La creación de Civilización
Una introducción a Hayek
Esteban Lijalad
Prólogo
Durante años sentí que algo muy importante era aun desconocido para mí,
que debía existir una verdad que era aún opaca para mí. Tenía algunos atisbos.
Por ejemplo, hace 20 o 25 años me dije "la diferencia básica entre
Capitalismo y Socialismo es que el primero surgió espontáneamente, nadie lo
diseñó, nadie lo "descubrió", nadie escribió el Manifiesto
Capitalista. En cambio el Socialismo es un diseño,
un plan deliberado. Por eso el Capitalismo se adapta y sobrevive a las
infinitas crisis "finales" que le han augurado y el Socialismo
languidece entre la burocracia y la represión".
También escribí en algún lugar que las
instituciones son sistemas que evitan o minimizan el costo de tomar decisiones,
que son estructuras que operan casi en forma inconciente haciendo posible la
interacción humana, ahorrando la incertidumbre.
Pero no seguí profundizando esas ideas, hasta
que las encontré magníficamente desarrolladas en Frederich Hayek, hace tan solo
unos años. Desde entonces, he leído casi todos sus artículos y varias de sus
obras "no económicas", dedicadas al problema de la ley, la
legislación, las instituciones, la moral, etc. Es una fuente inagotable de
ideas. Por ejemplo, esta:
La Gran Sociedad y la civilización que ha hecho posible es fruto de la creciente capacidad humana de comunicar el pensamiento abstracto; y cuando decimos que lo que todos los hombres tienen en común su razón, nos referimos a su común capacidad de pensamiento abstracto. El hecho de que el hombre use esa capacidad en gran medida sin un conocimiento explícito de los principios abstractos que le guían, y no entienda todas las razones que apoyan el que sea así guiado, ha producido una situación en la que la sobreestimación de aquellos poderes de la razón de los que el hombre es consciente le ha conducido a despreciar lo que ha hecho que la razón sea tan poderosa como efectivamente lo es: su carácter abstracto. Fue la incapacidad de reconocer que la abstracción ayuda a nuestra mente a progresar más de lo que progresaría si intentara dominar todos los particulares, la que produjo una multitud de escuelas filosóficas enemigas de la razón abstracta- filosofías de lo concreto, "vitalistas", "existencialistas"- que exaltan la emoción, lo particular y lo instintivo, siempre demasiado dispuestas a apoyar emociones tales como las de raza, nación o clase.
De este modo el racionalismo constructivista, en su empeño por someterlo todo a un control racional, en su preferencia por lo concreto y su negativa a someterse a la disciplina de reglas abstractas, acaba coincidiendo con el irracionalismo. La construcción sólo es posible para conseguir fines particulares que en última instancia deben ser no racionales, y sobre los que ninguna argumentación racional puede producir acuerdo si éste no existía ya desde el principio
Este párrafo
resume el corazón del aporte de Hayek a la comprensión del hecho clave de la
historia: la construcción de una Civilización que ha hecho posible que enormes masas de población
adquieran productos para su subsistencia y para su crecimiento como seres
humanos, saliendo del crónico estancamiento demográfico y la miseria y haciendo
que la libertad dejara de ser privilegio de unos pocos poderosos.
Cabe definir
el objetivo de este trabajo. En esta introducción a Hayek desarrollaremos las
ideas básicas del pensador austríaco tal como aparecen expresadas en sus libros
y en decenas de artículos escritos entre 1935 y 1988.
Pero ¿ cual
es el objetivo que me he propuesto?
Veamos.
La obra de
Hayek es vasta, dispersa y abarca enorme cantidad de temas, desde economía a
historia, derecho, moral. Escribió Hayek:
Aun
cuando continúo pensando que principalmente soy economista, he llegado a la
conclusión, para mí cada vez más evidente, de que las respuestas a muchos de
los acuciantes problemas sociales de nuestro tiempo tienen su base de
sustentación en principios que caen fuera del campo de la técnica económica o
de cualquier otra disciplina aislada
Su
estilo es elegante pero – al margen de sus artículos cortos y conferencias que
son de una exquisita capacidad expresiva- no es de fácil acceso, con la popular
excepción de Camino de
Servidumbre. Como sabemos ese libro lo lanzó a la fama y lo condenó a un
cierto desprecio de sus colegas economistas por haber “abandonado” la economía
y arriesgarse a incursionar en temas políticos y sociales.
Pero sus
obras filosóficas, por llamarlas de alguna manera, son de difícil acceso. No
fueron pensadas para el gran público sino para estudiosos, juristas, filósofos,
teóricos de la política, etc.
Por lo tanto
este trabajo intenta hacer más accesible la obra del austríaco, evitar los
incontables desvíos, acotaciones y referencias que toda obra erudita contiene.
Por otra
parte no evitaré incorporar comentarios, ejemplos o incluso dudas que me
generan sus ideas, como un aporte personal- modesto y seguramente lo menos
significativo de este trabajo- porque las ideas de Hayek son complejas y
provocativas y generan en quien las lee la necesidad de “darles una vuelta”
para apreciarlas mejor. Ese esfuerzo, de tipo más personal, pone en juego mi interés
particular en Hayek, lo “humaniza”, expresa mi propia admiración o desconcierto
ante sus afirmaciones.
No haré, por
lo tanto, un mero resumen de su obra. Eso, sería suponer que su riqueza y
complejidad pueden “abreviarse”, al modo de un texto para Secundario. Como
alguna vez contó Ernesto Sábato, cuando le pidieron un resumen de la Teoría de
la Relatividad, como el
amigo no la entendía, ensayó una segunda, luego una tercera versión. Al fin la
cuarta le gustó a su interlocutor. “Bien, me alegro que la hayas entendido…pero
eso, no tiene nada que ver con la Teoría de la Relatividad…” le dijo Sábato. A
veces resumir es asesinar una idea.
Tomaré
sus ideas centrales y las expondré de un modo- espero- entendible y expresivo,
evitando el aparato de referencias que, en el caso de Hayek es sencillamente
desbordante, con centenares de autores, muchos apenas conocidos en el ámbito
universitario habitual.
Para los que
apenas conocen a Friedrich Hayek de nombre hay decenas de fuentes accesibles.
Por ejemplo en Wikipedia se puede acceder a una biografía breve pero bien
informada (http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Hayek) .Pero vale la pena
incorporar también su
propia autobiografía, ya que revela aspectos esenciales de su formación y la
discusión que tuvo consigo mismo durante sesenta años.
Dice allí (Hayek
sobre Hayek, Union Editorial):
Las ideas originales que haya podido
efectivamente tener no proceden de un proceso de razonamiento ordenado. Siempre
me he considerado una refutación viviente de la posición que sostiene que todo
pensamiento acontece en palabras o, más en general, en el lenguaje. Estoy tan
convencido como cabe estarlo de haber sido a menudo conciente de tener la
solución de un problema- de estar `viéndola` ante mí- mucho antes de poder
expresarla en palabras. De hecho, más que estas, en mis procesos mentales
probablemente desempeñe un papel mucho mayor alguna forma de imaginación visual
de estructuras simbólicas abstractas ( que no tanto de representaciones
concretas).
De ahí la
dificultad de “traducir” a Hayek a un conjunto perfectamente articulado de
frases, a un resumen expositivo a la manera “Power Point”.
Pasemos a su
mundo.
Introducción
El argumento fundamental de este libro es que
nuestra civilización depende, tanto en sus
orígenes como en su mantenimiento, de la existencia de lo que sólo con relativa
precisión puede describirse como «un amplio orden de cooperación humana», más
conocido por el poco afortunado término «capitalismo». Para captar
adecuadamente el íntimo contenido del orden que caracteriza a la sociedad
civilizada, conviene advertir que este orden, lejos de ser fruto de designio o
intención, deriva de la incidencia de ciertos procesos de carácter espontáneo.
Vivimos en una sociedad civilizada porque hemos llegado a asumir, de forma no
deliberada, determinados hábitos heredados de carácter fundamentalmente moral,
muchos de los cuales han resultado siempre poco gratos al ser humano -y sobre
cuya validez e intrínseca eficacia nada sabía-. Su práctica, sin embargo, fue
generalizándose a través de procesos evolutivos basados en la selección, y fue
facilitando tanto el correspondiente aumento demográfico como un mayor
bienestar material de aquellos grupos que antes se avinieron a aceptar ese tipo
de comportamiento. La no deliberada, reluctante y hasta dolorosa sumisión del
ser humano a tales normas facilitó a dichos entornos sociales la necesaria
cohesión gracias a la cual accedieron sus miembros a un superior nivel de
bienestar y conocimientos de diversa especie, lo que les permitió
«multiplicarse, poblar y henchir la tierra» (Génesis, 1, 28). Quizá sea este
proceso la faceta más ignorada de la evolución humana.
Así
inicia Hayek su último libro, La
fatal arrogancia, una de las obras cumbres de la cultura. La obra es una
reflexión informada sobre la principal característica del pensamiento
racionalista inaugurado en el siglo XVIII: la arrogancia de comprenderlo todo
solo con la razón, la arrogancia de querer cambiarlo todo solo desde el poder
del Estado, la arrogancia de solo actuar conociendo de antemano todas las
consecuencias de la acción, la arrogancia de que nada escapa a la ciencia, de
que el funcionario científico sabrá exactamente qué le sucede a los ciudadanos,
qué necesitan y como proveérselo.
Esta
pretensión omnipotente ha generado uno de los mayores malentendidos de la
Historia: la tiranía absoluta, en nombre de la libertad; las mayores
inequidades, en nombre de la igualdad; la mayor concentración de poder en el
Estado, en nombre de la autonomía de la sociedad.
Lo
que suspenden estos regímenes es la interacción espontánea entre las personas,
los intercambios libres, la construcción lenta y evolutiva de un código moral
compartido, la libertad de elección que es la que humaniza al generar el
proceso de aprendizaje. Para estas tiranías no se aprende, se enseña desde el
Estado a someterse a la Voluntad General encarnada por el Partido o por el
Líder. No vale el aprendizaje sino el entrenamiento.
La
matriz del absolutismo se impone con independencia del “sistema económico”: es
una deformación íntegra del sistema de relaciones sociales, no tan solo de las
relaciones económicas o políticas.
De
eso es de lo que Hayek nos habla: no de economía sino de la creación de la
civilización. De cómo se construye la humanización desde la aceptación de un
código moral exigente, y de cómo solo la libertad y el respeto a las normas
transformaron a las sociedades tradicionales, cerradas y temerosas, en
sociedades abiertas que garantizan abundancia y paz a sus ciudadanos.
Nadie como F.
Hayek para destripar la lógica del progreso y la innovación.
Las nuevas ideas , nos dice en Los Fundamentos de la Libertad,
no pueden planificarse, no surgen por la orden de un superior. Las nuevas ideas
surgen de la imprevisible combinación de azar y aptitudes, de fracasos y
aprendizaje, de motivaciones individuales y hostilidad de las mayorías. La
matriz del progreso no está en la razón, únicamente, sino en las casi
invisibles instituciones, costumbres, formas de organización que son producto
de siglos de evolución humana. Hay un carácter preconciente en ese sustrato
casi invisible, y a la vez imprescindible para el progreso.
La gran paradoja es que la razón tiende
al control , la planificación y la predicción, pero ella es producto de la
libertad, la espontaneidad y la imprevisibilidad de la conducta humana.
Independizada
y poco conciente de su origen, la razón tiende a creerse omnisciente,
omnipotente. Los formidables avances de la ciencia y la tecnología le otorgan
una base desde la cual intenta , ni más ni menos, la toma del mundo, el asalto
a la realidad para dominarla. Ahí, la razón se despeña por el precipicio del
absolutismo. A partir de ahí, desprecia las tradiciones, las instituciones que
ha ido creando la humanidad mediante la prueba, el ensayo, el error. La razón
decreta rápidamente el fin de la religión, la desaparición de la familia e
inventa mundos utópicos sin mácula de no-razón, puros, perfectos como un
experimento científico. Rápidamente resume los humano a un fenómeno de la
ciencia natural y quiere aplicarle las ecuaciones que explican el mundo
natural. Desconoce que lo humano se define más que por lo biológico y lo
psicológico, por lo que Víctor Frankl llama “noético”: el mundo de los valores,
los significados, el mundo de la búsqueda de sentido para la vida. En este
mundo, las ecuaciones simplemente no consiguen aprehender su esencia. El
sistema humano no es un sistema solar, o un sistema meteorológico. No puede ser
explicado como un sistema de ecuaciones, sino tan solo intentar una comprensión
general, cualitativa de su naturaleza.
En este
contexto, la pretensión de explicarlo todo, de saberlo todo, de preverlo todo
inventa monstruos: sistemas cerrados, basados en supuestos sentimientos de
fraternidad y altruismo, que terminan siendo caricaturas de lo humano: carecen
de libertad, de imprevisibilidad, de azar, de sentido.
Bajo esa
amenaza vivimos: desde las exóticas pretensiones de la Revolución Francesa- que
bajo la batuta de Robespierre supo unir Virtud y Terror, en un casamiento que
aun hoy sigue vivo- hasta
las utopías socialistas, nacionalistas y anarquistas.
Ninguna
comprende la libertad como esencia del fenómeno humano y todas tratan, cada una
a su manera, hacer previsible, seguro, estático y congelado el futuro.
La agenda
pública, las polémicas, están instaladas mayoritariamente en ese campo. La
pelea es entre incontables “ismos” que se plantean como la panacea a los males
del presente. Ni las experiencias del socialismo real, ni las duras realidades
de las teocracias islámicas amedrentan a
sus propagandistas.
Hay un serio
problema epistemológico, de comprensión de la verdad en las ideologías: así
como los teólogos de la Curia se negaron a mirar por el telescopio que Galileo
les ofrecía- no querían ver la realidad de los cuatro satélites orbitando a
Júpiter, un imposible para el Dogma- los
ideólogos son inmunes a los “datos” del fracaso de sus teorías, al alcance de
cualquier persona informada.
Su “agujero
negro” epistemológico- la incapacidad de ver la “luz”, la verdad- es explicado
magistralmente por Hayek: no se trata de un vicio menor, adquirido al azar sino
la matriz del pensamiento de la modernidad, la fatal arrogancia de creer que
los “sistemas” de ideas son infalibles, que la mente racional se basta para
penetrar en los secretos de lo humano. Todo lo que muestra como se estrellan
sus teorías con la cruda realidad es negado, minimizado, caricaturizado,
deformado.
Para eso
sirve Hayek: para sacarnos la venda racionalista y encarar con modestia el duro
trabajo de entender la verdad de la evolución humana sin el cristal deformante
de la razón omnisciente y omnipotente.
PRIMERA PARTE- EL
ORDEN SOCIAL
1. Orden espontáneo y orden construido
El
orden, para la persona común, es el resultado de la actividad de ordenar de la
mente que ordena. La mayoría del orden de la sociedad del que hablamos no es,
sin embargo, de este tipo (F.Hayek)
Lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de
la causalidad.(Jorge Luis Borges)
1.1 Dos órdenes
Llamamos
sociedad a una multitud de hombres cuando sus actividades están mutuamente
ajustadas entre sí. Los hombres en una sociedad pueden perseguir exitosamente
sus metas porque saben qué esperar de sus pares. Sus relaciones, en otras
palabras, muestran un cierto orden. Cómo puede producirse o ser logrado un
orden semejante de las múltiples actividades de millones de hombres es el
problema central de la teoría social y de la política social (Clases de orden
en la Sociedad)
- La
existencia de un orden es lo que hace posible la vida social.
Un orden es
un marco de referencia que permite anticipar con cierta seguridad cómo actuará
un miembro de una cultura ante un determinado evento. La convivencia es
producto de que por lo general las expectativas se satisfacen: mi vecino me
devolverá el saludo. Si no lo hace, supondremos que está muy preocupado o que
manifiesta hostilidad por algún motivo y ajustaremos nuestra conducta a esa
información.
- El problema
es que no se percibe directamente cómo se forma el orden social, cómo funciona,
no es evidente su lógica y descubrirla es el desafío para la ciencia social.
El orden de
una sociedad existente puede inclusive ser capaz de una gran mejora; pero la
crítica es debida principalmente a la circunstancia que tanto el orden que
existe como la manera en que se forma no son fácilmente percibidos. El hombre
sencillo estará al tanto de un orden de los asuntos sociales sólo a un punto
tal que ese orden haya sido
arreglado deliberadamente; y está inclinado a culpar la ausencia aparente de un
orden en mucho de lo que ve al hecho de que nadie ha ordenado deliberadamente
esas actividades. El orden, para la persona común, es el resultado de la
actividad de ordenar de la mente que ordena. La mayoría del orden de la
sociedad del que hablamos no es, sin embargo, de este tipo. Y el reconocimiento
que tal orden existe requiere una cierta cantidad de reflexión
(Clases de
orden en la Sociedad)
(Subrayados
nuestros en negrita,
en todos los casos)
- Ante todo
hay que definir el concepto de orden. Sus términos afines son estructura,
sistema, modelo. Es un concepto clave para comprender la realidad social, en
especial los fenómenos de alta complejidad. La definición que provee Hayek es
esta:
Una situación
en la que muchos elementos de diverso género
se hallan en tal relación, que del conocimiento de una parte ellos podemos
formarnos expectativas sobre otras partes del conjunto que pueden que sean
acertadas
Es decir que
un orden existe si sus elementos se comportan en forma similar ante estímulos o
situaciones determinadas, de tal modo que aunque no tengamos el conocimiento
del comportamiento de todos
sus componentes en cada situación, la observación del comportamiento de algunos
de sus elementos permite generar unas hipótesis- expectativas- acertadas sobre
el comportamiento de los que no podemos observar.
El orden
permite que nuestras expectativas sobre el comportamiento de otros sean
generalmente ciertas, lo cual nos permite ajustar nuestra conducta.
- Hay una
cierta connotación negativa en la palabra “orden”. Esta connotación deriva de
la idea de que un orden debe ser creado por fuerzas externas, e impuesto. Pero
esto no es válido si se considera que existe un orden creado endógenamente,
espontáneamente.
