la libertad- que no es divisible entre “económica” y “civil”- desaparece y es reemplazada por algún sistema colectivista que impone la coacción  universal.
Es evidente que en el esclavismo no hay “desocupación”: siempre habrá un contratista privado o público que conchabará coactivamente mano de obra gratis. En el feudalismo, el Señor local garantizaba trabajo para todos. Solo los discapacitados, los viejos o los niños caían en la mendicidad. En los sistemas socialistas no hay, oficialmente, desocupados, pero eso a costa de bajos índices de productividad: se garantiza una elemental supervivencia a cambio de delegar en el Estado todas las decisiones, a cambio de carecer de una prensa libre, a cambio de no poder salir de las zonas de residencia asignadas (para radicarse en el Moscú soviético o en La Habana hay que conseguir un permiso especial, difícil de obtener)

4.7 La libertad como principio moral


Las creencias “morales” no son buenas o beneficiosas per se. Un grupo dirigente puede imponer su “moral”, la cual será sumisamente acatada por toda la sociedad y esto no prueba que sea buena para el conjunto. Una moral errónea puede llevar a la destrucción a un grupo o nación.

Solo los resultados pueden demostrar si los ideales que guían a un grupo son beneficiosos o destructivos.

Pero una sociedad libre- abierta- construye sus propios mecanismos de defensa frente a estas “morales destructivas”. En esas sociedades las tendencias se corregirían a sí mismas. Se trata de acatar las reglas morales que han permitido el éxito a un grupo o nación, no cualquier tipo de reglas, en especial las que llevan al fracaso. El mejor ámbito para probar el éxito o fracaso de una determinada regla moral es la sociedad libre, donde deben competir con otros ideales, donde deben demostrar su efectividad.

4.8 Responsabilidad: soportar las consecuencias de las acciones libremente elegidas


- Hay un “fastidio” por la palabra responsabilidad basado en la idea de que la posición en la vida se debe a circunstancias sobre las que este no tiene control, por lo tanto el no es “responsable” de haber nacido en un medio adverso. La responsabilidad hace hincapié justamente en lo contrario, en la  existencia de circunstancias que el propio individuo crea o controla. La responsabilidad inspira temor, como la libertad, ya que esta implica la posibilidad de asumir las consecuencias de sus elecciones.
La interpretación de la realidad humana como “determinada” por fuerzas que los humanos no controlan esta en la base del rechazo de la responsabilidad individual. Somos sujetos pasivos de factores que no controlamos, por lo tanto, no somos responsables de nuestras acciones.

- La ciencia natural- basada en leyes deterministas- se aplicó a las ciencias humanas: el hombre como sujeto de la Naturaleza tiene tanta libertad de elección como una hormiga…

Es lo que Popper señala, de otro modo:

“La metafísica historicista permite aligerar a los hombres del peso de sus responsabilidades. Si se sabe de antemano que las cosas habrán de pasar indefectiblemente, haga uno lo que haga, ¿de qué vale luchar contra ellas?(…) . La tendencia del historicismo ( y de las posiciones afines) a defender la rebelión contra la civilización puede obedecer al hecho de que el historicismo es en sí mismo, con mucho, una reacción contra el peso de nuestra civilización y su exigencia de responsabilidad individual.”


 La conducta responsable no es , obviamente, una conducta correcta: aun previendo, dentro de los límites de la razón y el conocimiento, unos resultados positivos puede darse lo contrario. El ser humano no es infalible, pero lo que exige la necesidad de asumir la responsabilidad es …

 una cierta capacidad mínima humana para aprender a prever, para guiarse por el conocimiento de las consecuencias de sus acciones” (…) La atribución de responsabilidad no se basa en lo que sabemos que es verdad en un caso determinado, sino en lo que creemos que serán las probables consecuencias de estimular a la gente a comportarse racional y consideradamente. Se trata de un recurso que la sociedad ha desarrollado para competir con nuestra incapacidad de ver lo que hay adentro de la mente de otros y para introducir orden en nuestra vida sin recurrir en la coacción

Esto es clave: no aplicaremos la coacción social, siempre que las personas obren responsablemente. Los niños- que no pueden entender lasa consecuencias de sus actos- deben ser, de alguna manera coaccionados a hacer o no hacer determinada cosa, ya que , se supone, los adultos sí sabrán comprender las consecuencias futuras de determinada conducta.
Esto implica que libertad y responsabilidad son un par de conceptos dependientes , que no es posible permitir la libertad si no hay responsabilizad y que, por el contrario, no podemos exigir responsabilidad a quien no actúa libremente o no es capaz de entender las consecuencias de sus actos.


4.9 Libertad e igualdad


- La libertad consiste en permitir que cada individuo aproveche sus conocimientos para obtener sus propios fines. Las oportunidades de utilizar el conocimiento solo las conoce cada individuo. La idea de que el  gobierno puede determinar las oportunidades iguales para todos entra en pugna con la lógica de la sociedad libre.
El aprovechamiento de oportunidades genera desigualdades. Un gobierno que intente nivelar las desigualdades debería controlar todas las circunstancias externas de cada individuo, compensado las diferencias. Así a nadie le interesaría explotar sus  oportunidades.
El gobierno debería limitarse a garantizar condiciones genéricas cuyos efectos concretos sobre los individuos son impredecibles.

- La igualdad inextricablemente unida a la libertad, es la igualdad ante la ley.  Es la única igualdad que no atenta contra la libertad. Este es exactamente el concepto de Popper cuando señala:

Así es como la idea de libertad conduce irremisiblemente a la idea de igualdad. Pero esta idea de igualdad plantea algunos peligros para la idea de libertad.
Si la tarea del Estado consiste  en velar por la igualdad de los derechos y deberes de los ciudadanos, el poder del Estado se convierte en un peligro para la libertad.”

La libertad supone que, efectivamente, los ciudadanos NO son iguales. La libertad de autómatas idénticos sería un contrasentido. Justamente porque no somos iguales es necesario que reine la libertad, para que esas diferencias enriquezcan la sociedad. La libertad no supone que los seres humanos son iguales sino que lo son frente a la ley, que poseen los mismos derechos, no los mismos atributos.
La justificación de la igualdad sobre la base de que supuestamente las personas son iguales es peligrosa, además. Se dice que “todos somos iguales” cuando ser trata de que una minoría nacional o religiosa sea tolerada, como si “ser distinto” justificara la discriminación que sufren.

Es esencial afirmar que se aspira a la igualdad de trato no obstante el hecho cierto de que los hombres son diferentes.

Desconocer la diversidad humana, cultural, de aptitudes y actitudes es un prólogo a los proyectos totalitarios de crear un “hombre nuevo”, una única categoría de gente con los mismos valores, los mismos intereses, las mismas aptitudes. Es cortar con la misma tijera la variedad y riqueza humanas para crear un “modelo único”, una versión platónica de la “idea” pura, incontaminada, perfecta. Todas las fantasías de “Comunidad Organizada” y otras utopías parten de la necesidad de uniformar a la humanidad a fin de operar más fácilmente sobre ella desde el Poder.
Solo un ámbito de libertad plena y de igualdad frente a la ley, permite ensayar- y equivocarse al hacerlo- diversas estrategias de vida. En vez de pontificar sobre la existencia de solo una estrategia de vida admisible, enriquece mucho más la existencia el probar, con entera libertad, estrategias distintas, siempre que no afecten a terceros.  La insistencia en asegurar la “igualdad” conduce al Gobierno a tratar diferenciadamente a diversos sectores de la población bajo el objetivo, aparentemente positivo, de disminuir las desigualdades sociales.

4.10 Trascendencia de las desigualdades humanas


Hay un trasfondo biológico en la desigualdad: la naturaleza quiere asegurarse diversidad, que cada ser individual tenga una combinación genética exclusiva, lo cual garantiza la diferencia y la riqueza de la especie. Se sabe que la procreación sexual garantiza esa diversidad. Se han descubierto especies con reproducción no sexual: cada “hijo” es un clon, una copia perfecta de su padre. Esta solución “elimina” muchos problemas asociados a la reproducción sexual, desde la competencia entre los machos para conseguir el mayor número de hembras hasta los problemas de crianza y división de roles entre sexos. Pero estos “problemas” evitan la uniformización genética de la prole, y la potencian una mayor capacidad de adaptación y cambio, al tiempo que evitan que cualquier defecto genético sea transmitido de generación a generación. La estrategia de la naturaleza es la diferenciación, no la igualdad entre individuos.
Como oposición a las teorías raciales, que plantean la “superioridad” de una raza sobre el resto, sobrevino otro exceso: creer que no hay un componente genético, heredado, en la conformación de cada ser humano y que todas sus capacidades –o taras- son producto del “medio”, de la educación.
Esto tiene una inmediata traducción política: si creemos que solo hay “desigualdades” producto del medio, el Estado actuará sobre el medio para disminuir las desigualdades, pero al hacer esto, paradójicamente, incrementará la desigualdad.
Es, obviamente, central esta discusión. Lo que Hayek afirma es que la lucha por la menor desigualdad- que es un valor deseable- no justifica la coacción gubernamental para – supuestamente- obtenerla. En realidad la observación de la realidad del mundo indica que en los países donde más se coacciona para obtener la deseada igualdad, más diferencias hay entre clases de individuos y, que, por el contrario, los países que no “buscan” la igualdad mediante la coacción obtienen a la larga una disminución de la diferencia entre los más pobres y los más ricos.

4.11 Naturaleza y Educación


Hay dos afirmaciones que Hayek hace:

1-      Que hay similitud en todos los seres humanos, o sea que no existen diferencias sistemáticas que hagan pensar que ciertos seres humanos poseen la capacidad- el poder- de determinar las potencialidades de otros seres humanos y que, por lo tanto, no se debería asignar a nadie semejante poder.
2-      Que la adquisición de alguna habilidad valiosa por parte de algún miembro de la comunidad constituye siempre una ventaja para esa comunidad. Esto puede implicar que algún otro miembro pueda verse en peor situación al emerger un competidor más capaz, pero a la comunidad total le conviene este incremento del valor. Esa capacidad debe potenciarse aunque otros hombres queden rezagados, siempre que no se les impida a éstos tener la oportunidad de incrementar su potencial

La gran pregunta es:

¿Estamos de acuerdo en que todas las desigualdades que se apoyan en el nacimiento o en la herencia deberían abolirse y respetar únicamente lo que fuese consecuencia del talento o industria superior?

La postura “igualitarista” tiende a diferenciar entre capacidades “naturales”, heredadas y las capacidades basadas en la “educación”. Las primeras están fuera de control, por lo que el esfuerzo se centra en las segundas: en garantizar que todos tengan un medio (familiar, educativo) similar. Pareciera que tener cualidades por herencia genética no es reprobable, pero tener cualidades por haber nacido en un medio con recursos para una mejor educación entraña alguna sombra de desagrado: los niños ricos tienen mejores oportunidades, por lo tanto habría que terminar con esas “odiosas” desigualdades debido al medio familiar y cultural en el que se nace.
Esta forzada demanda, expresada ahora en la consigna “educación gratuita y de calidad” que levantan estudiantes chilenos, es simplemente de cumplimiento imposible. A menos que se prohíba a los padres más pudientes enviar a sus hijos a escuelas de excelencia, o que simplemente se cierren dichas escuelas, “ no hay manera de impedir que solo algunos gocen de aquellas ventajas. “
Hace un siglo la pretensión del liberalismo no era que todos tuvieran la misma posición sino que todos tuvieran acceso a una educación provista por el Estado. Una “carrera abierta a los talentos”,implicaba remover los obstáculos puestos por algunos para impedir el acceso a la educación y garantizar que los recursos del Estado para este propósito llegaran a todos, sin exclusiones, discriminaciones o trabas de ninguna clase. Esto estaba lejos de la pretensión de que todos partieran del mismo punto y que todos obtuvieran similares resultados.
Esta visión ha sido reemplazada por una mucho más activa y exigente:

… según la cual hay que asegurar a todos el mismo punto de partida e idénticas perspectivas. Esto equivale a decir que el gobernante, en vez de proporcionar los mismos medios a todos, debiera tender a controlar las condiciones relevantes para las posibilidades especiales del individuo y ajustarlas a la inteligencia individual hasta asegurar a cada uno las mismas perspectivas que a cualquier otro.

Llevado a un extremo, esto implicaría que el gobierno debería evitar a toda costa que solo algunos desarrollen capacidades extraordinarias, una forma sublimada de envidia.

Si en verdad todos los deseos no satisfechos implican el derecho a acudir en queja a la colectividad, la responsabilidad individual ha terminado.

4.12 Mérito y valor


- Se confunde mérito con valor. Se exige que las personas que hacen “mérito suficiente” sean recompensadas- independientemente del valor que producen. El mérito tiene una connotación moral, referida al esfuerzo que hace la persona a pesar de condiciones adversas para progresar. Pero su progreso debería basarse en que el valor que entrega es efectivamente reconocido y no por el hecho de su esfuerzo para lograr tal valor, o sea que se le reconozca “mérito”.
El logro del éxito no debe ser objeto de escrutinio público, lo importante para la comunidad es el valor obtenido y no los medios utilizados, el “merito” o el azar que intervino y cómo el individuo utilizó sus destrezas. Promovemos la libertad para dar a las personas la posibilidad de utilizar conocimientos que otros no tienen y por lo tanto es imposible que otros juzguen el mérito de lo logrado.

- La libertad para escoger lo que uno quiere perseguir es especialmente incompatible con la “recompensa por merito” en campos de alto riesgo e incertidumbre. Nadie “desde afuera” puede juzgar el merito de unos y otros, ya que las reglas, procedimientos y rutinas para obtener el logro no existen previamente, son creadas por los jugadores. En ese contexto no tiene sentido juzgar quien ha tenido más o menos mérito. El único criterio de recompensa es el valor obtenido, no los caminos escogidos para obtener ese valor.
Recompensar por los méritos supone la omnisciencia del que otorga la recompensa, como si alguien estuviera capacitado para juzgar exactamente si el individuo se esforzó los suficiente, o si desarrollo adecuadamente su actividad.



4.13 El progreso


- El Progreso como concepto ingenuo, la fe en un lineal y progresivo desarrollo de la Humanidad, está desde hace décadas en crisis. La creencia de que todo lo que se hace es, en definitiva, un paso hacia el progreso, o la fe en que uno pueda conocer las “leyes del progreso”  que permitirían predecir las condiciones para el avance social, todo eso ha entrado en crisis. Es casi de mal gusto hablar de “progreso”.

La historia de la civilización es el relato del progreso que en el corto espacio de menos de ocho mil años ha creado casi todo lo que consideramos característico de la vida humana. Después de abandonar la vida de cazadores, nuestros antepasados, en el comienzo de la cultura neolítica, se dedicaron a la agricultura y luego a la vida urbana hace considerablemente menos de tres mil años o un centenar de generaciones. No es sorprendente que en algún aspecto el equipo biológico humano no haya marchado al paso con ese rápido cambio, que la adaptación de la parte no racional se haya rezagado algo y que muchos de sus instintos y emociones están todavía más conformados con la vida del cazador que con la civilización.
Este acelerado proceso no fue acompañado por una adaptación de la parte no racional de los hombres .

- Este rezago está en la base de una nostalgia por lo “natural”, en la crítica a lo artificial de la civilización, del disgusto por el cambio que la industrialización ha traído, incluyendo aspectos sociales, culturales,  estéticos.
El “problema del progreso” no es negarlo- cosa que solo hacen los reaccionarios- sino “entenderlo”: ¿puede guiarse el progreso, hay “leyes del progreso” que se cumplen estrictamente?
Se debería reservar , dice Hayek, la palabra “progreso” a cualquier esfuerzo humano-personal o colectivo- orientado a cumplir “fines” específicos y reservar la palabra “evolución” para describir el desarrollo de la civilización.
Al respecto, Hayek cita explícitamente a Popper- en su obra La pobreza del historicismo- al negar la posibilidad de descubrir supuestas “leyes del progreso” para guiar nuestros pasos. Dice Popper:

El cuidadoso examen de esta cuestión me ha conducido al convencimiento de que estas profecías históricas de largo alcance se hallan completamente fuera del radio del método científico. El futuro depende de nosotros mismos y nosotros no dependemos de ninguna necesidad histórica. (…) Afirman estos sistemas que todo el mundo procura utilizar su razón para predecir los hechos futuros(…) A su juicio, la tarea general de la ciencia consiste en formular predicciones(…) También creen haber descubierto ciertas leyes de la historia que les permite profetizar el curso de los sucesos históricos. Bajo el nombre de historicismo, he agrupado las diversas teorías sociales que sustentan afirmaciones de este tipo. (…) Se basan en el olvido de la distinción que debe realizarse entre una predicción científica y una profecía histórica.

El progreso no admite “planificación”. “Únicamente conociendo lo que antes no sabíamos nos hacemos más sabios”.
- El progreso fue la bandera de los constructivistas: el diseño racional del futuro desde las utopías fantasiosas que describían con lujo de detalles la Ciudad Ideal, hasta el marxismo con su insistencia en que había “descubierto las leyes del progreso” y auguraba la inevitable llegada del Socialismo.
Frente a los “profetas de la verdad”- buena parte de los filósofos y la totalidad de los políticos-  lo que nos plantea Hayek es que justamente es nuestra ignorancia la que acelera el conocimiento: sabemos que no sabemos, y queremos saber. El reaccionario cree que sabe. El ignorante no sabe que no sabe.
Este proceso de descubrimiento no es lineal ni puede ser planeado. H. cita a Bailey (1921)

 “ Es condición necesaria de la ciencia humana el que tengamos que aprender muchas cosas inútiles con el fin de conocer aquellas que nos sirven. Como resulta imposible conocer el valor de nuestras adquisiciones con anterioridad a la experiencia, la única forma que la humanidad tiene de asegurar todas las ventajas del conocimiento es la prosecución de las investigaciones en todas las direcciones posibles. No hay mayor impedimento al progreso de la ciencia que la perpetua y ansiosa referencia de cada paso a la utilidad palpable.”

El progreso debe ser entendido no como planificación utópica del futuro sino como despliegue de la civilización basado en fuerzas que impulsan la libertad, el descubrimiento, el ajuste paulatino y lento de las expectativas, la aceptación de normas que promueven la convivencia y el descubrimiento.

4.14 Progreso y desigualdad


- Los resultados del progreso no se difunden inmediatamente a la sociedad, pasan por etapas de prueba, adaptación y esfuerzos para que sean de uso general.

Esto significa que habrá gente que se beneficie de las nuevas conquistas con antelación al resto de los mortales

Hoy está de moda la queja sobre la “desigualdad”, más que sobre la “pobreza”. Lo paradójico es que los países menos desarrollados, más pobres, son los más “igualitarios”, mientras lo que se desarrollan y enriquecen aparecen en las estadísticas como los más “desiguales”. Lo que no se entiende es que una cosa es consecuencia de la otra: solo una sociedad que despega de la pobreza amplía el rango de ingresos y la diferencia entre los rezagados- a los que aun no les llegó el beneficio del desarrollo- y los adelantados- los que están gozando del nuevo valor que generan- se hace más evidente. Pero en nombre de la “igualdad” ¿ habría que frenar el crecimiento y el enriquecimiento de la sociedad?
Es justamente la desigualdad la que acelera el progreso. Los nuevos conocimientos no se reparten equitativamente entre todos los miembros de la sociedad. Algunos reciben antes los nuevos bienes, los prueban, les dan nuevos usos no previstos, financian con sus compras anticipadas nuevas mejoras del esos bienes, que de otra manera no hubiera sido posible desarrollar.
El nuevo conocimiento carece de límites. Se trata de un recurso novedoso, no básico y con propósitos limitados, sino que puede ser usado, probado, adaptado, mejorado solo porque algunos lo adoptan tempranamente y se convierten así en un banco de pruebas. “ Los logros de aquellos que han marchado a la cabeza facilitan el avance de los que les siguen”
Dos o tres bienes básicos, que caracterizan el explosivo desarrollo de las comunicaciones en nuestro siglo han seguido ese derrotero. Los celulares, al principio, eran objetos caros, “de lujo”, solo a disposición de una minoría con recursos. Había todo un “folklore” que denostaba a los que hacían exhibición de sus celulares. Veinte años después estos productos no cuestan 5,000 dólares como en 1990, sino 100, y no son utilizados solo por ejecutivos exitosos sino por señoras de la limpieza, plomeros o adolescentes. Nuevos usos se han ido probando y ensayando: SMS, escucha de música, fotografía, envío y recepción de emails , navegación por la Web, etc. Hoy día ya casi nadie recuerda su uso “telefónico”, sino que se han transformado en ayudas para cualquier uso informativo que se le quiera dar, desde localización geográfica, brújula, reloj, audio hasta acceso a las redes sociales y comunicación con contactos.
Pero sin su temprana disposición para una minoría rica, estos desarrollos hubieran sido imposibles.
“Los lujos de hoy son las necesidades de mañana” dice Hayek. El alto costo que al principio tienen las novedades tecnológicas solo pueden ser costeados por una minoría. Los “costes de experimentación” corren a cargo de los ricos.
Esta idea es básica, ya que toca uno de los “lugares comunes” del pensamiento convencional basado en supuestas solidaridades e igualdades. Se deprecia el lujo de los ricos, como conducta antisocial y derrochadora. Se enaltece el “bajo consumo”- recordar al Padre Leonardo Boff y su consejo de vestir una tela barata y solo comer un plato de arroz por día-. Tanto socialistas, como cristianos, ecologistas y populistas coinciden en la común condena del lujo como despilfarro y exhibicionismo.
Hayek da vuelta el argumento y demuestra que es justamente el “costo de experimentación” que financia la minoría, el que permite que una década después las masas se vean favorecidas por nuevos y económicos bienes, que mejoran su calidad de vida. Automóviles, televisores, computadores, celulares son otros tantos ejemplos de este proceso de mejora de las condiciones de vida a partir de las “extravagancias” de una minoría de ricos consumidores.
La función de “banco de pruebas” que realizan los más ricos tiene que ser reemplazada en el socialismo por otro mecanismo. En el socialismo, la “revolución científico-tecnológica” es una consigna de hierro y, supuestamente tendría que suponer que antes de lanzar un nuevo producto a la canasta de bienes racionados para las masas  debería haber un período de prueba, protagonizado no ya por los ricos, sino por otros miembros de la sociedad “igualitaria”.
La desigualdad es flagrante e insostenible cuando se trata de bienes masivos convencionales, commodities como alimento, vivienda o vestido, bienes que YA existen. Pero el problema es que el progreso, para ser tal, está siempre a la busca de nuevos bienes, que mejoren o abaraten la satisfacción de necesidades sociales. Y es aquí, en el descubrimiento y la exploración, la prueba y la mejora,  donde la desigualdad juega un papel indelegable.

El problema de la desigualdad cede en apasionamiento si se considera no la desigualdad al interior de nuestra sociedad sino la desigualdad entre países. “No existe razón alguna para considerar el producto del mundo como resultado de un esfuerzo unificado de la humanidad colectivamente considerada.”
A nadie- aunque siempre hay delirantes- se le ocurre que el problema de la desigualdad entre países se supere con un “gobierno mundial” , que planificaría los esfuerzos de toda la humanidad. Y es en las diferencias entre países ricos y países pobres donde “el papel” de la desigualdad se explica más fácilmente.

- Estas ideas, escritas en 1959, cuando nadie suponía lo que estaba por venir muestra un cierto carácter anticipatorio. En esos años ni Japón, ni Corea del Sur, ni Taiwán, ni Singapur, ni mucho menos China o India parecían en ruta para que, en pocos décadas igualaran el nivel de vida de Europa. En aquella época profundas diferencias de ingreso, de instituciones, de cultura, hacían de la epopeya del desarrollo un proceso lleno de incertidumbres y a muy largo plazo. La realidad cumplió en exceso lo que en Hayek era, más bien, un planteo teórico.
Todos se aprovechan, merced a las comunicaciones instantáneas de la actualidad, del progreso logrado en los países de vanguardia, aun países sin libertades, que tratan de imitar la tecnología occidental.
Este mismo concepto se puede aplicar al problema del planeamiento territorial. Las ciudades tienen una capacidad de minimizar el costo de las transacciones y ofrecen tal variedad de bienes tangibles e intangibles, tantas oportunidades de obtener relaciones y contactos que nadie puede discutir su rol como impulsoras del progreso. En la ciudad se ensaya, prueba, adapta, mejora, crea, difunde, la novedad. La civilización es impensable sin la ciudad.
Pero puede pensarse que algunos “igualitaristas” pueden plantear la necesidad de una equidistribución de los recursos en todo el territorio. La ciudades, dirían, reciben unas condiciones de partida – unos privilegios heredados- mucho más ricas que las aldeas de montaña. Y eso es injusto. Debería dividirse la riqueza en todo el territorio, de tal modo que las ciudades dejen de tener ventajas. Este sueño feudal, de aldeas autosostenidas, obviamente no puede ser sostenido ni por los más acérrimos partidarios de las soluciones colectivistas. Sin embargo, desde un punto de vista teórico, es posible esa utopía. Su resultado sería, indudablemente, la decadencia del país que ensayara semejante quimera. Otro tema es que hay que lograr que las disparidades regionales se atenúen, que las ciudades derramen su riqueza, de algún modo, a las comarcas del interior.
Este mismo problema se planteó en la Rusia revolucionaria. La tensión entre sumar recursos a la cabeza del Imperio para consolidar la Revolución o descentralizar el poder entre los territorios nacionales tuvo, finalmente, una resolución clara: Rusia como cabeza de la Unión Soviética centralizó el poder y acumuló ingentes recursos de todo el espacio soviético. Las “repúblicas” fueron poco menos que entidades formales e irrisorias.
De algún modo el símil de las disparidades sociales con las disparidades geográficas pone en el tapete la lógica del progreso: no hay progreso si algún segmento social no se pone en la delantera, paga el costo de experimentación y goza de “privilegios” que, para muchos, resultan ofensivos.
Los países ricos se benefician de tener una amplia clase alta que actúa como vanguardia para el desarrollo de nuevos productos y servicios. La equidistribución social en los países pobres retrasa el proceso de adquisición de conocimiento. Los pocos ricos no son capaces de cumplir esa función.
La función niveladora de ingresos- propia de las propuestas socialdemócratas- tiene fuertes efectos negativos en el largo plazo.
Nuevamente, Hayek en 1959 parece estar describiendo la actual crisis mundial del siglo XXI, con una Europa que no crece, henchida de “políticas igualitarias”, redistribucionistas - y sus correspondientes déficit fiscales-  que no han hecho más que quebrar el espinazo de la innovación y la competitividad, mientras el desigual “sur” (China, India, Brasil, etc.), sediento de desarrollo, protagoniza el crecimiento de la economía mundial.