Los griegos
diferenciaron entre physei (lo que proviene de la naturaleza) y el nomos (lo
que surge de un acuerdo con una intención deliberada)
La
polarización entre "natural" y "artificial" oscureció la
tercera categoría de hechos: los creados por el hombre, pero no con intención deliberada.
- Hay dos tipos de órdenes:
- Un
orden construido, concreto, producto de una intención explícita. Se trata de un
orden exógeno, que nace no del interior de un determinado sistema, sino que se produce por la decisión del
diseñador de arreglar de determinada forma los elementos que constituyen el
orden. Se trata de un
“arreglo”, un orden artificial, construido, una organización. Un orden concreto
que cumple con los fines definidos por su creador.
- Y
hay un orden espontáneo. Se trata de un orden autogenerado por evolución, un
orden endógeno. Y es un orden abstracto, que no puede ser “observado” por los
sentidos, que no tiene fines explícitos ni compartidos.
Una anécdota
muestra el contraste entre estos dos modos de entender la realidad social:
En 1989, cuando
cayó el muro de Berlín, un urbanista de
Londres recibió una llamada telefónica de un colega en
Moscú que decía, básicamente:
- Ah, pero seguro
que alguien debe ser responsable. Quiero decir, es
un sistema muy complicado. Alguien debe controlar todo eso.
- No. No. Nadie lo
hace. O sea,
básicamente... no he pensado realmente en ello. Básicamente se
organiza solo. (Relatado
por Jonass Eliasson en la Ted Conference “Cómo
resolver los atascos del trafico urbano”)
La primera
peculiaridad de un orden espontáneo, es que al hacer uso de sus fuerzas
ordenadoras (la regularidad de la conducta de sus miembros) podemos llegar al
orden de un conjunto mucho más complejo de hechos del que jamás podríamos
obtener mediante un ordenamiento deliberado. Sin embargo, al utilizar esta
posibilidad para inducir a ese orden que alcanza una extensión mucho mayor de
la que de otro modo se con seguiría limitamos al mismo tiempo nuestro
poder sobre los detalles de ese orden. Diremos
que al hacer uso del primer principio, tendremos poder solamente sobre el carácter abstracto de ese orden, pero no sobre el detalle concreto del mismo
El estudio
del orden espontáneo es tarea de la economía y anteriormente de la
biología, renace con la
cibernética, la teoría de sistemas, la informática.
(Los
principios de un orden social liberal)
- La teoría
social comienza con el descubrimiento de estructuras ordenadas que no son
resultado de un proyecto humano, como el lenguaje, la moral, el dinero.
Hubo una gran
desconfianza a extender la idea de orden espontáneo a otros campos sociales, producto de
un prejuicio: no se concibe al orden como algo espontáneo, sino como producto
de un plan deliberado. La idea de una “mano invisible”, tal como la que
describía Adam Smith, producía un fuerte rechazo entre los filósofos y
pensadores de lo social, claramente imbuidos de la lógica constructivista
cartesiana.
La idea de
que hay procesos espontáneos, que desconocemos y al que difícilmente la ciencia
experimental tenga acceso es desconcertante y contraria a la lógica del
positivismo.
Pero la
indudable presencia de procesos espontáneos en el campo de lo humano, desde el
lenguaje hasta el dinero significó un desafío para esta lógica. Por lo cual
decidieron archivar el asunto, sacarlo de la agenda.
Lo
paradójico, lo difícil de explicar para el racionalismo positivista es que esos
órdenes abstractos, sin fines explícitos producen, sin embargo, regularidades en el comportamiento de sus elementos.
La existencia de reglas generales y circunstancias particulares, desconocidas,
se combinan de alguna forma que generan regularidades, orden, cierta
previsibilidad.
- La
organización más compleja diseñada artificialmente, como el Estado, es
infinitamente menos compleja que la sociedad en la que está inscripto. Un
sistema gubernamental se puede diseñar porque tiene pocos grados de
complejidad: las normas acotan las funciones, competencias y relaciones
jerárquicas de los elementos .
Pensemos, en
cambio, en el sistema económico de mercado: millones de unidades se ofertan y
se demandan por miles de empresas y millones de consumidores, hay precios, hay
logística de entrega: hay un orden inimaginable de ser planeado por ninguna
mente brillante, simplemente porque es incapaz de acceder y administrar la
información necesaria.
El orden
social es un orden “abstracto”, complejo y no evidente. No es un orden
diseñado, producto de una intención, sino el producto de la acción humana, pero
no de un plan deliberado y sistemático.
Es esta
característica algo misteriosa del orden social lo que ha desvelado a los
pensadores durante milenios. Se requiere un esfuerzo intelectual importante
para comprenderlo.
El
descubrimiento que existen en la sociedad órdenes de otro tipo, los cuales no
han sido diseñados por los hombres pero han resultado de la acción de
individuos sin que ellos pensaran crear tal orden, es el logro de la teoría
social. O, más bien, fue este descubrimiento que ha mostrado que había un
objeto para la teoría social. Sacudió la creencia profundamente inculcada en
los hombres que donde había un orden debía también haber habido un ordenador
personal.(LDL)
- No todo el
orden es una “organización”, el producto de disponer de los elementos en un
cierto orden preestablecido. La organización es un orden “concreto”, diseñado
para cumplir ciertos fines, arreglando explícitamente su componentes de
cierta forma. Toda
organización tiene fines conocidos y sus miembros están relacionados a ella por
un conjunto de reglas explícitas, diseñadas por la mente que creó la
organización.
Esa es la
experiencia cotidiana cuando pensamos en un “orden social”. Esa experiencia,
sin embargo no sirve, y, en realidad obstaculiza la comprensión del orden
abstracto, aquel que no fue diseñado explícitamente y en el que cada elemento
tiene libertad para interactuar porque comparte algunas reglas abstractas,
generales y no porque esté obligado a cumplir su rol, como en una organización.
1.2 Racionalismo
Constructivista
- La
tradición central de la modernidad ha desvalorizado la posibilidad de imaginar
que lo social- sus reglas, sus instituciones- pueda tener otro inicio que el diseño
intencionado. Ha desconocido el carácter espontáneo, no planeado e, incluso, no
conciente de muchas instituciones humanas como el lenguaje, la moral, el
dinero.
Hayek
denomina a esta tradición “racionalismo constructivista”, cuyas características centrales fueron
planteadas por Descartes. Para la mentalidad racionalista cartesiana, solo una
mente racional, inteligente, que tenga toda la información disponible es capaz
de crear instituciones humanas perfectas.
Por grande
que haya sido el avance que la obra de un Descartes, un Hobbes y un Leibnitz
haya significado en otros campos, para el entendimiento de los procesos de
crecimiento social fue simplemente un desastre. El hecho de que, para
Descartes, Esparta pareciera eminente entre las naciones griegas porque sus leyes eran el producto de
un designio y “originándose en un individuo, todas tendían hacia un solo fin”,
es característico de ese racionalismo constructivista que acabó imponiéndose
(El Dr.
Benard Mandeville, 1966)
En rigor,
Hayek no “culpa” a Descartes por haber extendido su método racionalista a
intentar analizar las cuestiones sociales. Eso lo harían sus continuadores. Lo
que señala Hayek es la enorme contribución del “método” de Descartes al
desarrollo de la principal arma intelectual que concluiría, siglos después, en
el advenimiento del Estado Planificador.
No fue sino
en época posterior -y fundamentalmente bajo la influencia del pensamiento
francés de los siglos XVII y XVIII- cuando tuvieron lugar ciertos
acontecimientos que pusieron en tela de juicio muchos de los valores sobre los
que se apoya el orden extenso o Sociedad Abierta.
El primero de
ellos fue la creciente importancia, asociada a la aparición de la ciencia
moderna, de aquella especial forma de racionalismo que yo denomino
«constructivismo» o «cientismo» (según los franceses), que en siglos
posteriores condicionaría la interpretación del papel de la razón en la
evolución del comportamiento. Esta peculiar forma de racionalismo ha sido el
punto de partida de mis investigaciones a lo largo de las últimas seis décadas,
investigación que me ha inducido a concluir que se trata de una interpretación
intrínsecamente errónea, tanto en lo que atañe a la ciencia como respecto al
propio funcionamiento de la razón. Comporta, en efecto, un abuso de lo que es,
en realidad, nuestra capacidad racional y -lo que es particularmente importante
en relación con lo que aquí nos ocupa- conduce forzosamente a una falsa
interpretación de la naturaleza y verdadera esencia de las instituciones que
facilitan la pacífica convivencia. Dicha interpretación hace que, en nombre de
la razón -y también de otros fundamentales valores que resultan imprescindibles
a la sociedad civilizada-, se encumbre moralmente la mediocridad y se induzca a
la gente a dejarse llevar por sus más primitivos instintos.
Bajo la
influencia de Descartes, este moderno racionalismo no sólo desecha la
tradición, sino que no duda incluso en afirmar que la razón está en condiciones
de perseguir directamente cualquier meta sin necesidad de intermediaciones, así
como que, con autonomía plena, puede crearse, sobre la base de la razón, un
mundo nuevo, una nueva moral, un nuevo orden legal y hasta un nuevo y más
adecuado lenguaje. Aunque tales pretensiones carecen de todo fundamento (véase
Popper, 1934/1959 y 1945/ 66), no dejan por ello de condicionar en aspectos
cruciales el pensamiento científico actual, así como la mayor parte de las
actitudes adoptadas por nuestros escritores, artistas e intelectuales.(La Fatal
Arrogancia)
Para el racionalismo constructivista,
que constituye indudablemente algo así como “el pensamiento básico progresista
de Occidente”, el orden
espontáneo es un orden fallido, un orden que hay que reemplazar por una
organización diseñada por una mente omnisciente. El desdén por el orden
abstracto, espontáneo, ha generado una incomprensión de cómo funciona el
sistema social, lo cual produjo un enorme malentendido y una destrucción
inconmensurable de instituciones humanas construidas en un largo proceso.
- Los impresionantes éxitos de la
ciencia en su objetivo de desentrañar los secretos del mundo físico, de la
naturaleza, ofrecieron un modelo de conocimiento que los racionalistas
utilizaron para intentar comprender la sociedad. Pero la ciencia exacta y
natural no se basa en hechos particulares, sino en una dimensión macro- la
interacción entre elementos- que los desconoce. La física puede determinar la
velocidad de caída del agua dado un volumen y una altura conocidos, pero no
puede anticipar el comportamiento de cada gota de la cascada. Pedirle esa
información es desconocer la naturaleza del conocimiento científico.
La no admisión de que la limitación del conocimiento es una
barrera a la construcción de la sociedad, se basa en la confianza ilimitada en el poder de
la ciencia. El racionalismo
cree que la ciencia, a la larga, es capaz de resolver todos los problemas, no
solo los técnicos, sino los sociales. Es la utopia científica de afirmar que en
el futuro no habrá más limitaciones.
Pero la ciencia no puede prever los
hechos particulares. La ciencia no puede anticipar como reaccionará Juan ante
la subida del precio de sus insumos, o Pedro ante una norma que exige la
inhibición de determinado comportamiento.
El modelo de la ciencia física, que
con pocas variables
construye hipótesis validas sobre el mundo físico no se puede aplicar a la
complejidad de hechos sociales.
El enfoque constructivista afirma que todos los
hechos relevantes son o pueden ser conocidos por alguna mente y que a partir de allí es posible
construir un orden social deseable. Es la pretensión de un "pensar
simultaneo" en el que todo se pude conocer . Los planes que surgen de esta
ficción deben su aparente claridad a que dejan de lado lo que no conocen.
- Para el racionalismo constructivista
la mente existe separada de la realidad física y social , y es capaz de juzgar
las medidas más adecuadas para “construir” una sociedad mejor apelando
exclusivamente a las herramientas de la razón. Los errores del constructivismo
se basan en el dualismo cartesiano. Una mente que existe como sustancia
separada de la realidad y que le permite al hombre diseñar las instituciones
sociales y la cultura.
Los errores
del racionalismo constructivista están íntimamente relacionados con el dualismo
cartesiano, es decir, con la concepción de una sustancia de la mente que existe
de manera independiente, que se mantiene fuera del cosmos de la naturaleza y
que le ha permitido al hombre, dotado de esa mente desde un principio, diseñar
las instituciones de la sociedad y la cultura dentro de las cuales vive [...].
La concepción de una mente ya plenamente desarrollada que diseña las
instituciones que hacen posible la vida es contraria a todo lo que sabemos
sobre la evolución del hombre. (Derecho,
Legislación y Libertad)
El constructivismo desconoce que la
mente es producto y a la vez causa de la civilización. La mente ha estado
adaptándose a la realidad externa y se desarrolló en interacción con ese medio.
Es producto del medio y a su vez modifica el medio. La mente no preexiste a la
sociedad lo cual le permitiría diseñarla a placer. Por el contrario, la mente
surge del desarrollo de la sociedad, mediante normas que han permitido mejores
oportunidades de supervivencia.
Es hoy una afirmación poco discutida que
la mente del recién nacido no es una “tabla rasa”, dispuesta a llenarse de
contenido cultural. Los hallazgos de la antropología y de la psicología
evolucionista coinciden en que el cerebro nace ya dotado de estructuras o
modelos de categorización de la realidad incluyendo estructuras protolinguísticas,
cognitivas y, lo más sorprendente, morales. Pude leerse en “Teoría de Bases de
la moral” (http://www.moralfoundations.org/)
lo siguiente:
Así que la idea de que la moralidad
humana se deriva o está restringida por múltiples sistemas innatos mentales,
cada uno formado por un proceso evolutivo diferente, no es ni nueva ni radical.
Es aceptado por casi todos los que escriben sobre los orígenes evolutivos de la
moral (por ejemplo, de Waal, 1996; Ridley, 1996; Joyce, 2006; Wright, 1994)
Lo que en los años 40 o 50 Hayek predicó
tiene hoy un poderoso sustento empírico. La imagen de un individuo desprovisto
y virgen que recibirá los contendidos cognitivos, valorativos y morales
mediante la educación ha quedado obsoleta.
Esa idea de la “tabla rasa” fue
funcional a los proyectos totalitarios. "La pizarra virgen es el sueño de
los dictadores" dice el psicólogo evolucionista Steven Pinker. La idea de
que los hombres son "tabulas rasas", pizarrones vírgenes listos para
ser adoctrinados, sin ninguna base instintiva que los predisponga moralmente a
rechazar ciertos valores, es una idea típica del iluminismo: educar al pueblo,
o sea entrenar a los individuos en ciertos valores útiles para el "sistema"
de poder existente es la pretensión de todos los dictadores. Pero no se puede
lograr eso, como dijo alguien, todo el tiempo, en todos los temas, para todas
las personas.
Al suponerse que la mente es totalmente
maleable por el educador, puede imaginarse al Estado formando ciudadanos
sumisos y pasivos. Afortunadamente hay una moral impresa en el hardware
cerebral que rechaza, intuitivamente, normas “inmorales”.
Nacemos con contenidos previos a la
experiencia: es como si el hardware cerebral ya tuviera circuitos morales, que
incorporan luego- mediante la experiencia- un software que aporta contenidos
concretos a lo preexistente.
- El torpedo que Hayek le tira bajo la
línea de flotación al racionalismo cartesiano es la crítica a la escisión
mente-realidad que Descartes plantea como núcleo de su filosofía.
Mientras que Descartes imagina una mente
racional, un sujeto pensante que se sienta frente a la realidad y la analiza,
buscando verdades “claras y distintas”, Hayek propone que no existe una mente
separada de la realidad, distinta: la mente es producto de la realidad y la
realidad es producto de la mente. El cerebro evolucionó junto con “el cuerpo”
del homínido y fue creando ciertas estructuras de percepción e interpretación
de la realidad. La humanización creó al cerebro y el cerebro creó humanización.
Las normas y los diagnósticos sobre la realidad se incorporaron a la realidad
de la mente, no como algo
externo sino constitutivo,
No existe un cerebro que crea normas,
sino que las normas básicas ya vienen en el hardware de la especie.
La pretensión cartesiana de que la Razón
puede crear un mundo perfecto, a partir de su conocimiento claro y distinto,
que puede crear moral, que puede crear un “hombre nuevo”, desterrar la codicia
y transformar a las personas en seres fraternos es uno de los grandes relatos
de la modernidad que ha creado pesadillas políticas, desde el Terror francés
hasta las hambrunas de China o los campos de la muerte nazis o soviéticos.
Obviamente Descartes no es el responsable de esos extravíos. Pero sus ideas,
sí.
- El otro gran responsable de la
implantación del Racionalismo Constructivista como núcleo de un pensamiento
“progresista” es Rousseau:
El segundo
acontecimiento que en su día afectó al desarrollo del orden extenso o gran
sociedad lo constituyó la obra y la influencia intelectual de Jean-Jacques
Rousseau. Se trata de un peculiar pensador que, aunque haya sido muchas veces
considerado irracional o romántico, adoptó desde el primer momento
planteamientos muy similares a los de Descartes. Sus tesis han ejercido una
enorme influencia sobre el pensamiento «progresista» moderno, induciendo a
muchos a olvidar que la libertad como institución política no ha surgido de los
seres humanos «en lucha por la libertad» en el sentido de supresión de cualquier
limitación, sino del empeño de proteger un ámbito individual conocido.
De este modo,
las tesis rusonianas hicieron olvidar que las normas de conducta son
necesariamente restrictivas y de ellas surge el orden; y que estas normas,
precisamente en cuanto limitan los medios que cada individuo puede emplear para
conseguir sus fines, amplían grandemente el ámbito de los fines que cada uno
puede perseguir con éxito.
Fue Rousseau
quien, al declarar en las páginas iniciales de El Contrato Social que «el hombre
ha nacido libre, pero en todas partes se encuentra cargado de cadenas», y en su
intento de liberar a la humanidad de toda constricción «artificial», transformó
lo que hasta entonces había sido considerado prototipo del salvaje en héroe de
la clase intelectual, mientras incitaba apasionadamente a rebelarse contra un
amplio conjunto de restricciones a cuya sumisión, sin embargo, la humanidad
debía ya la alta productividad y densa población alcanzadas, imponiéndose así
una concepción de la libertad que más tarde se convertiría en su principal
obstáculo. Tras afirmar que el instinto animal es capaz de ordenar el
comportamiento humano mejor que la tradición o la razón, instituye Rousseau esa
ficticia «voluntad general» por la que el pueblo se transforma en «un único
ente, una sola unidad personal» (Contrato Social, 1, vii; véase también Popper,
1954/1966: 1,54). Tal vez sea ésta la raíz principal de la fatal arrogancia del
moderno racionalismo intelectual, que promete restituimos a un paraíso en el
que nuestros instintos naturales, en lugar de ser reprimidos, serán capaces de
«dominar la tierra», como se nos ordena en el Génesis. (La Fatal
Arrogancia)
- El
conocimiento nunca es solo individual: la civilización implica el uso de
conocimiento acumulado por la experiencia de generaciones. La Civilización
permite superar la ignorancia del individuo al ponerlo en contacto con el
conocimiento acumulado existente fuera de su conciencia.
Esta
ignorancia ha sido por lo general “ignorada” a su vez por los filósofos, a la
búsqueda de la luz del conocimiento. Se la consideró como una rémora, de poca
significación, del pasado de oscuridad. La luz de la razón permitiría a todos
gozar del conocimiento.
Muchas de las
construcciones utópicas
carecen de valor, porque siguen la dirección de los teorizantes que dan por
descontado la posesión de un conocimiento perfecto(CL)
- Es difícil
analizar nuestra ignorancia, ya que desconocemos lo que desconocemos. La luz
del entendimiento “rebota” en las áreas de ignorancia, por lo cual implica un
gran esfuerzo dotarse de instrumentos que permitan analizar nuestra ignorancia.
Para entender nuestra ignorancia tenemos que tener unas hipótesis generales de
cómo funciona el mundo. Se pueden así, al menos, formular los interrogantes correctos,
aunque no tengamos respuesta para ellos.
Pero el
pensamiento usual del racionalismo constructivista opera como si la ignorancia,
como problema, no existiera. Su idea central, según Hayek se pude sintetizar en
esta frase: “El hombre ha creado su civilización y, por lo tanto, también puede
cambiar sus instituciones como guste”
Pese a ser
intrínsecamente irracional, su mensaje [el de Rousseau] fue asumido
fundamentalmente por los progresistas debido a su insinuación cartesiana de que
podemos emplear la razón para obtener y justificar la gratificación directa de
nuestros instintos naturales. A partir del momento en que Rousseau dio licencia
intelectual para lanzar por la borda toda restricción moral y confirió
legitimidad a los intentos de «liberarse» de esas restricciones que, en
realidad resultan imprescindibles a la libertad (animando a la gente incluso a
llamar «liberación» a esa específica manera de conculcarla), empezó a ponerse
en entredicho la institución de la propiedad, abandonándose el consenso
previamente generalizado que había hecho de la misma la piedra angular de la
sociedad extensa. A partir de tal momento empezó a prevalecer la idea de que
nada impedía sustituir las normas reguladoras de la atribución y transferencia
de la propiedad plural por decisiones centralizadas en relación con su
empleo.(La Fatal Arrogancia)
- La
Civilización ha sido creada por el hombre, pero esto no implica la omnisciencia
de cómo funciona la realidad social y de cómo mejorar las instituciones.
La idea
de que el hombre está
dotado de una mente capaz de concebir y crear civilización es fundamentalmente
falsa. El hombre no impone simplemente sobre el mundo que le rodea un patrón
creado por su mente. La mente humana es en sí misma un sistema que cambia
constantemente como resultado de sus esfuerzos por adaptarse al mundo que la
rodea. (CL)
- La
ignorancia del hecho de que la mente no es un ente independiente de la
civilización, sino un producto de ella, se transforma en “intelectualismo”, una
postura filosófica que supone que la razón no tiene límites ni condicionantes y
que “todo” es posible para la mente, pero…
La mente humana no puede nunca
prever sus progresos
La mente es
producto de la civilización y desconoce muchos de los mecanismos , la
experiencia, los hábitos, convenciones, lenguaje y creencias morales que entran
en su composición. La pretensión de que “creamos deliberadamente nuestra
cultura” evidencia la profunda ignorancia sobre la realidad de la civilización.
Además, el
conocimiento de cualquier mente individual es solo una ínfima parte del todo
que constituye el conocimiento acumulado que le sirve para alcanzar sus fines.
El
conocimiento es solo individual, no existe algo como “conocimiento colectivo”,
más que como metáfora. El gran problema es adquirir ese conocimiento disperso,
fragmentario y, a veces, en conflicto. Reconocer la propia ignorancia y la
dependencia que el individuo tiene respecto de la civilización lleva, muchas
veces, a una especie de rencor.
Mucho de
nuestro impetuoso y ocasional deseo de destrozar la total e intrincada
maquinaria de la civilización se debe a esa incapacidad del hombre para
comprender lo que está haciendo
- La creencia
en que la ignorancia es cada vez menor, merced a los avances de la ciencia,
constituye una falacia que termina en un “exitismo”: confundir el conocimiento
explícito y conciente con el conocimiento total de la civilización y poder,
así, rediseñarla. La ciencia no agota los campos del conocimiento, hay zonas
negras que no pueden ser captadas por la ciencia, ya que no se componen de
procesos generales, sino de hechos difícilmente categorizables, hechos
particulares, fragmentarios, dispersos.
El desarrollo
del conocimiento y el desarrollo de la civilización son lo mismo únicamente
cuando por tal conocimiento significamos algo que incluye todas las
adaptaciones humanas al medio que nos rodea y al que han sido incorporadas las
experiencias pasadas. En este sentido, ni todo el conocimiento es parte de
nuestro intelecto ni nuestro intelecto es la totalidad de nuestro
conocimiento(CL)
El optimismo
de la ciencia se basa en suponer que “cada vez hay menos ignorancia” y que
finalmente la humanidad podrá conocer y controlar todos los procesos,
instituciones, normas y hábitos.
No es casual
que muchos científicos, intoxicados con su propio éxito, se transformen en
enemigos de la libertad y en prototiranos dispuestos a resolver rápidamente los
problemas de la humanidad.
- La falacia
constructivista ha tenido una gran influencia en el pensamiento moderno.
La tradición
racionalista ha influenciado el lenguaje y la forma de pensar de los
últimos tres
siglos:
-
Todas las instituciones son pensadas como producto de un agente que posee una
razón que lo habilita para diseñarlas.
- La
“rebelión” contra la norma. El rechazo a la explicación religiosa de la validez
de las normas tradicionales condujo a rechazar esas mismas normas. La
“liberación” de las normas se tradujo en una serie infinita de “filosofías”
libertarias, en las cuales el sujeto disfruta de no “obedecer” ninguna norma,
más que las que le dicta su propia individualidad. La consigna fue no obedecer
normas generales, repudiar las costumbres morales, las convenciones, la
sabiduría tradicional, no tener obligaciones morales, ser nuestros propios
jueces. Este trasfondo ideológico está en la base de todo el pensamiento
supuestamente “progresista”. La razón individual desconoce todo límite
normativo, el Hombre es un Dios.
-
Otra falacia constructivista es la “antropomórfica”: se la asignan
características “humanas” a la sociedad. Por ejemplo, el concepto de que la
"sociedad" debe ser justa, como si fuera un ser pensante, introducido
por Rousseau. La “sociedad", entonces, actúa, trata, recompensa, valora,
posee, controla, tiene voluntad, u objetivos, puede ser justa o injusta, es
responsable o culpable, distribuye, asigna, etc.
Todos estos
términos implican la noción de que la ley es un acto de creación deliberada
realizada por una voluntad con un propósito. Excluye la posibilidad de que
exista un
orden no deliberado, producto humano pero no del designio humano.
-
Creencia de que la razón puede trascender de lo abstracto y determinar la
deseabilidad de acciones particulares. La acción motivada por la emoción es
"guiada" por la razón: se pretende la razón para formar una
sociedad que requiere fijar
unos objetivos comunes a todos.
- Rebelión
contra la sumisión a normas abstractas. Creen
poder actuar directamente sobre
lo particular, descartan la abstracción para operar directamente sobre lo
concreto y guiar el proceso social.
El deseo de
remodelar la sociedad según la imagen del individuo, que desde Hobbes
viene
dominando la teoría política racionalista y que atribuye a la Gran Sociedad
propiedades que solo podrían tener los individuos o las organizaciones creadas
deliberadamente, conduce no solo a esforzarse en ser racionales, sino a
convertirlo todo en racional
- El
racionalismo constructivista tiende a pensar que entes abstractos como “la
sociedad” tienen características “humanas”. De ahí se deriva toda una línea
discursiva que habla de “la sociedad” como un sujeto que toma decisiones, que
es justa o injusta, que invierte, crea, consume, etc. Se crean así “sujetos
históricos” con vida propia, concepción que está en la base del análisis
socialista y nacionalista de la realidad: clases, pueblos, naciones son sujetos
que actúan guiados por una única voluntad- normalmente asumida por el Líder,
como instrumento humano de esos entes.
Pero no se
puede pretender que la sociedad sea "moral" o “justa”, no tiene
sentido aplicar los parámetros de la conducta consciente a aquellas
consecuencias no intencionadas de la acción individual que constituyen la mayor
parte de las situaciones que se producen en la sociedad, a no ser que se
elimine lo no intencionado, lo cual significaría eliminar todo lo que llamamos
cultura.
El
constructivismo requiere que todo se conozca y se niega a aceptar que hay
procesos que jamás podrán ser conocidos por la mente, aun la brillante mente de
un Descartes o un Rousseau. Descree, entonces, de toda creación espontánea de
lo humano, comenzando por el lenguaje y siguiendo con las inclasificables
normas culturales, cuya sutileza es estudiada por los etnólogos en un afán de
“interpretarlas” a la luz de la Razón.
Su desprecio
por las instituciones “tradicionales” los llevó a la pretensión- la fatal
arrogancia la llama Hayek- de
planear el futuro, en todos los detalles. “Tirar por las ventanas las viejas
leyes e inventar las nuevas” aconsejó Voltaire. Es lo que hicieron sus
continuadores de la Revolución Francesa, el socialismo y el nazi-fascismo: un
liderazgo guiado por la Razón es capaz de transformar la realidad social y
erradicar todas las causas de la infelicidad humana. Una mente racional es
omnisciente. No tiene límites a lo que imagina y diseña.
Todas estas
reacciones, aunque comprensibles, no dejan de comportar graves consecuencias,
que adquieren especial gravedad -tanto para la razón como para la moral- cuando
lo que se defiende no es tanto el uso de la razón, cuanto esa especial
interpretación racionalista de la misma que induce a los intelectuales a
rechazar la existencia de límites teóricos a nuestra capacidad racional y a
despreciar, en consecuencia, la sabiduría acumulada a lo largo del devenir
histórico y científico, desaprovechándose con ello los avances logrados tanto
en las ciencias biológicas como en las humanas (como la economía), con todo lo
cual, en definitiva, se tergiversan los orígenes y la verdadera función de
nuestros esquemas morales.
La cultura es
un producto conciente del hombre según esta tradición. El hombre racional, el
“iluminista” tiene, gracias a la ciencia, las herramientas para re-crear la
realidad humana.
- La
apoteosis de la Razón ha sido una de las causas de la
"sinrazón" que hemos visto en el siglo XX y en el actual. La
pretensión de una Razón perfecta, omnisciente ha sido el cimiento de la
creencia en el Estado perfecto, conciente de todo, capaz de preverlo todo, que
pretende hasta planear nuestras vidas individuales proveyéndonos de metas,
valores, deseos.
La Razón constructivista hizo tabla rasa de
todos los valores, normas y conocimientos de milenios de evolución de la
especie. Despreció el pasado e intentó crear un futuro perfecto, solo con la
luz de la Razón. Despreció el cuerpo, lo biológico y transformó al Hombre- esa
compleja máquina que combina individuo y comunidad, violencia y solidaridad- en
un mecanismo planificable y previsible. Casi lo logra.
Las nuevas
ideas no pueden planificarse, no surgen por la orden de un superior. La nuevas
ideas surgen de la imprevisible combinación de azar y aptitudes, de fracasos y
aprendizaje, de motivaciones individuales y hostilidad de las mayorías. La
matriz del progreso no está en la razón, únicamente, sino en las casi
invisibles instituciones, costumbres, formas de organización que son producto
de siglos de evolución humana. Hay un carácter preconciente en ese sustrato
casi invisible, y a la vez imprescindible para el progreso.
La gran
paradoja es que la razón tiende al control , la planificación y la predicción,
pero ella es producto de la libertad, la espontaneidad y la imprevisibilidad de
la conducta humana.
Independizada
y poco conciente de su origen, la razón tiende a creerse omnisciente,
omnipotente. Los formidables avances de la ciencia y la tecnología le otorgan
una base desde la cual intenta , ni más ni menos, la toma del mundo, el asalto
a la realidad para dominarla. Ahí, la razón se despeña por el precipicio del
absolutismo. A partir de ahí, desprecia las tradiciones, las instituciones que
ha ido creando la humanidad mediante la prueba, el ensayo, el error. La razón
decreta rápidamente el fin de la religión, la desaparición de la familia e
inventa mundos utópicos sin mácula de no-razón, puros, perfectos como un
experimento científico. Rápidamente resume los humano a un fenómeno de la
ciencia natural y quiere aplicarle las ecuaciones que explican el mundo
natural. Desconoce que lo humano se define más que por lo biológico y lo
psicológico, por lo que Víctor Frankl llama “noético”: el mundo de los valores,
los significados, el mundo de la búsqueda de sentido para la vida. En este
mundo, las ecuaciones simplemente no consiguen aprehender su esencia. El
sistema humano no es un sistema solar, o un sistema meteorológico. No puede ser
explicado, sino tan solo, comprendido.
En este
contexto, la pretensión de explicarlo todo, de saberlo todo, de preverlo todo
inventa monstruos: sistemas cerrados, basados en supuestos sentimientos de
fraternidad y altruismo, que terminan siendo caricaturas de lo humano: carecen
de libertad, de imprevisibilidad, de azar, de sentido.
Bajo esa
amenaza vivimos: desde las pretensiones de la Revolución Francesa- que bajo la
batuta de Robespierre supo unir Virtud y Terror, en un casamiento que aun hoy
sigue vivo- hasta las
utopías socialistas, nacionalistas y anarquistas.
Ninguna
comprende la libertad como esencia del fenómeno humano y todas tratan, cada una
a su manera, hacer previsible, seguro, estático y congelado el futuro.
- ¿Hay un
papel para la razón, dado que según se ha visto, la civilización no es producto
de un designio humano y que
la razón, muchas veces, se constituye en el tribunal supremo que juzga al
pasado e inventa utopías?
La razón debe
aplicarse en los límites de lo ya dado, de lo que escapa al planeamiento, al
contexto que incluye productos no racionales, tradiciones, normas,
instituciones, hábitos que no nacieron de la reflexión racional sino de la
lenta prueba y error durante generaciones. Sin esta comprensión, la razón
tiende a autoerigirse como un nuevo dios, “La diosa razón”, sin límites,
omnipotente.
La pregunta
es si no lo estarán consiguiendo. El dilema político del futuro es que si hasta
ahora las fuerzas espontáneas que permiten el desarrollo de la civilización han
podido resistir la coacción del Estado, nada garantiza que en un futuro esa
resistencia continúe.
1.3 Racionalismo Evolucionista
- La tradición racionalista cartesiana
se desarrolló en paralelo a otra tradición, basada en Escocia e Inglaterra que
instala la idea de que las instituciones humanas son producto de la acción
humana, pero no necesariamente de una intención deliberada.
Agrupar bajo
el nombre de “Ilustración” a los filósofos franceses desde Voltaire a
Condorcet, por una parte, y a los pensadores escoceses e ingleses desde
Mandeville hasta Hume, Adam Smith y Edmund Burke, por otra, equivale a omitir
ciertas diferencias que, gracias a la influencia que estos hombre ejercieron
durante el siglo siguiente, fueron mucho más importantes que toda semejanza
superficial que hubiera podido existir
(“La
filosofía jurídica y política de David Hume”)
Esta
tradición de racionalismo evolucionista - expresada básicamente por los
pensadores anglosajones Hume- muy influido por Mandeville- , Ferguson, Smith
aunque también con representantes continentales como Montesquieu, Say,
Constant, Bastiat o Tocqueville parte de otros supuestos.
Ferguson tuvo
la habilidad de resumir una breve fórmula la esencia del pensamiento
evolucionista, al afirmar que las instituciones son “resultados de la acción humana,
pero no del designio humano”
No es cierto
que nuestros actos deben su efectividad al conocimiento que podemos formular en
palabras. Muchas instituciones imprescindibles son fruto de costumbres, hábitos
o prácticas que no han sido inventadas ni fueron diseñadas para algún propósito.
Afirma que el
progreso se logra por un lento y persistente mecanismo de ensayo y error, que
no pueden diseñarse de una vez y para siempre las instituciones humanas, sino
que éstas- la moral, el lenguaje, las normas, el dinero, el mercado- son producto de innumerables
actuaciones que la humanidad ha ido desenvolviendo en cien mil años.
- Es
Mandeville- un autor marginado y estigmatizado - quien en la deliciosa Fabula de las abejas o Vicios
privados y Beneficios públicos describe
cómo el egoísmo individual puede contribuir a la construcción de un orden
beneficioso más eficientemente que el altruismo. Dice Mandeville:
A menudo
imputamos a la excelencia del genio del hombre, y a la profundidad de su
penetración, lo que en realidad se debe al paso del tiempo y a la experiencia
de muchas generaciones (…)
Hay muy pocas
que sean obra de un solo hombre, o de una sola generación; en su mayor parte
son producto del esfuerzo conjunto de varias épocas. La sabiduría de la que
hablo no es el resultado de un entendimiento preciso, ni de la reflexión
profunda, sino del juicio sensato y deliberado, adquirido por una larga
experiencia en los negocios y una diversidad de observaciones.
La
experiencia, el paso del tiempo, el ensayo y error de muchas personas más que
la iluminada mente brillante de un pensador son las que crean las instituciones
y las normas, nos dice Mandeville, desmontando con este planteo las
pretensiones del racionalismo francés que se basa en la idea de que basta una
mente individual brillante para entender y mejorar el mundo.