TERCERA PARTE-  EL ORDEN DEL MERCADO



 

5. La Catalaxia: el orden del mercado


- El orden espontáneo más estudiado es el del mercado. La Escuela Austríaca se Economía parte de su estudio para generalizar luego sus conclusiones a otras áreas de la actividad social. Pero las herramientas de análisis y los conceptos centrales han sido desarrollados para explicarse los fenómenos de mercado.
Hayek pertenece a la Escuela Austríaca de Economía, fundada por Carl Menger hacia 1870 y, como tal, adhiere a sus principales postulados. En especial a la teoría del valor subjetivo que brillantemente Menger opuso a la tradición clásica de Adam Smith, Ricardo y finalmente el mismísimo Carlos Marx. Ellos asumen la idea de que el valor surge del trabajo invertido en la producción de un bien. Menger pone la cosas al revés, a la manera de Copérnico, afirmando que el valor no es una característica intrínseca del bien, sino una valoración humana subjetiva. Por que deseamos cierto bien, por que lo necesitamos, o creemos que lo necesitamos es que lo valoramos y pagamos por él un determinado precio. Al hacer esto el comprador que puja por ese bien no está pensando en el “tiempo socialmente necesario” para producirlo sino en hasta que punto ese bien es necesario para incrementar su nivel de satisfacción. Poner el valor del lado de la demanda y sacarlo del de la oferta es en esencia la revolución subjetivista en economía, cuyos continuadores (Boom-Bewerk, Wiesser, Von Mises y el propio Hayek) conformaron lo que es hoy la Escuela Austríaca.
La Escuela Austriaca es la que le ha devuelto a la Economía el lugar de ciencia social. Los llamados economistas clásicos habían esfumado al hombre, reemplazado ahora por “colectivos” (El Consumo. La Producción. El Ahorro. El Déficit, etc.) que son entidades puramente intelectuales, descritas mediante ecuaciones cada vez más complejas. Los economistas clásicos desconocen que son las innumerables decisiones cotidianas de millones de actores las que producen la realidad económica: qué comprar y qué no comprar, a cuanto comprar, cuanto ahorrar, cuanto invertir, en qué invertir, vender o no vender, prestar, pedir prestado, honrar las deudas o no honrarlas son las alternativas que los hombres escogen día tras día. Y como estos economistas las desconocen, no tienen idea de cómo medirlas, evaluarlas o- mucho menos- anticiparlas. No saben por qué un empresario determinado decide encarar un proyecto, crear un nuevo producto o servicio, contratar o no mano de obra, etc. O sea, la dinámica real de la economía se les escapa por que no entra de ningún modo en su marco teórico. Como tienen un respetable tufillo matemático – y los políticos desconocen y respetan a las matemáticas- sus análisis y diagnósticos tienen gran acogida entre los decisores políticos. Cuanto más alejadas de la realidad del mercado y más cerca de las ciencias exactas, las conclusiones parecen ser más serias y creíbles. 
La escuela austríaca se basa en el concepto del carácter subjetivo del valor de los bienes: el valor no es un componente intrínseco del producto- como la economía clásica y el marxismo afirman- sino una opinión, una “valoración” que el sujeto hace en relación a determinado bien. Como es evidente esa valoración depende de circunstancias de tiempo y lugar que son casi infinitas. “Mi reino por un caballo” expresa que para ese rey vencido  el máximo valor era un caballo que lo alejara de la amenaza de morir en el campo de batalla. Como todo es relativo ninguna estimación, ninguna ecuación formalmente perfecta puede anticipar el volátil comportamiento de los mercados, o sea de la gente tomando decisiones desde su subjetividad, desde su concreta situación.

- El foco puesto en el individuo significa que los factores situacionales y psicológicos adquieren enorme relevancia. Supone que hay que describir los conceptos que guían la toma de decisiones: cual es la satisfacción que la compra o la venta de un bien viene a generar, cual es el balance entre costos y beneficios que cada actor efectúa, qué está dispuesto a perder a cambio de obtener esa satisfacción, que cantidad de riesgo está dispuesto a asumir al tomar una decisión de inversión, etc. Esos son todos temas de estudio de una ciencia social que tiene que incorporar la voluntad, el deseo como factores subjetivos clave para describir la conducta del hombre en proceso de decisión.
Ninguna ecuación resuelve las incógnitas, sino más bien, tiende a ocultar el verdadero proceso decisorio. La elegancia de las matemáticas solo sirve en el mundo físico, en el cual las relaciones entre elementos son fijas. La gravedad siempre produce una misma tasa de aceleración de la velocidad de caída (9,8 metros por segundo) , independiente del peso del objeto, demostró Galileo, inaugurando las ciencia exacta.
En cambio, nadie puede “demostrar” que los pescadores del puerto querrán deshacerse mañana de la merluza a $10.. No hay en el mundo “relaciones fijas” entre las valoraciones de distintos bienes. No hay una tasa de cambio fija, que indique que siempre las amas de casa preferirán cuatro manzanas a tres tomates. Esa supuesta estabilidad de las valoraciones está en la base de todos los proyectos intervencionistas: el Estado- lleno de científicos y estadísticos - fija los precios de millones de productos y salarios, de una vez para siempre. Fija la relación entre manzanas y tomates como si las contingencias del clima, el cambio del gusto o cualquier factor impredecible dejaran ya de operar, por decreto, en la tasa de cambio entre los bienes, o sea en las valoraciones subjetivas de los actores económicos. De ahí, su fracaso. La economía soviética fijaba sus precios de referencia tomando como señal los precios que su enemigo, el capitalismo, determinaba por la libre fluctuación de la oferta y la demanda.
Hasta para eso necesitaban de su enemigo.
El Socialismo Científico, que alardeó de haber desentrañado la lógica profunda de las relaciones sociales necesitaba ciertos valores de referencia que su “ciencia”, simplemente, no alcanzaba a determinar. Obviamente lo que obtenía era una caricatura de precios, ya que no existen precios si no hay actores que toman decisiones con diversos grados de libertad y especulan, toman riegos, apuestan, estiman el comportamiento futuro del mercado. Ese es el complejo camino que recorre la ciencia económica que desarrolla la Escuela Austriaca: lidiar con la complejidad, con la subjetividad, con la variabilidad, el cambio, lo impredecible para tratar, modestamente, de explicar los fenómenos económicos, los fenómenos humanos.





5.1 La catalaxia


- El “toque” hayekiano es, sin lugar a dudas, su insistencia de concebir a la actividad económica como un orden espontáneo,  más que como el terreno en el cual alguna autoridad interviene para lograr determinados resultados.

El orden del mercado asegura…

Un elevado grado de coincidencia de las expectativas y un uso eficaz de los conocimientos y de las habilidades de los diversos miembros solo al precio de frustrar continuamente algunas expectativas

Como todo problema humano se trata de elegir el problema. Si se quiere tener “seguridades” pero estancamiento se preferirá una economía planificada. Si se quiere explosión de innovación y aprovechamiento de los conocimientos y las capacidades de los individuos, pero la frustración de expectativas se preferirá el orden del mercado. El asunto es elegir qué problema hay que resolver.
Hayek diferencia entre “economía”  y “catalaxia”. La “economía” es la denominación de la actividad de una familia o una empresa, las cuales se proponen fines, asignan recursos para esos fines y organizan las tareas de los miembros. Pero eso no existe – en un orden de mercado- para el conjunto de la sociedad. Suponer que alguien puede definir los fines y asignar recursos en una economía de mercado es desconocer el carácter autogenerado, espontáneo, de ésta. El orden de mercado no sirve a ningún fin determinado, no está gobernado por ninguna jerarquía de fines
Hablar de “ economía nacional” es dar por supuesto que existen esos fines compartidos  y que una autoridad central tiene el poder de asignar los recursos para cumplir el plan.
Es por eso que Hayek propone- posiblemente sin éxito- dejar de hablar de “Economía” y hablar de “Catalaxia”.

Mientras que una economía propiamente dicha es una organización en el sentido técnico en el que dicho término de define, o sea una ordenación deliberada del uso de los medios conocidos por un único organismo, el cosmos del mercado no es ni podría ser gobernado por esta única escala de fines; el mismo sirve a los fines separados e inconmensurables de todos sus miembros particulares(…)
Una catalaxia es, pues, un tipo especial de orden espontáneo producido por el mercado a través de individuos que actúan según las normas del derecho de propiedad, el contrato y exclusión de fraude

El gran “invento” del orden del mercado es el descubrimiento de que no es necesario ponerse de acuerdo sobre los fines, sino que es suficiente acordar sobre los medios, sobre normas abstractas de conducta y dejar que cada individuo defina su propia escala de fines, lo cual permite la libertad de utilizar su conocimiento particular y de los otros para obtenerlos.
Es esto lo que permitió que pequeños grupos autónomos, cerrados y con fines compartidos pudieran desarrollarse, contactar con otros grupos humanos y comenzar a desarrollar la Red de relaciones impersonales que define a la civilización.

- En el comienzo fue el trueque. Cuando se reconoció que un bien podría intercambiarse con otro con beneficio para ambas partes comenzó a quebrarse el consenso sobre fines compartidos. No era necesario acordar sobre “para que” se iban a utilizar los bienes intercambiados, sino simplemente sobre los medios para que dicho trueque se realizara pacíficamente y a conformidad de ambas partes. En realidad, cuanto más distintos fueran los fines, más posibilidades de intercambio había. Si la tribu A utiliza cierta hierba como ingrediente para un ritual y la tribu B, donde abunda esa hierba, no lo utiliza para nada, es evidente que las condiciones par un intercambio entre A y B están dadas.
Hay pruebas de que hace 30,000 años ya había comercio entre pueblos distantes en Europa y hacia el 7,000 A.de C.  existían rutas regulares que permitían intercambios entre zonas de Grecia y Asia Menor.
Pero esos intercambios no se consolidaron sin conflicto interno.

Tal proceso, sin embargo, sólo lograría avanzar entre grandes dificultades, e implicaría, sin duda, la ruptura de muchos lazos tribales. Una vez surgido, incluso, algún tipo de consenso sobre la conveniencia de respetar la propiedad, ciertas prácticas antes inimaginables debieron ser toleradas para que las comunidades llegaran a permitir, que, en beneficio de gentes foráneas, y al objeto al objeto de subvenir necesidades sólo parcialmente susceptibles de identificación por parte de los propios comerciantes, se exportaran ciertos artículos apetecidos por la comunidad que, de otro modo, habrían sido dedicados a satisfacer determinadas necesidades locales. (…) Al permitirlo, los miembros del pequeño grupo tuvieron que abandonar sus propios esquemas, para reorientarse hacia una nueva comprensión de un mundo en el que quedaba considerablemente reducida la importancia de su propio grupo(La fatal arrogancia)

El cambio que trajo aparejado la ruptura de los límites del pequeño grupo no fue, por lo tanto, meramente material: se modificaron las reglas tradicionales y nuevas normas más generales, universales, comenzaron a ser aceptadas a fin de permitir esa apertura.
Seguramente los grupos más remisos y conservadores tendieron al aislamiento y la extinción, mientras que los que se adaptaban más rápidamente al nuevo contexto, incrementaron su población, crecieron y se multiplicaron.

- En la Gran Sociedad nadie que trabaja y vende sus servicios o bienes sabe exactamente para qué fines sus compradores utilizarán esos bienes. Nadie lo sabe y aunque lo supiera y los fines del otro fueran “reprobables” desde la perspectiva del vendedor ese hecho no suspende el intercambio. Éste no se basa en compartir los fines.
El problema con  “compartir los fines” es que quienes tienen “fines distintos” se convierten en enemigos que compiten por los mismos medios; en cambio la introducción del trueque no requiere la condición de  compartir los fines y , de esa forma, los individuos se coordinan nacional e internacionalmente sin necesidad de acuerdo sobre los fines.

La catalaxia es un orden global superior a toda forma intencionada de organización precisamente porque los hombres, persiguiendo sus intereses, ya sea de un modo completamente egoísta o altamente altruista, favorecen los fines de muchos otros individuos que permanecerán en gran parte desconocidos. Los miembros de la Gran Sociedad se benefician recíprocamente de sus esfuerzos no sólo a pesar de que sus objetivos son distintos, sino a menudo precisamente porque los son.


- Hay una fuerte tradición cultural- que se remonta a la etapa del pequeño grupo aislado y débil- que aprueba calurosamente la existencia de valores comunes. La fraternidad, la solidaridad, la empatía son todos valores ampliamente consensuados que, sin embargo, resultan particularmente obstaculizadores de la expansión de la civilización, de la red mundial de intercambios, del crecimiento y mejoramiento de las condiciones de vida de la humanidad.
Esta es la paradoja central de la modernidad.

Muchos consideran reprobable que la Gran Sociedad no tenga fines comunes concretos o, como podríamos decir, que está ligada tan sólo en los medios pero no en los fines. Es cierto que el principal objetivo de sus miembros es puramente instrumental: asegurar la formación de un orden abstracto sin ningún fin específico para aumentar las perspectivas de consecución de los fines individuales. La tradición moral dominante, gran parte de la cual deriva aún de la sociedad tribal- unida por fines comunes- induce a menudo a la gente a considerar esta circunstancia como un defecto moral de la Gran Sociedad, defecto que podría remediarse. Sin embargo, es la limitación de la coacción a la observancia de normas negativas de recta conducta la que ha hecho posible la integración de individuos y de grupos que perseguían fines distintos en un orden pacífico; y es precisamente la ausencia de fines comunes prescritos lo que hace que sea posible una sociedad de hombres libres tal como a entendemos hoy

La escala común de valores no es condición necesaria para la integración pacífica de los individuos en un orden y es este error justamente el mayor obstáculo para alcanzar esos fines. Lo que constituye una ventaja para el pequeño grupo débil y rodeado de enemigos se convierte en una obstáculo cuando se trata de construir  civilización, una sociedad abierta y compleja.

- Como ya hemos dicho, la civilización se basa en el constante fluir de conocimiento de aquellos que exploran los límites, de los que emprenden exploraciones comerciales, de los que se empeñan en mejorar o crear una nueva tecnología, de los que desafían las normas convencionales o los prejuicios de la mayoría. Si hubiera que compartir unos fines comunes como condición para pertenecer a una sociedad, la aprobación de esos fines implicaría reprimir, censurar, limitar, acotar todo intento de introducir una novedad que, supuestamente, atentaría contra esos fines. La ciencia y el pensamiento libre serían así imposibles.
Aunque en la Gran Sociedad hay muchas relaciones que no son “económicas” el hecho es que el orden de mercado es el que facilita la coordinación en paz y el crecimiento en calidad y volumen de los bienes en circulación. Sin esta base, difícilmente se posibilitarían las otras relaciones entre personas y grupos unidos por afinidades culturales, artísticas, sociales, etc. El supuesto “sesgo economicista” que adquiere la Gran Sociedad, la supuesta pérdida de la dignidad de otros valores ha generado toda una literatura crítica, que en el fondo añora el viejo orden cerrado de la tribu.
La posibilidad de crear, difundir – pensemos en Internet- recursos, información, conocimientos para acciones humanitarias, altruistas, la posibilidad de conformar grupos de intereses religiosos, culturales o deportivos comunes se facilita justamente en el orden de mercado.

La política sufre en una sociedad abierta, basada en un orden cataláctico un severo reajuste. De ser el arte de gobernar una organización pasa a ser el arte de consolidar y fortalecer el orden abstracto que permite el despliegue de libertad de los individuos. La política, en un contexto de libertad de mercado, no puede hacer lo que le es más deseado: disponer los fines de la sociedad y las herramientas para alcanzar esas metas.
Las metas ambiciosas, la búsqueda de resultados concretos – que son el desiderátum de la política clásica- se redefinen en este contexto a garantizar el orden que permita que las gentes desplieguen en paz sus potencialidades. Los resultados vendrán de allí, no de los “planes” que obligan autoritariamente a obedecer una jerarquía de fines únicos, incontrastables, comunes a todos.
Como veremos más adelante esto obliga a una reconsideración de la teoría política y a la búsqueda de un nuevo marco institucional


5.2 El problema del conocimiento


En un famoso artículo de 1935, (El Uso del Conocimiento en la Sociedad)  Frederick von Hayek describió con agudeza lo que él consideró como la clave para encarar los problemas de la economía: el acceso al conocimiento distribuido entre millones de actores sociales. Planteaba en el  artículo que nadie posee ese conocimiento fragmentado, disperso, de las circunstancias de tiempo y lugar. Los funcionarios tienden a creer que el único conocimiento válido es el científico, conocimiento al cual el Estado accede directamente mediante la incorporación de funcionarios de la élite universitaria.
Pero, señala Hayek, existe otro tipo de conocimiento al cual se accede con dificultad: el conocimiento particular de las circunstancias de tiempo y lugar . Es el conocimiento del comerciante, del pequeño artesano, del campesino, que sabe cuándo es bueno y cuándo es malo hacer tal o cual faena. Es la trama de millones de micro conocimientos la que se construye laboriosamente (y la que el funcionario ignora o desprecia a la hora de intervenir en las actividades económicas fijando regulaciones, precios, modos, formularios, requisitos), es esa trama la que sostiene la estructura del mercado. Una trama cuyo fluido es el la información, bajo la forma final de precio. El precio no es la resultante de un capricho, sino el efecto de millones de fuerzas puestas en relación.


Los principales hallazgos de ese artículo fundador son:

1. El problema es que los "datos" no están "dados"

Lo que la economía clásica da como “dado” es justamente lo que no existe: no hay ya “dado” un precio de equilibrio, no hay ya “dado” qué bienes requiere la demanda. 

El carácter peculiar del problema de un orden económico racional está determinado precisamente por el hecho de que el conocimiento de las circunstancias que debemos utilizar no se encuentra nunca concentrado ni integrado, sino que únicamente como elementos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente contradictorio en poder de los diferentes individuos .
 De este modo, el problema económico de la sociedad no es simplemente un problema de asignación de recursos "dados" —si "dados" quiere decir dados a una sola mente que deliberadamente resuelve el problema planteado por estos "datos"— .
 Se trata más bien de un problema referente a cómo lograr el mejor uso de los recursos conocidos por los miembros de la sociedad, para fines cuya importancia relativa sólo ellos conocen .
 O, expresado brevemente, es un problema de la utilización del conocimiento que no es dado a nadie en su totalidad .

2. La Planificación es la asignación de recursos basada en conocimiento que el planificador no tiene

El tema central es la planificación: la asignación de recursos a determinadas actividades, en perjuicio de otras. Y para planificar, la autoridad central debe tener información, conocimiento. Pero nada más complejo que la obtención de ese conocimiento:

En lenguaje corriente, usamos el término "planificación" para describir el conjunto de decisiones interrelacionadas relativas a la asignación de nuestros recursos disponibles .  En este sentido, toda actividad económica es planificación, y en toda sociedad en la que participan muchas personas, esta planificación, quienquiera que la realice, tendrá que basarse en alguna   medida en conocimiento que no es dado al planificador sino a otras personas cualesquiera y, que de algún modo, deberá ser comunicado a éste .
 3. Se confunde planificación con planificación centralizada
 No se trata de determinar si debe haber o no planificación, sino que más bien si la planificación debe ser efectuada en forma centralizada, por una autoridad para todo el sistema económico, o si ésta debe ser dividida entre muchos individuos .
 En el sentido específico en que se usa el término planificación actualmente, éste significa necesariamente planificación central, es decir, la dirección de todo el sistema económico conforme a un plan unificado .

4. La eficiencia en la planificación es la posibilidad de disponer del conocimiento disperso
El grado de eficiencia de estos sistemas depende principalmente del más completo uso del conocimiento existente que podamos esperar de ellos .
 A su vez, esto depende del éxito que podamos tener en poner a disposición de una autoridad central todo el conocimiento que se debe usar, pero que inicialmente se encuentra disperso entre muchos individuos diferentes, o en comunicar a los individuos el conocimiento adicional que necesitan para armonizar sus planes con los de los demás .

5. El conocimiento científico no es el único posible: existe un conocimiento de circunstancias particulares de tiempo y lugar


Hoy en día, es prácticamente una herejía sugerir que el conocimiento científico no es la suma de todo el conocimiento .
Pero una pequeña reflexión demostrará que sin duda existe un conjunto de conocimientos muy importantes pero desorganizados que no puede llamarse científico en el sentido del conocimiento de reglas generales: el conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar .
Es curioso que en la actualidad se mire en general a esta clase de conocimientos con cierto desprecio y se considere que alguien ha actuado casi escandalosamente cuando haciendo uso de este conocimiento obtiene ventajas sobre otro que posee conocimientos técnicos o teóricos .
Este prejuicio ha influido considerablemente en la actitud con respecto al comercio en general comparado con la producción .

6. Cada individuo posee una ventaja: conoce algo que otros no. El tema es permitir que aproveche esa ventaja

Es con respecto a éste que prácticamente cualquier individuo tiene cierta ventaja sobre los demás, dado que posee cierta información única que puede usarse beneficiosamente, pero sólo si se dejan a él las decisiones dependiendo de dicha información o éstas son tomadas con su activa cooperación

7. Se desprecia la posibilidad de las personas saquen ventaja de sus conocimientos

El hecho de sacar ventaja de un mejor conocimiento de los medios de comunicación
o de transporte es considerado  a veces como algo casi deshonesto  a pesar de que es tan importante  que la sociedad haga uso de las   mejores oportunidades en este aspecto  como de los últimos descubrimientos científicos

8. El problema de la planificación es el cambio.

 Si la economía fuera algo estático, previsible, efectivamente una autoridad central podría planificar a largo plazo. Pero las demandas varían, la tecnología crea nuevos bienes, los recursos viejos se agitan, aparecen nuevas fuentes de materia prima y energía. En ese contexto el problema de la información es crítico. Y esa información esta dispersa, fragmentada, en manos de millones de individuos. La autoridad planificadora no puede otra cosa que manejarse con agregados estadísticos, información inútil para comprender los procesos fragmentarios que condicionan la acción económica de los agentes.

El flujo continuo de bienes y servicios se mantiene mediante constantes ajustes deliberados, mediante nuevas disposiciones tomadas día a día a la luz de circunstancias no conocidas el día anterior, o por B que entra en acción apenas A no cumple .
 Incluso la gran planta altamente mecanizada sigue en operación debido a un medio ambiente al que puede recurrir para todo tipo de necesidades imprevistas: tejas para su techo, papel para sus formularios, y todo tipo de equipos con respecto a los cuales no puede ser independiente y que, de acuerdo a los planes de operación de la planta, deben estar fácilmente disponibles en el mercado .

9. Los agregados estadísticos como tipo de información preferida por su estabilidad no sirven para lidiar con el cambio

Tal vez, éste es también el punto en que debería mencionar brevemente el hecho de que el tipo de conocimiento a que me he referido es aquel que por su naturaleza no puede formar parte  de las estadísticas ni, por consiguiente, ser transmitido a ninguna autoridad central en forma estadística . Las estadísticas que debería usar tal autoridad central deberían obtenerse precisamente haciendo abstracción de las pequeñas diferencias entre las cosas, y juntando, como recursos de un mismo tipo, los elementos que difieren con respecto al lugar, calidad y otros aspectos particulares, en una forma que puede ser muy significativa para la decisión específica . De esto se deduce que la planificación central basada en información estadística, por su naturaleza, no puede considerar directamente estas circunstancias de tiempo y lugar y que el planificador central tendrá que encontrar alguna forma en que las decisiones dependientes de ellas puedan ser dejadas al "hombre que está en el terreno .

10. El hombre en el terreno conoce en profundidad las circunstancias pero le falta información de contexto


De modo que lo que se debe hacer, insiste Hayek, es que los individuos que “estan en el terreno” sean los que tomen las decisiones económicas, decisiones descentralizadas, imposibles de emitir desde un órgano central que solo maneja agregados estadísticos.
Pero el hombre en el terreno conoce sus circunstancias en profundidad , pero no tiene información general, del marco en el cual desarrolla su acción.

Pero el hombre que está en el terreno no puede decidir a base de un conocimiento limitado pero profundo de los acontecimientos de su medio ambiente inmediato .
 Aún queda el problema de comunicarle la información adicional que necesita para hacer calzar sus decisiones dentro del patrón general de cambios de todo el sistema económico .
 ¿Cuánto conocimiento necesita para realizar esto con éxito? ¿Cuáles acontecimientos de los que ocurren más allá del horizonte de su conocimiento inmediato tienen relación con su decisión inmediata, y cuánto necesita saber acerca de ellos? Es difícil que haya algo de lo que ocurre en el mundo que no influya en la decisión que debe tomar . Pero no necesita conocer todos estos acontecimientos como tales, ni tampoco todos sus efectos . No le importa la razón por la que en un determinado momento se necesiten más tornillos de un tamaño que de otro, ni por qué las bolsas de papel se consiguen más fácilmente que las de tela, ni por qué sea más difícil conseguir trabajadores especializados o una máquina determinada . Todo lo que le importa es determinar cuán difícil de obtener se han vuelto estos  productos en comparación con otros que también le interesan, o el grado de urgencia con que se necesitan los productos alternativos que produce o usa .
 Siempre es un problema de la importancia relativa de las cosas específicas que le interesan, y las causas que alteran su importancia relativa no tienen interés para él aparte del efecto en aquellas cosas concretas de su medio ambiente .
 Es en relación con esto que lo que he denominado "cálculo económico" (o lógica pura de la elección) nos ayuda, al menos por analogía, a ver la forma en que se puede resolver el problema, que de hecho se resuelve mediante el sistema de precios . (…)
Fundamentalmente, en un sistema en que el conocimiento de los hechos pertinentes se encuentra disperso entre muchas personas, los precios pueden actuar para coordinar las acciones separadas de diferentes personas en la misma manera en que los valores subjetivos ayudan al individuo a coordinar las partes de su plan

11. El precio es el indicador clave que necesita


Hayek descubre que los precios constituyen un “sistema de información” sin el cual la catalaxia es imposible. Los precios son unidades de información que sintetizan fenómenos complejísimos- cambios en las tecnologías, cosechas perdidas por mal tiempo, nuevas tendencias de consumo, nuevas rutas logísticas, etc.- pero que a los actores no interesan: solo les interesa saber si el precio del insumo A esta a la baja en comparación con su sustituto B, con lo cual se proveerá de A.

Supongamos que en alguna parte del mundo ha surgido una nueva oportunidad para el uso de alguna materia prima, por ejemplo, el estaño o que se ha eliminado una de las fuentes de suministro de éste .
 Para nuestro propósito, no tiene importancia —y el hecho de que no tenga importancia es en sí importante— cuál de estas dos causas ha provocado la escasez del estaño . Todo lo que los consumidores de estaño necesitan saber es que una parte del estaño que consumían está siendo ahora empleado más rentablemente en otro lugar y que, por consiguiente, deben economizar su uso .
 La gran mayoría de ellos no necesita ni siquiera saber dónde se ha producido la necesidad más urgente, o en favor de qué otras necesidades deben manejar prudentemente la oferta . Si sólo algunos de ellos saben directamente de la nueva demanda y orientan recursos hacia ella, y si la gente que está consciente de este vacío así producido lo llena a su vez con otros recursos, el efecto se extenderá rápidamente a todo el sistema económico e influirá en no sólo todos los usos del estaño, sino que también en aquellos de sus substitutos y los substitutos de estos substitutos, la oferta de todos los productos hechos de estaño, sus substitutos y así sucesivamente .
 Todo esto sucede sin que la gran mayoría de quienes contribuyen a efectuar tales substituciones conozca la causa original de estos cambios .