- Hume, un
siglo después, habrá de sistematizar las ideas aun en germen de Mandeville.
Lo esencial
del aporte de Hume es la consideración de que las normas no son el resultado de
una reflexión de la razón (“
Las normas morales no son una conclusión de nuestra razón”) sino de un
proceso histórico , anónimo, progresivo de selección de las más aptas:
La regla
referente a la estabilidad de la posesión surge gradualmente y cobra fuerza por
una progresión lenta y por nuestra reiterada experiencia de lo inconveniente de
su transgresión
En el ámbito
de la sociedad ciertas instituciones han nacido y se han desarrollado al margen
de cualquier plan: el lenguaje, la moral, el dinero, el mercado han sido
herramientas básicas en la creación de civilización cuyo origen escapa a
cualquier diseño explícito. Son ordenes espontáneos, autogenerados, que no
requieren de una autoridad central para funcionar.
El lenguaje
se establece gradualmente por convenciones humanas. Del mismo modo se
convierten el oro y la plata en la medida común del intercambio
Las normas,
en definitiva, “surgen de manera insensible y gradual” y sin que en realidad
nadie sepa de antemano que si sus resultados serán positivos o negativos en
términos sociales: nadie tiene la capacidad de prever las consecuencias. Pero
es justamente esa característica general, abstracta, la que garantiza la
eficacia de las normas. La justicia no está preocupada por las consecuencias
particulares de la norma, sino de sus efectos generales. Más aun, las
consecuencias específicas pueden ser perjudiciales, pero
Por mucho que
los actos de justicia singulares sean contrarios al interés privado o el
interés público, no hay duda de que todo el plan o esquema es muy favorable, o
en efecto, absolutamente indispensable, para sostener la sociedad y el
bienestar de cada individuo
- El enfoque
evolucionista recupera la visión de las normas no como producto conciente y
deliberado. El estudio sobre formaciones como el lenguaje, la moral, el derecho
y el dinero permite en el siglo XVIII formular los paralelos de evolución y
formación espontánea de un orden.
Plantea la
idea de la Evolución como propiedad de todos los procesos que generan acción,
aun los no concientes. La evolución fue definida como un proceso de selección
de normas que no es individual: las reglas más exitosas permiten a un grupo
sobrevivir. No es
“forzosa”: las etapas de la evolución no están predeterminadas, no hay una
linealidad previsible en el proceso de decantación de las normas.
Darwin toma
esta idea de la evolución de la ciencia social y la aplica a la biología, no al
revés. El equívoco del "darwinismo social” desacreditó el concepto de
evolución en ciencias sociales.
Aquellas
normas e instituciones, más exitosas, más “correctas”, en el sentido de
provocar mejores respuestas adaptativas se han ido imponiendo por selección
natural.
Los grupos y
culturas que las adoptaron tuvieron más capacidad de sobrevivencia, por lo cual
lograron que otros grupos y culturas las adopten. Este proceso ha sido
silencioso, lento, no ha dejado pruebas de su existencia pero constituye la
verdadera historia de la humanidad. Nadie sabe como se creó el lenguaje, como
se creó el dinero, como se establecieron las primeras reglas. Solo se sabe que
los que adoptaron las normas mejores, sobrevivieron. El resto despareció del
horizonte de la humanidad.
- Para los
creyentes , la realidad natural y humana solo puede deberse a un Plan Divino,
que asigna finalidades y metas a cada avance en el desarrollo evolutivo. Los
racionalistas, por el contrario plantean que la Historia humana es el
desarrollo de un Plan Humano, deliberado, conciente, omnicomprensivo, racional.
La tercera opción es la que el liberalismo de tradición anglosajona desarrolló:
la idea de que las instituciones humanas- como las especies- son intentos de
adaptación al medio y que solo sobreviven aquellas lo suficientemente plásticas
como para ir cambiando a medida que cambia el entorno, en un proceso que no reconoce un liderazgo conciente,
sino que se desarrolla en innumerables y espontáneos micro-cambios adaptativos.
Lo que
permanece y se transmite son las instituciones, prácticas y hábitos que tienen
éxito para mejorar las condiciones materiales y espirituales. La historia
evolutiva de la humanidad está llena de fracasos, culturas fallidas que fueron
absorbidas o, simplemente, desaparecieron.
- Las dos
corrientes “liberales” se diferencian radicalmente en su concepción de la
tradición y las costumbres. En efecto, hemos casi sido educados en el desprecio
de la tradición, de las instituciones y costumbre añejas, a las que
relacionamos con las formas de coacción del feudalismo o el absolutismo real.
Lo “moderno” es, efectivamente, quebrar las viejas tradiciones e inaugurar la
era de la Razón, el programa de la Revolución Francesa. Lo contrario, sería
supuestamente, restringir la libertad. Hayek demuestra que es exactamente lo
opuesto: el reino de la Razón ha producido las dictaduras más cerradas de la
historia, las más represivas y coactivas. Al no tener el freno de la tradición,
cada líder , cada Partido revolucionario se ha creído con el poder de
reinventar las relaciones humanas, de crear un “Hombre Nuevo” de la nada, del
puro proyecto teórico que imagina seres humanos sin los “vicios” del pasado. Se
abolió, así, la religión, se planificó una nueva “familia comunista” en las que
los niños no pertenecen a sus padres, se propuso una “ciencia proletaria” que
superaría la “burguesa”, se
reescribió la historia para adaptarla a las necesidades del líder, se instituyó
un sistema educativo destinado a la sumisión y aplauso al poder del partido o
del líder, se ridiculizó el humanitarismo, las buenas costumbres, el respeto a
los ancianos, se crearon laboratorios de fertilización para crear especímenes
“puramente arios”, a la manera de criadores de razas animales. Se condenaron
las expresiones excesivas de afecto entre familiares o amigos, las discusiones,
bajo la consigna de que bajo el socialismo solo existe el entusiasmo y el
optimismo, se condenaron las formas de arte pesimistas, o críticas o
“individualistas” bajo la idea de que solo el grupo, las comunidad, la clase,
la raza, la nación, es el verdadero sujeto de la historia, de que no debe haber
dudas o vacilaciones en la “construcción del socialismo” o en el “triunfo de la
Nación alemana”.
- Una
creencia – afirma- es válida mientras no se demuestre su “culpabilidad”, como
el principio de inocencia en el Derecho. Por ser una creencia tradicional no
necesariamente es a creencia es falsa e inútil.
El
racionalismo niega todo valor a las normas morales e incluso al lenguaje- dos
instituciones humanas no creadas explícitamente merced a algún convenio o
decisión colectiva- siguiendo la máxima de Descartes de “ Rechazar como absolutamente
falsas todas las opiniones en relación con las cuales yo pueda suponer la más
mínima posibilidad de duda”.
Se cae así en
el rechazo de la moral construida por generaciones de experiencias y la
pretensión de crear una “nueva” moral, desde la pura lógica racional, como si
fuera una tarea al alcance de cualquier persona inteligente.
- Las dos
tradiciones de la modernidad, que para simplificar Hayek denomina “francesa”
(racionalismo constructivista) e “inglesa” (racionalismo evolucionista) ha
convivido durante tres siglos, conformando diferentes “cosmovisiones” con
resultados prácticos divergentes. Para observar sus diferencias es útil el
siguiente cuadro:
Tradición inglesa
|
Tradición francesa
|
Hume, Smith, Ferguson,
Tucker, Burke. Los franceses Constant, Tocqueville, Bastiat
|
Rousseau, los
enciclopedistas, Condorcet. El ingles Hobbes
|
Empírica y asistemática
|
Especulativa y
racionalista
|
Evolución espontánea de
la tradición y las instituciones
|
Constructivismo, utopías
de la Razón con poderes ilimitados
|
Toda intervención
estatal es absolutismo o aristocracia, incluyendo las intervenciones a favor
de los trabajadores
|
Máximo de grado de
organización, de intervención estatal. Importa quien interviene
|
Ausencia de coacción
|
Conseguir un propósito
colectivo absoluto
|
Desarrollo orgánico,
lento y no conciente
|
Doctrinarismo
|
Prueba y error
|
Patrón obligatorio
válido para todos
|
La evolución de la
civilización se basa en la sobrevivencia de lo que tiene éxito.
La evolución de las
instituciones, la moral, el lenguaje, y la ley es por crecimiento acumulativo
|
El origen de las
instituciones es la planificación, el diseño. La razón cartesiana
independiente y previa crea las instituciones. La idea de un “contrato
social”, explícito. El “legislador sabio”
|
Antecedentes en Cicerón
y Catón. Atenas
|
Antecedentes: Esparta
|
La mejor ley es la que
se basa en la experiencia que descubre sus defectos, las enmiendas y mejoras paulatinas
Evolución adaptativa; no
resultado de un plan preconcebido, ni de un designio humano
|
La mejor ley es la que
diseña el legislador sabio, de primera, basada en el ingenio que, se supone,
puede prever sus efectos
|
Las constituciones no se
hacen sino que se desarrollan, las costumbres y la calidad de los gobernados
hacen las leyes
|
Las leyes son expresión
de la “voluntad general”
|
La civilización es un
producto de la evolución, costoso, lento, basado en el éxito de ciertas
instituciones y normas que permiten controlar los instintos violentos o
antisociales del hombre. La cuestión central es cómo conducir el egoísmo hacia
el interés general.
|
El hombre desde el
origen posee los atributos morales e intelectuales para crear deliberadamente
la civilización. La “bondad natural” del hombre, “armonía” de intereses,
“libertad natural”
|
Importancia de la
tradición. La sociedad libre tiene una continua reverencia por las
instituciones que se han desarrollado, por las costumbres, los hábitos. Una
sociedad libre es una sociedad con ligaduras tradicionales. “Los ensayos de
muchas generaciones pueden
encarnar más experiencias que la poseída por cualquier hombre en particular”
“Este sometimiento a convenciones y reglas involuntarias, cuya significación
e importancia no entendemos del todo; esta reverencia por lo tradicional,
indispensable para el funcionamiento de una sociedad libre, es lo que el tipo
de mente racionalista considera inaceptable”
|
La tradición no tiene
ninguna importancia. Las tradiciones son supersticiones basadas en la
ignorancia Todas las instituciones útiles son deliberadamente ideadas por la
razón, producto de una conciente
planificación.
|
Habría
que enfatizar especialmente que las dos filosofías políticas que se describen a
sí mismas como "liberalismo" y que conducen en algunos aspectos a
conclusiones similares, se apoyan en fundamentos filosóficos enteramente diferentes. La primera se basa en una
interpretación evolucionista de todos los fenómenos de la cultura y del
espíritu y en una comprensión de los límites de los poderes de la razón
humana. La segunda se apoya
en lo que he denominado racionalismo "constructivista" —una
concepción que conduce al tratamiento de todo fenómeno cultural como el
producto de un plan deliberado— y en la creencia de que es posible reconstruir
todas las instituciones desarrolladas de acuerdo con un plan
preconcebido. La primera
especie es, por consiguiente, respetuosa de la tradición y reconoce que todo
conocimiento y toda civilización se apoya en la tradición, mientras que el
segundo tipo mira con desprecio la tradición porque considera que una razón que
existe independientemente es capaz de delinear el proyecto de la civilización
(ver la asevaración hecha por Voltaire: "Si deseáis buenas leyes, quemad
aquellas que tenéis y haced
nuevas"). La primera
es también un credo esencialmente modesto, que confía en la abstracción como el
único medio aprovechable para extender los limitados poderes de la razón, en
tanto que la segunda se rehúsa a reconocer cualquier límite semejante y cree
que solamente la razón puede probar el carácter deseable de los ordenamientos
concretos particulares. (Un
resultado de esta diferencia es que la primera especie de liberalismo al menos
no es incompatible con creencias religiosas y a menudo ha sido sustentada y aun
desarrollada por hombres que mantenían fuertes convicciones religiosas, en
tanto que el tipo "continental" de liberalismo ha sido siempre
antagónico a toda religión y políticamente se ha mantenido en constante
conflicto con las religiones organizadas).
(Los
principios de un orden social liberal)
2. Ley, Derecho, Legislación
2.1 Normas, Mandatos
y Leyes
- Aún en el
mundo animal existen reglas que delimitan la esfera individual, un cierto orden
que impide las peleas por el dominio de las hembras, del territorio propio. Hay
una delimitación precisa, a tal punto de que cuando un animal penetra en
territorio ajeno sabe retroceder sin plantear pelea cuando el “propietario”
aparece.
Las reglas
son abstractas: no se
refieren a eventos particulares sino a “tipos” de eventos. Lo que el individuo
hace es reconocer que está en determinado tipo de evento
y entonces cumple con la
regla, pero de un modo muchas veces inconsciente, automático. No necesariamente los individuos
conocen y pueden comunicar esas reglas. La mente no se expresa necesariamente
de modo verbal:
Se manifiesta
asimismo en la manera similar de responder a cualquier clase de acontecimientos
que en muchos aspectos pueden ser muy diferentes unos de otros en los
sentimientos que evocan y que guían nuestra acción, bien sea un sentimiento de
justicia, de moral o de aprobación o desaprobación estética. Probablemente
existen también otros principios más generales que gobiernan nuestra mente y
que no podemos formular, aunque gobiernen nuestro pensamiento ; leyes de la
estructura de la mente son demasiado generales para formularse dentro de esa estructura.
Incluso cuando hablamos de una norma abstracta que gobierna decisiones , no
necesitamos significar una regla expresada en palabras
Estas normas
abstractas, que podemos denominar “leyes” son de una naturaleza absolutamente
diferente de los “mandatos” u órdenes específicas.
- Una ley no implica que haya una persona que la haya formulado. El mandato por
definición, requiere un “mandante”, una persona que da una orden
- Ambas normas difieren en el grado de generalidad: mientras un ley no
se refiere a ningún caso concreto, una orden se aplica en un contexto
específico, por personas específicas y para cumplir específicos fines. La ley
es un “mandato”, pero dictado de una vez y para todos
- Mientras que el mandato sirve específicamente a los fines de la persona que lo emite, la ley
solo es un marco que sirve para que una persona tome
una decisión
En la
práctica esto significa la diferencia entre un gobierno de leyes y un gobierno
de hombres.
En un extremo
tendríamos los casos que los jefes tribales solventan totalmente dando órdenes
específicas de tal suerte que el súbdito no puede hacer más que lo ordenado.
Cuando aquellos concretan el actuar de los súbditos con el máximo detalle, los
convierten en meros instrumentos, se les impide utilizar su propio juicio y
reflexión y, en definitiva, los objetivos y el conocimiento utilizado son los
del jerarca. En la mayoría de los casos, sin embargo, los propósitos del jefe
estarán mejor servidos si tan solo da instrucciones generales acerca de lo que
debe hacerse o de los fines que en determinado momento han de alcanzarse y deja
a los individuos la ejecución en detalle con las circunstancias concurrentes,
es decir, de acuerdo con su conocimiento.
Pero aun este
caso, continúa Hayek, los fines estarán determinados por el jefe. La gran diferencia es cuando los fines
son determinados por los individuos y los medios para alcanzarlos se fijan de
manera general mediante normas abstractas
El derecho
posee características que las “leyes inventadas” no tienen:
- Sus normas
se aplican a un numero desconocido de casos posible
- Son reglas
independientes de cualquier fin particular
- Defienden
para cada individuo un dominio reservado
- Son reglas
abstractas de conducta, lo cual no existe en la legislación diseñada
intencional
Esto hace
posible un orden en el cual
los individuos pueden concebir planes de acción realizables, crea una esfera
protegida de acción individual, un dominio privado que ninguna autoridad puede
interferir.
- La reglas
son una disposición a actuar – o no actuar- que se manifiesta en practicas o
costumbres. Implica prohibiciones o inhibiciones,
por lo cual siempre hay un conflicto entre deseos y reglas.
En sociedades
primitivas o más avanzadas los jefes usa su autoridad para dos objetivos
distintos:
- Dar órdenes específicas para alcanzar ciertos objetivos
- Enseñar o
sancionar reglas ya establecidas
Ambas
funciones son muy distintas: mientras que nadie discute en la tribu las reglas
de conducta, las órdenes específicas pueden estar sujetas a disenso.
La
verbalización se hizo necesaria porque el conocimiento intuitivo a veces no
producía respuestas claras a problemas. Había zonas de conflicto que era
conveniente evitar.
En la
articulación se podían producir nuevas reglas, pero no intencionalmente.
En las reglas
no verbalizadas la distinción entre reglas
descriptivas, fácticas y reglas
normativas no es tan clara
como entre las reglas verbalizadas.
Las reglas
descriptivas señalan la ocurrencia regular de una secuencia de acontecimientos.
Las reglas normativas, en cambio, afirma que “deben” producirse ciertas
secuencias. El proceso de la observancia puramente inconsciente de reglas hasta
su expresión verbal habrá sido lento y complejo.
Hayek solo
formula algunas preguntas sobre el desarrollo de ese proceso
¿ Es una
“norma” una inhibición innata que impide que un hombre o un animal realice una
determinada acción de la que él es completamente inconsciente?¿Se
convierte acaso en norma
cuando…conduce a un conflicto percibido conscientemente entre un impulso
particular y el sentimiento de que “no debe hacerse eso”?¿O bien cuando ese
sentimiento se expresa en palabras (“No debo”), pero aún se aplica sólo a sí
mismo?¿O cuando, aunque todavía no formulado como regla verbal, ese sentimiento
es común a todos los miembros del grupo y sugiere expresiones de desaprobación
o, incluso, intentar prevenir y castigar una posible infracción?¿ O bien sólo
cuando es sancionada por una autoridad reconocida o se impone de forma
articulada?
- El problema
es cuando se le llama “ley” a un mandato específico. Una “ley” puede cumplir
los requisitos formales de sanción, pero no deja de ser una orden si especifica
en detalle los objetivos, los medios a utilizar y las personas que habrán de
realizar determinada tarea.
El carácter
concreto de una orden se disfraza con el carácter general de una ley.