12. Cómo opera el sistema de información 
Para comprender la verdadera función del sistema de precios —función que, naturalmente, cumple en forma menos perfecta cuando los precios se vuelven más rígidos— debemos considerar dicho sistema como un mecanismo para comunicar información .  (…)  El hecho más significativo acerca de este sistema es la economía de conocimientos con que opera, o lo poco que necesitan saber los participantes individuales para poder tomar la decisión correcta . En resumen, mediante una especie de símbolo, se comunica sólo la información más esencial y sólo a quienes les concierne .
13. La maravilla del sistema de información de los precios

Pero temo que nuestros hábitos teóricos de abordar el problema basándonos en el supuesto de que prácticamente todos contamos con un conocimiento más o menos perfecto nos han impedido ver la verdadera función del mecanismo de precios y nos han llevado a aplicar patrones más bien engañosos al juzgar su eficiencia .  Lo maravilloso es que en un caso como el de la escasez de una materia prima, sin que se dicte ninguna orden ni que la causa de ello sea conocida más que, tal vez, por una decena de personas, ocurre que millones de personas, cuya identidad no podría ser determinada con meses de investigación, reduzca el uso de la materia prima o sus productos; es decir, de hecho sucede que se mueven en la dirección correcta .  Esta es ya una maravilla incluso si, en un mundo constantemente cambiante, no todos reaccionaran tan perfectamente de manera que sus tasas de rentabilidad se mantuvieran siempre al mismo nivel uniforme o "normal" .
 He usado deliberadamente el término "maravilla" para sacar al lector de la complacencia con que frecuentemente consideramos el funcionamiento de este mecanismo como algo natural . (…) Estoy convencido de que si este fuera el resultado de la invención humana deliberada, y si la gente guiada por los cambios de precios comprendiera que sus decisiones tienen trascendencia mucho más allá de su objetivo inmediato, este mecanismo hubiera sido aclamado como uno de los mayores triunfos del intelecto humano .  
Su desventura es doble en el sentido de que no es el producto de la invención humana y que las personas guiadas por él generalmente no saben por qué son llevadas a hacer lo que hacen . Pero aquellos que claman por una "dirección consciente" —y que no pueden creer que algo que ha evolucionado sin ser diseñado (e incluso sin ser comprendido) pueda resolver problemas que no seríamos capaces de resolver conscientemente— deberían recordar lo siguiente: El problema consiste precisamente en cómo extender el campo de nuestra utilización de los recursos más allá del campo de control de una sola mente; y, por consiguiente, en cómo eliminar la necesidad del control consciente y crear incentivos para que los individuos hagan lo que es conveniente sin que nadie tenga que decirles qué hacer .  El problema que enfrentamos aquí no es de ninguna manera característico de la economía .  Surge en relación con casi todos los verdaderos problemas sociales, con el lenguaje y con gran parte de nuestra herencia cultural, y constituye realmente el problema teórico central de toda la ciencia social .

Este mecanismo complejo se desenvuelve todos los días en el mercado mundial: ningún planificador podría disponer del volumen de información necesario para ensayar una “decisión racional” en un sistema de miles de millones de eventos particulares, todos interrelacionados de formas desconocidas e imprevisibles.
Nadie pudo prever, ni desde una oficina gubernamental ni desde el mando de las empresas privadas de telefonía, los incontables usos que los consumidores de teléfonos celulares dieron – y pidieron- a sus aparatos. Fueron los usuarios lo que de alguna manera dieron forma a un producto inicialmente diseñado solo para realizar llamadas telefónicas desde cualquier lugar, en forma móvil. Si el celular hubiera sido diseñado desde el Comité Planificador sería hoy como en 1990: un ladrillo pesado, con una batería de corta duración y que solo permitía realizar llamados telefónicos.
Un productor de chips (INTEL) ha confesado recientemente  que desconoce la cadena de distribución de su complejo mercado. Hasta hace unos pocos años sus clientes eran los fabricantes de computadoras. Ahora se agregan las máquinas fotográficas, los marcos digitales para exhibir fotos, juguetes, etc. La imposibilidad de planificar y de prever se magnifica. Las decisiones de bajar la producción , en el contexto de crisis, se demuestran erróneas, porque en segmentos no previstos la demanda crece. Es una demostración de las tesis hayekianas de que el mercado es un formidable sistema espontáneo que funciona aunque nadie lo entienda y menos, lo intente planificar. Los sistemas espontáneos, de alta complejidad, son incomprensibles y políticamente incorrectos. No se dejan “entender” por políticos pretenciosos que creen tener la fórmula perfecta para domesticarlos, planificarlos, contenerlos, preverlos, legalizarlos.
Los ingenieros sociales en el Gobierno creen que único conocimiento válido es el científico y se saben poseedores (o adquirentes) del conjunto del saber científico. El Estado concentra la poder de la técnica y la ciencia para resolver lo problemas, mediante el Plan.La ciencia necesariamente trata con abstracciones, que desconocen las particularidades locales. El mercado hace exactamente lo contrario. El conocimiento del empresario no se obtiene en la Facultad de Ciencias Económicas sino en el trajín diario en el mercado: características de los productos, de los canales de distribución, deseos y preferencias de los consumidores, maneras de abaratar un costo: esa es la materia de conocimiento del empresario.Ese conocimiento disperso es no-científico pero imprescindible para que los bienes fluyan.Pero la fatal arrogancia de los ingenieros sociales es creer que con el conocimiento científico, con los agregados estadísticos, con el formuleo matemático pueden reemplazar el conocimiento disperso en millones de productores y consumidores. Intervienen así el delicado mecanismo de precios. Todo precio alterado por una decisión política (congelarlo, o subirlo, o subsidiarlo, etc.) genera una pérdida de información que afecta la toma de decisiones de millones de agentes. El sistema de información así alterado induce a malas decisiones de inversión, ahorro, gasto, etc. que genera, a su vez, efectos desconocidos e incontrolables una vez desatado el círculo. Cuanto más quieren controlar los intervencionistas, más descontrol generan.
Como escribe Hayek en “El orden de mercado o catalaxia” (Capítulo X de Derecho, Legislación y Libertad):
Los hombres pueden obrar según sus propios conocimientos y por sus propios fines si la recompensa obtenida depende en parte de circunstancias que no es posible ni controlar ni prever. Si debe concedérseles que sean guiados en sus propias acciones por principios morales, no se puede al mismo tiempo pretender, precisamente desde un punto de vista moral, que los efectos globales de sus respectivas acciones sobre los  demás correspondan a un ideal de justicia distributiva. En este sentido, la libertad es inseparable de las recompensas que con frecuencia no tienen ningún nexo con el mérito y que por tanto se perciben como injustas

5.3 El juego del mercado


- Los intercambios no constituyen un juego de suma cero. En el mercado cada uno de los dos participantes se beneficia obteniendo más valor que el que entrega. Si no, no habría intercambio libre. Como el valor es subjetivo, no es cierto, como insiste la economía neoclásica,  que ambos entregaron un valor equivalente. Ambos entregaron un menor valor para obtener un mayor valor. Si no, no se hubiera concretado el intercambio.
Pero lo que es innegable que en una economía libre algunos pierden. A puede tomar la decisión de dejar de comprarle a B para comprarle a C. Esto es, innegablemente, una pérdida para B.
En el mercado el pasado no cuenta. El que A tuviera a B como proveedor habitual no indica nada respecto del futuro, en el que las condiciones pueden cambiar imprevistamente. A decidió comprarle a C, porque seguramente este le ofrecía mejor precio, o mejores condiciones de pago, o mejor calidad, etc.
La posición que B tenía anteriormente también fue el resultado de un juego en el cual A en algún momento decidió comprarle a B, por el cual el juego a veces beneficia y a veces perjudica.
Es esta incertidumbre, en el cual hay perdedores, una de las bases del juicio moral negativo sobre el mercado que usualmente se formula.
En el corto plazo, hay perjudicados. Pero en el largo, la adaptación a nuevas condiciones incrementa el valor disponible para una sociedad. Lo que es pérdida circunstancial para alguien en algún momento, es ganancia para todos en otro, incluso para el que “perdió” en un primer momento.

- La catalaxia se desarrolla en un marco legal en el cual se garantizan los derechos de los jugadores, no los resultados del juego. La incertidumbre reina. Lo que hacen las normas de recta conducta del orden de mercado es minimizar la incertidumbre, garantizando reglas generales, no discriminatorias. Pero la combinación de azar y habilidades de cada actor no permite garantizarle a nadie el éxito.
Los perdedores transforman su situación en un reclamo moral contra el mercado. Una situación que nadie transformó en injusta, sino que generó un resultado negativo no deliberado no puede repararse exigiendo a una autoridad coactiva que garantice resultados. Sin embargo esto es lo que sucede todos los días.
El Estado, en vez de garantizar normas generales que benefician a todos, pero no evitan el fracaso de algunos, se asume como el gran proveedor, el dador de ultima instancia, siempre listo para auxiliar a las víctimas. Las víctimas suelen organizarse corporativamente, con lo cual ganan poder para reclamar “soluciones” a su problema y, entonces, el Estado sabiendo que el poder electoral de los que reclaman lo justifica, decide “enmendar” el error del mercado, corregir las “injusticias” otorgando beneficios no justificados a los supuestos perdedores.
Se organiza así un orden arbitrario, dependiente de la capacidad de presión al gobierno, en el cual algunos – los supuestos perdedores del juego- se benefician a costa de otros- los supuestos ganadores del juego- . Se cumple así la sentencia bíblica en el sentido de que los últimos serán los primeros, irónicamente hablando.

El perjuicio conocido y concentrado en quienes pierden parcial o totalmente sus acostumbradas fuentes de ingresos no se debe hacer prevalecer sobre los bienes difusos ( y, desde el punto de vista político, generalmente desconocidos y por tano indiscriminados) de muchos. Veremos cómo una tendencia universal de la política es atribuir consideración preferente a unos pocos efectos graves y claramente perceptibles frente a un gran número de efectos pequeños a los que no se atribuye mayor importancia, y por lo tanto garantizar privilegios especiales a grupos que corren el riesgo de perder las posiciones adquiridas

La reglas abstractas no asignan valor de mercado a nada, sino que informan en qué condiciones una persona puede disponer de un bien, pero no qué ventajas concretas obtendrá por ese bien. Las reglas proporcionan información para poder eliminar  parcialmente, no totalmente, la incertidumbre.
Las reglas abstractas de conducta pueden (y, para asegurar la formación de un orden espontáneo de mercado, deben) proteger sólo las expectativas de dominio sobre objetos y servicios específicos y concretos, y no las expectativas que se refieren a su valor de mercado, o sea los términos en que pueden ser intercambiados


- Las normas abstractas son negativas: prohíben ciertas conductas, pero no son positivas: no indican que tiene que hacer el individuo para valorizarse en el mercado
La obtención de un resultado es un proceso complejo, lleno de errores y adaptaciones que permiten corregir los errores, es una actividad, no un mandato vinculante.
Estas adaptaciones operan como un feedback mediante el cual con la información de los efectos, se corrige la oferta, hasta que los resultados mejoran.
Para la adaptación, el mecanismo informativo de los precios es la clave para ir modificando el rumbo, intentando en cada “pasada” afinar el bien, acercándolo a lo que la demanda requiere y está dispuesta a pagar en determinado momento.

Las normas abstractas de recta conducta sólo pueden determinar las oportunidades, no los resultados particulares

El trabajo legislativo en las normas de recta conducta no es asegurar resultados sino ampliar la posibilidad de que cualquier individuo tomado al azar tenga éxito en el mercado, lo cual surgirá de la combinación de azar, capacidades, actitud y otras condiciones en que la suerte lo coloque.

5.4 La competencia es un proceso de descubrimiento


- La competencia es un proceso de descubrimiento y no se pueden suponer a priori los hechos que justamente descubre la competencia.
La competencia da buenos resultados solo si no sabemos de antemano quien se desempeñará mejor, es un examen, una prueba que determina como resultado quien ha sido más hábil en entregar productos mejores al menor precio. Si se supiera de antemano esto, no habría competidores dispuestos a demostrar su valor.
La competencia es un incentivo, pero cuando el segundo esta muy lejos del primero, es imposible asegurar que el primero hará el máximo esfuerzo: nadie puede obligar al primero a extremar su capacidad de mejorar y abaratar el producto si no siente que el segundo esta presionando demasiado cerca.
La competencia es un método para maximizar  el conocimiento, la especialización y la posibilidad de captar conocimiento disperso, pero que nadie lo posee en su totalidad. No tiene sentido juzgarla según lo que "debería haber hecho". La competencia lleva al uso de mayores capacidades, pero no pueden asegurarse los resultados a priori. Nadie, ni el sujeto mismo, sabe como actuará bajo la presión de la competencia: no tiene sentido de que "obre como si" estuviera bajo la presión de la competencia.
Si faltan los requisitos fácticos de la competencia "perfecta" no es posible
hacer que las empresas actúen "como si" existieran. Algunos piensan que a los productores debería obligárseles a actuar "como si" existiera competencia perfecta, aunque su interés personal no los induzca a hacerlo
La competencia debe permitir que los productores usen su conocimiento
para sus propios fines, porque ningún otro posee las informaciones en que
basar sus decisiones.

- El incentivo a mejorar los métodos de producción es que quien primero lo utiliza goza de una ventaja temporal que justifica su inversión. Nadie "objetivamente" puede opinar si un precio elevado es "adecuado" a la inversión realizada. Para decirlo más claro: las mejoras competitivas se basan en el esfuerzo por obtener unas rentas monopolísticas  momentáneas, en lo que uno es mejor. La palabra “monopolio” está muy cargada, pero debe entenderse que no significa una posición permanente sino circunstancial, una ventaja momentánea que se quiere aprovechar. En poco tiempo los competidores desarrollarán una nueva tecnología similar o mejor a la que el primero utilizó y las cosas volverán a equilibrarse.
El talento excepcional de un jugador de futbol le otorga una ventaja momentánea que debe aprovechar, antes que aparezcan otros aun más dotados o a que pierda parte de sus destrezas con el paso del tiempo. A nadie se le ocurriría decir que un Messi es un “monopolista” por ser el mejor jugador del mundo, y nadie cuestiona sus abultados contratos. Ser el mejor debería ser un incentivo, no la sospechosa cualidad de ser “monopolista” a la búsqueda de su interés individual.
¿Por qué exigir al que ha obtenido una ventaja temporal  que baje los precios o que aumente la producción? ¿Por qué exigir usar las condiciones al máximo? Cuando la posición de monopolio deriva de capacidades únicas, sería absurdo que castigáramos a quien las posee imponiéndole que las utilice al máximo.

- El poder de determinar el precio o la calidad según lo más rentable para el propietario del recurso "escaso" es una consecuencia necesaria de el reconocimiento de la propiedad privada. Sin esta libertad, la propiedad privada dejar de existir de hecho, aunque continúe legalmente existiendo. Si el Estado le exige al empresario que “invierta más”, la propiedad del recurso escaso es ahora compartida entre el titular y el Estado, que se transforma en una especie de socio ansioso por terminar con la situación de ventaja temporal del empresario.

- El monopolio es admisible en cuanto sea el método que mejor sirva al consumidor, pero no en cuanto a impedir que otro lo intente. Si una empresa única ofrece el mejor servicio al menor precio y esto le produce enormes ganancias ¿por qué obligarla a que produzca menos o a que suba los precios para permitir que le aparezcan “competidores”?
Pero si esa empresa bloquea el acceso a otros jugadores no en base a su calidad y precio sino apelando a maniobras coactivas, a la influencia política, etc. estamos, evidentemente, ante un caso de monopolio que es, sí, lo contrario a la libertad de mercado. El liberalismo económico propende a la libre competencia cuando esta equivale a eliminar la coacción, pero no en cuanto imposición que obliga al mejor a “bajar” al nivel del promedio.
La experiencia histórica muestra que los primeros grandes monopolios fueron activamente promovidos por el Estado

En Alemania, especialmente, que llegó a considerarse como el país modelo de la evolución necesaria del capitalismo, el crecimiento de los cárteles y sindicatos ha sido sistemáticamente muy alimentado desde 1878 por una deliberada política. No sólo el instrumento de la protección, sino incitaciones directas y, al final, la coacción, emplearon los gobiernos para favorecer la creación de monopolios, con miras a la regulación de los precios y las ventas. Fue allí donde, con la ayuda del Estado, el primer gran experimento de «planificación científica» y «organización explícita de la industria» condujo a la creación de monopolios gigantescos que se tuvieron por desarrollos inevitables cincuenta años antes de hacerse lo mismo en Gran Bretaña (Camino de servidumbre)


El problema del monopolio no es que quiera ganar con su capacidad de producir mas y barato. A nadie se le ocurre cuestionar las ganancias de un artista o un cirujano. Lo que está mal no es el monopolio sino el obstáculo a la competencia.
Es fácil que surjan monopolios cuando hay recursos escasos y agotables como yacimientos. El problema es la habilidad que tienen para protegerse aun cuando
la causa de su monopolio ya no existe y la posibilidad de discriminar a que clientes atender y a cuales no.
- Los resultados del mercado libre son:

PRIMERO: Se producirá todo bien que se sabe producir y vender con provecho, a un precio que los consumidores prefieren.
SEGUNDO: Todo bien será producido por individuos que saben producirlo
tan economicamente como los que no se ponen a producirlo
TERCERO: Todo se venderá a precios iguales o menores a aquellos que lo venderían quienes no se han puesto a venderlo
Estos resultados parecen modestos, pero donde se prohíbe la competencia se está muy lejos de alcanzarlos. Para ello hay que difundirla, aunque no se cumpla el supuesto de la "perfección".
Esta situación jamás podría conseguirla una autoridad central; se alcanza en todos los campos en los que el gobierno no obstaculiza la competencia y en muchos sectores nunca se ha alcanzado este estado porque el gobierno ha limitado la competencia.
El comportamiento racional no es una premisa de la teoría económica. La competencia hace necesario que se actúe racionalmente, pero hay un supuesto de que todos son racionales sino en que mediante la competencia algunos algo más racionales obligan a los otros a emularlos para prevalecer.

- Las ventajas de la competencia no dependen de que esta sea "perfecta". La economía neo-clásica ha planteado como ideal un sistema de “competencia perfecta” tan exigente que hace que la argumentación a favor del libre mercado sea muy débil, aplicable solo en muy pocos casos.
Fijar un nivel totalmente irrealizable y excesivamente elevado respecto a lo que puede realizar la competencia lleva a menudo a una estima excesivamente baja de los que es capaz de realizar la competencia, aun en condiciones “imperfectas”.
El modelo de Competencia Perfecta se basa en supuestos que solo se dan en algún sector y en hechos que en muchos otros sectores no se pueden crear.
El axioma de este modelo dice que "Cualquier bien que difiere de otros puede ser ofrecido por muchos productores, con el resultado que ninguno puede fijar el precio". Esta situación excepcional acabó por confundirse con la competencia propiamente dicha y se empleó para valorar los resultados en el mundo real, que, obviamente distan mucho del axioma y justifican la actuación del Estado para “corregir al mercado” que supuestamente no cumple con el ideal de competencia perfecta.
No es posible siempre que muchos productores ofrezcan lo mismo
Existen factores como la especialización, la ubicación, la tradición que
solo poseerán algunas empresas. Es justamente esa diferencia positiva la que justifica el proyecto empresarial: nadie crea una empresa para que sea “igual” a las que ya existen, sino para diferenciarse positivamente y tener así mayor cuota de mercado.
Esto no significa que cuando se debe emplear la competencia para saber que desea el mercado se alcance el estado ideal, y que la competencia "imperfecta" no sea mejor que el método de planificación estatal. Justificar la planificación estatal con el argumento de que “no hay competencia perfecta” es el recurso más utilizado por el Gobierno.

- Durante cierto tiempo, en una situación real,  una sola o pocas empresas
estarán interesadas en no bajar los precios, actuando como "monopolistas" , o manteniéndolos tan bajos como sea para desalentar a otros competidores.
Un dictador omnisciente podría "mejorar" el empleo de los recursos
disponibles. Pero eso es irrelevante : emplear como patrón para medir los resultados de la competencia los hipotéticos arreglos hechos por un dictador omnisciente parte de la ficción de que él conoce todos los hechos que determinan el orden del mercado.
El patrón para juzgar los resultados de la competencia no debe ser
qué es lo que haría quien poseyera un conocimiento completo
de todos los hechos, sino la probabilidad de que los distintos bienes serán proporcionados por quienes producen en una cantidad mayor respecto a la que producirían en un régimen de No competencia.
Son las circunstancias particulares las que hacen irrelevante para elegir un camino, el supuesto de que todos los hechos son conocidos por una mente


- La preocupación por las dimensiones y el poder de las empresas lleva a conclusiones antiliberales a partir de premisas liberales.
El prejuicio contra la empresa única, o grande y la idea de que lo único bueno es el pequeño empresario ha bloqueado el mercado libre y el progreso. Se ha instaurado como “ideal” el empresario PYME. El pequeño empresario textil o metalúrgico, el pequeño constructor, todos gozan de la simpatía del público cuando son comparados con las empresas grandes, como si el tamaño fuera indicador de virtud.
El “capitalismo de Pymes” es el único aceptado por el imaginario popular, un capitalismo accesible, posible para gente con escasos recursos. Nadie en su sano juicio puede fantasear con la idea de crear una Microsoft o una Fiat, pero, en cambio está en su horizonte crear una pequeña empresa, con esfuerzo.
Si bien es deseable que haya muchas PYMES para alcanzarlo debe entregarse a una autoridad central mucho poder: necesitan protección aduanera, exenciones impositivas, costos laborales bajos, etc.
Pero nadie se pregunta sobre la capacidad de innovación, de creación de nuevos productos, del desarrollo de nuevas tecnologías con independencia del tamaño de la empresa. Son esos los valores que generan desarrollo, no el hecho de que sean “pequeñas” o “grandes”.
Ni la dimensión ni la capacidad de fijar precios que todos pueden pagar hacen  peligroso el poder de las  empresas. No hay dimensión "optima". Es una incógnita que debe descubrir el proceso de mercado.
No puede haber reglas generales sobre la dimensión porque esta depende de cambiantes condiciones tecnológicas y económicas.

- ¿Las grandes dimensiones dan mucho poder a las empresas? Una cosa es el poder sobre los recursos materiales y otra el poder sobre las personas.
Toda extensión del control de recursos que sirva para mejorar la producción es positivo Las economías de escala reducen costos y mejoran la calidad.
Lo que da poder no es la amplitud de recursos sino la posibilidad de dejar de dar servicios de los que la gente depende.
Lo que debe limitarse es no solo el poder del monopolista para discriminar sino la influencia que puede ejercer en el gobierno. Mientras las grandes empresas tengan poder para conceder o rechazar beneficios, esto traerá influencia sobre el gobierno
Hay una tendencia a considerar que la gran empresa debe prestar más atención a las consecuencias de sus decisiones . Pero si debe tener en cuenta el "interés social"obtiene un poder incontrolable, se transforma en un actor político.

- Otro problema es que cuando la empresa es muy grande, el gobierno trata de evitar que quiebre, por las posibles consecuencias en el empleo. Para evitar esto, hay que quitar ese poder al gobierno: ingentes recursos se desvían para “sostener” grandes empresas en problemas. Si una gran empresa está en problemas seguramente no ha sabido adaptarse a nuevas tecnologías y mercados, sostiene una burocracia administrativa cara e ineficiente, etc. Esos problemas no los puede resolver el Estado.
¿Hay que confiar el control de las actividades monopolistas a una autoridad política?
La solución jurídica sería la de declarar inválidos y jurídicamente inaplicables todos los acuerdos de limitación del comercio e impedir los intentos de realizarlos mediante discriminaciones orientadas a evitar la competencia,  resarciendo a todos de los daños.

- De nada sirve ser más racional si de eso no se saca ninguna ventaja. No es necesaria la racionalidad para que funcione la competencia, sino que esta produce comportamientos racionales. Ninguna sociedad ha alcanzado nunca una capacidad de pensamiento sistemático racional si previamente no ha producido un grupo empresarial en el que la mejora de los instrumentos intelectuales ha producido ventajas al individuo.
El "espíritu empresarial" no es precondición para la competencia. Ese espíritu solo puede manifestarse a través del único medio que puede producirlo: dando poder y estima a los que abren el camino. Eso es lo que los estatistas no terminan de comprender. El que produce valor para la sociedad pretende obtener resultados satisfactorios, económicos y de prestigio social. Una cultura que sospecha de los emprendedores, los acusa de poco solidarios y descree de la pureza de sus procedimientos en todos los casos, lo que está es reproduciendo las condiciones para el atraso y el estancamiento.
Si la mayoría conservadora impide el desarrollo de la libertad de empresa no hay desarrollo, tal como se observa en muchos países del tercer mundo.  Solo si se limita su poder a la aplicación de normas generales que impiden invadir los dominios privados y se evita la prescripción de lo que se "debe hacer" hay condiciones para el desarrollo.
La nuevas ideas se abren paso por el éxito que obtienen. Un pequeño grupo innovador obliga a la mayoría conservadora  a hacer lo que  no desea: disciplina, trabajo, atención
Solo una democracia limitada  permite que surja un mercado activo: la libertad supone costos al principio, que nadie quiere correr, antes que se vean los resultados.
Esta es la paradoja que impide salir del subdesarrollo: la existencia de una democracia “ilimitada” en la cual la mayoría conservadora restringe la libertad de la minoría emprendedora bajo el argumento de que “aun” no se ven los beneficios de la libertad, y solo se ven sus costos.



CUARTA PARTE-  EL ORDEN POLÍTICO





6. Liberalismo y Democracia


Los principios que cualquier gobierno estatuye y con los que la mayoría concuerda no implican necesariamente que ésta última tenga moralmente derecho a hacer lo que más le agrade. No existe justificación alguna para que una mayoría conceda a sus miembros privilegios mediante el establecimiento de reglas discriminatorias a su favor. La democracia no es, por su propia naturaleza, un sistema de gobierno ilimitado


6.1 El ideal democrático y el liberalismo


El concepto central del liberalismo es que bajo la vigencia de reglas universales de conducta justa, que protejan un dominio privado de los individuos que pueda ser reconocido, se formará por sí mismo un orden espontáneo de las actividades humanas de mucho mayor complejidad del que jamás podría producirse mediante un ordenamiento deliberado.  En consecuencia, las actividades coercitivas del gobierno deberían limitarse a mantener el cumplimiento de dichas reglas, cualesquiera sean los demás servicios que el gobierno pueda prestar al mismo tiempo al administrar aquellos recursos particulares que le han sido puestos a su disposición para esos propósitos.(Los principios de un orden social liberal)   

Debe diferenciarse el liberalismo de la democracia. Son tradiciones compatibles pero distintas. El liberalismo se preocupa por la limitación del poder coactivo de los gobiernos, sean estos democráticos o no. El “democratismo” solo reconoce un límite al gobierno, la opinión de la mayoría.

El liberalismo es una doctrina sobre lo que debería ser la ley, la democracia una doctrina sobre la manera de determinar lo que será la ley

El liberalismo es un contenido, un programa político cuya esencia es poner los límites al poder gubernamental. La democracia un mecanismo, un dispositivo que asegura la “regla de la mayoría” como método para tomar decisiones colectivas. Para el liberalismo es aceptable la regla de la mayoría, pero eso no significa predicar nada con respecto a los contenidos de las leyes así construidas. El “democratista”, en cambio, cree que lo que determina la mayoría es per se algo bueno.
Dice Ortega y Gasset, citado por Hayek:

Democracia y liberalismo son dos respuestas a dos cuestiones de Derecho político completamente distintas. La democracia responde a esta pregunta:¿Quién debe ejercer el poder? La respuesta es: el ejercicio del poder público corresponde a la colectividad de los ciudadanos. Pero en esa pregunta no se habla de qué extensión deba tener el poder público.  Se trata sólo de determinar el sujeto a quien compete el mando”


Benjamín Constant desarrolla la misma idea:

“Rousseau comienza por establecer que toda autoridad que gobierna una nación debe emanar de la voluntad general. No es este principio lo que yo pretendo discutir. (…) Si bien el primer principio de Rousseau es de una veracidad indiscutible, no ocurre lo mismo con su segundo axioma, que el establece con todo el prestigio de su elocuencia. “Las cláusulas del contrato social – dice- se reducen a una sola, a saber, la enajenación total de cada asociado con todos sus derechos a la comunidad.
(…)
El axioma de la soberanía del pueblo fue considerado como un principio de libertad. Es un principio de garantía. Está destinado a impedir que un individuo se adueñe de la autoridad que solo pertenece a toda la asociación; pero nada dice acerca de la naturaleza de dicha autoridad misma. En consecuencia, en nada aumenta la libertad de los individuos; y si no se recurre a otros principios para determinar la extensión de esa soberanía, la libertad puede ser perdida, pese al principio de la soberanía del pueblo, o incluso por ese principio.”

El problema de la confusión entre liberalismo y democracia es terminológico.