Una “ley” que
contenga mandatos específicos, una orden denominada “ley” meramente porque
emana de la autoridad legislativa, es el principal instrumento de opresión. La
confusión existente en los dos conceptos de ley (…) cuenta entre las
principales causas de la decadencia de la libertad, una decadencia a la que la
teoría legal ha contribuido tanto como la doctrina política
La ley
abstracta es una herramienta puesta a disposición para que los individuos hagan
sus planes de acción, le fijan algunos límites, prohibiciones de lo que pueden
o no hacer. Esto crea una gran
seguridad en las personas: les permite hacer todo lo que quieran, pero dentro
de límites conocidos previamente. No tienen que “reflexionar” sobre esas
prohibiciones, sino simplemente cumplirlas. Pueden prever las consecuencias de su acción, casi
como al cumplir una ley de la naturaleza.
El concepto
de libertad bajo el imperio de la ley…descansa en el argumento de que, cuando
obedecemos leyes en el sentido de normas generales abstractas establecidas con
independencia de su aplicación a nosotros, no estamos sujetos a la voluntad de
otro hombre y, por lo tanto, somos libres.
Es la “ley”,
no el “privi-legio”. Es general, aplicable a todos, no nombra a nadie, no hace
excepciones, no es retroactiva. Permite salir de una sociedad cerrada, donde el
status heredado es inmodificable a una sociedad abierta donde los contratos
permiten cumplir objetivos propios.
- Las reglas
de un orden espontáneo deben ser independientes de cualquier objetivo y ser
aplicables a todos independientemente de cualquier objetivo común. En cambio
los “mandatos”, propios de una organización, son particulares, concretos y
dirigidos a fines explícitos.
Utilizar
reglas generales en vez de mandatos permite aprovechar el conocimiento disperso
de los individuos. Es la flexibilidad de las reglas abstractas la que permite
crear el marco de orden en el cual el individuo puede optar libremente por los
comportamientos basados en su propio e intransferible conocimiento de hechos
particulares.
Mientras el
mandato obliga a una actuación que no toma en cuenta el conocimiento particular
de las personas, la regla general permite aprovechar ese conocimiento. Esa es
su riqueza.
- Una
sociedad regulada solo con mandatos es extremadamente simple y primitiva: falta
la posibilidad de interactuar con otros y la mente no se desarrolla, ya que
carece de incentivos para ello.
Las
burocracias tienen a empobrecer la gestión al no aprovechar el potencial de
desarrollo personal. En cambio, los individuos, grupos o emprendimientos
libres, sujetos solo por reglas generales, expanden los límites de la
creatividad y la innovación, tal como las diversas revoluciones productivas han
mostrado.
Cuanto más
complejo es el orden mayor
será el desconocimiento de las circunstancias particulares y el control
dependerá más de las reglas que de los mandatos específicos.
Gracias al
hecho de que no dependió de la organización, sino que se desarrolló como un
orden espontáneo , la estructura de la sociedad moderna
ha llegado a
aquel grado de complejidad que hoy posee y que supera en mucho cualquier grado
que hubiera podido alcanzar
mediante una
organización deliberada. Sostener que es preciso planificar deliberadamente la
sociedad moderna precisamente por el grado de
complejidad
que ha alcanzado es un contrasentido, fruto de un completo desconocimiento
- Lo
paradójico es que la tradición constructivista opera transformando lo que es
una elemental y simple forma de orden- la organización- como un “ideal” al cual
la Humanidad debe tender, rechazando todos los elementos espontáneos
caracterizados como tradiciones superadas, rémoras del pasado, supersticiones,
irracionalidades, desorden.
Es imposible
no solo sustituir el orden espontáneo por la organización y al mismo tiempo
utilizar la mayor cantidad posible de conocimiento disperso entre todos sus
miembros, sino también reforzar o corregir ese orden interfiriendo en él con
mandatos específicos.
Nunca será
conveniente integrar las reglas que gobiernan un Orden Espontáneo con mandatos
aislados y subsidiarios relativos a aquellas actividades en las que las
acciones son guiadas por reglas generales de conducta.
- En la
Sociedad de Alta Complejidad solo podemos conocer las reglas pero no los
elementos y sus circunstancias: el conocimiento se limita al carácter general
del orden. Las circunstancias particulares no pueden ser conocidas por nadie.
Solo los
pequeños grupos primitivos basan la colaboración en que todos comparten la
misma información.
En la Gran
Sociedad o sociedad abierta, compleja, la
situación es diferente: hay un conocimiento fragmentado, del cual cada miembro
solo posee una fracción, pero la utilización del conocimiento es su rasgo
distintivo. El individuo puede perseguir un abanico de fines diferentes, más
amplio que la simple satisfacción de sus necesidades más urgentes, no por lo
que el conoce sino porque recibe el conocimiento de otros.
La reunión
del conocimiento disperso, fragmentario, que tienen los individuos referido a
sus circunstancias particulares de tiempo y lugar es la clave para el
funcionamiento del sistema social y económico y el principal problema de la
teoría social.
El grado de
poder de control sobre el orden extenso y
más complejo será mucho menor que el que podamos ejercer sobre un orden
deliberadamente construido.
Cuando se
desea actuar sobre el orden espontáneo es imposible manejar tantas variables
como en una organización diseñada, en la que operan muy pocas variables . Esto es clave para comprender el
problema central de la “política”, como actividad que se basa en el control de
organizaciones diseñadas y pretende aplicar la lógica del control de la
organización al problema del control del sistema social.
Si queremos
modificar algún elemento del orden espontáneo se provocan interferencias en la
fuerzas que provocan el orden. Cuanto más se quiere controlar, más
interferencias se generan, con lo cual crece la necesidad de control, en una
espiral de crisis.
Los órdenes
espontáneos son resultado
del sometimiento de sus elementos a ciertas reglas de conducta, no al
cumplimiento de directivas particulares.
A diferencia
del orden construido- que nace de un catálogo de reglas explicitas, de un
reglamento escrito, de una Constitución- las reglas de un orden social
espontáneo no se encuentran registradas en algún lugar, escritas, ordenadas,
codificadas, disponibles para cualquiera. Las reglas operan “de hecho”, en las
conductas observables, en las regularidades que se puedan detectar: el
conocimiento de las reglas tácitas requiere una acción deliberada de búsqueda y
descubrimiento.
- Las
regularidades no implican uniformidad: las respuestas de los individuos a los
sucesos de su ambiente solo pueden ser semejantes en ciertos aspectos
abstractos para ser consideradas como pertenecientes al orden espontáneo. La
variabilidad de circunstancias particulares obliga solo a considerar en
términos abstractos, generales, las
conductas de los diversos individuos a como consistentes con la regla.
- Hay reglas que pueden diseñarse, sin
que el orden deje de ser espontáneo .
Esas reglas- la legislación- son esenciales
para producir efectos generales, son palancas para actuar. Es decir, en una
sociedad compleja su carácter de orden espontáneo no se altera por el hecho de
que se promulguen reglas convencionales escritas, siempre que esas reglas no
pierdan el carácter de normas generales, abstractas, aplicables a todos, no
personalizadas.
- El
constructivismo rechaza la idea de que no se puede tomar cualquier decisión y
que no somos omnipotentes. La política parece así el arte de disponer los
elementos de la realidad como a uno se le ocurre, con independencia de los
resultados.
La razón por
la que no podemos disponer los elementos arbitrariamente depende de las demás
partes del Orden Espontáneo y que cualquier cambio nos informa muy poco sobre
que hubiera pasado si se tomaba otra decisión Mantener un sistema libre es
difícil porque exige descartar medidas
que parecen ser necesarias para ciertos resultados
La ignorancia
sobre la forma en que el mecanismo del Orden Espontáneo resolverá un problema
produce con frecuencia pánico y alarma e induce a reclamar al Estado una
intervención
- Las reglas
abstractas existen para apoyarnos en ellas ya que nuestra razón individual es
insuficiente para actuar “comprendiendo” las eventuales consecuencias. Es un
instrumento que automatiza la conducta, al saberla comprendida dentro de los
limites morales o jurídicos.
Para
escándalo de maestros e ideólogos del racionalismo, Hayek dice que conviene
cumplir las normas sociales, que ese cumplimiento en sí es un valor, y que,
además, ese cumplimiento nos evita la casi imposible tarea de discernir por
nosotros mismos las consecuencias de nuestras acciones en el plano de la
afectación a terceros.
Nos invita a
no intentar “reflexionar”, sino a actuar sin poner en cuestión las normas que
habilitan nuestro comportamiento. Es obvio que estas afirmaciones son poco
menos que provocaciones al pensamiento único que ensalza la “crítica”, la no aceptación de
supuestos no demostrados y la fe en nuestra razón. Se supone que los niños
educados en este pensamiento crítico serán ciudadanos más responsables
socialmente, más solidarios, y un largo etcétera. No hay, obviamente, prueba
alguna- después de tantas décadas de “educación crítica”- de que esos objetivos
se hayan logrado.
- La
transmisión de conocimiento sucede tanto entre generaciones sucesivas, como
entre coetáneos. Los mecanismos de transmisión incluyen no solo herramientas
materiales, sino
…formas de
conducta que habitualmente seguimos sin saber por qué- son las denominadas
tradiciones e instituciones. Generalmente, el hombre no solo ignora por qué usa
los instrumentos a su disposición de una forma u otra, sino también hasta qué
grado depende de que sus acciones tomen una determinada forma en vez de otra
distinta. De ordinario desconoce hasta qué punto el éxito de sus esfuerzos
viene determinado por su conformidad con hábitos de los que ni siquiera es sabedor.
- Hay una
interacción permanente entre entorno y conducta humana, en la que se producen
permanentes intercambios de información: cada éxito y cada fracaso se
incorporan a la experiencia humana para ajustarse a la realidad, induciendo al
cambio del uso de los recursos, en las costumbres y las prácticas. Es un
proceso que sucede por fuera de la conciencia de las personas. Millones de
individuos participan en un proceso de ajuste, de búsqueda y hallazgo de nuevas
respuestas a nuevas situaciones. En vez de grandes descubrimientos explícitos y
difundidos, nos encontramos en un escenario de millones de pequeñas decisiones,
protagonizadas por personas anónimas que van moldeando el futuro sin ser
plenamente concientes de ello.
Esto implica
que no hay alguna autoridad gubernamental que decida “resolver un problema” y
encuentre la solución. Por el contrario, son individuos particulares, muchas
veces rodeados de indiferencia u hostilidad, los que dan con la solución. Pero
para eso necesitan un marco de libertad que permita tomar riesgos, probar,
cometer errores hasta que den con la solución.
- Las normas no son innatas. Forman parte de la herencia cultural y
permanecen inalteradas mientras no sean verbalizadas, sujetas al análisis.
Son observadas en la acción sin que necesariamente sean conocidas
en forma articulada,
verbalizada.
La herencia
que se recibe es el resultado de normas de conducta que han prevalecido
porque
permitieron el éxito a un grupo humano pero que no fueron adoptadas por que se
conocía ese efecto positivo.
El proceso no
parte de razonar, sino observar, difundir, transmitir y desarrollar prácticas
que prevalecen porque llevan al éxito, no porque eran claramente beneficiosas
sino porque aumentaban las oportunidades de supervivencia del grupo.
Este
conocimiento no se puede verbalizar si no que se pone en practica mediante la
acción.
- El enfoque
constructivista conduce a conclusiones falsas ya que las acciones humanas triunfan porque se
adaptan a hechos particulares conocidos y a otros
hechos que no conocen ni pueden
conocer. Una acción cartesiana exige el pleno
conocimiento de todos los
hechos relevantes, pero hay hechos que ignoramos y eso, sin embargo, no inhibe
la acción y el éxito de la
misma.
Esta
ignorancia de la mayor parte de los detalles del orden social, y la falsa
suposición de que eso no tiene gran importancia es la fuente del problema
central de todo orden social.
Es la
ignorancia de las circunstancias lo que determina que las instituciones sean
como son. Ninguna sociedad posee
un miembro que conozca todos los hechos particulares. Las estructuras se
adaptan constantemente a millones de hechos que nadie conoce , en especial en
el campo económico.
La tesis
central de Hayek es que la mayor parte de las normas de conducta y las instituciones
son adaptaciones a la imposibilidad de que alguien tome conciencia de los
hechos particulares. La Justicia, las normas, solo son posibles sobre la base
de esta limitación del conocimiento, opuesta a la visión constructivista de la
Omnisciencia.
- Los
miembros de una sociedad adquieren las normas mediante diversos mecanismos:
-
Reglas por semejanza: en el entorno social la gente extrae reglas de las
experiencias de “otros” en situación semejante. Por una forma de extrapolación,
el comportamiento de los pares es asumido como el “correcto”
-
Respetadas por la tradición cultural. El hecho de pertenecer a cierta cultura
implica la aceptación no conciente de las reglas de esa cultura, transmitidas
por la educación familiar o institucional, por sistemas de creencias
religiosas, por “mitos” que generan adhesión a determinados “arquetipos” de
comportamiento.
-
Por obligación, aunque quisieran,
eventualmente, transgredirlas. Son las Reglas convencionales, cuya aceptación
no depende de los deseos o calculo del individuo, sino de la fuerza normativa
para cumplirlas.
Se cumplen
por imitación, por costumbre, por adhesión genérica a determinada tradición
cultural, no porque las personas “racionalmente” evalúan las capacidad de las
reglas de hacerles llegar a un objetivo.
Hay un ajuste
mutuo a normas que a menudo no se conocen: las reglas existen con
independencia de la
conciencia que de ellas tienen
los individuos.
- Las normas
tienen funciones dentro de un sistema
de normas. No son parte de un plan de acción sino unas herramientas para
afrontar circunstancias desconocidas. Son como un "capital" que se
acumula para afrontar un futuro no predecible
La
importancia de una norma se basa en la importancia de los efectos particulares
y en la frecuencia de ocurrencia.
No se puede
mejorar un sistema de normas
partiendo de cero
La coherencia
de un sistema de normas no es lógica, sino la compatibilidad de las conductas
que se basan en el sistema.
-Todos los
problemas morales surgen del conflicto entre normas.
Ningún
sistema da respuesta total, por eso hay evolución, nuevas normas que mejoran o
afinan el sistema normativo. Es
clave entender que orden espontáneo basado en reglas transmitidas por tradición
no significa estancamiento sino todo lo contrario: cambio, evolución, creación
de nuevas realidades.
- El
mantenimiento de un orden espontáneo a través de la imposición de normas debe
buscar
resultados en el largo plazo. El administrador busca efectos en el corto plazo,
el juez en el mantenimiento en el largo plazo. El corto plazo lleva al
dirigismo.
Si nos
concentramos en el corto plazo, lo que perecerá a largo plazo es la libertad
Libertad
significa confiar en cierta medida nuestro destino a fuerzas que escapan de
nuestro
control, algo intolerable para los racionalistas constructivistas
Este es el
equívoco de la modernidad: el deseo más o menos explícito de reemplazar el
conocimiento disperso entre los individuos, con la “sabiduría” de la autoridad
central, del líder. La puesta en marcha de sistemas “ideales” basados en
modelos de organización en reemplazo de la sociedad compleja e “incontrolable”.
Aumentar el control implica simplificar el sistema social, en el modelo de la
“fábrica” o del Ejército profesional, deseo que fue explícito en los
totalitarismos del siglo XX.
2.2 La Ley
- Para el
sentido común de la Modernidad la Ley es el conjunto de leyes sancionadas, esto
es, la legislación. Pero
esa simplificación oculta una realidad mucho más compleja:
La ley es
anterior a la legislación . La ley comenzó mucho antes de que
fuera
codificada,
al margen de la voluntad del legislador. El Derecho nunca fue inventado, es tan
antiguo como la sociedad .Desde
los albores de la humanidad existieron reglas no necesariamente explicitas para
adaptarse al grupo social. Son reglas abstractas, que se aplican a situaciones
diversas, imposibles de ser verbalizadas por un lenguaje primitivo.
La Ley, tal
como se la concibe hoy pareciera inescindible de la ley “escrita”, de la
legislación y esta concepción oscurece la verdadera historia de la ley, que
solo en tiempos relativamente recientes – en Grecia, por ejemplo- adquirió el
carácter de “ley escrita”. La idea predominante de que la ley es,
necesariamente, el producto del legislador es una idea errónea, producto de la modernidad, de la mano de la
lógica del racionalismo constructivista.
Los aportes
de la etología y de la antropología cultural desmontan esta tradición
racionalista que hace recaer en el legislador la creación de la ley, mostrando
de qué forma sociedades ágrafas tenían un sistema de normas no escritas e,
incluso, no verbalizadas oralmente.
Los
individuos aprendieron a acatar normas de conducta mucho antes que dichas
normas pudieran ser expresadas en palabras.
El estudio
comparado del comportamiento ha demostrado que en muchas sociedades animales el
proceso evolutivo de selección ha producido formas de comportamiento muy
ritualizadas, regidas por normas de conducta cuyo efecto es reducir la
violencia y otros métodos perjudiciales de adaptación y por tanto asegurar un
orden pacífico. Este orden se basa con frecuencia en la delimitación de áreas
territoriales o “propiedad”, que sirven …para eliminar conflictos innecesarios.
- La Ley no
podía ser arbitraria y depender meramente de la voluntad de un jefe tribal o un
Rey. Por eso se parangonó a las leyes humanas con las leyes de la naturaleza: existen con independencia de la
voluntad y son concebidas como "verdades
eternas". El “respeto a la Ley” fue un punto de partida esencial para
constituir sociedades sustentables, que escaparan del conflicto permanente.
No es casual
que nosotros empleemos el mismo término de “ley” para designar tanto las
invariables leyes que gobiernan la naturaleza, como las normas que regulan la
conducta humana. Unas y otras se concebías al principio como algo que existe
con independencia de la voluntad humana. Aunque las tendencias antropomórficas
de todo pensamiento humano primitivo atribuyeron ambos tipos de ley a la
creación de algún ser sobrenatural, esas leyes eran concebidas como verdades
eternas que el hombre podía tratar de descubrir pero que no podía modificar.(DLL)
-Los
individuos aprendieron a observar y sancionar normas antes de que esas normas
pudieran ser
expresadas en palabras. Fueron normas de hecho, no verbales.
Estas normas
se desarrollaron porque conducían a un orden grupal que si era
eficiente
permitiría la supervivencia.
El lenguaje
se utilizó para dar a conocerlas reglas: los que intentaban expresar
las reglas en
palabras no inventaban nuevas reglas.