 Hay un cierto sector que utiliza la palabra “libertad” en el sentido de libertad política, lo que conduce a identificar liberalismo con democracia. El concepto de libertad para quienes así opinan en modo alguno puede determinar cuál debe ser la actuación de la democracia; por el solo hecho de ser democrática, cualquier institución, por definición, deviene liberal. Parece que tal actitud no pasa de ser un mero juego de palabras

Pero sabemos, que esto no es así: un gobierno legítimamente democrático y constitucional puede desarrollar una fuerte coacción contra la libertad de los individuos.
Las actuales experiencias latinoamericanas lo ilustran perfectamente.
El “mito democrático” es de fuerte arraigo, ya que es la bandera que acompañó la lucha contra las dictaduras opresivas. Se identificó así, con claridad, que la tarea de la hora era la vuelta a la democracia, el “nunca más” a las dictaduras militares. Pero, con la democracia NO se cura o se educa, necesariamente. No es esa su función, sino la de garantizar que el poder esté en manos de los ciudadanos, según la regla de la mayoría. Confundir mecanismos- por más “cargados simbólicamente” que estén desde el punto de vista de la lucha política- con el ejercicio concreto de la política y, en especial, con los límites al gobierno,  es un grave error que aun hoy persiste. De la recuperación de la democracia se está pasando, cada vez con mayor audacia, a la instalación de gobiernos cada vez con menos límites, supuestamente para “garantizar la democracia y la no vuelta atrás”. Como sabemos- y Constant lo recuerda- esa garantía no es tal en relación a la libertad. Señala el pensador francés:

“El error de Rousseau y de los escritores más amigos de la libertad, cuando conceden a la sociedad un poder sin límites (…) Pero su ira se dirigió contra los poseedores del poder y no contra el poder mismo. En vez de destruirlo no pensaron sino es desplazarlo. Era un flagelo; lo consideraron como una conquista y lo extendieron a toda la sociedad(…) hizo tanto daño como antes…”

La Democracia, como concepto, se ha transformado en una bandera de lucha contra las dictaduras. Como tal provoca simpatía inmediata y, es cierto, una tarea esencial recuperar los mecanismos de la democracia. Pero,

 El uso corriente e indiscriminado de la palabra “democrático” como término general de alabanza no carece de peligro. Sugiere que, puesto que la democracia es una cosa buena, su propagación significa una ganancia para la comunidad. Esto pudiera parecer absolutamente cierto, pero no lo es

La extensión del derecho de voto parece una medida positiva, pero nadie se atrevería a extenderlo a niños o débiles mentales. La posibilidad de que un país de mucha población invada aun país pequeño no parece una extensión positiva del “derecho de la mayoría”. Esto obliga a analizar con mas detalle la extensión del concepto de democracia, ya que no toda extensión  de ese principio es buena, por sí.
Una de las fuentes de la confusión respecto de la relación Democracia / Libertad es que la primera está asociada al concepto de “libertades civiles”, más que al concepto de “libertad individual”. O sea, está preocupada por la extensión de los derechos políticos de la población, más que por la defensa de la libertad individual.
La Democracia es una herramienta, un medio, no un fin en sí mismo. La lucha por la Democracia es la lucha para imponer un gobierno basado en los deseos de la población y no asentado sobre la fuerza de una minoría, sea ésta una monarquía o una dictadura militar.

La advertencia de Lord Acton es aun el gran tema de estos tiempos:
 Malo es ser oprimido por una minoría, pero peor es serlo por una mayoría, porque en el caso de las minorías existe en las masas un poder latente de reserva que, de ser activado, pocas veces es resistido por la minoría. Pero cuando se trata de la voluntad absoluta del pueblo, no hay recurso, salvación, ni refugio, excepto la traición


Es este el señalamiento de Hayek sobre los limites necesarios que debe tener la Democracia: en aquellas cuestiones que puede aplicarse es buena la regla de la mayoría, pero con cuidado para no invadir el ámbito de la libertad individual.
La palabra más afectada por la pérdida de significado es "democracia".
El mayor abuso consiste no en aplicarla a un procedimiento para llegar a un acuerdo
sobre una acción común, sino en darle un contenido sustantivo que prescriba
cuales deberían ser los objetivos de esta actividad. El término "democrático" no dice absolutamente nada sobre los fines particulares sobre los que el pueblo debería votar.
Mientras los “democratistas” aseguran que una decisión es válida por el solo hecho de ser votada por una mayoría, los liberales creen que hay límites definidos en cuanto a la categoría de cuestiones sujetas a votación, que debe limitarse el poder de la mayoría y que hay un ámbito de principios comunes que no pueden estar sujetos a la voluntad de una circunstancial mayoría.
El concepto de “soberanía popular” es central para los democratistas, ya que se asienta sobre “el pueblo” la suma del poder, ilimitado e ilimitable, absoluto.
Un principio creado para evitar cualquier abuso arbitrario de poder se convierte en la fundamentación de un nuevo poder absoluto.
Lo que se ignora, desde esta perspectiva, es que existe una comunidad en cuanto se comparten algunos principios generales, comunes, una aceptación que es la esencia de una sociedad libre. El poder de la mayoría está limitado por esos principios y no hay poder legítimo fuera de los mismos.
La democracia es un sistema pacífico de renovación del gobierno, pero no es el principal valor del sistema republicano y una democracia ilimitada puede ser peor que un gobierno limitado de otro tipo. La democracia hoy ha perdido su capacidad de servir de protección contra el poder arbitrario.
Pero esta deformación de la democracia no la invalida como sistema político. Hayek enumera tres argumentos en defensa del ideal democrático:
1- Cuando hay más de una opinión sobre determinado asunto, es preferible apelar a la regla de la mayoría que resolver la cuestión en base al uso de la fuerza
2 La democracia es una importante salvaguardia de la libertad individual. No es en sí misma productora de libertad, pero es un sistema en el que la libertad puede florecer. Pero para que florezca las mayoría tienen que considerar a la libertad como un objetivo deseable. De no ser así, nada asegura la libertad en una democracia
3 La democracia como método de educación política de las mayorías. Si bien un gobierno a cargo de una elite ilustrada y “liberal” puede resolver aceptablemente muchas cuestiones deriva fácilmente en un “despotismo ilustrado” que lo esteriliza. La democracia es una escuela para la formación de opinión. La democracia es una apuesta a largo plazo en el sentido de que las mayorías adquieran un compromiso fuerte con la libertad y los límites del poder.

La opinión de la mayoría es respetable pero puede intentarse su modificación. No es una precepto constitucional. La democracia, al asegurar la circulación de ideas abre la posibilidad para que ideas aun no compartidas por la mayoría terminen haciendo pie. Pero lo contrario es ominoso:

La tesis de que los esfuerzos de todos deben estar dirigidos por la opinión de la mayoría o de que la sociedad estará mejor ensamblada cuanto más se conforme a los patrones de dicha mayoría constituye en realidad la negación del principio que ha impulsado el progreso de la civilización. La adhesión general a dicha tesis significaría el marasmo, si no la decadencia de la civilización. El progreso consiste en que pocos convenzan a muchos

Una minoría de “pocos” que son los que se animan a ensayar nuevas ideas, nuevas tecnologías, nuevas teorías es imprescindible para el progreso. Como no se sabe quien descubrirá la idea más apropiada para resolver un problema, la democracia debe alentar la variedad de propuestas, no acatar la decisión actual de la mayoría, sus ideas o prejuicios. En esta dialéctica entre minorías innovadoras e insatisfechas y mayorías conservadoras se construye la civilización

 La idea de presuponer que las “decisiones de la mayoría” revisten de alguna cualidad inefable que las relaciona con alguna verdad “superior” es simplemente un absurdo. No existe una “entidad” superior al individuo que tenga la capacidad de “tener ideas”, A menos que creamos que la famosa Voluntad General de Rousseau tiene alguna virtud cuasidivina es muy probable que las deliberaciones de una mayoría sean mucho más erróneas que las deliberaciones de un grupo de expertos. En las asambleas “populares” no triunfa la mejor idea sino, generalmente, la mejor expuesta, la que cumple las leyes de la retórica, de la publicidad, incluyendo la apropiada dosis de simplificación, emocionalidad y psicopatía.

Si por proceso social significamos la gradual evolución capaz de producir mejores soluciones que las deliberadamente ideadas, la imposición de la voluntad de la mayoría difiere radicalmente de aquella otra libremente desarrollada de donde surgen las costumbres y las instituciones, porque el carácter coactivo, monopolístico y exclusivo de la segunda destruye las fuerzas de autocorrección que en una sociedad libre aseguran el abandono de los esfuerzos equivocados y el mantenimiento de los que tienen éxito. (CL)

- El político, a diferencia del pensador, no está preocupado por la verdad de sus creencias sino por el hecho de que supone que su misión es averiguar el estado de opinión de la mayoría y seguirlo fielmente. El político exitoso no provee de nuevas ideas a la mayoría sino de nuevas maneras de expresar las ideas preexistentes. Su éxito es un éxito de comunicación política no de gestión inteligente e innovadora de los problemas.
La función de los pensadores es justamente la de generar nuevas ideas que tardaran mucho en filtrarse hasta el cuerpo social, hacerse carne, en especial entre los hombres de acción, entre los políticos y funcionarios. Estos pensadores no pueden ni deben supeditar su agenda a las ideas  prevalecientes en la mayoría. Por el contrario, el pensador tiene que exponer con claridad los efectos,  los costos de las decisiones populares, cuestionar los supuestos existentes detrás de cada creencia, buscar una verdad y no el apoyo de la mayoría.

El que los intelectuales se inclinen ante una creencia tan sólo porque es mantenida por la mayoría constituye no sólo una traición a su peculiar misión, sino a los valores de la democracia misma

Resulta significativo que una concepción de un orden liberal como ésta, haya surgido solamente en países - en la antigua Grecia y Roma no menos que en la moderna Bretaña— en los cuales la justicia era concebida como algo que tenía que ser descubierto por el trabajo de los jueces o los letrados, y no como algo determinado por la voluntad arbitraria de una autoridad; y resulta asimismo significativo que haya tenido siempre dificultades en echar raíces en países en los cuales el Derecho fue concebido originariamente como el producto de la legislación deliberada, y que haya declinado en todas partes por la influencia conjunta del positivismo legal y la doctrina democrática, ya que ambas no conocen otro criterio de justicia que el de la voluntad del legislador.   


- En suma, la Democracia  en un método para determinar decisiones políticas, y no una cualidad sustancial y no se puede aplicar a organismos no gubernamentales.
Es un ideal válido, porque es la única forma de protección contra la tiranía.
Se basa en el poder de la mayoría para otorgar capacidad de coacción, pero
este poder no puede ser ilimitado. El método de la mayoría no puede aplicarse a cualquier cuestión: solo  a las que se refieren a las normas generales. El poder de la mayoría solo puede ser ilimitado en la administración de los medios puestos a disposición del gobierno.
El poder se confiere para garantizar el orden, pero no más allá de eso. Una cosa es mantener el orden y otra coaccionar a los individuos declarando de "interés común" cualquier cosa. Esto permite que los grupos organizados controlen el poder.
Los acuerdos de la mayoría no son necesariamente justos. No cualquier deseo es justo. La civilización surge de limitar los deseos,


6.2 Poder ilimitado: el defecto fatal de la actual forma de democracia


- Sir Edward Coke, el primer gran jurista británico, advirtió al Parlamento

Que dejase que todas las causas sean medidas por la vara dorada y absoluta de las leyes y no por la incierta y torcida cuerda de lo discrecional

Esto inició una larga controversia en la que los principios de limitación por ley del poder del Rey fue abonando el terreno para la consolidación de las libertades en suelo inglés: abolición de los tribunales privilegiados, la independencia de los jueces, la lucha contra la arbitrariedad-tanto del Gobierno como del Parlamento- basada en que solo el legítimas la actuación si está conforme a los principios generales del derecho preexistentes, inexistencia de castigo sin una ley previa que lo establezca, la ley no puede tener efectos retroactivos, en fin:

Que la idea rectora fue que la ley debía reinar o, como expresaba uno de los folletos polémicos del período, lex rex

- Dos elementos básicos para salvaguardas los derechos fueron la idea de una constitución escrita y el principio de separación de poderes.

La Declaración del Parlamento reunido en Westminster, en enero de 1660 indica que:

“Formalmente se declara que de ahora en adelante todas las actuaciones referentes a la vida, libertades y bienes de cuantos integran el pueblo libre de esta comunidad deben ser acordes  con las leyes de la nación, y que el Parlamento no se entrometerá en la administración ordinaria o parte ejecutiva de la ley, siendo misión principal del actual Parlamento, como lo ha sido de todos los anteriores, proveer a la libertad del pueblo contra la arbitrariedad del gobierno”

Esta declaración y otras de similar contenido tuvieron una enorme influencia en el siglo siguiente tanto en América como en el continente, ya que  aportaron conceptos esenciales de los conflictos que advendrían, centrados en la discusión de los límites del gobierno.

Hayek señala a John Locke como el teórico principal de este período de formación del pensamiento liberal.

La libertad de los gobernados radica en la posesión de una norma permanente que el poder legislativo proclame para ser acatada por las gentes y sea común a todos y cada uno de los miembros de dicha sociedad; radica en una libertad para seguir mi propia voluntad en todo, siempre que la norma no lo prohíba; radica en no estar sujeto a la inconstante, desconocida y arbitraria voluntad de otro ser humano
(Locke, Segundo tratado sobre el gobierno)

Y enumera Locke las condiciones para garantizar esta libertad: la obligación de la autoridad legislativa o suprema de gobernar mediante leyes permanentes, estables, promulgadas y conocidas por el pueblo y no a través de decretos extemporáneos; mediante jueces imparciales que decidan las controversias dentro de esas leyes; la fuerza coactiva del Estado debe utilizarse para asegurar el recto cumplimiento de tales leyes; la propia Asamblea legislativa no es absoluta y arbitraria y en suma,

(La razón por la que) Los hombres eligen y autorizan una legislatura  , es que tiene que haber leyes y reglas que sirvan de guarda y frontera de las pertenencias de todos los miembros de la sociedad, a fin de limitar el poder y moderar el dominio de cada parte y miembro de dicha sociedad”
(Locke, Segundo tratado sobre el gobierno)


- Durante la primera parte del siglo XVIII estos principios comenzaron a ponerse en práctica : el principio de que no puede haber castigo sin ley, el de que los jueces deben ceñirse a leyes generales y no a la conveniencia particular del gobierno. Pero, hasta cierto punto, la implementación concreta de los principios enunciados por Locke fue desdibujando su sentido: no hubo real separación de poderes y el Parlamento demandó un poder ilimitado, con lo cual contradijo los principios enunciados. 
Durante dos siglos el gran objetivo del gobierno constitucional fue limitar los poderes del gobierno: separación de poderes, soberanía del derecho, sometimiento a la Ley, distinción entre derecho publico y privado.
La coacción solo se justificaba en nombre del interés general solo según normas aplicables a todos.

- Estos grandes principios liberales pasaron a segundo plano cuando se pensó que el control democrático del gobierno hacía superfluo cualquier otro baluarte contra el uso arbitrario del poder.
Con la victoria aparente del ideal democrático el poder de dictar leyes y el poder gubernativo de dictar directrices se confiaron a las mismas asambleas.
Esto tuvo como efecto de dejar a la autoridad gubernativa en plena facultad para darse leyes que las ayudaran a alcanzar fines particulares y contingentes .
Un parlamento soberano y omnipotente que no se limita a emanar normas generales, significa gobierno arbitrario, que no obedece principios generales, sino que se mantiene distribuyendo favores El resultado de esto fue que no solo el gobierno dejó de estar bajo la ley, sino que el concepto de ley perdió su significado

Cualquier cosa que el "cuerpo legislativo" decidiera tomaba el nombre de "ley", de suerte que ya no se llamaban cuerpos legislativos por que promulgaban leyes
sino que se llamaba "ley" todo lo que emanara de los cuerpos legislativos

El venerable término de "ley" perdió su antiguo significado y se convirtió el término para designar mandatos, directrices, medidas de gobierno, que los  fundadores habrían ligado a la práctica de un gobierno arbitrario.

- Una constitución libre ya no significa libertad para el individuo sino una licencia que se da a la mayoría parlamentaria para que actúe arbitrariamente.
Durante cierto tiempo las tradiciones liberales pusieron un cierto freno a la expansión del poder del gobierno. Las barreras se fueron quebrando por motivos "benévolos": como "discriminar" a favor de los más débiles. Para poner en forma igual a gente muy diferente es necesario tratarlas de manera desigual
La ruptura del principio "igual trato bajo el imperio de la ley" por motivos caritativos abrió las puestas a la arbitrariedad, y para enmascararla se habló de "justicia social".
Conceder gratificaciones a costa de alguien que no puede ser identificado se convirtió en el modo mas fácil para conseguir el apoyo de la mayoría. Un parlamento que hace beneficencia se expone al chantaje: ciertos grupos deben ser favorecidos a costa de otros
Se creyó que el control legislativo del gobierno hacía innecesarias las limitaciones tradicionales al poder.
El principio de la soberanía parlamentaria supone que la Asamblea es la autoridad soberana e ilimitada , que no hay un poder superior, que no hay limites a su poder
El olvido de que solo el consenso pone los limites la soberanía de la Ley se confundió con la soberanía del parlamento
Limitar ese poder fue el gran objetivo de los fundadores, pero el esfuerzo se abandonó cuando erróneamente se pensó que el control democrático constituía suficiente salvaguardia

6.3 Confusión moral y deterioro del lenguaje


- La "batalla cultural" que el socialismo ha ganado modificó el sentido de las palabras como libertad, justicia, democracia o derecho. Los nuevos pensadores ni siquiera tienen idea del significado de los conceptos básicos
Se han apropiado de las palabras. Los "liberales" en EEUU son los enemigos de la libertad. Democracia se asimila a igualitarismo, etc.
Las ideas socialistas han penetrado profundamente en el modo común de pensar
no solo entre los progresistas, sino entre los conservadores. El brillo de las palabras oculta su verdadero significado.
La asamblea democrática omnipotente y omnicompetente, en la que una mayoría
capaz de gobernar sólo puede mantenerse tratando de eliminar todas las fuentes de
descontento para cualquier defensor de esa mayoría, camina inexorablemente
hacia el control de todos los sectores de la vida privada
Hay un exceso de politización. Como todo tiende a transformarse en un problema político - que implica aplicar coacción- una parte cada vez más productiva de la actividad humana se desvía del campo productivo al político. La política rige la economía, rige la cultura, rige las relaciones entre particulares.
Pero la mayoría no debe tener el poder de "modelar" la sociedad. La misión del gobierno es crear un marco de referencia dentro del cual los individuos  puedan perseguir sus propios fines y emplear la coacción para recaudar fondos para los servicios que el mercado no puede ofrecer
Se identifica "Estado" y "Sociedad" . El Estado esta muy lejos de ser la sociedad, compleja y espontánea. Es una de tantas organizaciones pero limitada al aparato de gobierno y que no debe determinar las acciones de los hombres libres: las sociedades se forman espontáneamente los estados se construyen deliberadamente
No existe LA sociedad: cada uno pertenece a múltiples sociedades. Las redes de enlace
se extienden más allá de las fronteras y se puede formar parte de múltiples redes
Cualquiera que sea conciente de la naturaleza compleja de esta red de relaciones que determinan los procesos de la sociedad, debería reconocer también el erróneo
antropomorfismo consisten en concebir una sociedad como "agente", con "voluntad" de hacer algo.
La sociedad no "trata" de manera diversa a las personas. El fin es ofrecer el máximo de oportunidades  a los hombres tales como son, con sus diferencias, sin coacción, tratando a todos con las mismas reglas, dejando que el resultado lo decidan las correcciones del sistema económico que nadie puede prever
El gobierno debe considerar a todos iguales por más desiguales de hecho que sean y debe apoyar o limitar las acciones de todos, igualmente. La única reivindicación es ser protegido de la violencia y obtener una renta mínima en caso de que las
cosas vayan del todo mal.

6.4 La debilidad de una asamblea electiva con poderes ilimitados


Los cuerpos legislativos no se llaman así por que hacen las leyes, sino que las
leyes se llaman así porque emanan de los cuerpos legislativos

- Una democracia no limitada por  las tradiciones de la primacía del derecho -rule of law- conduce a la "democracia totalitaria" o "dictadura plebiscitaria".
El derecho tenía como fin impedir la conducta injusta. La justicia se refería a principios aplicables a todos y se contraponía a las demandas específicas o privilegios de individuos o grupos.
La necesidad de formar mayorías en favor de grupos particulares introdujo la arbitrariedad y parcialidad.
Con la victoria aparente del ideal democrático el poder de dictar leyes y el poder gubernativo de dictar directrices se confiaron a las mismas asambleas.
Esto tuvo como efecto de dejar a la autoridad gubernativa en plena facultad para darse leyes que las ayudaran a alcanzar fines particulares y contingentes
El criterio de Justicia no lo da la fuente de la que brota una decisión. Todo poder supremo debe limitarse a tareas esencialmente negativas -decir NO- mientras que todo el poder positivo debe estar confinado a organismos que deben actuar sometiéndose a unas reglas que no pueden modificar.
La principal amenaza proviene de la "tercera vía",  ni socialista ni capitalista, que hace que los políticos interfieran el orden del mercado para otorgar beneficios a determinados grupos. Una vez que los conceden, todos los grupos presionaran para obtener beneficios. La política entonces domina al sistema económico. Y es dominada, a su vez, por los grupos de interés específico.
La única forma de detener este avance es reconocer que los valores morales básicos,
la libertad individual, aun son creídos por mucha gente. En una sociedad de hombres libres no puede haber ningún principio de comportamiento colectivo que obligue al individuo.

La limitación eficaz del poder es el problema más importante del orden social

El Gobierno es indispensable para la formación de este orden solo en la medida en que tiene que proteger a todos de la coacción y la violencia. Pero apenas obtiene el monopolio  de la violencia, se convierte en la principal amenaza para la libertad individual.

- El gobierno ilimitado es corrompido y débil, sujeto a la presión de grupos organizados
En su poder ilimitado reside su debilidad. Su horror al descontento, fuente de desgaste político, los hace débiles para enfrentar las políticas perversas que proponen los grupos de interés.
El motivo del descrédito de la democracia no es que no sirve a los ciudadanos sino que sirve los intereses de un conglomerado de grupos distintos.
El gobierno ilimitado sirve a intereses que buscan beneficios. Es una democracia "contractual", un “toma y daca” en el que se negocian apoyos a cambio de beneficios.
La omnipotencia otorgada a las asambleas legislativas las expone a una presión irresistible para emplear su propio poder en beneficio de intereses especiales ya que quiere seguir siendo mayoría parlamentaria.
La solución pasa por privar a la mayoría gobernante del poder de conceder favores discriminadores a grupos o personas
Esto se consideró imposible pues parece suponer la existencia de una autoridad situada por encima de los representantes del pueblo, pero justamente una democracia requiere de limitaciones más fuertes, por que es fácil presa de la presión de grupos de interés de los que depende su mayoría.
Fue la superstición constructivista- positivista la que indujo a creer que tenía que haber un único poder supremo e ilimitado, cuando es la autoridad suprema debe su respeto a las normas generales que limitan su poder
- El punto crucial es que votar normas aplicables a todos y votar medidas que afectan directamente solo a algunos son dos cosas radicalmente distintas.
La actual democracia no sirve a la mayoría sino a los diversos intereses de grupos de presión cuyo apoyo al gobierno este debe comprar concediéndole beneficios particulares.

¿caen los costos de una medida sobre los que la votaron? ¿están sometidos a las normas que votan?

Se alcanzan acuerdos que afectan a terceros Se negocian beneficios a otros para garantizar los propios Si un partido quiere el apoyo de la mayoría debe prometer beneficios especiales a grupos sociales cuyos votos pueden inclinar la balanza.
No hay en este proceso idea de justicia y ningún principio El objetivo es el reparto de fondos obtenidos por la fuerza de algún grupo minoritario.
Se inventa una justificación moral a los beneficios concedidos ( protección contra la competencia, recorte de sueldo, etc.) Empiezan a considerarse "justas" ciertas practicas por el hecho de ser habituales. Son "pseudo-morales democráticas".
Esto es lo que hace al desprestigio de la política: la permanente negociación para obtener apoyos, cediendo beneficios que pagan otros.
Esta situación no es atributo de todo gobierno democrático, sino solo el producto de un gobierno ilimitado que depende del apoyo de numerosos grupos.
Los peores defectos del gobierno surgen del carácter ilimitado de su poder
El gobierno se ve obligado a dar beneficios para obtener el apoyo de grupos oscilantes de quienes depende la mayoría. La consecuencia es que todo el aparato de los intereses particulares organizados se convierte en el principal actor de la política,
Los partidos no se unen por principios sino son coaliciones organizadas en las que los grupos organizados pesan mucho mas que las mayorías no organizadas No hay principios comunes sino un programa de unión de intereses mediante un proceso de
contratación.
- Se verifica el crecimiento de un aparato para-gubernamental (sindicatos, cámaras) para canalizar la mayor cantidad de favores del gobierno. Un factor que facilita esta tendencia es su habilidad para organizarse y actuar como grupos de presión organizados.
Los sindicatos tienen poder legal de coacción y logran beneficios y excluyen a otros trabajadores de los mismos Los sindicatos pueden poner al gobierno en la opción de provocar inflación o afrontar la acusación de ser causante del desempleo. De allí se sigue la destrucción del orden del mercado: inflación, controles de precios, exenciones impositivas, subsidios, etc.
La burocracia gubernamental es un formidable grupo organizado, que ejerce fuerte presión a los gobiernos.
Surgen programas incoherentes, contradictorios, producto de las negociaciones internas y nadie conoce exactamente los efectos que tienen esas políticas
Los jefes de partido tienen que conseguir el apoyo de diversos grupos poco interesados en sus propios objetivos.
El gobierno tiene que administrar recursos Su tarea de dar beneficia es distinta a su tarea como legislador. El problema es cuando el gobierno y el parlamento se confunden y las personas que administran los recursos son las mismas que determinan que proporción de esos recursos deben controlar.
Colocar a quien debería definir lo que es justo en una posición en la que solo puede mantenerse si da a quienes los apoyan todo lo que desean significa poner a su disposición todos los recursos de la sociedad para cualquier motivo que considere necesario para mantenerse en el poder.

- El gobierno es "presionable" si tiene el poder de promulgar normas particulares La existencia de intereses comunes no conduce a la formación espontánea de una organización global de tales intereses: los intereses no organizables serán explotados por los intereses organizados
-Primero: Solo los grupos pequeños formaran una organización
-Segundo: las organizaciones de los grandes intereses solo se han formado con ayuda del gobierno
-Tercero: por principio es imposible organizar todos los intereses. Los no organizables (consumidores, contribuyentes, ancianos, mujeres, etc.) están condenados a sufrir el poder se los grupos de interés organizados. 
La única manera de limitar las presiones de grupos particulares es limitando el poder del gobierno.
Ningún sistema en el que quien gestiona el uso de recursos del gobierno no está sujeto a normas inalterables puede evitar que se convierta en instrumento de intereses organizados
La corrupción se convierte  en una característica propia del sistema en el que el apoyo de la mayoría autoriza a tomar medidas especiales para satisfacer quejas particulares.
Un gobierno o legislatura que solo puede tomar medidas generales que no pueden modificar pueden resistirse a la presión  de los intereses particulares, pero uno omnipotente NO.
No hay "pruebas" de que tal política producirá efectos positivos con costos razonables. Mientras sea legítimo que el gobierno emplee la fuerza para redistribuir riqueza no será posible frenar y limitar la apetencia de los grupos que siempre quieren más.