No eran legisladores
sino codificadores de una ley preexistente.
La
legislación, o sea la codificación verbal de leyes ya existentes surge de la
necesidad de justificar las reglas, en caso de conflicto, en una búsqueda de
consenso: no es la creación de nuevas reglas.
Pero el
lenguaje es a veces insuficiente para expresar lo que la mente toma en
consideración para determinar la acción. Las reglas son generales, abarcan
infinidad de hechos concretos que solo tienen en común características
abstractas. El primitivo lenguaje de los primeras culturas humanas estaba
incapacitado para expresar esa complejidad en palabras.
- Estas
fuerzas en conflicto requieren que una autoridad verbalice las reglas, las haga
de algún modo “uniformes” , inequívocas.
Las normas,
como campo diferente de las proposiciones fácticas es propio solo de las reglas
verbalizadas . Una proposición fáctica no hace inferir ninguna consecuencia
sobre lo que
debe hacerse ya que a las personas no le son conocidas y evidentes las razones
para cumplirlas
Muchas veces
un grupo obra de acuerdo a la norma no solo para conseguir un resultado sino
para mantener el orden del grupo
El grupo solo
puede mantenerse porque sus miembros desarrollaron y transmitieron unos modos
de obrar que le hicieron en su conjunto más eficiente que otros
, pero no es
preciso que los miembros del grupo sepan por qué ciertas cosas
se hacen de
cierta manera
La
legislación es la creación deliberada de normas, instrumento poderoso para
alcanzar objetivos . La pregunta central es en este caso
¿cuales son los limites a ese poder de legislar?
2.3 El derecho primitivo
- Las
"constituciones" primitivas fueron el intento de registrar y dar a
conocer un derecho entendido como dado e inmutable . En esa visión, el derecho no cambia.
Los legisladores
antiguos (Hammurabi, Solon, Licurgo, etc.) no pretendían crear un derecho nuevo
sino formular lo que el derecho era y había sido. Los cambios en el derecho no
se debían a las intenciones del legislador.
Pero para el
gobernante esta ley preexistente podía ser un obstáculo para su deseo de organizar deliberadamente el gobierno
para obtener resultados
Las
actividades de los súbditos que él no podía controlar directamente fueron
origen
de nuevas
reglas. La evolución de reglas carentes de intencionalidad y capaces de
producir un orden espontáneo produjo
un conflicto con los fines de los gobernantes, deseosos de construir una
organización
En el
comercio, las ferias, los puertos se creaban nuevas reglas que fueron las
semillas de la evolución del derecho que permitiría la sociedad abierta.
No fue bajo
la dirección de un legislador sino mediante el desarrollo de costumbres
en las que
basar las expectativas individuales como se llegó a aceptar reglas generales de
conducta.
2.4 La tradición clásica y medieval
El concepto
que se utilizaba en Grecia era el de “isonomía” que significa “igual ley para
todos”, un concepto anterior al de “democracia”, la cual podía ser definida
como una extensión de la isonomía, un escudo contra las pretensiones de los
tiranos.
Escribió
Aristóteles:
“Cuando un
gobierno está fuera de las leyes no existe estado libre,
ya que la ley
debe ser suprema respecto de todas las cosas”
Insistía en
que la simple mayoría del pueblo no puede imperar por sobre las leyes y que los
gobernantes “deben ser
nombrados sólo como guardianes y sirvientes de la ley”.
La idea de
que el derecho es fruto de la voluntad humana empezó en Grecia, pero con
influencia limitada. En Atenas jamás fue legal modificar la ley por un simple
decreto de la Asamblea. Para cambiar las reglas fundamentales, los nomoi, había
un complejo
procedimiento.
Pero allí se verifican los primeros conflictos entre el derecho y la voluntad
particular del gobernante.
La idea de
libertad bajo el derecho, en los 2,500 años que han transcurrido desde que los
antiguos griegos la concibieron, se ha conservado permanentemente sólo entre
los pueblos que tomaron el derecho, no como la voluntad de ciertas personas,
sino como el resultado de un proceso impersonal. Ni la Atenas clásica, la Roma Republicana,
la postrera Edad Media, los Países Bajos del siglo XVII o la Inglaterra del
XVIII, conocieron una legislación que, según el sentido moderno, pudiese
arbitrariamente transformar el derecho de determinar las relaciones de los
hombres entre sí o con el gobierno. Sus
corporaciones legislativas regían la conducción de los negocios del Estado y la
administración de los medios confiados al gobierno. Pero el derecho que
limitaba la libre esfera del individuo y fijaba las condiciones bajo las cuales
él podía ser obligado a algo, emanaba, no de la caprichosa decisión de algunos
hombres o de una mayoría, sino de una sala de juristas que, como jueces o
legistas, creían no crear el derecho sino encontrarlo (Hayek, “Derecho y Ley”).
El Derecho
romano no fue fruto de una legislación deliberada. La compilaciones
fueron
producto de los descubrimientos de los juristas y solo parcialmente de la
legislación. Para el Derecho romano la ley “nueva” es una contradicción: solo
existe el derecho antiguo. O se deriva de la ley antigua o esta en
contradicción con ella.
Cicerón fue
el autor que más influyó en el desarrollo posterior del derecho como expresión
de una ley general, opuesta a las pretensiones del poder.
Escribió
Cicerón:
Pero puesto
que todo nuestro discurso versa sobre una materia perteneciente al pueblo, será
necesario hablar algunas veces a la manera del pueblo, y llamar, como el vulgo, ley a aquella
que sanciona por escrito lo que quiere,
bien
mandando, bien prohibiendo.
Pero
tomemos el principio de constituir el derecho de aquella ley suma que nació
para todos los siglos antes que hubiera ley
escrita
alguna y que hubiera ciudad
constituida enteramente (…)
Por otra
parte, es verdaderamente necio
aquello de estimar que son justas todas las cosas que hayan sido decretadas en
las instituciones y leyes de los pueblos. ¿Aun cuando las cuales leyes sean de
tiranos? Si aquellos treinta tiranos hubieran querido imponer en Atenas leyes,
y aunque todos los atenienses se deleitasen en aquellas leyes tiránicas, ¿acaso
por eso aquellas leyes serían tenidas por justas?
Catón el
Censor, según Cicerón, dijo que:
El motivo por
el que nuestro sistema político fue superior a los de todos los demás países
era éste: los sistemas políticos de los demás países habían sido creados
introduciendo leyes e instituciones según el parecer personal de individuos
particulares, tales como Minos en Creta, y Licurgo en Esparta (…) En cambio, nuestro estado no se debe a
la creación personal de un hombre, sino de muchos. No ha sido fundado durante
la vida de un individuo particular, sino a través de una serie de siglos y
generaciones. Porque no ha habido nunca en el mundo un hombre tan inteligente
como para preverlo todo.
Este concepto
es central para entender la concepción liberal de la ley, y en especial la del
propio Hayek y la de Giovani Leoni, un teórico del derecho muy cercano a Hayek.
Las leyes no
surgen de una “iluminación” personal, de un eureka!, sino por decantación del tiempo, a
través de la intervención de muchas personas. Nadie puede preverlo todo. Como
dice Catón “ Incluso si
pudiéramos concentrar todos los cerebros en la cabeza de un mismo hombre, le
sería a éste imposible tener en cuenta todo al
mismo tiempo”.
El concepto
de Derecho como expresión de Justicia, la Ley como codificación de ese derecho
se opone, en el concepto romano, a la “ley” meramente decretada por la opinión,
la ley del tirano. En una “necedad” creer que por que una ley haya sido
decretada por una institución es por eso “justa” nos dice Cicerón.
Pero el
abandono de la libertad económica a partir del siglo II y el olvido de la
tradición jurídica republicana desemboca en la formulación del Derecho como
expresión de la “voluntad del Emperador”. Justiniano llevó a límite esta
concepción.
A partir de este
momento, quedó relegada al olvido durante mil años la idea de que la
legislación debe servir para proteger la libertad del individuo. Más tarde.
Cuando el arte de legislar fue descubierto, el Código de Justiniano, con sus
ideas de un príncipe que está por encima de las leyes, sirvió de modelo en el
Continente(CL)
- Durante la
Edad Media prevaleció la idea de que las autoridades podían descubrir o
declarar las leyes ya existentes, pero no crear
la ley, ya que eso era
considerado un absurdo y “una rebelión contra Dios”, el creador de la Ley.
Pero desde el
siglo XIII se va desarrollando la idea de que el derecho es un acto de
la deliberada
e ilimitada voluntad del gobernante. Un proceso asociado a la instalación de
monarquías absolutas y a la creación de estados nacionales.
En resumen,
tal como escribe Bruno Leoni en La
libertad y la Ley,
Tanto los
romanos como los ingleses comparten la idea de que la ley es algo que se debe descubrir más bien que promulgar, y que nadie debe ser
tan poderoso en su sociedad como para poder identificar su propia voluntad con
la ley del país. La tarea de “descubrir” la ley se confió en esos países a los
jurisconsultos y a los jueces, respectivamente; dos categorías de personas
comparables, al menos hasta cierto punto, con los científicos expertos
actuales.
2.5 Inglaterra y el renacimiento de la
preeminencia de la ley
Inglaterra
fue el único país que conservó la tradición medieval, edificando sobre
las
libertades medievales el moderno concepto de libertad bajo la ley.
A partir de
la muerte de la Reina Isabel comenzó una tenaz lucha entre el Parlamento y el
Rey. En el Memorial de Agravios la Cámara de los Comunes replica a un intento
del rey de imponer una prohibición a la fabricación de almidón de trigo:
“ No existe
otro [derecho] más querido y preciado que el de guiarse y gobernarse por
ciertas normas legales que otorgan a la cabeza y a los miembros lo que en
derecho les pertenece, sin quedar abandonadas a la incertidumbre y la
arbitrariedad como sistema de gobierno…De esta raíz ha crecido el indudable
derecho del pueblo de este reino a no hallarse sujeto a ningún castigo que
afecte sus vidas, tierras, cuerpos o bienes, distinto de los contenido en el
derecho común [“common law”] de este país o en los estatuto elaborados con el
consenso del Parlamento”
Lo que
permitió esto fue la fuerte tradición de
la common law concebida como una barrera a todo poder, incluido el del rey. La libertad de los ingleses no fue
fruto de la separación de poderes sino de que el derecho se desarrolló como
“common law”, independiente de cualquier voluntad, desarrollado por tribunales
independientes y sobre el que el Parlamento no interfería.
- El Common
Law inglés es un caso único de desarrollo de esta concepción de la ley no como
derivada del legislador sino como producto de la acción del juez para
descubrirla.
"El
common law no consiste en casos particulares sino en principios generales que
son ilustrados y explicados por esos casos" (Mansfield)
La tarea del
juez, en el Common Law, es
descubrir cuales son las expectativas "razonables" que las partes
tienen creadas sobre la base de costumbres generales.
Las reglas
que guían las expectativas deben ser abstractas y aplicarse con independencia
de las consecuencias.
La función
del juez consiste en decirles a las partes qué es lo que debería haber guiado sus expectativas,
no porque alguien les hubiera dicho que debían guiarse por tal regla, sino
porque esa era la costumbre
consolidada. No le importan al juez los
objetivos de la norma: deberá aplicar las reglas aun cuando las consecuencias
le parecieran indeseables.
El único bien
público que le interesa al juez es la observancia de aquellas reglas con que
las personas pueden contar. No debe tener en cuenta los deseos de la autoridad
ni la "razón de estado". Su sabiduría reside en distinguir lo
relevante de lo accidental en los precedentes. Descubrir principios generales,
en vez de ajustarse a un catálogo
Al no
disponer de generalizaciones se mantiene viva la capacidad para descubrirlas
que el uso mecánico de formulas verbales tiende a destruir. El lenguaje es una
expresión imperfecta de lo que los predecesores han tratado de formular.
- De algún
modo la tradición jurídica anglosajona fomenta el papel del juez como
“descubridor” de la norma, mientras que la tradición romana – aun
originariamente basada en la idea de que el derecho no es creado por la
legislación, que es preexistente a la Ciudad, como dice Cicerón- enfatiza la
necesidad de verbalizar la ley, de transformarla en “legislación”. El problema
es que una vez escrita, la ley
tiene a la fosilización y, más grave aun, el lenguaje escrito congela los
sentidos ocultos de la regla. No
es casual que la evolución hacia el parlamento omnipotente, que reemplaza el
derecho por la legislación escrita se haya verificado con más fuerza en el
Continente.
La
transformación de la ley (abstracta) en legislación (concreta) es paralela al
crecimiento del poder de la autoridad del Rey: los gobiernos evitan las reglas
abstractas para organizar las acciones de los súbditos. No es lógico que
invente normas abstractas quien esta interesado en resultados particulares.
Un resumen
muy claro de lo que significa el Common Law se lee en Wikipedia:
El Common Law. Fuente: Wikipedia
El sistema de Derecho anglosajón se
basa, sobre todo, en el análisis de las sentencias judiciales dictadas por el
mismo tribunal o
alguno de sus tribunales superiores (aquellos a los que se pueden apelar las
decisiones tomadas por dicho tribunal) y en las interpretaciones que en estas
sentencias se dan de las leyes, por esto las leyes pueden ser ambiguas en muchos
aspectos, ya que se espera que los tribunales las clarifiquen (o estos ya lo
han hecho sobre leyes anteriores, pero similares). Este es el motivo por el
cual en Estados Unidos aún se enseñan normas de
la época colonial inglesa.
(…)
Un detalle muy importante es que,
en casos posteriores, la ratio
decidendi de las sentencias previamente dictadas obligan a
un tribunal (y
todos los tribunales inferiores a éste) a fallar de la misma manera o de forma
similar. Por esto el estudio del sistema se basa en el análisis detallado de
las sentencias de las cuales se induce la norma,
estudio que termina en la elaboración de un "caso típico", el cual se
compara con la situación en estudio para ver si es similar o no. En muchas
ocasiones se analizan diversas sentencias que contienen el mismo
principio, visto desde diversas ópticas, para extraer finalmente la norma que
se aplicará al caso en estudio.
La principal diferencia entre
el sistema de derecho continental europeo y el sistema anglosajón radica en la
distinta jerarquía existente entre las diversas "fuentes" de esos
derechos. El Derecho anglosajón es un sistema "jurisprudencial", en
tanto la principal fuente del mismo son las sentencias judiciales (el conjunto
de las mismas se denomina "jurisprudencia"), las cuales tienen un
carácter "vinculante", es decir, son obligatorias para todos los
jueces, quienes no pueden apartarse de las decisiones tomadas previamente por
otros magistrados. En cambio, el derecho continental, debido a la influencia
del derecho romano (que, desde sus comienzos, se preocupó porque las normas
jurídicas fueran escritas, a fin de que todos pudieran conocerlas), es un
derecho eminentemente "legal", en tanto la principal fuente del mismo
es la ley. En el sistema continental, las sentencias emitidas anteriormente por
otros jueces no tienen carácter "vinculante" para el resto de los
magistrados. Ni siquiera las sentencias emitidas por tribunales de las últimas
instancias, como las Cortes Supremas, son obligatorias para los jueces de las
instancias inferiores.
2.6 Los órganos legislativos
- El derecho
espontáneo no está exento de errores, y puede desarrollarse en direcciones
fallidas o ser extremadamente lento para adaptarse a nuevas circunstancias. Es
por ello que requiere de “correcciones legislativas”, es decir, un conjunto de
normas explicitas, verbalizadas, generadas por algún tipo de cuerpo legislativo.
El principal
instrumento para realizar cambios deliberados en la sociedad es la legislación
Es un proceso gradual de cambio, en el cada nueva ley se trata de hacer
coherente con el marco jurídico preexistente.
Pero la
actual filosofía general del derecho puede acelerar el cambio: el derecho tradicional-
protección de la libertad individual- está a punto de desaparecer, transformado
en un aparato en el que el individuo sirve a los fines de los legisladores
Se está
pasando del Derecho individual al Derecho público.
Es necesario
que los principios que alimentan el derecho surjan de una concepción acertada
del orden espontáneo .
A pesar de la
caída de los totalitarismos sus ideas de fondo son hegemónicas en el ámbito
teórico, influencia de Carl Schmidt.
- Siempre
hubo una autoridad encargada de sancionar normas
de organización, pero
inicialmente los cuerpos legislativos no se ocupaban de las normas de conducta.
Esto es
esencial para comprender el proceso por el cual los órganos legislativos fueron
ampliando su poder: su
función inicial de aprobar reglas de organización los llevó “naturalmente” a
ser el órgano de fijación de normas de conducta. A partir de esta práctica la
legislación, es decir las normas promulgadas en forma escrita, comenzó a
transformarse en fuente única del derecho.
Esto tuvo dos
consecuencias graves:
-
Todo lo que ordene el legislador es Ley, y solo es Ley lo que expresa la
voluntad del legislador
-
Debe haber un legislador supremo con poder ilimitado
Si la “ley”
se refiere a las reglas de la organización se entiende que el poder de
sancionarlas sea ilimitado, ya que solo aplica su jurisdicción a los recursos
del Estado . En ese ámbito restringido no puede cuestionarse el poder del
legislador-gobernante para ejecutar un plan determinado.
Pero
traspasar ese poder a la posibilidad de crear normas de conducta generales abre
un camino de incremento ilimitado del poder del Estado.
Solo puede
impedir ese crecimiento una opinión pública poniendo un limite al legislador,
en especial cuando éste intenta legislar sobre normas generales de conducta. Es
necesario expresar en palabras la posibilidad de ejercer el freno al poder del
legislador.
2.7 Nomos y Thesis:
la Ley de la libertad y
los mandatos de la organización
- No hay una
distinción entre la palabra que designa a las prescripciones de la autoridad y la que designa a las surgidas
espontáneamente Para las prescripciones de la autoridad Hayek propone usar la
palabra griega Thesis. Para la Ley en el sentido de normas de
conducta, propone Nomos.
La palabra
"ley" entonces, tiene dos significados distintos :
-La
ley como nomos no se puede "ejecutar", como
se ejecuta una medida de la autoridad. Una norma de conducta establece una
limitación, pero no obliga a cumplir determinada orden
-Un
ley como thesis es una orden a cumplir por determinados
individuos "Cumplir la ley" se refiere no al nomos sino a la thesis,
que ordena algo. Una thesis puede tener la forma de una regla de conducta, pero
no lo es.
- La ley, en
el sentido de normas de recta conducta y no en el de decisiones vinculantes de la
organización del Estado, como se ha visto, no depende de una legislatura que
las promulgue. La formulación de normas solo es posible si hay una base común
de consenso sobre las reglas. La observancia de reglas es condición para que se
forme un orden de comportamiento.
Debe haber un
método para enseñar las reglas y sancionarlas, sobre todo en sociedades cada
vez más complejas.
- El aparato
jurídico se desarrolló para asegurar un sistema de reglas ya cumplidas
previamente. La función de los árbitros o jueces es determinar si las acciones
individuales han sido conforme a las expectativas que se derivan de las costumbres.
La función
del juez difiere de la del jefe de una organización: la función del juez es
descubrir reglas que jamás han sido formuladas, mientras un Jefe debe decidir
que acción realizar para alcanzar un objetivo concreto.
El juez no se
ocupa de lo que la
autoridad quiere que se haga, sino facilitar el acuerdo de expectativas entre
los individuos de las que depende el éxito de planes de acción.
Su deber no
es verificar que se cumplan las ordenes de la autoridad, sino en resolver
conflictos que la autoridad desconoce: Preservar la paz
- El objetivo
de la jurisdicción es mantener el orden global de acciones. Las reglas mas
eficaces son las que mantienen el orden aun entre personas con objetivos
distintos
Mientras que
los individuos se comporten conforme a las reglas no se necesita
que sean
concientes de ellas. Pero en situaciones menos frecuentes faltará la certeza
intuitiva de lo correcto. Es ahí
donde se necesita al juez.
El derecho
surge de una reclamación individual. Como nos recuerda el
relato bíblico, una madre acude al Juez, Salomón, reclamando contra otra mujer,
la cual se ha apropiado de su hijo. Busca justicia. El Juez, sabio y conocedor
de la naturaleza humana decide poner en juego dos valores: la “posesión” del
hijo y el “derecho a la vida”. Sabe que la verdadera madre cederá el primero a
favor del segundo: preferirá ser despojada a que su hijo muera bajo la espada.
Eso es impartir justicia: indagar en el conflicto entre valores y descubrir
cual es el más relevante. La regla que descubre Salomon se puede , entonces,
verbalizar : “En todos los casos el derecho a la vida es más importante que
cualquier otro derecho”.
Los jueces
verbalizarán la regla o crearán nuevas reglas. A veces es imposible distinguir
entre verbalización de reglas preexistentes y formulación de nuevas reglas.
Se verbaliza
para obtener un consenso sobre su aplicación en un caso particular.
Si bien las
reglas surgen de una evolución espontánea su perfeccionamiento exige una labor
deliberada de los jueces. El juez debe resolver sobre cuestiones que admiten
más de una solución, al margen de sus sentimientos u opiniones.
- Solo las
acciones particulares que afecten a otros pueden dar lugar a la formulación de
reglas jurídicas. Reglas abstractas y generales pueden restringir la libertad
individual
Es imposible
que el derecho prohíba todas las acciones que pueden afectar a terceros. Se
pueden proteger algunas expectativas, no todas. Siempre habrá conflictos entre
expectativas y una nueva regla puede generar conflictos nuevos.
En un orden
dinámico solo pueden protegerse algunas expectativas. No todas las expectativas
pueden ser protegidas mediante reglas generales Solo deben ser protegidas
ciertas expectativas. No hay un sistema universal de protección de las
expectativas ya que éstas pueden entrar en conflicto en la dinámica social.
Solo sociedades muy rígidas y estratificadas pueden congelar el conflicto,
porque congelan el cambio social.
Un sistema
fluido necesita cambios adaptativos cuyas consecuencias no pueden preverse.
- La
coincidencia de expectativas se alcanza con la delimitación de áreas
protegidas.
La dificultad
de ver cómo las normas sirven a las expectativas es que no actúan
en una
situación concreta, sino conformando un orden abstracto del cual se derivan
expectativas correctas. En
un mundo cambiante, todo cambio frustra una expectativas pero genera nuevas.
El problema
central es qué expectativas proteger por ser legitimas y otras que no lo son. Asignar un
campo de acciones permitidas a cada individuo, con exclusión de todos los demás
Se necesitan
reglas que permitan reconocer
los limites del dominio protegido.
Los hombres
pueden emplear su propio
conocimiento para sus objetivos sin interferir solo si hay límites claros entre
las áreas en las que pueden obrar libremente.
- El orden
que se espera que un juez mantenga no consiste en un particular estado de cosas
sino en la regularidad de un proceso basado en que algunas
expectativas son protegidas frente
a la interferencia de otros. El juez a menudo tiene que decidir entre
cual de las
expectativas en conflicto, todas de buena fe y todas basadas en reglas
conocidas
debe considerarse legitima.
El juez debe
decidir en campos nuevos donde no hay reglas, pero la regla que sancione debe ser coherente con el cuerpo de reglas existente
.Descubre conflictos entre reglas y que algunas reglas son insuficientes para
evitar conflictos.
Las
decisiones no pueden basarse en deducir lógicamente de reglas ya formuladas. No
hay un "sistema lógico" de normas, deducibles como pretendía
Descartes. Las nuevas normas solo en los hechos se muestran compatibles o
incompatibles
- La mayor certeza en un sistema pareciera residir en que
las normas jurídicas estén en
forma escrita o codificada y el juez solo tuviera que limitarse a aplicarlas es
un supuesto no demostrado. Las
normas escritas alivian la función del juez pero hacen rígido el sistema de
normas.
El movimiento
a favor de la codificación suponía que ésta aumentaba la capacidad de
predicción de las decisiones judiciales. Pero la actividad legislativa solo
puede aumentar la certeza sobre ciertos puntos particulares, pero no puede
argüirse que solo lo que se formula en actos legislativos tiene fuerza de ley.
Es una
ficción que el juez deba llegar a sus conclusiones por un proceso de inferencia
lógica: eso es producto de la concepción constructivista. El Juez se transforma así en un mero
aplicador de normas preestablecidas, pero no en un agente activo a la búsqueda
de compatibilizar normas existentes o descubrir nuevas. Si el juez solo aplica
lo escrito en conflicto con lo justo, no cumple su papel. Su papel no es solo llenar las lagunas
de la ley escrita, sino que si halla una ley no escrita que sí lo cumple, la
debe utilizar. Esto implica una
sabiduría y un conocimiento de la jurisprudencia y de las realidades humanas
que no se deducen de ninguna ley escrita.
- La función
del juez se circunscribe al orden espontáneo. La mejora del sistema de reglas
parte del interior del propio sistema adaptándolo mediante la critica inmanente La critica inmanente es el principal
instrumento de evolución del pensamiento , propio del racionalismo
evolucionista.
El juez trata
de reforzar el orden global que funciona y que
nadie ha proyectado deliberadamente, un orden que se ha formado por sí mismo,
con independencia del conocimiento y a menudo contra la propia voluntad de la
autoridad; un orden que extiende el control individual de los hechos más allá de
la organización deliberada, y que no descansa en el hecho de que los individuos
obedezcan la voluntad de alguien, sino en el hecho de que sus expectativas se
adaptan recíprocamente
- El juez
interviene porque puede ser que las reglas no cumplen la función, o porque
pueden no ser
claras o inadecuadas para evitar la aparición de conflictos aunque las partes
las observen. Como surgen
nuevas situaciones en las que las reglas existentes no son adecuadas, es una
tarea interminable el evitar los conflictos y aumentar la compatibilidad de las
acciones delimitando el campo de las acciones permitidas. Exige no solo la
aplicación de las reglas ya establecidas sino también la formulación de nuevas
reglas.
El juez forma
parte del proceso de adaptación de la sociedad a las circunstancias por el que
se desarrolla el orden espontáneo. Es un instrumento de ese orden.
El juez puede
equivocarse, o caer victima de sus preferencias individuales. Pero ante el
problema no tiene nada que
ver su voluntad. Es su intuición más que el raciocinio lógico lo que lo hace
arribar a una solución justa. La
función del juez no consiste en la deducción lógica a partir de de unas
premisas, sino en el control de hipótesis no necesariamente concientes. El juez
no es un defensor del satus
quo. El orden espontáneo solo puede mantenerse mediante continuos cambios
particulares.
Su función
consiste tanto en fomentar el cambio como mantener la situación
existente.
Tiene que vérselas con un orden dinámico que solo podrá mantenerse mediante
continuos cambios en la situación de los sujetos . Un juez no puede ocuparse de
las necesidades de las personas o grupos particulares, o de la Razón de Estado,
o de la
voluntad del gobierno, o del algún objetivo particular a cuyo servicio alguien
pueda pensar que esta el orden vigente.
- En un orden
como el del socialismo, en el que las normas que regulan las acciones individuales no son
independientes de los resultados
específicos a los que se aspira,
tales normas
no pueden confiarse a un proceso jurisprudencial,
ya que tienen que sopesar los intereses particulares
que están en juego de acuerdo con
su respectiva importancia.
El socialismo
es realmente una rebelión contra la justicia imparcial, que solo considera la
conformidad de las acciones individuales con unas normas independientes de un
fin particular , y que
prescinde de los efectos de su aplicación a casos particulares. Un juez
socialista es una contradicción. Pero
esto se ha disimulado con la idea de que en lugar de basarse en los principios
de la conducta individual, su acción debe obedecer a consideraciones sobre la
"justicia social".
Solo las
características abstractas del orden pueden ofrecer a los individuos una base
de decisiones en condiciones futuras imprevisibles y dar lugar a un orden
duradero. Constituyen el interés común a quienes integran la sociedad abierta,
que
no persiguen
un interés particular sino disponer de medios adecuados para perseguir sus
propios objetivos.
- La observancia de ciertos valores
conduce a la formación de complejas estructuras fácticas. El orden no es
fruto de las reglas de comportamiento individual sino del encuentro de
expectativas: eso es un valor. Hay diversos valores que pueden estar en
conflicto, se crean situaciones de hecho que los agentes pueden ignorar.
La
civilización se basa en que los planes fácticos de muchos individuos se ajustan
entre sí, a condición de compartir algunos
valores , por ejemplo, la Propiedad.
Las normas
jurídicas son necesarias para mantener el orden, pero no por la simple
obediencia, sino
por que estas normas hacen posible la correspondencia entre las acciones de los
individuos.
La ausencia
de finalidad (Kant) se enfrento a las concepciones del derecho como con
una finalidad (utilitaristas) . El fin es el sistema general de normas (Hume) no
los resultados particulares . Esta idea de que el derecho es experimental o
empírico cuya manifestación es un orden que nadie puede predecir no encaja en
el sentido común de lo que se considera una acción racional deliberada.
El derecho no
tiene ningún objetivo sino que esta al servicio de innumerables fines de
individuos diferentes.
- La idea de
que el derecho está al servicio de un orden espontáneo ha sido difícil de
formular sin la ayuda de la ciencia económica. La ciencia social entendida como una
generalización salida de la observación de grupos sociales no aporta a la
comprensión de la función del derecho.
Solo la
economía ha desarrollado una teoría apropiada que ahora se pueden aplicar a
ordenes distintos del mercado. Pero la noción de orden espontáneo del mercado
no es comprendida por los juristas. Esto ha promovido la concepción del derecho
como instrumento para la organización de fines concretos, lo cual esta bien
para el derecho público, pero inadecuada para el nomos, el derecho privado.
Esto ha sido
la causa de la transformación del orden espontáneo en la organización de un
orden totalitario.
- La
legislación se origina en la necesidad de establecer reglas de organización,
las thesis. El principal
interés de las legislaturas fue controlar y regular la acción del gobierno
El origen de
los cuerpos legislativos tiene poco que ver con el derecho, entendido como el
sistema de normas que intentan garantizar la justicia, adaptar las conductas de
los individuos a un marco común, pacífico.
Son reglas
para alcanzar determinados fines, para ejecutar ordenes, reglas para cada uno de los órganos de
gobierno. Son reglas que regulan los
poderes de los agentes gubernamentales pero no le dan poder sobre los
ciudadanos privados.
- Los
gobiernos buscan consenso para medidas concretas, en especial los impuestos.
Se
deseaba que las normas reguladoras tuvieran la dignidad que inspiraba el
derecho. Aunque los parlamentos
no se ocupaban del derecho de los juristas, de hecho ese derecho fue modificado
en el curso de discusiones sobre medidas gubernamentales. Toda decisión del
poder legislativo que afecta a materias reguladas por el nomos modifica y
sustituye al derecho.
2.8 Derecho público y Derecho privado
- La
confusión de la palabra "ley" se observa en las discusiones sobre la
separación de poderes. No
todo acto legislativo es una ley El legislativo debía establecer normas
generales.
Solo en siglo
XIX se llega a la idea de un legislativo omnicomprensivo y autónomo
La
"legislatura" es un titulo honorífico para asambleas destinadas a
controlar el gobierno, no a sancionar leyes de conducta.
Pero con el
tiempo fracasaron los intentos de limitar el poder de las legislaturas : las
legislaturas adquirieron capacidad de imponer todo lo que se le ocurriese simplemente
llamando "leyes" a sus decisiones.
En resumen,
las reglas de conducta constituyen el Derecho privado. La Legislación, las
reglas de organización el Derecho público
Hay límites
poco claros entre derecho publico y privado. Se exime al gobierno de limitaciones
de reglas generales- propias del Derecho privado y se obliga a los individuos
al cumplimiento de órdenes, en especial en el campo de las finalidades
"sociales" .
Pensar que
solo el derecho público está al servicio del bienestar general y el privado al
servicio de los intereses egoístas de los individuos es un error. No solo las
acciones deliberadamente destinadas a un fin común están al servicio de las
necesidades comunes.
Lo que nos
proporciona el orden espontáneo es más importante para los individuos
que la mayor
parte de los servicios específicos que nos presta la organización del gobierno,
con excepción de la seguridad y justicia a su cargo.
- El derecho
público exige deliberadamente servir al interés público mientras que el derecho
privado permite a los individuos perseguir fines particulares, lo que en
definitiva sirve al interés general.
Las reglas
para la organización han dominado los objetivos de la legislación, con lo cual
el tema de las normas de conducta ha caído en manos de expertos en derecho
publico, de escasa simpatía con los juristas.
Conciben el
derecho como derecho publico y
el orden como organización: de ahí
el éxito del
positivismo jurídico y de las ideologías totalitarias que se desprenden de
éste.
Pero el
derecho es un reclamo individual. Como bien describe Bruno Leoni, el derecho
nace de una reclamación privada de un individuo respecto del comportamiento de
otro individuo. El derecho es esencialmente individual: y es justamente ese
carácter el que se ha perdido gracias a la legislación. Suponer que solo el
derecho publico legislado es "El" Derecho, es la fuente de la
desconsideración de los derechos individuales.
- El sector
donde mas clara aparece la diferencia entre normas de recta conducta y
normas de organización, es donde primero actuaron los legisladores: el sector
impositivo.
El
presupuesto nunca puede asimilarse a una "norma de conducta": son
instrucciones de asignación de recursos, no "leyes". La idea de
que tales instrucciones, por que se
denominan
"leyes" dominan las reglas generales constituye el principal peligro.
¿Cómo debe
repartirse la carga entre personas y grupos? Los aportes impositivos deberían
responder a reglas generales, cosa que rara vez sucede.
La mayor
parte del derecho publico es el derecho administrativo : normas establecidas
por los órganos administrativos que son vinculantes para funcionarios y ciudadanos.
Los poderes
administrativos sobre las personas buscan objetivos particulares y tienden a la
discriminación y discrecionalidad.
La existencia
de cada vez más servicios gubernamentales obliga a establecer reglas, pero no
son "reglas de conducta recta" . El poder se policía garantiza
elcumplimiento de las reglas de uso de servicios públicos, pero "lugar
publico" no es espacio publico, puede ser de ámbito privado.
La
transformación del derecho privado en derecho publico se realizó a través
de la legislación "social": el Estado se atribuyó el poder de
determinar a quien sacarle “cuánto” y a quien entregarle “tanto” bajo el
objetivo de la “Justicia Social”.
La idea de
que la coacción solo debe aplicarse para asegurar obediencia a reglas
universales se ha abandonado al servicio de los fines "sociales".
La
"legislación social" obliga a la actividad privada a actuar en
beneficio de otros ciudadanos. Esto se inspira en la idea de "justicia
social" y ha sido el principal responsable de la transformación de
las normas de recta conducta en normas de organización.
- Una
asamblea preocupada por cuestiones de organización tiende a concebirse no como
un cuerpo que presta servicios en pro de un orden autónomo, sino como uno “que
hace funcionar al país": se ocupa de todo, no rechaza ninguna
responsabilidad, piensa que puede superar cualquier dificultad y todas al mismo
tiempo. Pero así, resuelven una dificultad y crean nuevas.
No todo
descontento es legítimo, ni las causas pueden eliminarse totalmente. El Estado
Benefactor “vende” la idea de que esto es posible, que es posible satisfacer
todos los deseos de todos aquellos que presentan alguna característica de vulnerabilidad,
cosa que extiende la lista de “damnificados” hasta el infinito.
La idea de
que los fines del gobierno son satisfacer todos los deseos particulares sin
ninguna limitación con respecto a los medios, conduce necesariamente a un tipo
de sociedad en la que todas las acciones particulares deben ajustarse a un plan
detallado acordado mediante negociaciones en una mayoría y que luego se impone
a todos como "el fin común" a alcanzar.
SEGUNDA PARTE- LIBERTAD, IGUALDAD, PROGRESO
4. La Libertad en cuestión
La defensa de
la libertad tiene que ser dogmática, sin necesidad de justificarse. Los
principios de la libertad no se pueden defender racionalmente
4.1 Libertad vs.
coacción
La libertad
como concepto ha sido fuente de agregados, modificaciones y excesos que han ido
minando su significado inicial.
La definición
“clásica” de libertad no se entiende sin su concepto opuesto, la esclavitud. El
esclavo es un ser humano que carece de proyecto propio, es herramienta del
proyecto de otro. En oposición a este significado, la palabra “libre” se
refiere a toda persona que tiene la posibilidad de planear su vida
autónomamente.