6.5 El acuerdo sobre normas generales y sobre medidas particulares


- En una sociedad libre, el bien general consiste en facilitar la persecución de fines individuales que no se conocen.
No hay una definición clara de "bienestar colectivo" o "bien común", lo que se ha prestado a definir cualquier interés como "interés público"
El bien colectivo no puede ser la suma de los bienes particulares, ya que estos se desconocen.
La principal preocupación del gobierno no debe dirigirse a necesidades particulares conocidas sino a preservar un orden espontáneo que permita a los particulares satisfacer sus necesidades, de una forma que los gobiernos desconocen.
Los objetivos particulares son descocidos y no es interés general que se satisfaga cada deseo particular.
La consecución de objetivos particulares por parte de los individuos lleva muchas veces al fracaso. Sobre el fracaso se construye el conocimiento. No es función del gobierno garantizar el éxito de cada proyecto individual, sino crear las condiciones de máxima facilitación de desarrollo de ese proceso.
No se trata de escoger entre normas que garantizan el éxito y normas que no, por que eso no se puede conocer.
- El problema no es acordar los fines sino en los medios: En la sociedad abierta no habrá armonía sobre la importancia de los fines. Habrá conflicto de intereses.
Lo que hace posible la concordia y la paz es que las personas no tienen que coincidir sobre los fines, sino solo sobre los medios, que sirven a muchos fines distintos.
La única manera de salir del  pequeño grupo y extenderse a una sociedad abierta , o sea crear Civilización, solo es posible por un método de colaboración que no requiere acuerdo sobre fines, sino solo sobre medios.
El acuerdo sobre medios se hizo a pesar de que es impredecible el éxito o fracaso: justamente por eso, por que iguala las oportunidades.
Los medios tratan sobre tipos de situaciones, no sobre obtener resultados específicos.
Es la experiencia, el ensayo y error el que aconseja elegir determinadas normas, no la seguridad de que se obtendrá el objetivo especifico cumpliendo tales o cuales reglas.

- Hay bienes colectivos que requieren una imposición coactiva para obtenerlos. Se crea así un aparato de coacción . El problema es que no puede utilizarse ese aparato para obtener cualquier objetivo.
Intereses colectivos son intereses generales solo si se evalúa que los beneficios que reportará a un grupo especifico se contrapesa con otras ventajas. Si se aspira a que el gobierno satisfaga intereses colectivos no generales surgirá el peligro de poner esto
al servicio de intereses particulares.
Los intereses colectivos no son intereses generales.
El gobierno se ocupa de proveer servicios particulares y a través de ello ganan apoyo electoral:  para los representantes electos, un regalo concreto en mano es mucho más atractivo que cualquier beneficio que puedan procurar a todos sin discriminación.
Proveer bienes colectivos a grupos particulares rara vez redunda en interés general de la sociedad, pero lo que desea la mayoría parlamentaria no es el interés general.
Toda la historia del desarrollo de instituciones es una lucha constante por evitar que grupos particulares abusen del aparato del poder para promover sus propios intereses colectivos. Pero ahora se define como "interés general" cualquier cosa que decida una mayoría formada por una coalición de intereses organizados.

- En una sociedad abierta nadie puede tener un conocimiento de todos los hechos particulares que pueden convertirse en objeto de decisiones de gobierno
Los diversos deseos de los individuos chocaran entre sí: hay que conciliarlos. Solo dejaran sus deseos si llegan a aceptar una normas generales que inspiren las medidas particulares No puede haber "acuerdo" sobre casos particulares. 
Puede haber conflicto entre normas generales y resultados particulares deseados.
Esto se agrava en la acción grupal. Mientras el individuo respeta las normas generales, no hay garantía de que un grupo lo haga.


 6.6 Paz, libertad y justicia: los tres grandes valores negativos

- Hay una esencial ignorancia de los actores sobre la multitud de hechos que determinan el orden. Por eso las principales normas que un gobierno debe exigir son prohibiciones negativas, no recetas positivas : “Lo que NO debe hacerse”.
La concepción de que la autoridad debe obligar a NO realizar ciertas conductas es contraria a la idea de que le corresponde ejercer un poder positivo
El contenido positivo lo generan los individuos en función de su conocimiento particular y sus objetivos.
No solo la paz, la justicia y la libertad son normas negativas, la democracia lo es como norma de procedimiento para evitar la tiranía.
Como la justicia y la libertad, la democracia esta amenazada por lo que quieren darle "contenido positivo".
La aprobación por una mayoría de medidas que sirven a intereses particulares es una farsa. Comprar los votos mediante pactos no tiene nada que ver con el ideal democrático originario.
El error es creer que la mayoría puede hacer todo lo que se le antoje. Esta "libertad del parlamento" es opresión para el pueblo, contraria a la limitación constitucional del gobierno.
La justificación de medidas especiales es en base a la "justicia social" que opera como sostén retórico.
La idea central es que en toda sociedad de hombres libres la coacción solo puede justificarse por una opinión dominante sobre los principios que deben limitar el comportamiento individual. Esto nada tiene que ver con cualquier "voluntad" que
tiende a un objetivo particular

6.7 La separación de los poderes democráticos



- Hubo una pérdida del sentido originario de las asambleas parlamentarias, sustituida por la idea de un poder ilimitado. Una asamblea ilimitada, soberana, derivará progresivamente hacia una constante e ilimitada ampliación de  los poderes. del gobierno

Las instituciones representativas actuales han sido configuradas por las necesidades del gobierno, no de la legislación

- Las asambleas parlamentarias tienen DOS funciones totalmente distintas
-          Aprobación de normas generales de conducta: legislación
-          Administración del gobierno
¿Por que estas funciones residen en el mismo organismo? 
Llamar "ley" tanto a que emane una norma como que autorice medidas particulares confunde el hecho de que de trata de cosas distintas. 
La Administración de gobierno es la actividad central y hace olvidar el papel de crear legislación El gobierno como administrador decide medidas concretas para aplicar recursos a fin de obtener resultados: estas medidas no tienen nada que ver con la justicia, no requieren normas generales de conducta. 
La actividad gubernamental de los cuerpos legislativos hace conformar en la legislatura bloques políticos de mayoría, en apoyo al Gobierno. Pero un cuerpo organizado según líneas partidarias no es adecuado para generar legislación, crear el marco de referencia.
Si ahora llamamos "ley" a la autorización de determinados actos de gobierno , esa "legislación" no tiene ya el sentido originario: significa que la asamblea ejerce el poder ejecutivo sin estar vinculadas por leyes o normas generales que NO puede modificar.
En una sociedad libre  el poder de decisión solo se refiere a unos recursos limitados, destinados a objetivos de gobierno. En una sociedad totalitaria esto se aplica a TODOS los recursos, incluidos los propios ciudadanos.
- En una sociedad libre solo hay poder para utilizar los recursos destinados al uso común, y el ciudadano y su propiedad no están sometidos a órdenes específicas sino a normas de conducta que se aplican a todos por igual.
Los órganos con poderes específicos de gobierno son inadecuados para la función legislativa. Un organismo que se ocupe principalmente de los problemas de gobierno es poco idóneo para desempeñar la función legislativa. Esta doble función afecta la separación de poderes: no se puede gobernar y legislar al mismo tiempo . Si el foco de actuación es dictar normas especificas de gobierno solo estará interesada en normas generales que las sustenten: se incrementa así el poder ilimitado del gobierno.
Control del Gobierno y limitación del poder del mismo son dos cosas diferentes y no pueden convivir en el mismo órgano representativo.
Los límites se establecen en la misma arena en que se combate la lucha que deberían limitar . Las personas que compiten por los votos ofreciendo favores son las misma que deberían limitar el poder del gobierno. 
La idea de que es "ley" todo aquello que decide el llamado poder legislativo se basa en la creencia que los representantes de la mayoría tienen poderes ilimitados. Una decisión por mayoría NO es una Ley. Solo una mayoría que NO puede cambiar las normas generales puede dictar medidas concretas. 
Los organismos representativas están moldeados por las necesidades del gobierno: elección de los miembros, división en partidos, agenda, y actitud mental.

- Los votos se obtienen como premio a haber gestionado un favor, no por la capacidad, honestidad e imparcialidad
- Los diputados no tienen tiempo para estudiar los problemas de la legislación: la función gubernativa esta en conflicto con la producción de leyes generales
- Ocuparse del gobierno más que de la legislación es consecuencia de que los diputados saben que su reelección depende de las acciones realizadas por su partido de gobierno y no de la bondad de las leyes generales promulgadas
- Se centran en los problemas de corto plazo, en dar satisfacción a sus electores, no en los principios. 
Esto lleva a un aumento sostenido de la preponderancia del gobierno en desmedro del derecho. Es pura ilusión esperar de quien debe su propia posición al poder distribuir dones que se ate de manos con normas inflexibles que prohíban los privilegios.
Sobre cuestiones importantes  - aborto, drogas, etc.- los partidos suelen dejar en libertad a sus diputados. Esto muestra  que las líneas partidarias no dividen sobre cuestiones de largo plazo, sino sobre medidas concretas.
La persona dedicada a los problemas de legislación debería ser alguien despreocupado de su reelección, sin lazos partidarios, que se ha ganado respeto y es experto y puede dedicar su tiempo a los problemas de largo plazo.




7. El mito de la Justicia Social


La justicia no es una cualidad predicable de las consecuencias  no intencionadas de un orden espontáneo que no han sido deliberadamente producidas por nadie

- El concepto de justicia social es, quizás, el más exitoso del ultimo siglo. Es ya parte de un arquetipo universal al cual la política, cualquiera sea el partido que la propone, debe tender naturalmente. Toda la gestión pública se valora en términos de si propende o no a una mayor justicia social. Es un valor consensuado: se discute como hacerlo posible, pero no discute el valor en sí mismo. Todos, de izquierda o derecha, invocan que su “programa” hará posible la justicia social, todos compiten por demostrar su adhesión al concepto.

El compromiso con la “justicia social” se ha convertido en el principal desahogo emotivo, en la característica peculiar del hombre bueno, y en el signo reconocido de la posesión de una conciencia moral(…)
De lo que se trata en el caso de la “justicia social” es simplemente de una superstición casi religiosa que se debería abandonar mientras siga sirviendo únicamente para hacer feliz a quien cree en ella, pero que se debe combatir en el momento en que se convierte en pretexto para forzar a los demás. La fe generalizada en la “justicia social” es probablemente en nuestros días la mayor amenaza para la mayor parte de los demás valores de una civilización libre

- El socialismo que clásicamente proponía la socialización de los medios de producción ha ido modificando su discurso: hay que socializarlos para acceder a la justicia social, nos dicen. La versión revolucionaria ha cedido su lugar a una postura socialista pacífica, que basa su programa en mayores impuestos a los “ricos” para “redistribuirlos” entre los pobres, para lograr así la justicia social.
La Iglesia católica y  las protestantes tienen, a su vez, muy instalado el culto de la justicia social- la famosa “doctrina social de la Iglesia”- por medio del cual intentan competir con el socialismo ateo justamente en el terreno de éste.
Tanto desvelo por la justicia social, sin embargo, no se ha traducido en un mejoramiento de las condiciones sociales de la población. Pero eso no minimiza la fuerza del concepto.

Podemos pues decir, llegados a este punto, que la principal diferencia existente entre el orden de la sociedad a que aspiraba el liberalismo clásico y el tipo de sociedad en que ésta se ha transformado es que la sociedad liberal estaba gobernada por principios de justa conducta individual, mientra que la nueva sociedad debe satisfacer las reclamaciones de una “justicia social”, o, en otras palabras, que la primera exigía acciones justas por parte de los individuos mientras que esta última ha colocado cada vez más el deber de justicia en manos de autoridades que tienen el poder de ordenar a la gente lo que tienen que hacer


- La justicia es un atributo de la conducta humana, nos dice Hayek. Solo la conducta humana pude ser calificada de justa o injusta. Una situación, un evento, un hecho no es “justo o injusto”: es bueno o malo. Asignar a “la sociedad” o a determinadas instituciones la calidad de ser justas o no oscurece el concepto de justicia. Si calificamos de injusta una situación se supone que “hay un autor”, con lo cual los eventos no intencionados producidos por un orden espontáneo requieren, en esta lógica,  siempre una supuesta “causa” y un “responsable”. Como no se concibe otra explicación que la intencionalidad humana aun los fenómenos autogenerados, no intencionados, no planeados por nadie son juzgados en términos de su justicia o injusticia.

La naturaleza no puede ser justa o injusta. Nuestro inveterado hábito de interpretar el mundo físico en una perspectiva animista o antropomórfica a menudo nos conduce a tal abuso lingüístico y nos lleva a buscar el agente responsable de cuanto nos afecta, pero, salvo que creamos que alguien pudo y debió organizar las cosas de otra forma, carece de sentido describir una situación fáctica como justa o injusta (…)
Evidentemente, no sólo pueden ser justas o injustas las acciones de personas individuales, sino también las acciones concertadas de muchos individuos o las acciones de organizaciones. El gobierno sería una de esas organizaciones; la sociedad, no.
Son las acciones y no los resultados de esas acciones los que pueden ser juzgados como justos o injustos. Esa valoración solo puede hacerse bajo las normas de “recta conducta” y no en función de los resultados que se obtengan.

Las normas de recta conducta se refieren a las acciones de personas que afectan a otros. En un orden espontáneo, la situación de cada persona es el resultado de acciones de muchas otras y nadie tiene la responsabilidad o la capacidad de garantizar que las acciones independientes de tantas personas producirán tal o cual efecto sobre alguna en concreto.

Es este resultado imprevisible, producto de millones de actuaciones individuales el que- cuando se expresa en pérdidas o dificultades para alguien- genera en forma automática la “búsqueda del responsable”. Pero cuando los resultados son efectos de conductas no deliberadas no se puede calificarlos de justos o injustos, no hay responsables. La justicia de un acto solo puede analizarse en el contexto de las organizaciones deliberadas, no en el de un orden espontáneo.

Veremos que lo que se denomina justicia “social” o “distributiva” carece de hecho de significación en el seno de un orden espontáneo y que tan solo cobra sentido dentro de una organización

 - Las normas de recta conducta no garantizan que todos los miembros de una sociedad estén inmunes a acciones que los pueden perjudicar. Dejar de comprar a alguien lo perjudica, pero prohibirlo sería un contrasentido en un marco de libertad: la libertad es , justamente, permitir tomar decisiones que a algunos benefician y a otros perjudican. Mientas esas decisiones no afecten la esfera privada de otro, no pueden – no deben- prohibirse. Aun si alguien gana y otro pierde, las normas de recta conducta no intentan “compensar” al perdedor: no asignan bienes concretos a personas concretas, sino que proveen el marco general en el que cabe adquirir y utilizar determinados derechos y delimitar las esferas privadas, libres de interferencia de otros.  
Las normas de recta conducta permiten prevenir conflictos y eliminar algunas fuentes de incertidumbre. Nada más. Y nada menos: en vez de un contexto caótico, violento, impredecible, donde opera la ley del más fuerte, un marco compartido de normas de recta conducta posibilita la colaboración y reduce la incertidumbre, aunque no la elimina. No existen paraísos en el mundo real.

Juzgar las acciones por normas, en lugar de por resultados concretos, es el paso decisivo que ha hecho posible que exista la Sociedad Abierta. Es el instrumento con el que la humanidad se ha encontrado para superar la ignorancia de cada persona individual sobre la mayoría de los hechos particulares que determinan el orden concreto de una Gran Sociedad

7.1 La búsqueda de la Justicia


- Las reglas de comportamiento justo no pueden modificar el hecho de que la baja productividad lleve a salarios bajos.
La justicia solo puede referirse a salarios o precios que surgen de un mercado libre, sin fraude o violencia. "Justo" es el resultado de una transacción justa, aunque a
algunos les signifique salarios bajos. La "legislación social"  referida a servicios que el gobierno da a minorías desfavorecidas puede hacerse con acuerdo de la comunidad y no significa que el ciudadano sea objeto de la administración publica. La diferencia es fundamental.
Cuando el fin de la legislación consiste en asegurar salarios mas elevados, o rentas mejores a agricultores o mejores viviendas para los obrero, se trata de un fin
que no es posible alcanzar respetando las normas generales de conducta.
Tales intentos han llevado a destruir el atributo propio de las normas generales, la igualdad de los ciudadanos ante las mismas normas de derecho.
Una sociedad no progresa porque el gobierno le imprima nuevas ideas, sino por el hecho de que nuevos modos y métodos se someten continuamente a prueba y error. Son las condiciones generales favorables las que hacen que personas desconocidas produzcan aquellas mejoras que ninguna autoridad suprema seria capaz de aportar deliberadamente.
Fue el descubrimiento de que jugar ajustándose a unas reglas generales aumentaba las oportunidades de todos, aun a riesgo de los resultados de unos pudieran ser peores de lo que hubieran sido de otro modo, es lo que llevó al liberalismo a aspirar a una completa eliminación de todo poder de determinación de las  rentas relativas ganadas en el mercado.
No hay justificación moral al uso de la fuerza del gobierno para determinar las rentas relativas de los distintos individuos Nada tiene que ver la justicia en la fijación de lo que una persona tiene que recibir por los servicios que aporta.

7.2 El concepto de “justicia social”


- Hayek comienza a desarrollar el tema de la justicia social con la siguiente cita de Emanuel Kant:

“ El bienestar no tiene principio alguno, ni para quien lo recibe , ni para quien lo distribuye (uno lo situaría aquí y otro en otra parte) , porque depende del contenido material de la voluntad, que a su vez depende de circunstancias particulares, y por lo tanto es incapaz de reglas generales”

La justicia social o distributiva se caracterizó como un atributo que debían tener las “acciones” de la sociedad- como si tal cosa ocurriera-. Sabemos que la sociedad “no actúa”, no es un actor consciente, con voluntad propia, que toma decisiones.

Como hace generalmente el pensamiento primitivo cuando observa por primera vez algunos procesos regulares, los resultados del orden espontáneo de mercado han sido interpretados como si estuvieran dirigidos por una mente racional, o como si los beneficios o daños que las distintas personas recibían de ese orden estuvieran determinados por actos de voluntad y pudieran por tanto, ser guiados por reglas morales. Esta concepción de la justicia “social” es, pues, una consecuencia directa de aquel antropomorfismo o personificación con el que el pensamiento primitivo trata de explicar todos los proceso de auto-ordenación. Demuestra nuestra inmadurez el hecho de que aun no hayamos abandonado estos conceptos primitivos, y se exija aún de un proceso impersonal que produce una satisfacción de los deseos humanos mayor que la que pueda obtenerse de cualquier ordenación deliberada que se conforme a principios morales que los hombres han desarrollado como guía de sus acciones individuales

La pretensión de valorar de acuerdo a normas de recta conducta individual los resultados de un proceso no deliberado fue el origen del malentendido, en el cual John Stuart Mill tuvo activa participación, a mediados del siglo XIX, quien identifico la justicia “social y distributiva” como pertenecientes a un mismo concepto: la idea de que es injusto que alguien reciba más o reciba menos de los méritos que tiene: “Este es el más alto grado abstracto de justicia social y distributiva, hacia el cual deberían hacerse converger lo más posible todas las instituciones y los esfuerzos de todos los ciudadanos virtuosos”.

La crítica de Hayek a estos conceptos se sintetizan en los siguientes puntos
- Mill confunde la aplicación de normas de recta conducta, que solo pueden hacerse a individuos actuando, con la posibilidad de exigir “justicia social” a la sociedad- como si fuera un actor voluntario- aplicada a efectos no deliberados del orden espontáneo.
-          Mill pretende que la sociedad se organice y decide que “cuota” del producto social deber repartirse entre los perjudicados, creando las bases de un socialismo basado en un mandato “moral”. Ya no se trata de razones prácticas, sino que se establece un deber moral de redistribuir la riqueza.
-          Pero la generación de riqueza, la asignación de resultados,  es producto de un orden espontaneo que ha demostrado que es el que mejor satisface necesidades humanas. Exigir que este orden se organice en función de un deber moral es, simplemente, condenarlo a la ineficacia.

Aquellas cuotas son el resultado de un proceso cuyo efecto sobre las personas particulares no era buscado ni previsto por nadie cuando las instituciones aparecieron por primera vez, y siguieron existiendo porque se vio que mejoraban para todos, o para la mayoría, las perspectivas de satisfacción de sus propias necesidades. Pretender justicia en un proceso tal es absurdo, y elegir algunas personas de tal sociedad como si tuvieran derecho a una cuota determinada es evidentemente injusto


- La remuneración basada en el valor ofrecido no tiene nada que ver con la “justicia”. Al ser esos resultados impredecibles, no hay criterio previo que determina la “justicia” de la remuneración. Un Estado que recompensa según criterios de “justicia distributiva” instala un sistema en el que lo que importa no sea el valor, sino la adaptación  a la exigencia de la autoridad. Un Estado en que se decida recompensar por el mérito y no por el valor, es un Estado en el que todas las actividades terminarán recompensadas por ese criterio, “una sociedad en la cual la autoridad decidiría lo que el individuo ha de hacer y cómo ha de hacerlo”.
Una extensión de la “justicia distributiva” es el aplicar criterios de recompensa no individuales, sino colectivos, por el mero- y fortuito- hecho de pertenecer a determinada etnia minoritaria, o género o preferencia sexual. Las “cuotas raciales”- garantizar que, por ejemplo, los afrobrasileños tengan acceso a la Universidad en la misma proporción que tienen en la población total del país, o que las mujeres tengan determinada cuota en las listas de legisladores; o que “los pobres” por el mero hecho de serlo tengan alguna determinada “discriminación positiva” son todos ejemplos de que cuando los criterios de valor se reemplazan por los de merito y “justicia distributiva” no hay límites para la discrecionalidad de la autoridad.

- Atreverse a someter a un análisis racional una creencia casi universal es el pecado del liberalismo, el que la vale la condena de falto de humanitarismo, de una especie de conspiración contra la humanidad.
El culto a la justicia social, su condición de deber moral, el desconocimiento de que su entronización afecta seriamente los valores fundamentales del orden de la libertad, impulsa a la gente a ceder poder al gobierno, a quien se le encarga la misión de traer la justicia social a un sistema percibido como injusto. Se cometen así irremediables errores que no solo afectan la posibilidad de combatir la pobreza sino que amenazan con destruir el único sistema conocido que la puede erradicar.

7.3 Los efectos de la demanda de justicia social


- El concepto de justicia social no se puede aplicar a los resultados de un proceso espontáneo. Es que la justicia social, en la práctica, consiste en un sistema de remuneración absolutamente contradictorio con el que surge como resultado de los procesos de mercado. Se basa en el supuesto de que las personas deben ser remuneradas según un criterio externo al orden del mercado, basado en la valoración de resultados y necesidades de individuos y grupos por parte de la autoridad gubernativa. Como los resultados son más bien escasos, los gobiernos se empeñan aun más en “ampliar” la cobertura de la justicia social y se entra en un bucle de realimentación que conduce  a un incremento imparable del tamaño y las misiones del sector público.

Cuanto más los que gobiernan tratan de realizar modelos predeterminados de distribución auspiciable, tanto más tienen que someter a su propio control la posición de los individuos y los grupos. Mientras el mito de la “justicia social” gobierne la acción política, este proceso deberá conducir progresivamente a un sistema totalitario

¿Cómo sostener que semejante valor universal, la justicia social, es un concepto vacío y sin sentido? ¿Acaso el que sostiene esto no tiene la sensibilidad de percibir como sufren los buenos y como triunfan los malos?
Lo cierto es que esos sentimientos también se despiertan ante eventos imprevisibles, no causados por una voluntad humana, sino como resultado de circunstancias inmanejables: familias abatidas por la mala suerte, individuos trabajadores que no logran sus metas. Nadie es “culpable” de esos resultados y sin embargo se los consideran “injustos”, como si fueran resultados buscados por personas o grupos cuyo único designio es causar el mal.
En relación a los resultados en el mercado tampoco se pueden señalar “culpables”, pero el reclamo de justicia crece allí constantemente: se transforma a la “sociedad” en un agente maligno que busca la infelicidad de personas y grupos, se reclama una  “sociedad más  justa”, como si fuera posible lograr algo así. Nadie puede identificar la “causa” del mal, pero todos exigen reparación a la “sociedad”.
En el sistema de mercado...

No hay ninguna voluntad que pueda determinar los ingresos relativos de las distintas personas, o evitar el hecho de que dependan en parte de la casualidad.

- Pero donde sí cabe hablar de justicia social es en una economía administrada, sujeta a “mandatos” de la autoridad. En un orden diseñado, con fines conocidos, a cargo de una administración sus miembros pueden exigir un cambio en las reglas o una mejora en las condiciones de trabajo por el hecho de que hay un responsable final de los resultados. Solo en una economía dirigida cabría la existencia de una demanda de justicia social. No se conocen, sin embargo experiencias exitosas en ese sentido: en esos sistemas la represión de “conductas desviadas” está garantizada por un formidable aparato policial de detección y ahogo de cualquier atisbo de reclamo.

En un proceso de mercado, impersonal, los resultados no son justos ni injustos. Lo único que cabe juzgar en esos términos son las conductas de las personas implicadas en esos procesos no intencionales, produzcan resultados justos o injustos.

El hecho es simplemente que se consiente tener, y se está de acuerdo, normas uniformes para un procedimiento que ha mejorado ampliamente las posibilidades de todos de mejorar sus propios deseos, pero al precio de que todos los individuos y grupos corran el riesgo de un fracaso inmediato. Con la aceptación de este procedimiento, la recompensa de los distintos individuos y grupos carece de todo control deliberado . Sin embargo ese es el único procedimiento hasta ahora descubierto en el que la información ampliamente dispersa entre millones de hombres puede ser efectivamente utilizada en beneficio de todos y para garantizar a todos la libertad individual, por sí misma aplicable por razones éticas. Es un procedimiento que, obviamente, nunca fue deliberadamente “proyectado”, pero que se aprendió a perfeccionar  gradualmente tras haber descubierto cómo aumentaba la eficacia de los individuos en aquellos grupos que lo habían desarrollado (DLL)

- Este “juego” tiene reglas- y los que las cumplen tienen una “conducta justa”, pero también hay jugadores tramposos- y hay ganadores y perdedores. Como en todo juego, sería absurdo que los resultados se distribuyan con criterios de justicia.
Los resultados no dependen, por lo tanto, de los méritos que se hayan hecho, o de las necesidades y deseos de los jugadores. Lo que cuesta comprender desde el “sentido común” es que no es cierto que los meritorios siempre ganan, que los esforzados serán recompensados, que hay un “justicia” que tarde o temprano premia la bondad. La remuneración se basa en la posibilidad de que el servicio entregado tenga valor para los que lo compran, “valor que con frecuencia no tendrá para sus semejantes relación alguna con sus propios méritos o necesidades individuales”.
La remuneración- medida por ejemplo en el precio de venta que consigue o en el salario que puede lograr- no es un “premio” al esfuerzo sino una señal que indica por donde hay que seguir. Esa señal no remunera a las personas por lo que han hecho, sino por lo que deberían hacer.
El equívoco de esperar “justicia” de un proceso impersonal se basa en la idea de “distribución”: alguien, una autoridad es la encargada de administrar las recompensas. Esa autoridad, en un orden de mercado simplemente no existe, es un mito, una pretensión de encontrar protección para los que pierden en el juego impersonal del mercado.

7.4 El precio “justo”


- Una cosa es la esperanza, la creencia que un comportamiento meritorio y esforzado tendrá a la larga una recompensa y otra la realidad del proceso de mercado.

Se ha argumentado de manera convincente que la gente tolera fuertes desigualdades en las posiciones materiales sólo si está convencida de que los distintos individuos obtienen  en conjunto lo que merecen, y que de hecho apoya el orden de mercado porque (y en la medida en que) considera que las diferencias de remuneración corresponde aproximadamente al mérito. (DLL)

Las cosas no fueron así. Fueron centenares de años los que pasaron antes que la libertad de mercado – ahogada por el deseo del rey de limitarla, acotarla, desdibujarla, anularla- pudiera al fin caminar sobre sus propios pies. Durante cientos de años se intentó determinar qué es un  precio justo, pero finalmente esa pretensión fue abandonada.
Fueron los escolásticos españoles los que le dieron la estocada final al concepto de justicia de precios. Esta es una historia casi desconocida, poco mencionada en las facultades de economía. Juan de Mariana, Luis Molina, Juan de Salas y otros escolásticos definieron la imposibilidad de encontrar un “precio justo”.

Estos escolásticos enseñaron más bien que los precios fijados por una conducta justa de las partes del mercado, por ejemplo los precios competitivos alcanzados sin fraude, monopolio o violencia, eran lo que la justicia exigía. De esta tradición sacaron John Locke y sus contemporáneos el concepto liberal clásico de justicia, según el cual, como justamente se ha dicho , era sólo “el modo de funcionar de la competencia, no el resultado”, lo que era justo o injusto.(DLL)

Este trasfondo jesuita en el nacimiento del capitalismo cuestiona la habitual correspondencia que desde Weber relaciona protestantismo con capitalismo.

- La justificación “moral” (el mercado recompensa a los que se esfuerzan) ha tenido mucho éxito, especialmente entre los empresarios exitosos, una justificación especialmente desarrollada por el calvinismo. Es cierto que es una gran motivación creer en esta “justicia del mercado”, pero- insiste Hayek- el hecho de que esta teoría sea útil psicológicamente para los emprendedores, no indica que sea cierta. Lo cierto es que un orden impersonal, asentado en habilidades pero también en el azar no siempre recompensa a los que se esfuerzan.

Esta tesis nada bueno promete al futuro del orden de mercado, ya que parece que ésta se ha convertido en la única defensa que el público percibe. El hecho de que se haya convertido en gran medida en la base de la autoestima del hombre de negocios da con frecuencia a este un aire de rectitud que ciertamente no le hace popular .
Es, pues, un verdadero dilema decidir hasta qué punto se debe alentar en los jóvenes la idea de que cuando se esfuerzan realmente triunfan, o si no convendría más bien insistir en el hecho de que inevitablemente algunos que escasamente lo merecen tendrán éxito, mientras que otros que lo merecerían con más razón no lo tendrán. (DLL)

Esta teoría puede parecer una provocación a aquellos que aun esforzándose, siendo honestos y hábiles, fracasan.
La inútil búsqueda medieval de un precio justo se abandonó cuando – merced a la influencia de los escolásticos- se llegó a la conclusión que el único precio “natural” es el que surge en un mercado competitivo, sin ser producto de una decisión de una autoridad, sino un producto de muchas circunstancias que solo Dios podría prever. 
Pero esa búsqueda, ya casi olvidada, ha renacido en tiempos modernos. A finales del siglo XIX surgió una demanda en el sentido de que los sectores más privilegiados de la sociedad debían mostrar interés por la suerte de los desposeídos, como deber moral. Pero paulatinamente comenzó a pensarse que en  realidad la sociedad- como si fuera una voluntad única, una persona- debía hacerse cargo de las “víctimas de su proceder”. Los pobres eran resultado de la maldad, la injusticia de una sociedad que debía enmendar su error, y la “sociedad” debía responsabilizarse por eso.
Se pasó entonces a considerar que la justicia social era un deber y que el gobierno era el agente encargado de equilibrar el sistema social, obligando a los afortunados a financiar de algún modo a los menos afortunados. Ya no se trataba de una decision individual basada en razones morales, sino de una politica “social”, basada en razones de estricta justicia.
La política social supone que un agente- el Gobierno- decide qué, cuanto y a quienes favorecer y a quienes y por cuanto, perjudicar. Ese agente, supuestamente, “sabe” quien y cuanto merece recibir para cumplir con el imperativo de la justicia social.
- La palabra “social” se impone como un adjetivo que se agrega a todo: economía social, compromiso social, política social, sensibilidad social,  arte social, etc. A modo de una contraseña, cualquier invocación a lo “social” transforma a una persona en algo así como un ser comprometido, solidario, una buena persona. No es casual que periodistas, escritores y políticos emprendieran una carrera para mostrarse como “seres sociales”, ya que el rédito de enarbolar esa bandera compensaba cualquier esfuerzo. La demagogia hizo su entrada triunfal, luego de casi un siglo liberal.

7.5 Justicia social e Igualdad


- La función que espontáneamente, en un orden de mercado, tienen las rentas obtenidas es señalar qué conviene hacer y que conviene dejar de hacer. Son una guía de acción, que orienta a los actores a invertir o esforzarse en determinada dirección. Nada tiene que ver la renta con la recompensa por el esfuerzo realizado.
Pero la imposición de un criterio moral, de justicia “social” trastoca esa función. Ahora, pareciera que tener “demasiadas” rentas, obtener éxito satisfaciendo adecuadamente ciertas necesidades de los compradores debe justificarse de algún modo, para no ser “inmoral”. Los resultados impersonales, debido a la combinación específica de habilidades, esfuerzo y suerte pasan ahora por el tamiz de los criterios de justicia social.

La demanda dominante de igualdad material probablemente se basa a menudo en la creencia de que las desigualdades existentes dependen de la decisión de alguien; una creencia que sería totalmente errónea en un orden de mercado puro y que tiene una igualmente una validez mínima incluso en una economía “mixta” altamente intervencionista como la que actualmente existe en la mayoría de los países

- La exigencia de justicia social habilita al Gobierno a tomar decisiones concretas- no meramente normas abstractas y generales- decisiones que entran en colisión con las normas generales de conducta: para asegurar la igualdad el Gobierno tiene que tratar de forma desigual a gente muy distinta, en su afán de compensar las diferencias de inteligencia, actitud, origen familiar, etc.
Cuando la gente observa que no es el valor de lo que aporta, sino la “recompensa” que recibe por parte de los sociedad lo que afecta su condición económica, deja de funcionar el mecanismo de señales que las rentas tiene en un orden de mercado, por lo cual son sustituidas por mandatos de la autoridad.

Como se va revelando claramente en campos cada vez más amplios de la política asistencial, una autoridad encargada de alcanzar resultados particulares debe tener poderes esencialmente arbitrarios, a fin de que los individuos obtengan lo que parece necesario para alcanzar el resultado exigido. La igualdad total para los más sólo puede significar la igual sumisión de las grandes masas al mando de una elite que controla sus asuntos. Mientras que una igualdad de derechos bajo un gobierno limitado es ciertamente posible, y es también una condición d ela libertad individual, la pretensión de una igualdad material sólo puede satisfacerla un gobierno con poderes totalitarios

Una vez comenzado este camino de igualación material, se traspasan todos los límites. Un gobierno guiado por la “justicia social”, por ejemplo, debe garantizar la “igualdad de oportunidades”. Pero estas van mucho más allá de unos servicios educativos públicos. Pronto se verá que el gobierno debe garantizar la igualación controlando el ambiente físico y social, buscando que los “privilegiados”- los que tienen una familia que transmite valores culturales y bienes materiales, acceso a una educación de excelencia, etc. – compensen sus ventajas de partida, a fin de “igualarlos” con otros.

El proceso debería seguir hasta que el gobierno llegue a controlar literalmente toda situación que pueda influir sobre el bienestar de cualquier persona (…) se convierte así en un ideal totalmente ilusorio, y todo intento de realizarlo concretamente podría convertirse en una pesadilla

- En este contexto la idea de que los hombres deben ser recompensado por los méritos implica que la “autoridad” distribuye las recompensas y asigna las funciones que deben cumplir los individuos. En vez de someterse a las normas generales de recta conducta, las personas obedecen ordenes de la autoridad. La sociedad se convierte en una organización. La gente ya no actúa en función de sus propios planes, aprovechando su conocimiento particular, sino obedeciendo órdenes para fines que la autoridad elige. Los resultados se observan a simple vista: las sociedades transformadas en organizaciones limitan severamente la posibilidad de innovación- que es efecto de la libertad- y la condición material y espiritual de los súbditos retrocede implacablemente.












QUINTA PARTE-  LA AGENDA LIBERAL: DIAGNÓSTICOS Y PROPUESTAS



 

Estoy convencido de que la tarea fundamental del economista teórico
o del filósofo político debe influir en la opinión pública para
convertir en políticamente posible lo que hoy puede ser políticamente
imposible, y que, consecuentemente, la objeción de que mis
propuestas son actualmente inviables no me impide en lo más
mínimo desarrollarlas




8. El rol del Estado



- Hayek era muy consciente de la dificultad del economista para influir en las decisiones políticas:

Aunque el economista se crea poseedor de la verdad absoluta- tendencia que se desvanece con la edad- , no puede estar seguro de que tal verdad se pondrá en práctica . Y ni siquiera puede estar seguro de que sus propias actividades no producirán resultados opuestos a los que buscaba, debido a los malos manejos de otra personas (Ser economista, 1944)


La política está en manos de legos. Y, para peor, un gobierno “ de expertos” suele caer en un despotismo ilustrado que es aun peor que un gobierno de mediocres.
Para que una nueva idea económica se imponga hace falta mucho tiempo, una generación al menos.

La labor  del economista consiste en descubrir las incompatibilidades de los pensamientos antes que choquen las cosas, y el resultado es que siempre le corresponderá la ingrata tarea de señalar los costes

Por lo tanto desaconseja Hayek que el economista intente hacer carrera en la política: no es ese su rol, sino el de señalar los costos, proponer opciones en la esperanza que algún día sus señalamientos sean tenidos en cuenta por los políticos.
No se queda, por lo tanto, en la formulación teórica, en el diagnóstico, sino que avanza en propuestas, aunque supiera que poco eco tendrían en el corto plazo. Veremos aquí algunas de las propuestas, las soluciones liberales que propone Hayek


8.1 Delimitación de la esfera estatal


- Lejos de propugnar la idea de un “Estado mínimo” reducido solo a sus funciones de Seguridad y Justicia, Hayek afirma que una sociedad de alta complejidad requiere otras funciones para el Estado que el mercado no puede ofrecer. Para ello se necesita un aparato administrativo, el cual , a su vez requiere recaudar impuestos para financiar su actividad.
A diferencia de otras corrientes liberales como el anarcocapitalismo que pretende la supresión incluso de las funciones clásicas del Estado, Hayek defiende la idea de que hay servicios imprescindibles que el mercado no provee y que una organización específica, el Estado, tiene que gestionar.


La libertad en el ámbito mercantil ha significado libertad amparada por la ley, pero no que los poderes públicos se abstengan de actuar. (…) Los escritores en cuestión (Adam Smith, John Stuart Mill) no pretendieron que los poderes públicos hubieran de desentenderse totalmente de los asuntos económicos; afirmaron que existen actuaciones estatales que por principio han de prohibirse, no pudiendo ser justificadas por razones de conveniencia(CL)

La función del Estado como árbitro general, que cuida que no se vulneren derechos no implica que éste pueda desarrollar acciones incompatibles con el funcionamiento del mercado.
Hay , entonces, medidas del Estado compatibles con el libre mercado y medidas que limitan, condicionan o afectan gravemente al mercado.

- Para delimitar la acción estatal es necesario diferenciar entre las funciones de tipo coactivo y las actividades de servicio a cargo del Estado. El éstas el Estado debe resignar el uso de la fuerza, es decir las funciones que requieren coacción de su parte y operar como un actor más del sistema, sin particulares privilegios. Si se arroga el monopolio de estos servicios mediante el uso de la fuerza, avanza en forma indebida sobre la libertad. Estas funciones se limitan a asegurar la coordinación e información pública en temas monetarios, pesas y medidas, catastro, estadísticas públicas, registros de propiedad, etc.

Todas esas actividades de los poderes públicos forman parte de su esfuerzo para facilitar un marco favorable a las decisiones individuales,  puesto que proporcionan medios que los particulares pueden utilizar para sus propios propósitos.

Otras actividades (sanidad, obra pública, etc.) - cuya realización el sector privado no asume por no generar beneficios que justifiquen la inversión de recursos- pueden ser asumidas por el Estado, pero

Ello no implica que deba asumir la responsabilidad exclusiva. En la mayoría de los casos es completamente innecesario que los gobernantes se arroguen la efectiva administración de tales actividades. Dichos servicios, por lo general, quedarán mejor atendidos si los poderes públicos se limitan a sostener total o parcialmente su coste encomendando su gestión a entidades privadas que hasta cierto punto compitan entre sí.(CL)

La gestión pública, es casi obvio, deja mucho de desear en términos de eficiencia: burocracia, lentitud, focos de corrupción, mala atención son todos defectos muy evidentes de la gestión pública. Si a esto se suma que el Estado pretenda utilizar sus poderes coactivos y fiscales para ayudar a las empresas públicas, la estatización se convierte en un monopolio. Lo que Hayek cuestiona no es que haya servicios a cargo del Estado, sino que estos se transformen en monopolios públicos. La única posibilidad es reducir al mínimo el área de gestión pública de modo que no afecte la libertad de mercado.
Las regulaciones implican un carácter coactivo. Son necesarias pero tienen implícito el peligro de impedir la experimentación, encarecer el costo de producción y de inhibir incluso el desarrollo de ciertas actividades. Deben basarse en reglas generales ,no en decisiones particulares y arbitrarias. La normas tienen que ser públicas, conocidas y nada debe estar sujeto a un poder discrecional del funcionario.

- Otra serie de medidas de gobierno deben estar excluidas por razones de principio. Las medidas de control, de habilitación y licencia, los controles de cantidad o precio producido, y muchas más caen en esta categoría. Se afecta con ellas la disponibilidad de recursos, el tráfico, la comunicación, la información que debe fluir libremente para que los actores del mercado puedan tomar las mejores decisiones.

Existen numerosas razones para afirmar que la intervención estatal de los precios es inconciliable con el funcionamiento del sistema de libertad, tanto si aquellos son realmente fijados por el poder público como si resultan de reglas preestablecidas. (…) Una consideración más importante es que, con precios distintos de los que se formarían en un mercado libre, la demanda y la oferta no son iguales, y si el control de precios ha de ser efectivo, tiene que hallarse algún método para decidir a quién se le permite comprar o vender. El método en cuestión  necesariamente habrá de servirse de la discrecionalidad y consistirá en decisiones ad hoc que discriminarán entre personas, apoyándose en fundamentos esencialmente arbitrarios.  (…) Dichas facultades implican permitir al gobernante que decida por sí y ante sí qué deba producirse, por quién y para quién(CL)

La libertad de contratación es otra de las expresiones del libre mercado que no debe ser afectadas por la intervención estatal. Su sustento no es la aprobación explicita de la autoridad sino su basamento en normas generales , conocidas, iguales.
En general, el objetivo de la “justicia distributiva” entra en colisión con el imperio de la ley, por lo cual se tiende paulatinamente a limitar la ley, a acotarla en beneficio de la decisión arbitraria de los gobernantes, que no solo señalan quienes deben ser “beneficiados”, sino de que modo, dictando fines y medios que dependen meramente del deseo de los funcionarios. Cuando la “justicia distributiva” se transforma en un fetiche incuestionable , el imperio de la ley peligra.



El Estado Benefactor

- El Estado benefactor es un concepto difuso que, aparentemente, se refiere a cualquier objetivo que un estado se proponga que vaya más allá de sus funciones clásicas de garante de de la ley y el orden. La atención de los indigentes, los vulnerables, las cuestiones de la salud pública y la educación han formado parte del programa del estado liberal clásico. Nunca hubo un Estado mínimo, ni ningún economista liberal propuso esa limitación al Estado.
Es evidente que “existen necesidades comunes que solo pueden satisfacerse mediante la acción colectiva y que , por lo tanto, han de ser atendidas en dicha forma, sin que ello implique restringir la libertad individual”
O sea, Hayek reconoce un ámbito propio de la acción estatal desautorizando así las posturas de “fundamentalismo liberal” que se oponen a cualquier intervención que vaya más allá de la defensa de la ley y el orden.
Pero reconocer ese espacio no significa, obviamente, proponer la extensión del estado providencia. Por el contrario, pronto se descubre que las “inocentes” intervenciones del Estado para lidiar con la extrema pobreza constituyen “una amenaza para la libertad porque realmente son un ejercicio de los poderes coactivos del mismo, y, aunque se presenten como meras actividades de servicio, se apoyan en la exigencia de derechos exclusivos en determinados sectores”
La discusión con el socialismo-que según Hayek fue ganada por el liberalismo, dada la crisis del modelo soviético y su implosión- se transforma ahora en la discusión sobre el Estado Benefactor, que aparece a los ojos de mucha gente bienintencionada como una realización no traumática de los fines del socialismo, una “tercera vía” pacífica y paulatina.
- La dificultad para los defensores de la libertad reside justamente en el carácter difuso del programa del Estado benefactor, su respeto por la democracia, su carácter pacífico, no revolucionario. Pero tras esta apariencia, Hayek descubre en potencia serias amenazas a la sociedad abierta. La discusión se debe realizar con argumentos mucho más sofisticados que la que hubo que hacer con el socialismo colectivista.
Es muy importante distinguir entre la función de Estado en cuanto de garante de la ley y la función de prestación de servicios, y que no se le confiera en este caso la potestad como  cuando administra justicia o la defensa. O sea, el poder arbitral del Estado como organización de mantenimiento del orden espontáneo no puede ser transferido mecánicamente a su función de proveedor de determinados servicios que el mercado no puede o no sabe prestar.
La existencia de un Sector Público que provee servicios crea problemas de regulación. Las "leyes" dictadas con ese fin tienen un carácter muy distinto a las leyes consideradas como "derecho". Son normas de organización.
Si bien el poder coactivo para recaudar impuestos le permite prestar los servicios eso no significa que para la prestación de los servicios debe tener poderes coactivos. La coacción para recaudar impuestos no puede transferirse a la prestación de servicios a la sociedad.
Lo paradójico es que en general el Gobierno no muestra hacia la ley un respeto claro, pero por otro se tiende a exaltar el papel del Estado como proveedor de servicios y obtener así privilegios. Se busca una imagen de  “dignidad” para una función subordinada como lo es la prestación de ciertos servicios.
En muchos casos no es posible  restringir los servicios y  tales servicios solo pueden prestarse a todos. Son los bienes públicos o colectivos cuya provisión no se basa en la venta. Son los Bienes públicos como protección contra la violencia, epidemias o desastres, vías de comunicación, pesos y medidas, catastros, estadísticas,  controles de calidad, etc.
Pero el hecho de que estos servicios deban financiarse con impuestos- porque deben llegar a todos, puedan o no pagarlos-  no indica que deban ser  administrados por el gobierno. Si bien el gobierno tiene el derecho de coacción para obtener los fondos eso no significa que solo él es el encargado de administrarlos.
Es imprescindible pensar que muchos servicios pueden ser mejor provistos por empresas privadas o por organizaciones sin fines de lucro. La privatización de servicios a cargo del Estado es, evidentemente, un método de búsqueda de mayor eficiencia.
Se recurre a un método inferior de gestión – el de la Administración Pública- porque no hay condiciones para que la gestión sea privada. Pero no debería hacerse de la necesidad, virtud. No hay que obstaculizar el funcionamiento del mercado que , por lo general, aporta mayor eficiencia a la gestión.
 No debería haber servicios que por ley sean competencia exclusiva del gobierno. Se pueden así hallar nuevos métodos para hacer vendible un servicio que antes no podía limitarse a quienes afrontaran sus costos y aplicar así la política de mercado donde antes no se podía.
En su función de proveedor, el gobierno no debe gozar de privilegios y debe estar sujeto a las mismas normas generales de conducta y a la competencia como cualquier organización.
El sector publico no debe ser monopolio del gobierno: son servicios que el gobierno debe satisfacer mientras no hay otros sistemas que lo hagan mejor.

- Antes del Estado Benefactor- como monopolio de la provisión de servicios sociales- , muchos de estos servicios eran proporcionados por individuos o grupos dotados de espíritu público (Iglesias, organizaciones comunitarias, fundaciones privadas, etc.)
Habría muchas soluciones basadas en el Sector Independiente, si la costumbre de esperarlo todo del gobierno hace que este se apropie de una actividad y obstaculice la llegada de actores privados. Claro que una tradición que identifica lo privado con el interés egoísta y lo público con el altruismo opera para que el monopolio estatal sea aceptado de buen grado por la población.

El problema es que una vez que se identifica un “fin” el Estado Benefactor considera que todos los medios para alcanzarlo son lícitos, aun los que pongan en riesgo la libertad individual.

Para el reformador impaciente y ambicioso, colmado de indignación ante un mal determinado, nada que no sea su completa eliminación por los medios más directos y rápidos le parece adecuado. (…) Siempre que, en nuestra impaciencia por resolver tales problemas, concedamos al gobierno poderes exclusivos y monopolísticos, descubriremos que no veíamos más allá de nuestras narices. Si el camino más corto para una solución se convierte en el único permisible, despreciando toda experimentación alternativa, y si lo que ahora aparece ser el mejor método de satisfacer una necesidad adquiere categoría de único punto de partida para futuros procesos quizás alcancemos nuestro objetivo más pronto; pero, a la par, probablemente impediremos que surjan soluciones más convenientes

Este proceso, una vez iniciado crece con fuerza y tiende a abarcarlo todo. En vez de confiar en que cada persona se preocupará por competir y mejorar para alcanzar sus fines, el Estado paternalista nos exime de la responsabilidad y decide por nosotros qué cantidad de bienes- sanidad, empleo, vivienda- deben tener las personas o determinados grupos. Se crea así una enfermiza relación entre ciudadano-hijo y Estado-padre que nos desresponsabiliza y educa en la espera del bien que caerá “de arriba”,

Si los poderes públicos que ejercen de modo exclusivo determinadas funciones y profesiones, tales como la medicina, la instrucción pública y los seguros, quedan organizado como jerarquía unitaria burocrática, las decisiones de la gente no responderán a fenómenos competitivos, sino que serán impuestas sin apelación por los jerarcas

La lógica del aparato administrativo es la continua expansión, la idea de control total: no puede dejar librado nada al “azar” del orden espontáneo. Está en su naturaleza transformar la sociedad en una organización burocrática, dirigida por “expertos”, al margen de los fenómenos de competencia, innovación y progreso individual. Una administración a la cual una asamblea legislativa le da cobertura legal, se desentiende de cuestiones “menores”, tales como la libertad y los derechos individuales.

8.2 Áreas de responsabilidad pública




- Asistencia y seguridad social


- Cabe distinguir entre áreas donde la gestión publica resulta imprescindible de áreas en las que puede existir una tendencia estatal a apropiarse de funciones que bien pueden desarrollar empresas privadas u organizaciones de bien público sin fines de lucro.

En una sociedad industrializada resulta obvia la necesidad de una organización asistencial, en interés incluso de aquellas personas que han de ser protegidas contra los actos de desesperación de quienes carecen de lo indispensable(…)
El limitarse a un solo y amplio organismo porque la cobertura inmediata que brinda es muy grande, puede muy bien impedir la evolución de otras organizaciones cuyas eventuales contribuciones a la beneficencia tal vez hubieran sido mayores(CL)

El límite entre una asistencia social que morigere situaciones de desamparo y que es gustosamente financiada con el aporte de la sociedad y un aparato central a cargo del Estado que administre coactivamente la “solidaridad” sin preguntar a nadie y exigiendo aportes obligatorios es una línea muy difícil de trazar. La tendencia, indudable, ha sido en el sentido de centralizar y estatalizar la asistencia social, especialmente bajo el argumento de que así se “redistribuye la renta”.

Es fundamental que conozcamos claramente la línea que distingue una situación en la que la comunidad acepta el deber de prevenir la necesidad y de proveer un nivel mínimo de beneficencia de aquella otra en que asume el poder de determinar la “justa” posición social de cada cual y conceder a cada uno lo que cree que merece. La libertad resulta seriamente dañada cuando se confieren al gobernante poderes exclusivos para prestar ciertos servicios; poderes que, si han de alcanzar los deseados objetivos, forzosamente suponen coactivas imposiciones sobre los individuos arbitrariamente acordadas por la autoridad

Aunque la redistribución de la renta no fue nunca el propósito inicial confesado del aparato de seguridad social, en la actualidad constituye el objetivo real admitido en todas partes. Ningún sistema de seguro obligatorio y monopolístico ha dejado de transformarse en algo completamente distinto; siempre se ha convertido en un mecanismo destinado a la obligatoria redistribución de la renta(…)

- Hayek diferencia entre “seguridad limitada”, o sea la que se intenta brindar a todos, (incluyendo “la seguridad de un mínimo sustento para todos”), sin privilegios, y la “seguridad ilimitada” que pretende garantizar un determinado nivel de vida, “fijado por comparación de los niveles que disfruta una persona con los que disfrutan otras”, o sea la seguridad de garantizar un mínimo de renta y la de garantizar un una renta específica que se estoma, merece determinada persona.
Es clave esta diferencia, ya que la “seguridad ilimitada” es la base que sustenta el proyecto benefactor de usar el poder coactivo del Estado para asegurar una más igual o “más justa” distribución de la riqueza.

Siempre que los poderes coactivos se utilicen para asegurar que determinados individuos obtengan determinados bienes, se requiere cierta clase de discriminación entre los diferentes individuos y su desigual tratamiento, lo que resulta inconciliable con la sociedad libre. De esta manera, toda clase de Estado-providencia que aspira a la “justicia social” se convierte primariamente en un “redistribuidor de rentas”. Tal Estado no tiene más remedio que retroceder hacia el socialismo, adoptando sus métodos coactivos, esencialmente arbitrarios(CL)

En relación a la ayuda social el mecanismo espontáneo de ayuda familiar y comunitaria ha ido debilitándose. Muchas personas están solas, incapacitadas por edad o enfermedad, a merced de las circunstancias. En ese caso, y solo en ese caso, Hayek propone la instauración de una ayuda social. Unos subsidios de subsistencia para asegurar a todos una renta mínima cuando no se puede proveer por si solo es una protección legítima y necesaria.
Pero, por desgracia, el esfuerzo por asegurar un mínimo se ha vinculado con un fin totalmente distinto : se lo hace ahora para asegurar una "justa" distribución de las rentas, lo cual garantiza a unos cierto nivel, pero a costa de empeorar las perspectivas de otros. En vez de garantizar la ayuda simplemente porque es de sentido común que – en ausencia de una ayuda privada-  la sociedad financie a los más desprotegidos, se transforma esta tarea en un “deber moral”, en garantizar la “redistribución de la renta”, afectando de ese modo la libre acción del mercado y dando el mensaje de que “unos tienen poco porque a otros le sobra”.
El tema es cómo la seguridad social no destruya el orden de mercado o afecte los principio de la libertad individual.

- Previsiones para la vejez


La previsión para la vejez es el subsistema de seguridad social que más fondos maneja. Esto implica unos problemas de financiamiento que exceden los de otras áreas de la asistencia social.
La creciente inflación ha hecho que las personas que ahorraban para su vejez hayan sido despojadas- robadas- de sus ahorros. Llegan así a su retiro sin ningún respaldo, en una situación de pobreza que de no haber existido la inflación, no se hubiera producido. Los principales responsables de esta situación son los gobiernos que han generado la inflación por ignorancia o, peor aun, concientes del poder destructivo de la inflación, pero cínicamente convencidos de que es un “mal menor”, que un “poco de inflación no hace mal”.
Ante el hecho consumado de que la moneda se desvaloriza, los gobiernos han formulado planes de jubilación que consisten básicamente en la exacción fiscal a la población actualmente activa, para pagar los gastos de los que entran en la situación pasiva. En vez de garantizar con una política monetaria sana que los ahorros de treinta o cuarenta años de vida laboral puedan ser cosechados en el retiro, la solución usual es, simplemente, quitarles a los que trabajan una parte importante de su ingreso para financiar las jubilaciones. Se pasa así, imperceptiblemente, de una solución individual- en la que cada individuo decide ahorrar para asegurar su vejez-  a un mecanismo de coacción social, en el que un Estado omnipotente le saca por la fuerza a unos para darle a otros.
Pongamos esto en números. Es una situación ideal, supuesta, sin inflación y con las siguientes características:
- una tasa de interés del 5% anual
- 45 años de ahorro
- Ingresos de 10,000 dólares por año
- ahorro de un 10%
En este caso el trabajador, después de 45 años tendría un capital acumulado de casi 100,000 dólares. A su vez este capital sigue produciendo un 5% anual de interés. O sea, suficiente para vivir 10 o 15 años con un ingreso similar al que recibía en su vida activa. Obviamente, alguien con mayor disciplina de ahorro podía obtener una renta mayor.  
¿Es esta la situación actual? Obviamente no. Actualmente el mismo trabajador no ha podido ahorrar nada y recibe del Estado- de la Caja de Jubilaciones- una jubilación mensual que posiblemente sea la tercera parte o menos de lo que cobraba como activo. O sea, el desastre que provoca la inflación es enorme y el paliativo- un Estado voraz que extrae impuestos de los activos y reparte migajas- es de un enorme peso negativo en la economía. Si el salario medio de la economía es de 10000 dólares por año, para pagar una jubilación de 3000/año se necesitan al menos dos activos, al cual le extraen 1,500 dólares por año, un 15% de su ingreso, que el trabajador pierde sin provecho personal. Solo le queda esperar que cuando él llegue a su edad de retiro reciba lo mismo que ahora cede a los actuales jubilados, promesa muchas veces incumplida. El resultado: jubilados magramente remunerados y trabajadores con un 15% menos de ingreso disponible. Con el agravante de que con una población en permanente envejecimiento, cada vez habrá menos activos para financiar a cada vez más jubilados.

El sistema público abandona toda definición actuarial del problema de los retiros: no es el esfuerzo individual de ahorro el que nos garantiza un retiro digno cuando llegue la hora, sino que el Estado asume el compromiso no solo de brindar un “mínimo” , sino de cubrir “adecuadamente” todas las necesidades de los beneficiarios. Esta promesa- de claro contenido político- transforma el sistema en un mar de creciente profundidad: siempre habrá una “necesidad” aun no cubierta, por lo cual lo más fácil es cargar la cuenta impositiva de los que trabajan. Los que trabajan y sufragan el gasto tienden a pensar que en un futuro podrán ampliar aun más las prestaciones y así su situación jubilatoria será aun mejor que las de los actuales retirados. Adelantar la edad de jubilación e incrementar los ingresos son los objetivos que cada generación se plantea: se insinúa así un nuevo conflicto, entre los mayores de cuarenta años deseosos de obtener la máxima renta jubilatoria y los menores de cuarenta, cansados de perder ingresos en aras de financiar a los jubilados.

- Seguro de enfermedad


La necesidad de cubrir las demandas de salud son tan justificables como las referidas a la jubilación, con la diferencia de que cada de demanda de salud es específica para cada individuo, cada “enfermedad” puede requerir diversos costos de tratamiento de acuerdo a su especificidad.

La dialéctica a favor del servicio médico gratuito contiene normalmente dos graves y fundamentales errores. En primer término, se basa en el supuesto de que la necesidad de la asistencia médica puede contratarse de modo objetivo y que puede ser atendida en cada caso prescindiendo de toda consideración económica; y en segundo lugar, que dicha cobertura es, en el aspecto financiero, posible, habida cuenta de que un completo servicio médico se traduce normalmente en una restauración de la eficacia laboral o capacidad productiva de los trabajadores beneficiarios, por lo que es indudable que se autofinancia

Pero el problema es que no hay modo objetivo de determinar cuanta (y a que costo) ayuda médica debe aplicarse a cada paciente: no hay un baremo único para determinar exactamente cuanto cuidado y esfuerzo debe requerirse en cada caso particular. Desde el punto de vista del afectado, todo esfuerzo es poco, todo gasto es obligatorio. Y la medicina, obviamente, no pone límite alguno para hacer lo necesario para restablecer la salud.


La cuestión esencial se centra en el hecho  de si el sujeto afectado es quien debe resolver y si se halla o no capacitado para, mediante un sacrificio adicional, recibir mayor atención o si tal decisión debe ser adoptada en su nombre por un tercero.

Y a nadie le gusta decidir sobre valores inmateriales, nadir quiere decidir sobre la salud y otras necesidades que deben ser cubiertas. No hay posibilidad de establecer un cómputo de prestaciones médicas que sea posible precisar de manera objetiva . En un campo como la medicina en constante progreso resulta imposible “poner límites”. El efecto obtenido es que se provee un servicio “promedio” de calidad deficiente.

Resulta que encarecer los servicios, para que todos obtengan una atención superior a la media, pronto ocasiona el que dicha media sea inferior a la que en otro caso se hubiera conseguido

La medicina socializada, además, transforma al médico, de un profesional independiente cuyo “cliente” es el paciente, en un empleado del Estado, atento a cumplir las directivas de su patrón , independientemente de las necesidades de su paciente, incluyendo al aporte de información personal de éste al controlador estatal.


- Seguro de desempleo


Nuevamente, el área de cobertura del desempleo es objeto de manipulación . Nada más penoso que una persona sin trabajo y que quiera obtenerlo. Pero las causas y tipos de desempleo no pueden tener todas la misma terapéutica.
Hay un desempleo estacional, temporal, previsto en el ciclo anual de determinadas actividades, en espacial en el agro. El hecho es que no se trata de una contingencia imprevisible sino una situación prevista. Lo lógico, en un sistema de libre mercado, es que durante los meses laborales el trabajador obtenga un plus que le servirá para cubrir la inactividad estacional.
Otras actividades que, debido a una acción sindical exitosa, otorgan salarios muy por encima de la media pueden generar situaciones de desempleo: los empresarios simplemente no pueden hacerse cargo de la masa salarial y tienen que despedir personal. Este “logro” sindical se “compensa” haciendo que el Estado garantice por largos períodos una prestación económica a los que la suba de salarios ha despedido de la actividad.
En general, una política económica intervencionista y reglamentada genera situaciones de desempleo que son paliadas por la obligación del Estado de acudir en ayuda de los perjudicados.
El tema debería ser exactamente al revés. El seguro de desempleo no puede ser una solución permanente y no puede competir con los salarios más bajos, ya que de este modo el trabajador preferirá continuar oficialmente desocupado- mientra efectúa trabajos temporarios en negro- a ser contratado por un salario bajo.


- Seguridad nacional


Otra función que aun en un estado mínimo debe cumplir el gobierno se refiere a la  defensa contra agresiones del extranjero.
El problema de esta función es que tiende inevitablemente a la centralización: solo un “estado fuerte” – en recursos y en capacidad de tomar decisiones- puede hacer frente a la amenaza externa. Esto ha significado que el federalismo se ha visto empobrecido, que las autoridades provinciales y locales han visto disminuido su poder. Y justamente en el plano local es donde el Estado puede tomar mejor contacto con las variadas circunstancias de tiempo y lugar. El gobierno local permite, en alguna medida, superar la lejanía de las oficinas centrales que toman decisiones basadas en la ignorancia de los factores locales. En un federalismo renacido, cada ciudad, cada estado federal podría desarrollar incentivos para atraer inversiones y población, lo cual los obligaría a ensayar distintos mecanismos de participación del sector privado en la provisión de servicios, sin tener que pasar por la aprobación parlamentaria de la lejana capital.

- Servicios públicos


Hay dos áreas que el gobierno exige en monopolio: la acuñación de moneda y ciertos servicios públicos. Ambos no se establecieron para dar mejor servicio al publico, sino para aumentar el poder del gobierno.
El servicio prestado en Correos es caro e ineficiente, sujeto a presión sindical y se ha extendido a  Comunicaciones, Energía, etc. Los monopolios en los transportes, las comunicaciones y la energía no solo impiden la competencia, sino que usan tarifas políticas, según supuestos principios de equidad
El monopolio de la emisión monetaria se ha utilizado para el fraude a los ciudadanos.
La solución sería abolirlo y permitir que la gente elija libremente en qué moneda prefiere ahorrar. El pretexto de "proteger" el valor de la moneda es absurdo: el dinero debe ser protegido ante todo de la acción del Estado.
La prerrogativa de acuñar se basó en la facultad de controlar el peso y la calidad de la moneda, pero se abusó impunemente como instrumento de poder y fraude.
El objetivo de "expandir" la emisión para lograr el pleno empleo crea inflación y empeora a la larga el problema del desempleo
Cuando ese monopolio  no esta limitado por mecanismos automáticos como el Patrón oro, se abusa . No podremos tener un dinero honesto mientras otros, además del gobierno, no sean libres de ofrecer otro mejor.

- Información y otros servicios

 

Si bien es bueno que el gobierno se encargue de difundir información (estadísticas, censos, etc.) es muy malo que asuma una posición dominante en la distribución de noticias o el monopolio de la TV.
Existen una serie de servicios como certificación de calidad,  salubridad, habilitación profesional, control de sustancias peligrosas, etc. donde el papel del Estado es indelegable: pero el problema es cuando se intenta usar las regulaciones como mecanismo para regular la oferta.
Muchas de estas funciones deberían pasar a las autoridades regionales o locales. La mayor parte de las funciones de servicio serían mejor desempeñadas y controladas si las autoridades locales compitieran para atraer ciudadanos a sus ciudades.
En suma, no hay aun principios para resolver los conflictos entre principios liberales y necesidades de la gestión gubernamental: es la gran polémica de los tiempos actuales.

- Espacios comunes.

Parques, plazas, actividades recreativas parecen estar fuera de la discusión público-privado: es evidente que el espacio público es responsabilidad de las autoridades, aunque Hayek enfatiza que son las autoridades locales, municipales, más que el Estado nacional el que debería hacerse cargo de mantener y desarrollar esas actividades, debido en especial a la cercanía con los ciudadanos que se benefician con esas instalaciones.



9. La corporación sindical


Los sindicatos constituyen la herramienta más poderosa para “garantizar la Justicia Social”.
El sindicalismo ha pasado de su ilegalidad y marginalidad, en el siglo XIX, a constituirse en una poderosa corporación que goza de poder de coacción imposible de encontrar en cualquier otra organización moderna.
Su inicial lucha por la legalización contó, como es notorio, con el apoyo del liberalismo que lo veía como un caso especial de extensión de la libertad.
Pero esa situación originaria se transformó, en el siglo XX, en todo lo contrario. Los sindicatos no solo son legales, sino que gozan de privilegios incompatibles con la libertad, amparados en el aura de su esforzada lucha inicial. Aun hoy a un liberal le resulta chocante la crítica a los sindicatos, que es percibida como una crítica a “ los trabajadores”.
La lucha inicial, la que despertó el entusiasmo en los amantes de la libertad, se trocó, rápidamente en una lucha por conseguir afiliados. Esa lucha restringe la libertad de cada trabajador de afiliarse o no, voluntariamente, a un sindicato. La “libertad de asociación” se fue transformando en la “obligación de afiliarse”. La principal tarea de los sindicatos no es la defensa de los trabajadores, sino el logro de afiliaciones obligatorias. Más afiliados significa más dinero de cuotas, más poder de negociación, más beneficios para la casta burocrática que dirige los sindicatos.
Este “doble relato” – el esforzado inicio para legalizar los sindicatos y el oscuro propósito de monopolizar la afiliación- oscurece toda consideración racional del “problema sindical”. Cualquier crítico de su enorme poder coactivo debe defenderse de la acusación de ser  “antiobrero”.

El proceso se aceleró, en Inglaterra, con la aprobación en 1906 de Ley de Conflictos Laborales, que eximía a los sindicatos de responsabilidad civil, aun por la comisión faltas graves, lo cual otorgó a los sindicatos unos privilegios que no posee persona u organización  alguna. Este proceso se extendió a EEUU y el resto de Europa en los primeros años del siglo XX.

Aunque los flagrantes abusos de poder por parte de los sindicatos han irritado con frecuencia a la opinión pública en época reciente y aunque el sentimiento pro sindical más bien declina, el público, hasta ahora, no se ha dado cuenta de que la tesis legal vigente es básicamente errónea y que el fundamento entero de nuestra sociedad libre se halla gravemente amenazado por los poderes que los sindicatos se han arrogado (CL)
Los “derechos sindicales” tienen algo de sacrosanto, algo de intocables. El problema no son  solo los “excesos” sino lo que se considera “legítimo” por parte de los sindicatos, el enorme poder de fuego que tienen, independientemente de que no lo usen en forma abusiva.

9.1 La coacción sindical


La verdadera naturaleza de la coacción sindical no es la que ejercen sobre los empresarios, sino sobre los propios trabajadores. El derecho al reclamo y eventualmente a la huelga puede ser admitido en una sociedad libre- aunque supeditado a restricciones, es decir no como derecho inalienable-. Pero el problema, desde el punto de vista de la libertad, es la coacción que los sindicatos ejercen sobre los propios trabajadores para lograr una afiliación compulsiva.
Con sindicatos poderosos, con todos los trabajadores ya sindicalizados, la negociación con los empresarios se convierte en una verdadera extorsión. Pero la verdadera – y oculta- lucha es entre los obreros que ya trabajan y consiguen un incremento salarial  y los aun no trabajan y estarían dispuestos a hacerlo aun por un salario menor al pactado. Las paritarias imponen un precio del trabajo distinto al que el mercado podría haber determinado en el libre juego de la oferta y demanda laboral. Y esto tiene un evidente costo en el incremento de la desocupación. La verdadera “lucha de clases” se establece entre los obreros sindicalizados y los desocupados, que lo son por que el salario que hubieran pactado está por debajo del obtenido por el sindicato, que se transforma en obligatorio.
El empresario pacta salarios más altos porque reconoce que el sindicato tiene poder de hacerlo cumplir, o sea de evitar que los demandantes de trabajo - que estarían dispuestos a aceptar salarios más bajos- puedan aspirar a ello: el sindicato tiene el poder de impedir que los trabajadores no sindicalizados sean contratados por el empresario por un salario más bajo.

Si los sindicatos no poseyeran fuerza bastante para coaccionar a los obreros no afiliados, no podrían impulsar el alza de los salarios por encima del nivel al cual quienes buscan trabajo podrían emplearse, es decir, al nivel que, en general, se establecería por sí mismo para la mano de obra en un verdadero mercado libre(CL)


Otro mecanismo sindical para elevar salarios consiste en administrar- negar- la entrada de nuevos trabajadores a determinado sector productivo, usualmente de altos salarios. El resultado es que baja el salario promedio y aumentan las disparidades salariales entre sectores. Se sabe que determinados gremios- con gran poder de coacción- logran para su rama productiva unos salarios muy altos , mientras que sectores más débiles- peones rurales, personal doméstico, trabajo informal, etc. apenas logran salarios de subsistencia. Los supuestos logros de mejora salarial ocultan el hecho de que muchas mejoras salariales se obtuvieron en contextos de baja sindicalización: allí donde el crecimiento económico obliga a lkos empresartios a competir por más y más calificada mano de obra la tendencia al alza es irrefrenable, alza que no se debe en absoluta a la acción sindical.
Los sindicatos son especialistas en obtener incrementos “nominales”, rápidamente absorbidos por la inflación.
Los efectos de la acción sindical sobre los salarios afectan gravemente el funcionamiento de los mercados libres. El sindicato crea islas homogéneas internamente y heterogéneas entre sí. Achata las diferencias salariales al interior de una rama, pero ahonda las diferencias salariales entre ramas productivas, desigualdades difíciles de justificar. Se crean rigideces, imposibilidad de movilidad de mano de obra en busca de mejores salarios, se desalienta la capacitación ya que las diferencias entre categorías de trabajadores al interior de cada rama son mínimas, lo cual contribuye a una pérdida de productividad notable. El trabajador deja de esforzarse, de capacitarse, ya que esa inversión no redunda en mejores salarios. Se desincentiva así el progreso personal.

Como los sindicatos son más poderosos donde las inversiones de capital son más fuertes, tienden a convertirse en obstáculos a la inversión (…) El monopolio sindical en colusión con la empresa se convierte, con frecuencia, en uno de los principales fundamentos del control monopolístico de las industrias donde opera (CL)

El “relato” sindical ha convencido aun a los que su acción objetivamente perjudica, que deben “por solidaridad” apoyar la acción sindical, bajo la creencia de que esa acción “favorece a todos los trabajadores”. Pero sabemos que los trabajadores  desocupados, los informales, los de ramas de poca inversión no son justamente los beneficiados por esa acción.
El mito fundante del relato sindical afirma que el nivel de vida de los trabajadores solo ha mejorado por la actuación de los sindicatos y que solo así continuarán elevándose los salarios.
Pero el mito solo no basta. Es necesario pasar a formas de acción más directas y efectivas:

-          Obligatoriedad de afiliación
-          Uso indiscriminado del derecho a huelga
-          Piquetes para intimidación de los que quieren trabajar
-          Corte de servicios públicos, vías de comunicación, etc., con grave afectación  a la población en general
-          Boicots a determinados bienes o marcas


Todo eso amparado por una legislación permisiva que otorga privilegios tales que los pone fuera del régimen jurídico general, como sujetos extra-jurídicos y no responsables penalmente de sus acciones.

Los sindicatos pueden acudir a tales métodos tan solo porque la ley les exime de  la responsabilidad ordinaria establecida por los códigos permitiéndoles no someterse tampoco a las leyes especiales de asociaciones.


9.2 Efectos monetarios de la suba de salarios


El carácter inflacionista de los aumentos nominales de salarios está demostrado. Como las autoridades tienen como objetivo el pleno empleo, todo aumento salarial logrado por los sindicatos tiende a ser licuado por la inflación. De lo contrario, pocos empresarios contratarían nuevos- y caros- trabajadores, con lo cual la mejora de salarios sería un incentivo para la desocupación.

La teoría de Keynes sobre el pleno empleo explícitamente insiste en que la única manera de lograr ese objetivo es licuando el salario real por vía de la desvalorización de la moneda.

Cuando los trabajadores imponen salarios superiores a los del mercado, con lo que imposibilitan que el “pleno empleo” sea una realidad, es preciso incrementar la cuantía de los medios de pago al objeto de elevar el nivel de los precios hasta conseguir que los salarios reales no superen la productividad de los obreros que buscan trabajo. En la practica, esto significa que cada sindicato por separado, en su deseo de acomodar los salarios al alza de los precios, provoca forzosamente masivos incrementos de las retribuciones nominales, de tal suerte que el efecto acumulativo de tales actividades no puede menos de engendrar inflaciones cada vez mayores.


Pero no son los incrementos de salario los que generan inflación directamente.

Si no se aumentara la oferta de moneda y crédito, los incrementos de salarios provocarían rápidamente desocupación. Ahora bien, bajo la influencia de una doctrina que considera misión de las autoridades monetarias crear la moneda necesaria para asegurar el pleno empleo a un determinado nivel de salarios, es políticamente inevitable que cada aumento en las remuneraciones laboralwes ha de provocar mayor inflación.


 El camino de realimentación mutua entre salarios e inflación corre a la larga hacia una crisis que ahondará la desocupación. Para evitarla el gobierno emite y para minimizar el efecto de la inflación, los sindicatos presionan por más aumentos salariales. 
El efecto acumulativo tiende a generar en la opinión pública una fuerte resistencia a la acción sindical, una vez que se percibe este círculo vicioso. Surge en ese instante una fuerte presión social a favor de un ajuste y del control a las aspiraciones sindicales. 
Lo que parecen ignorar los sindicalistas es que la eliminación del mercado como mecanismo de fijación de salarios lleva a la larga al control estatal de las asignaciones laborales. En vez de negociaciones sindical-empresarias, el Estado, asume el control y fija por decreto el nivel salarial obligatorio. En este contexto, los salarios son fijados por la autoridad sin ninguna participación de los sindicatos, convertidos en meras correas de transmisión de las decisiones del poder político, a fin de hacerlas más “vendibles” a los trabajadores. Lo colusión entre gobierno y sindicatos oficiales es una experiencia habitual en los regímenes fascistas y socialistas. 

Si se renuncia a que el mercado, de modo impersonal, determine la cuantía de los salarios, el único método para retener y conservar un sistema económico viable es acudir a su fijación autoritaria por los poderes públicos. Tal determinación forzosamente ha de ser arbitraria, pues no existen criterios objetivos de justicia a aplicar.(…) Bajo semejante sistema, los sindicatos se verían en trance de optar entre su propio aniquilamiento y destrucción o su conversión en dóciles instrumentos de la autoridad, incorporados a la mecánica estatal.

La paradoja es que es el mercado el único sistema que permite la supervivencia de los sindicatos, pero ellos trabajan contra el mercado, auspiciando su reemplazo por una autoridad inapelable que los transformara en meros peones de un juego que no deciden ellos.
Esa es la disyuntiva que tienen que resolver los sindicatos: limitar su pretensión de obtener sus objetivos mediante la coacción y aceptar que el imperio de la ley los obliga a abandonar estas prácticas o asistir impotentes a que su función desaparezca, ejercida de forma autoritaria por un Estado decidido a controlar todas las variables de la economía: precios, salarios, emisión, crédito, control de cambios, etc.

  

9.3 Funciones legítimas de los sindicatos


El aumento de los salarios es, sin dudas, la principal función de los sindicatos. Si fuera su única función, y no tuvieran la cobertura legal para ejercer coacción para obtener ese objetivo perderían su razón de ser.
Además de los salarios, los sindicatos pueden trabajar en otros ámbitos  del mundo del trabajo. De hecho, si dejaran de ejercer como principal tarea el alza de salarios se podría abrir un mundo de posibilidades en el cual los sindicatos justificarían su existencia:

Negociación de beneficios alternativos al salario
Condiciones de trabajo
Función mutual, asistencia de riesgos

En todos los casos, el sindicato podría actuar como mecanismo de logro de consensos entre los trabajadores a fin de acordar beneficios no salariales, condiciones de trabajo, posiciones en la organización, reglas de ascensos, etc.

En términos de propuestas de reforma de los sindicatos hay cuestiones que permitirían delimitar o eliminar el carácter coactivo de su actuación al tiempo de garantizar su función de defensa de intereses de los trabajadores. 
Debería prohibirse los piquetes sindicales, por su carga de amenaza de violencia y restricción a la libertad individual.
Asimismo deben cesar las actuaciones sindicales dirigidas a prohibir la entrada a empresas a quienes no están sindicalizados. La libertad de trabajo debe garantizarse sin condiciones.
Las negociaciones colectivas no deberían reemplazar la negociación individual entre trabajador y empresario. Los acuerdos de cúpula son actualmente obligatorios y deben cumplirlo aun quienes no estén de acuerdo con lo negociado. 
Es difícil lograr que los contenidos generales de la ley se apliquen en el contexto sindical, el cual ha sido expresamente eximido de responsabilidad civil por sus métodos coactivos. Pero es justamente ese criterio (a los sindicatos se les debe aplicar las generales de la ley, sin excepciones) el que a la larga- quizás muy a la larga- permiotira transformar a los sindicatos en organizaciones beneficiosas para una sociedad libre.

10. Los impuestos


La gente está de acuerdo con los impuestos siempre que sienta que el gobierno le da el equivalente en servicios que necesita. Es la decisión sobre el nivel de impuestos aceptable la que determina las dimensiones del sector publico.
La Hacienda publica se ha desarrollado para inducir al contribuyente a que pague más  de lo que es consciente y hacerle creer que algún otro pagara por él.
La preocupación de Hacienda ha sido recaudar lo máximo con la mínima resistencia.
La idea de que  “otro pagará" y que las mayorías pueden gravar a las minorías sin más límites que la resistencia que las minorías puedan ofrecer, genera un aumento permanente del gasto.
El gasto publico ha crecido enormemente llegando a cerca del 50% del PBI: crece por que primero se establecen las "necesidades" y después los medios disponibles.
Es necesario limitar el volumen del gasto publico y fijar con anterioridad los principios que guíen el reparto de la carga para saber en cuanto cada uno contribuye un aumento del gasto.
Una decisión racional sobre la recaudación de impuestos debe basarse en que solo se aprueben impuestos cuando sea seguro que  cada ciudadano tenga en consideración los costos, que sea conciente de que tiene que contribuir según una norma establecida y que la recaudación no se haga a expensas de otros.

- La solución intervencionista más difundida son los “impuestos progresivos”: la proporción de ingreso a aportar crece con el ingreso. Por ejemplo, los que ganan 1,000 dólares aportan un 10% y los que ganan 30,000, un 45%. Nada más “justo”, en apariencia. El objetivo de este sistema no es aportar recursos a las actividades del Estado, sino lograr una “mejor redistribución de la renta”, o sea un objetivo que no se basa en las necesidades de gasto, sino en un supuesto político, según el cual los “ricos” tienen demasiado, y hay que extraerles el “exceso” para favorecer a los pobres.
El abandono del principio clásico de igualdad ante la ley es la principal característica de este sistema. La igualdad sería en este caso, una tasa única a aplicar a todos los ciudadanos por igual. Obviamente los que más ganan, más impuestos pagan. Pero, al parecer, esto no es suficiente.
La justificación  del impuesto progresivo se basa en admitir que la creciente importancia del gasto público y el encarecimiento de las prestaciones sociales no puede ser solventada igual por todos, ya que esto perjudicaría a los más pobres.
Pero la “mayor renta” obtenida por este sistema es poco significativa: un incremento entre el 3% y el 10% de la masa recaudada, según los países. 
No hay límites a los que se le extrae a los más ricos. En Francia se discute aplicar una tasa del 85% a los “millonarios”, los cuales, obviamente dejan de tener todo incentivo para invertir en creación de empleos.

La imposición progresiva altera fundamentalmente tal estado de cosas. No sólo los servicios que antes de la exacción fiscal recibían la misma remuneración obtienen recompensas harto distintas, sino que, además, quien obtiene una alta retribución por determinados servicios puede, en definitiva, quedar con un ingreso real menor que quien originariamente obtuvo mucho menos por su intervención.(…)
Lo anterior supone que la tributación progresiva desconoce el único principio de justicia económica universalmente admitido. “A igual trabajo, igual retribución”. Por un mismo asunto dos abogados obtienen distintos honorarios líquidos, según sea la cuantía del resto de sus ingresos; es decir, que los profesionales en cuestión obtendrán ganancias dispares por un esfuerzo similar

De este modo, no solo se desincentiva la cantidad de trabajo a realizar – para qué trabajar más , si me ingresará menos- sino que se derivarían las energías hacia “actividades de menor utilidad social…lo cual supone un torpe aprovechamiento de los factores de producción disponibles”.
Se desincentiva la inversión y se penaliza el trabajo más productivo o el que da más valor a la sociedad.
Los ideólogos del impuesto progresivo lo pensaron siempre en términos de “horas trabajadas”, en el esquema del trabajo asalariado. Pero un empresario, un emprendedor, un inventor no diseñan sus ingresos por la cantidad de “horas” que trabajan por día. Un inventor pude pasarse diez años desarrollando su idea o solo un día: el tiempo de trabajo  no es la única vara que mide su valor- viejo concepto marxista pensado para analizar el problema de la “plusvalía” que supuestamente el capitalista extrae del obrero- .
Lo que hay detrás es un viejo y arraigado prejuicio contra “la riqueza”, a la cual se la considera moralmente injustificada y causa, además, de la pobreza existente. Si el remedio de la estatización total de los medios de producción demostró su ineficacia- y sus excesos contra la libertad- el “impuesto progresivo” significa  administrar un socialismo “en cuotas”, en dosis homeopáticas, para obtener el mismo objetivo de expropiar a los ricos son desatar una reacción política.

Es harto dudoso que una sociedad que no admite retribuciones superiores a aquellas que la mayoría considera justas y que vilipendia la adquisición de fortunas en un corto lapso de tiempo pueda, a la larga, mantener el sistema de empresa privada(…)
Una de las ventajas del sistema de competencia consiste en que cualquier nueva operación arriesgada coronada por el éxito origina, por lo general, grandes beneficios, que se convierten en nuevos capitales indispensables para proseguir el proceso mercantil gracias a la actividad de quienes se hallan mejor situados para utilizarlos adecuadamente. Las cuantiosas ganancias del innovador que triunfaba ayer suponían que, demostrada su capacidad para provocar progreso, pronto podría el sujeto disponer de amplio medios para respaldar sus iniciativas. (…) Gravar tales ganancias con cargas más o menos confiscatorias supone obstaculizar seriemante la transferencia de capital, fuerza impulsora de una sociedad dinámica (CL)

La proporcionalidad , en cambio, brinda una regla fija, simple y transparente. Despolitiza el problema impositivo, desafecta el incentivo a trabajar e invertir, premia al trabajo que más valor aporta, promueve el ahorro. Permite que nuevos jugadores, los innovadores, entren a la producción, facilitando ganancias que serán reinvertidas en nuevos proyectos.
Una fiscalidad voraz consolida el poder de las empresas ya constituidas operando como una barrera infranqueable para nuevos jugadores, impidiendo así la competencia, consolidando monopolios.
La historia reciente de grandes nuevos jugadores, sobre todo en el área de la alta tecnología (Bill Gates, Steve Jobs, etc.) demuestra esta aseveración. Las grandes empresas del sector, como IBM, se vieron seriamente amenazadas por los nuevos jugadores de la innovación y, a la larga, tuvieron que ceder lugar a estos emprendedores, que se convirtieron en los hombres más ricos del mundo: ¿será “injusta” su riqueza?


11.  La emisión monetaria


Politicamente, el monopolio de los medios informativos puede ser más peligroso, pero económicamente dudo que haya otro monopolio tan dañino como el de la emisión de moneda.


Es el orden espontáneo, las interacciones entre individuos en intercambios libres lo que “creó” el dinero. No hay necesidad de suponer un agente conciente y poderoso como el que crea el dinero y la historia muestra que éste existió antes que el Estado.

La superstición de que el gobierno (normalmente
llamado"Estado" para que suene mejor) tiene que definir lo que es
dinero, como si lo hubiera creado y éste no pudiera existir al margen
de los poderes públicos, se originó en la ingenua creencia de que el
dinero debió ser "inventado" por alguien y que un inventor original
nos lo proporcionó. Esta creencia ha sido totalmente desplazada por
el conocimiento de la generación de semejantes instituciones involuntarias
a través de un proceso de evolución social del que el dinero
es principal paradigma (siendo otros ejemplos destacados el derecho,
el lenguaje y la moral).

En las remotas islas polinésicas- apartadas de cualquier influencia global-  los pescadores intercambiaban pescado por determinadas conchas marinas- escasas – las cuales fueron aceptadas como medios de pago. Fue el espontáneo, lento y progresivo proceso de aceptación de ciertos objetos como medio de pago lo que subyace al nacimiento de la moneda. Sus características se definen por la escasez, atractivo estético o ceremonial, divisibilidad, imposibilidad de falsificación, perduración en el tiempo, uniformidad, etc. En modo casi universal estas características se encarnaron en metales preciosos como la plata y el oro. Su acuñación en unidades de peso similar permitió uniformizar su tasación. Casi todas las monedas tienen , en realidad el “nombre” de unidades de peso: el “peso” o la “peseta”, la “libra”, la “onza”, etc. ¿Qué pesaban? Oro, plata. Eran unidades de oro o plata las que se denominaron “monedas”, para permitir los intercambios en reemplazo del tosco truque de bienes.

A pesar del origen espontáneo del dinero, la prerrogativa de los Estados a emitir moneda parece ser un valor absoluto, un supuesto aceptado por todos. Pero este derecho adquirido tiene una historia negra: los gobiernos han tendido a utilizar esta prerrogativa como fuente de financiación, a fin de “crear” riqueza donde no la había.
Inicialmente solo se limitaba a certificar que las monedas de oro y plata eran de “buena ley”: el sello del Rey cerificaba la calidad de la moneda. De ese modo, se fue instalando un valor añadido- la “certificación oficial”- a lo que era un instrumento de cambio que había nacido espontáneamente, como medio de pago para agilizar los intercambios comerciales.

Durante más de 2.000 años la prerrogativa o derecho exclusivo
del gobierno de suministrar dinero se reducía en la práctica al
monopolio de acuñación de monedas de oro, plata y cobre. En
dicho período, tal facultad se aceptó de manera incuestionable
como atributo esencial de la soberanía, revestida de todo el misterio
que inspiraban los sagrados poderes del príncipe (“ La desnacionalización de la moneda”)

Esta impronta gubernamental hizo que, a partir de la Edad Media, se instalara la falsa doctrina de que es el acto de gobierno el que le da “valor” a la moneda. No es la cantidad de oro o plata que contiene, sino la certificación de su calidad por parte del Rey,  lo que basaba el valor de la moneda.
Pero en algún momento esta prerrogativa gubernamental de acuñación se convirtió en un monopolio del cual los gobiernos se aprovecharon para manipular el valor de la moneda, o sea: la acuñación les permitía rebajar el valor en oro o plata, mientras que se mantenía el mismo valor nominal. El Estado tuvo así el derecho legal de falsificar moneda.

Dado que la función del gobierno al emitir
 moneda no consiste ya en certificar el
peso y la ley de ciertos pedazos de metal, sino que implica la expresa
determinación de la cantidad de dinero que se debe emitir, los
gobiernos resultan ahora totalmente inadecuados para la tarea, y
puede decirse sin exageración que han abusado incesantemente y en
todos los países de la confianza en ellos depositada por el pueblo,
defraudándolo.(…)
 Desde los romanos hasta el siglo
XVII, momento en que el papel moneda empieza a cobrar importancia,
la historia de la moneda se compone ininterrumpidamente
de adulteraciones o de continuas reducciones del contenido del
metal en las monedas y del correspondiente aumento del precio de
los bienes.



La aparición del papel moneda complicó aun más el panorama monetario. No solo ahora los usuarios tenían que aceptar monedas de baja ley, falsificadas, sino que debían aceptar simples certificados de papel que, supuestamente, eran convertibles en dinero metálico.

La situación es distinta desde el momento en que el papel moneda
se ha establecido en todas partes. El monopolio estatal de emisión de
moneda ya era bastante pernicioso mientras predominaba el dinero
metálico. Ahora bien, se convirtió en una terrible calamidad
cuando el papel moneda (u otro tipo de signo monetario), que
puede proporcionar el mejor o el peor dinero, estuvo bajo control
estatal.

El pasaje de la simple acuñación de moneda falsa a la emisión de papel moneda de curso forzoso no ha hecho más que aumentar el poder del Estado para regir la economía.

El derecho exclusivo del Estado de emitir y regular el dinero no
ha contribuido a proporcionarnos una moneda mejor de la que
habríamos tenido de otra manera, sino, posiblemente, mucho peor.
Este derecho, como veremos más adelante, se ha convertido en el
principal instrumento de las actuales políticas gubernamentales y
ha contribuido al crecimiento general del poder público. Gran
parte de la política contemporánea se basa en la presunción de que
los gobiernos tienen poder para crear, y hacer que la gente acepte,
cualquier cantidad de dinero adicional. Por esta razón, los gobernantes
defienden encarnizadamente sus derechos tradicionales, pero
por la misma razón es importante privarles de ellos.(…)
 La posibilidad
de cubrir déficits mediante la emisión de dinero —normalmente
bajo el pretexto de que con ello se crean puestos de trabajo— ha
contribuido a la moderna expansión de las atribuciones del Estado(…)

Esta prerrogativa estatal se ha constituido en un mito, no cuestionado ni por los usuarios ni por los economistas. Sus supuestas ventajas  (garantizar la uniformidad del sistema monetario, facilitando las transacciones) ha ocultado su fondo manipulador y abusivo.
Es evidente que desde la tosca falsificación de la moneda a la sofisticación de la emisión de papel moneda, el Estado encontró mejores mecanismos de ocultamiento de la manipulación, pero con el mismo efecto inflacionista.
Este monopolio estatal ha sido defendido por todos los medios frente a la alternativa de que sean bancos privados los que tengan la capacidad de emisión de moneda.

Desde que la Corona
británica, en 1694, otorgó al Banco de Inglaterra un monopolio
limitado de emisión de billetes de banco, la principal preocupación
de los gobiernos ha sido impedir que su poder sobre el dinero,
basado en la prerrogativa de la acuñación, se traspasara a bancos
realmente independientes

Se trata de un caso especial de monopolio estatal que, a diferencia de muchos otros cuestionados por la opinión pública y los expertos, no ha recibido aún una condena social: la gente da por supuesto de que no hay nada más natural de que sea el gobierno el que emita billetes.
Solo durante un período de doscientos años ,la creación del Patrón Oro limitó la furia gubernamental por la emisión: ciertos límites no podían ser traspasados. Durante esos dos siglos el mundo presenció el nacimiento de una economía libre, del crecimiento de la producción industrial, las revoluciones tecnológicas, el comercio internacional. Pero en el siglo XX ese control fue dejado de lado:

Este sistema-(El Patrón Oro) proporcionó al mundo el único período —doscientos o más años— de relativa estabilidad
durante el cual pudo desarrollarse el industrialismo moderno, aunque padeciera crisis periódicas. Pero en cuanto se generalizó, hace cincuenta años, la idea de que la convertibilidad en oro era sólo un
método para controlar la cantidad de moneda, factor real de determinación
de su valor, los gobernantes quisieron escapar rápidamente
a esa disciplina y el dinero se convirtió más que nunca en el
juguete de la política gubernamental.

La forma de aceptar el mito se traduce en el concepto de “curso legal”, una obligación que el Estado impone a las monedas, que obligan a un acreedor a recibir esa moneda aunque desconfíe de su calidad y la sospeche inflacionaria.


Lo cierto es que el “curso legal” es simplemente una estratagema
jurídica para obligar a la gente a que acepte como cumplimiento de
un contrato algo que nunca pretendió cuando lo firmó. De esta
forma se convierte, en algunas circunstancias, en un factor que
intensifica la incertidumbre de los negocios



La identificación entre “dinero” y “Estado”; el olvido de que el dinero solo funciona si la gente que lo usa llega al acuerdo de aceptarlo y de que esa decisión no puede ser birlada por el Estado imponiendo un “curso forzoso” a sus papeles impresos; la naturalización del Banco Central como única institución autorizada para emitir moneda todo esto- y mucho más- constituye un formidable “sentido común” que impide repensar el tema del modo que Hayek propone.

-          No debe haber control de cambios. Cada país debe admitir el uso de las monedas de cualquier otro país. El proceso de competencia hará que los ahorristas tiendan a adquirir las monedas de menor debilidad, las menos inflacionistas, las más estables, en detrimento- seguramente- de las que emite el gobierno de su país
-          Debe existir la posibilidad de bancos de emision privados. Cada banco emite su propio dinero, el cual tendrá una relación de paridad con el resto de las monedas. Si el banco es cuidadoso y no emite créditos sin control, su dinero obtendrá la aprobación del mercado y se consolidará como moneda de reserva de valor. Por el contrario un dinero emitido por un banco irresponsable, arriesgado, con mala evaluación del riesgo crediticio caerá en la consideración pública y la gente se deshará de él.
-          El gran tema de fondo es despojar al Estado del monopolio de la emisión: su moneda deberá competir con la de otros países o con la moneda emitida en forma privada. El monopolio monetario del Estado le permite manipular- generalmente con resultados desastrosos- la cantidad de dinero en circulación. El componente inflacionario de toda emisión no respaldada en producción real afecta a mediano y largo plazo la calidad de vida de la población. Los acreedores se perjudican, los asalariados se perjudican, los jubilados se perjudican. Solo el gobierno- en el corto palzo- y sus amigos empresarios y banqueros disfrutan del éxtasis monetario.

La “fantasía” de Hayek, la de imaginar una moneda no emitida por gobierno alguno se está haciendo realidad en el siglo XXI: nació el Bitcoin, una moneda “virtual” aceptada en transacciones en la Web , aunque con posibilidades de extenderse a transacciones ordinarias.
-          El Bitcoin es de aceptación voluntaria. Por definición jamás podrá haber “inflación” de Bitcoins, ya que el límite es- será, en realidad- de 21 millones de Bitcoins. No hay organismos emisores que, a capricho, generen una “sobreoferta” de Bitcoins, lo que produciría su desvalorización.
-          El Bitcoin no es falsificable, no se puede usar el mismo Bitcoin para dos compras ya que cada uno es identificable  por una tecnología de encriptación que los hace invulnerables.
-          El Bitcoin no necesita de bancos para atesorarlos, nadie puede “confiscarlos”, se pueden utilizar en transacciones internacionales. Garantiza así el derecho de propiedad.
-          El Bitcoin es transparente: se puede saber en cada momento cuantos Bitcoin hay en circulación y cual es la tendencia de su emisión. Es una red pública y todos pueden tener acceso inmediato a los datos de emisión.

En 2013 hay unos 10 millones de Bitcoins. Para 2021 llegará a su nivel máximo de 21 millones. Lo que empezó como un experimento mínimo, ya ha sido adoptado por 600,000 usuarios y está en la fase previa a una crecimiento exponencial de su utilización en la red. Es que el Bitcoin protege de devaluaciones, inflaciones, de manipulaciones gubernamentales, por lo cual además de medio de pago es una reserva de valor.

Bitcoin , al ser una moneda descentralizada, pone el poder en manos de sus usuarios, a diferencia de los actuales monopolios monetarios.( Felix Moreno, http://www.youtube.com/watch?v=3aYDz6_kXcg&feature=youtu.be)

Si la promesa del Bitcoin se hace realidad, si millones de usuarios lo utilizan para comprar, vender, cobrar por servicios, ahorrar, etc. el sueño libertario que Hayek esbozó podrá ser una realidad palpable. Es el gran desafío de los próximos años.


12.  El ciclo monetario

La  intervención estatal  es especialmente dramática cuando se intenta intervenir en el precio del dinero (la tasa de interés). Se crea así el “ciclo monetario de auge y depresión” que tan brillantemente la Escuela Austríaca ha explicado. Se trata de un mecanismo mucho más complejo que la simple emisión monetaria. En vez de emitir “papelitos”- una burda maniobra fácilmente detectable por las estadísticas anuales de emisión- el Estado crea mecanismos más sutiles y complejos para cumplir el objetivo del “pleno empleo” y el auge económico.
Dicen los socialistas que las crisis del capitalismo son inherentes al sistema. Que los ciclos de auge y depresión forman parte de la “lógica de la anarquía capitalista” y que en el Socialismo no habrá nada parecido a las crisis.

Como demuestra magistralmente Von Mises, maestro de Hayek,  en efecto, en el Socialismo no hay crisis: hay miseria persistente y permanente. Las crisis son una manifestación de la libertad del individuo, donde solo decida el Estado es imposible que haya crisis.

Pero lo esencial es que la primera afirmación es falsa: nada hay inherente al capitalismo que lo obligue a las crisis recurrentes.

Lo que sucede es algo muy complejo y poco evidente que requiere una aproximación teórica- para entender que factores son los que generan las crisis- e histórica- conocer en que situaciones concretas y como se desarrollaron las crisis.
Hayek se basó en Mises y escribió su Teoría del capital puro, en la cual desarrolla con extrema claridad las características del “ciclo económico” evidenciado en auges y caídas, burbujas y depresiones. Estos dramáticos eventos no suceden “al azar”, como característica propia de un “mercado no regulado”, salvaje, sino que tiene explicación en el manejo del crédito bancario.


Vamos a relatar los pasos de una crisis, tal como la explica la Escuela Austríaca.


Contexto general

-          Existe algo que se denomina “preferencia temporal”. La gente prefiere pagar más para tener un bien ahora que pagar menos pero tenerlo dentro de un año. La diferencia que está dispuesta a pagar para disfrutar hoy del bien es el interés. El interés “originario”, el diferencial que existe entre obtener el bien en el presente y obtenerlo en el futuro. Esa preferencia temporal varía según las circunstancias, los bienes deseados, los factores psicológicos, etc.
-          A ese interés originario, se le suma un interés “empresarial”: el prestamista quiere obtener una ganancia- ya que él también tiene una preferencia temporal-  que justifique desprenderse de un capital por un período prolongado de tiempo. Quiere , entones una ganancia por prestar dinero. Y esa ganancia será mayor se existe algún factor de riesgo: calidad crediticia del que se endeude, políticas del gobierno que amenacen con congelar los intereses o confiscar el capital, etc. La suma del “interés originario” más los factores empresariales y de riesgo constituyen el interés “bruto de mercado”. El interés real que se pacta entre acreedor y deudor.

Etapas del Ciclo

Primera etapa: Bajada artificial de los tipos de interés.

El Gobierno desea disminuir el desempleo, aumentar la actividad económica. Para ello fomenta la “expansión crediticia”: por medio de la manipulación dineraria hace que las tasas bajen y que, por lo tanto, sea muy fácil adquirir un préstamo. Los empresarios se endeudaran para acometer inversiones y los consumidores se endeudarán a tasas bajas para adquirir bienes de consumo.
Los empresarios, ante el “auge” toman decisiones de inversión con dinero barato. Todo parece fácil: amplían las fábricas, contratan más trabajadores. El problema es que se distorsiona la información que provee la tasa de interés “originaria”. Esta tasa informa al empresario cuales son las prioridades de consumo del mercado, cuanto está la gente dispuesta a sobrepagar para obtener hoy un bien determinado. Al bajar artificialmente las tasas desaparece o se distorsiona esa información. Se toman así malas decisiones de inversión
Pero sucede algo más. Como los bienes de capital no aumentaron por la simple disponibilidad de mayor cantidad de dinero, la demanda de estos bienes tiende a incrementar los precios. Sube el salario, las materias primas, la tecnología, la maquinaria. Los bancos siguen proveyendo dinero barato…y los precios de los bienes de capital siguen subiendo. Como no se han creado nuevos bienes de capital, porque se prefiere ampliar la capacidad para dar cuenta de la nueva demanda, sin previsión de largo plazo, se priorizan inversiones de “ciclo corto”, que producen en poco tiempo más bienes.

Segunda etapa: Inflación

Aparecen más medios de pago en el mercado. Esto tiende a incrementar los precios, ya que si la cantidad de bienes permanece constante y , en cambio, hay más dinero en manos de los consumidores e inversores, ese dinero se desvaloriza automáticamente: no se puede crear valor emitiendo, simplemente, más dinero.
Pero esa inflación no es general, ni llega en el mismo momento a todos los bienes. Los que primero reciben el “dinero fresco” (proveedores del estado, o nuevos trabajadores que el empresario contrata para producir más) : beneficia a algunos sectores (creando la “sensación” de auge económico) pero cuando llega a los más apartados, a los jubilados, a los trabajadores más pobres, estos van al mercado y comprueban que sus sueldos no alcanzan para pagar los nuevos precios, para adquirir los productos que necesitan.
La gente consume más, demanda más y eso genera aumento del precios de los bienes de consumo. Los empresarios demandan  más bienes de capital, los cuales a su vez, aumentan de precio. Los precios son cada vez más altos y las tasas siguen siendo bajas. Hasta que los bancos se percatan de esto: están cobrando un interés no compensatorio del incremento de los precios. Las tasas de interés se disparan, Comellas una competencia entre consumidores y empresarios por obtener créditos, cada vez más caros. A modo de un drogadicto, la economía se hace “infladicta”: cada vez necesita más cantidades de la droga que la enferma. El círculo vicioso en el que entra requiere cada vez más inyecciones de la droga que la mata , porque quedarse sin la droga es impensable. Esta muy enferma.


Tercera etapa: la recesión

Los empresarios perciben que han hecho malas inversiones en bienes de capital. Comienza la venta apresurada de instalaciones, la suspensión de proyectos en marcha, desaparecen los planes de nuevas inversiones.   Cae, entonces la demanda en algunos sectores, crece en otros. Se suspenden proyectos a medio terminar, se cierran fábricas, los precios de los bienes de capital comienzan a bajar, se liquidan las existencias para minimizar las pérdidas. Los bancos ya no dan crédito barato. Comienza a aumentar la desocupación y a congelarse los salarios. Cae la demanda. Del  Boom se pasa al Crack. Del auge, a la depresión. Los empresarios dejan de invertir, los consumidores dejan de comprar.
El gobierno se desespera y trata de obligar a los bancos a que presten dinero barato. Se manipula la oferta de dinero: pero ese nuevo dinero no bajas las tasas: la gente huye a los  “bienes reales”, la inflación se hace aguda, se transforma en hiperinflación. A veces no se llega al estadio de la hiper: los bancos ya no prestan más dinero, se liquidan los bienes de capital, bajan los salarios. Se entra en deflación. Es la crisis.


Cuarta etapa: el ajuste

Para salir adelante el sistema económico tiene que redimensionar sus precios (interés, salario) a la baja: el ajuste se hace presente. Llega el “mono” del drogadicto: un período de abstinencia tan terrible como inevitable si se quiere la cura. Ese ajuste es doloroso y políticamente explosivo. Pero imprescindible si se quiere que la economía no se hunda. La gente no quiere menos salario, los bancos no quieren regalar dinero, los empresarios  no quieren contratar más gente. Se ha pinchado la burbuja.

¿Es necesario esto? En absoluto. No es un desarrollo natural del mercado sino una crisis generada por el afán intervencionista del Gobierno, necesitado como siempre de “crecimiento”, de auge económico, de menor desocupación, de más actividad y consumo. Si no hubiera esa facilidad crediticia fomentada desde el Gobierno, los empresarios hubieran tomado mejores decisiones de inversión, basados en las señales del interés real, no disminuido artificialmente. En vez de consumir capital con malas decisiones, se hubiera fomentado el ahorro. El consumo crecería a ritmos menores, pero más solidamente. Habría tiempo para emprender proyectos de inversión que rinden solo después de varios años. Habría tiempo para invertir en infraestructuras, en tecnologías, en procesamiento de materias primas básicas.
Las crisis , los auges y depresiones, no son parte constituyente del capitalismo, sino el efecto de la intervención distorsionadora del Estado, que afecta la oferta dineraria, seducido por una ideología que solo percibe las supuestas ventajas de la expansión crediticia y desconoce sus negativos efectos ocultos.






13 . Una nueva democracia


Se hace necesario un ordenamiento constitucional que asegure que las normas generales prevalecerán siempre sobre los deseos particulares de quienes
tienen el poder, aunque la mayoría los apoye.
La pregunta es como alcanzar los fines que los padres de la Constitución trataron de asegurar,  a la luz de lo ocurrido en dos siglos.
Todo poder que no esté limitado debería ceñirse a la actividad de sancionar normas generales. Los que tienen el poder legislativo deberían ocuparse de reglas generales y no tener ningún poder sobre reglas particulares.
Los primeros liberales esperaban que con la separación de poderes podían someter al gobierno y los individuos a normas de recta conducta. Pero al confiarse al legislativo también la dirección del gobierno , la tarea de dictar normas de recta conducta y la de dirigir precisas actividades del gobierno se confundieron irremisiblemente
y que por "ley" no se entenderían las normas universales y uniformes de recta
conducta.

- La Propuesta

  
Cláusula fundamental: Solo se podría impedir a los hombres que hicieran lo que quisieran en consonancia con las normas reconocidas de recta conducta, concebidas para definir y proteger el ámbito de la libertad individual.
Esto solo puede limitarse dividiendo el poder supremo entre dos asambleas distintas elegidas democráticamente.
Es necesario un sistema de tres órdenes de órganos representativos, uno de los cuales se ocupara de la estructura semipermanente (La Constitución), otro tendrá la función continua de la gradual mejora de las normas generales de recta conducta y un tercera se ocupe de la dirección ordinaria del gobierno la administración de los recursos públicos.
No es nueva la idea de que la tarea de dictar normas de recta conducta sea confiada a un órgano distinto al que cumple la función de gobierno.

- La Cámara Legislativa


La Cámara Legislativa representa la opinión del pueblo acerca de qué acciones del Gobierno son justas y cuales no. Debe expedirse sobre cuales tienen una intención de ser justas, comprometidas con normas universales, aplicables a un numero indefinido de casos futuros, pero sin poder de aplicar las mismas y cuales ponen en entredicho estas metas.
Los derechos fundamentales no son solo los que tienen que ser protegidos,  no tampoco pueden enumerarse exhaustivamente. Destacarlos especialmente da la impresión de que los otros derechos pueden ser limitados por el gobierno sin problemas.
Los derechos pretenden proteger la libertad individual Esto implica que la coacción se emplee solo para hacer observar las normas universales y recaudar los medios necesarios para los servicios que presta el gobierno. Esto significa que solo se lo puede limitar en acciones que pueden violar la esfera de libertades de los demás, siendo totalmente libre en las acciones que se refieran a su esfera privada y la de otras personas que lo aceptan
Funciones de la Asamblea Legislativa: Todas las normas sancionadas deben contar con la aprobación de esta asamblea: fiscalidad, normas de higiene, regulaciones, derecho societario, normas para que funcione la competencia, etc. Son funciones que suelen delegarse a la burocracia técnica, ya que los parlamentos "no tienen tiempo" para dedicarse a eso.

- Cualidades para representantes de la As. Legislativa:


Se trata de un grupo selecto de personas con tiempo libre para abocarse a cuestiones básicas, no urgidos por el tiempo político, maduros, elegidos por largos  periodos, no preocupados por su reelección.
Con el tiempo libre, pueden dedicarse al desarrollo del "sector voluntario" como hombres independientes pueden estar al frente de ONG.
Cumplido su periodo no pueden ser reelectos ni volver a ganarse la vida en el mercado: debe garantizársele un empleo publico , como "jueces laicos" de modo que durante sus funciones no dependan del apoyo de un partido ni se preocupen por su futuro. Debe garantizársele al termino y hasta su jubilación un cargo honorífico como miembros de un tribunal.
Las personas que han pertenecido a la asamblea Gubernativa o a organizaciones de partido no podrían ser elegibles para la Legislativa.
Pueden ser apartados del cargo por graves motivos por un grupo de pares, tal como en el caso de los jueces.  

 - La Cámara Gubernativa

La Cámara Gubernativa se debe guiar por la voluntad del pueblo en las medidas particulares que tenga que adoptar en conformidad con las normas dictadas por la primera.
Tiene las características de las actuales legislaturas. La diferencia es que en todo lo que decidiera debe estar sometida a las normas de conducta dictadas por la Asamblea Legislativa. No puede dictar ordenes que escapen a las normas generales.

La Asamblea Legislativa puede controlar las decisiones del otro organismo gubernamental representativo siempre que no tengan la misma composición.
No deben ser elegidas de la misma manera ni por el mismo periodo. Si estuvieran compuestas por la misma proporción de representantes de  los mismos partidos o grupos, el legislativo solo generaría leyes que el Gobierno deseara.
Las funciones distintas exigen que las distintas asambleas representen las opiniones de los electores en forma diversa.
La Legislativa no debería obedecer a los intereses sino a las opiniones sobre qué tipo de acción es justa , no para alcanzar fines particulares sino como norma permanente,  independientemente de sus efectos concretos.
Para los objetivos de gobierno es deseable que encuentren expresión los deseos concretos de los ciudadanos, o sea los intereses particulares.
Para ambas funciones deben elegirse personas muy distintas: probidad, sabiduría, etc. para las funciones legislativas. Para los intereses se necesita gente organizada en partidos comprometidos en defender determinadas políticas.

Es obvio que este esbozo no es un “programa de acción” sino que marca posibles temas de discusión para elaborar un nuevo proyecto de democracia republicana que evite la concentración de poder en la Asamblea Gubernativa, tal como ha venido sucediendo desde hace siglos. Que separe la generación de leyes, el Nomos, diseñadas para garantizar normas de recta conducta, de lo que son mandatos específicos, órdenes, Thesis,  que ponen en marcha iniciativas gubernamentales, en especial la ejecución del Presupuesto.






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