El estado en
que un hombre no se halla sujeto a coacción derivada de la voluntad arbitraria
de otro o de otros se distingue a menudo como libertad “individual” o
“personal”, y cuantas veces pretendamos recordar al lector que utilizamos la
palabra “libertad” en tal sentido, emplearemos dicha expresión. En ocasiones,
el término “libertad civil” se utiliza con idéntica significación, pero debemos
evitarlo porque se presta demasiado a ser confundido con la denominada
“libertad política”; inevitable confusión que se deduce del hecho de que lo
“civil” y lo “político” derivan respectivamente, de palabras latinas y griegas
que significan lo mismo.
- Libertad
individual y Libertad política
La libertad
se refiere únicamente a una relación de hombres con hombres, a la independencia
frente a la voluntad arbitraria de un tercero.
En ese
sentido cabe diferenciar este concepto del de “libertad política”- concepto
central en el proceso de instauración de las democracias desde hace tres
siglos, al punto que ese sentido es el que ha ido impregnando el significado
original de libertad.
Hablar hoy de
libertad es hablar de la necesidad de que el pueblo elija a sus gobernantes, de
la necesidad de que una nación sea libre- independiente- de otras, de la
necesidad de que el pueblo participe del proceso político, de la extensión del
derecho al voto, etc. Pero nos recuerda Hayek:
Pero en este
sentido, un pueblo libre no es necesariamente un pueblo de hombres libres
Y, a la
inversa, no tener derecho a voto por razones de edad o por ser extranjero no
afecta en lo más mínimo la libertad de esos individuos excluidos de la decisión
electoral.
La confusión
entre los dos significados del término “libertad” no es gratuita.
Como señaló
Juan Bautista Alberdi en 1880:
Sus
individuos, más bien que libres, son los siervos de la patria.
La patria es libre en cuanto no
depende del extranjero; pero el individuo carece
de libertad
en cuanto depende del estado de un modo omnímodo y absoluto. La
patria es
libre en cuanto absorbe y monopoliza las libertades de todos sus
individuos,
pero sus individuos no lo son, porque el gobierno les tiene todas sus
libertades.
Se puede
vivir en una patria libre, pero ser esclavo del Gobierno nos dice Alberdi.
La lucha por
la independencia nacional- ligada en muchos casos a la lucha por la libertad
individual- protagonizó episodios en lo cuales se consigue la “liberación “ del
yugo extranjero, pero señala Hayek,
A veces tal
esfuerzo ha llevado a un pueblo a preferir el déspota de su propia raza al
gobierno liberal de la mayoría extranjera, y a menudo ha facilitado el pretexto
para despiadadas restricciones a la libertad individual.
- Libertad
individual y libertad interior
La libertad
“interior” es la libertad
de decidir en forma razonable, no acuciado por presiones circunstanciales. No
ser “forzado” por las circunstancias. Esta libertad no debe confundirse con la
libertad individual, ya que su restricción no es producto de una coacción
ajena, sino de la influencia de emociones temporales, debilidad moral o
intelectual. En ese sentido está fuera del campo de lo social y se refiere a la
lucha interna de cada individuo por tomar las mejores decisiones, sin ceder a
fuerzas interiores que lo llevan al error, al fracaso. Un adicto carece de
libertad, pero no porque sufra coacción de otro sino por está a merced de
procesos mentales que lo dominan o condicionan.
- Libertad y
poder
La más
peligrosa de las alteraciones del concepto originario de libertad es aquella
que la identifica con el “poder”: ser libre es poder hacer cosas aun desafiando
las leyes físicas o humanas.
La
utilización política de ese concepto ha transformado a la libertad en su
contrario: la libertad de la mayoría para imponer sus políticas a las minorías,
la libertad del Estado para coaccionar a los ciudadanos. El atractivo de la
palabra libertad se utiliza para sustentar las acciones que atentan contra ella.
La
resignificación de libertad como libertad del poder para actuar ha tenido
efectos nefastos. La queja de los dictadores es que determinados “poderes” le
restringen su libertad de…hacer feliz al pueblo
La
identificación de libertad con igualdad,
con bienestar, abre el
camino para la destrucción de su concepto como barrera frente a la coacción no
solo de otros ciudadanos sino de los aparatos dotados de gran poder de fuego,
como el Estado.
Decir
“defensa de las libertades individuales” es decir defender al ciudadano del
poder del Estado, no permitir al Estado actuar libremente para imponer su plan.
En el extremo
se identifica libertad con riqueza: la riqueza nos permite tener poder, poder
de ser libres. O sea, supuestamente no hay libertad sin recursos.
El que yo sea
o no dueño de mi mismo y pueda o no escoger mi propio camino, y el que las
posibilidades entre las que yo deba escoger sean muchas o pocas, son dos
cuestiones totalmente distintas. El cortesano que vive lujosamente, pero
subordinado a la voz y mandato de su príncipe, puede ser mucho menos libre que
el pobre labriego o artesano; menos
capaz de vivir su vida y de escoger sus propias oportunidades.
-La libertad
no debe ser objeto de “gustos”, hay gente que prefriere cederla a cambio de
otros valores. La mayoría puede no ver ninguna ventaja en la libertad y desear
seguridad económica por encima de libertad para ser dueño de su vida.
-La libertad
no es un artículo opinable, no se la puede ofrecer en grados.
-La libertad
no garantiza riqueza ni felicidad, no nos exime de errores, no nos otorga
bienes o nos da una vida ausente de males. Se puede ser libre y pobre, y rico y
esclavo. -La libertad debe ser deseable aunque no todas las personas obtengan
ventajas de ella.
Dijo
Malinowski- citado por Hayek-:
Si
cometiéramos el descuido de identificar libertad con el poder, obviamente
amamantaríamos la tiranía, de la misma forma que incurrimos en la anarquía
cuando equiparamos libertad con la falta de limitaciones
- Suponer que
la libertad es “divisible” entre diversos “tipos” de libertades (libertad
como poder obtener bienes,
libertad interior para derrotar nuestras limitaciones culturales o mentales) es
no entender que la libertad no es una suma de “libertades”, que se conceden
graciosamente. La libertad es una
e indivisible y confundir su concepto claro (la libertad es NO sufrir coacción
para manejar nuestra vida) con sus sucedáneos de poder, recursos y capacidad de
hacer lo que a uno le plazca es el camino para vaciar de contenido y deformar
el concepto, con consecuencias graves para el sistema social. La libertad individual no es la suma
de “las” libertades, no es un agregado sino un concepto totalmente distinto al
de libertad política, poder o capricho individual.
Todo aquello
que permite hacer cosas específicas no es libertad, a pesar de designarlo como
“una libertad”; en tanto que la libertad es compatible con la no permisión para
hacer ciertas cosas específicas, se carece de ella si uno necesita permiso para
llevar a cabo la mayor parte de cuanto puede hacer. La diferencia entre
libertad y libertades es la que existe entre una condición en virtud de la cual
se permite todo lo que no está prohibido por las reglas generales y otra en la
que se prohíbe todo lo que no está explícitamente permitido
La libertad es un concepto “negativo”,
en el sentido que no tiene contenido alguno. La libertad no es “libertad para”,
es simplemente libertad.
Ello es
verdad en el sentido de que la paz también es un concepto negativo o de que la
seguridad o la tranquilidad o la ausencia de cualquier impedimento o mal, son
negativos. La libertad pertenece a esta clase de conceptos, ya que define la
ausencia de un particular obstáculo: la coacción que deriva de la voluntad de
otros hombres. La libertad únicamente se convierte en positiva a través del uso
que de ella hacemos. No nos asegura oportunidades especiales, pero deja a
nuestro arbitrio decidir el uso que haremos de las circunstancias en que nos
encontremos .Ahora bien, aunque los usos de la libertad son muchos, la libertad
es una sola.
Este
concepto es claro. La
libertad positiva es la puerta de entrada de
la coacción (favorecer a un grupo que exige cierta libertad a expensas de
otro). Cada grupo social puede reclamar determinada libertad y, si es capaz de generar
apoyo, puede influir sobre el parlamento para que dicte leyes “especiales”
dirigidas a favorecer a determinado grupo y al desfavorecer a otros.
Libertad,
coacción y ley
La coacción
es la presión que una persona ejerce en la esfera de otra. Para evitar males
mayores la persona “coaccionada” actúa limitando o modificando su proyecto
originario, acoplándose, contra sus deseos, al plan de otro. Así, pierde poder
para imaginar y proponerse un plan propio, de perseguir sus propios fines. La
coacción es un mal porque inhibe la inteligencia y la voluntad de una persona y
la transforma en herramienta de otra.
Sin embargo,
la coacción no puede evitarse totalmente, ya que para impedirla hay que ejercer
una amenaza de coacción hacia el agresor. De allí que, en una sociedad
civilizada el Estado tiene el monopolio de la fuerza, es el único agente con
poder para amenazar con la coacción a aquellos que intentan ejercerla contra
otros.
Esta coacción
estatal se reduce al mínimo cuando está subordinada a normas universales
conocidas, ya que los individuos saben que realizando determinadas acciones se
hacen pasibles de ser reprimidos por la coacción legal y legítima que ejerce el
Estado.
4.2 Razones para la
libertad
Los
argumentos favorables a la libertad descansan principalmente en el
reconocimiento de nuestra inevitable ignorancia de muchos de los factores que
fundamentan el logro de nuestros fines y nuestro bienestar
- Si el
hombre fuera omnisciente no sería necesaria la libertad: siempre se sabría que
hacer para obtener determinado fin. La libertad, por el contrario, es necesaria
justamente por nuestra ignorancia o incertidumbre sobre la realidad, sobre el
futuro. La libertad permite incorporar lo imprevisible, le da lugar al ensayo y
al error, permite que alguien- no se sabe quién- tenga la oportunidad de
realizar un hallazgo, encontrar una nueva verdad, dar un nuevo valor a la
sociedad. Cuantos más compitan en forma independiente por generar nuevo
conocimiento, más se acrecienta la capacidad humana de lidiar con la realidad.
- Hay un
factor imprevisible que está tras el avance de la civilización: la casualidad.
O sea, la ocurrencia del azar justo ante los ojos de quien sea capaz de
aprovechar esa experiencia para mejorar. La casualidad- ese factor que hiere la
soberbia humana- estuvo tras muchos descubrimientos. Lo importante es fomentar
el azar, crear las condiciones para que la casualidad aparezca y sea
aprovechada.
Todas las
teorías políticas dan por sentado que la mayoría de los individuos son muy
ignorantes. Aquellos que propugnan la libertad difieren del resto en que se
incluyen a sí mismos entre los ignorantes e incluyen también a los más sabios
- Todas las
instituciones de la libertad son herramientas para lidiar con la ignorancia
básica que impide afrontar el futuro con probabilidades, no certezas,
aprovechando la experiencia acumulada por la humanidad.
La libertad es el mecanismo para
capturar el conocimiento disperso, para lograr que millones de individuos
libres se esfuercen por alcanzar experiencias y conocimientos a un punto que
ningún sabio, en forma individual, puede soñar alcanzar.
La libertad,
por lo tanto, no es solo un valor éticamente deseable, sino el único mecanismo
que asegura el progreso de la civilización, el ámbito en el que los individuos,
motivados por cualquier razón- éxito económico, reconocimiento, prestigio- se
esfuerzan y se arriesgan a la innovación, al descubrimiento, a encontrarse con
la casualidad creadora.
- El
conocimiento nuevo que surge de la libertad de investigación es claro y está
bien documentado en el caso de la investigación científica. Allí es evidente
que la libertad de experimentación, y la combinación imprevista de azar y
aptitudes, de práctica y teoría, crean las condiciones para el desarrollo de la
ciencia. Pero esta libertad intelectual es imprescindible no solo para el
progreso científico sino para cualquier ámbito humano. Esto no es tan evidente
ya que la historia deja de lado los aspectos que han permitido generar una
nueva idea, no se puede más que “
mostrar sobre modelos simplificados la clase de fuerzas en acción y apuntar a
los principios generales más bien que al carácter específico de las influencias
que operan”
No hay
registro de las infinitas combinaciones de tradiciones, inteligencia, actitud,
azar, conocimiento, experiencia, deseos, etc. que hay detrás de los hábitos,
reglas e instrumentos que mostraron ser los más exitosos para el crecimiento
humano. Muchas de esas herramientas escapan a la conciencia por lo cual no
queda registro ni siquiera en la mente de los protagonistas. De hecho, suele
despreciarse y aun tomar como elementos negativos, “irracionales”, aquellos
factores no concientes .El sustrato de instituciones, conductas, reglas que se
aplican casi inconscientemente son la condición para el surgimiento de nuevas
ideas.
En el campo
científico este proceso está documentado. La ciencia muestra que el progreso no
se puede planificar, que está sujeto a casualidades, genio individual,
caprichos, contingencias. Saber que en la ciencia la libertad es el requisito
fundante de los descubrimientos no debe hacernos olvidar que en campo de los
cotidiano sucede lo mismo.
Aunque a
veces somos capaces de trazar el proceso intelectual que ha conducido a una
nueva idea, escasamente podemos reconstruir siempre la secuencia y combinación
de aquellos aportes que no han contribuido a la adquisición de conocimiento
explícito. (…) Nuestros esfuerzos hacia el entendimiento de esta parte del
proceso sólo pueden ir poco más allá de mostrar sobre modelos simplificados la
clase de fuerzas en acción y apuntar a los principios generales más bien que al
carácter específico de las influencias que operan
Esta
oscuridad sobre las fuerzas que operan en la creación de nuevas herramientas,
hábitos, reglas tiene el desafortunado efecto de que se desprecia ese
componente “no racional”, no verbalizable, que está, sin embargo, en la base de
todos los cambios evolutivos.
El proceso
intelectual es, efectivamente, solo un proceso de elaboración, solución y
eliminación de ideas ya formadas. En gran medida, el afluir de nuevas ideas
proviene de la esfera en donde la acción, a menudo acción no racional, y los
sucesos materiales chocan la uno con los otros. Tal proceso se agotaría si la
libertad se limitara a la esfera intelectual
- La libertad
no debería aplicarse solo a actividades complejas, especializadas, sino a
tareas humildes y cotidianas, no solo libertad de pensamiento, sino libertad de
acción.
La libertad
solo puede preservarse ateniéndose a ciertos principios y se destruye siguiendo
la mera conveniencia.
La libertad
consiste en darle la oportunidad a todos . Lo complejo del asunto es que no se
puede aplicar la libertad solo sobre seguro: la libertad no se concede solo si
se sabe de antemano que fructificará, y no se concede a los pocos que
supuestamente serán capaces de usarla para bien, sino que se concede a todos,
aun a riesgo de no obtener beneficios tangibles. Las ventajas de la libertad no
tienen que ver con el número de individuos que quieran aprovecharla: no es un
tema de mayorías o minorías. La libertad para todos es la única. La peor es la
libertad solo para las mayorías o para las minorías.
Si no se
concediese la libertad incluso cuando el uso que algunos hacen de ella no nos
parece deseable , nunca lograríamos los beneficios de ser libres, nunca
obtendríamos esos imprevisibles nuevos desarrollos cuya oportunidad la libertad
nos brinda
- La libertad no se puede “administrar”.
Sus resultados , incluso, pueden implicar cosas negativas, pero eso no es un
argumento en contra de la libertad. Solo algunos conservadores lo esgrimen
mostrando así su miedo a la libertad. El riesgo de resultados negativos es, en
balance, menor a la potencialidad de cosas positivas que brinda la libertad.
- Además no se trata de mi libertad. Se
trata de la libertad para todos- incluso para los que no la demandan- ya que
sus beneficios se extienden a todos: a los que desconfían de la libertad, a los
que no la usan, a los que la malusan.
Los que no
son libres, se benefician de los que lo son. La libertad no se relaciona con la
cantidad de individuos que quieran utilizarla, no se relaciona con un “estado
de opinión” que puede o no ser partidario de la libertad. Una libertad
vigilada, débil a gusto de alguna mayoría no es libertad, aunque la deseen
todos.
El proceso
espontáneo de acumulación de miles de pequeños cambios , ajustes con efecto
positivo en algún momento se pude traducir en reglas verbalizadas que pueden
transmitirse de persona a persona.
- El
“problema de la libertad” es que como el valor de la libertad se basa en las
oportunidades que proporciona para realizar acciones no previstas e
impredecibles no suele apreciarse lo que se pierde con una restricción
particular a la libertad.
Si la
elección entre libertad y coacción, entre una mera probabilidad y una meta
cierta, se trata como una cuestión de eficacia,
la libertad se verá sacrificada en todos los casos. Los efectos
"beneficiosos" de una intervención directa en el mercado son
claramente apreciables, mientras que los efectos negativos, mas indirectos y
remotos, no son percibidos.
Los unos son concretos, palpables y los otros requieren capacidad para
anticipar los efectos, son discutibles y de largo plazo. En un contexto
cortoplacista la tentación de “limitar algunas libertades” se incrementa.
Al
desconocerse los efectos de la libertad, hacer que la decisión dependa de los
resultados previsibles produce la destrucción de la libertad.
La libertad
solo se conserva si se la considera un Principio supremo, o sea no sacrificarla
por conveniencias particulares.
- Con la libertad se puede hacer el mal, se puede no
hacer nada o se puede hacer el bien. No hay garantía que de que “todos” hagan
el bien. Es el riesgo de la libertad. Algunos la usarán para hacer el mal.
Esta idea es la que separa aguas, definitivamente,
entre liberales y conservadores. Para estos, la Ley moral es la única bajo la
cual es posible la libertad. “Dentro de la Ley todo, fuera de la Ley nada”,
ilustra perfectamente la postura conservadora: la libertad es una subclase de conducta
solo permitida bajo el acatamiento de la ley. Todo lo demás, es punible.
Hayek rompe el límite: la libertad debe ser admitida
aun cuando sea usada para el mal (en ese caso, entraran a funcionar los
mecanismos de la Justicia, si el uso de esta libertad genera coacción o invade
la esfera de libertad de los otros).
4.3 Organización
y competencia
- Cooperación
y competencia no son opuestos. La acción individual y la acción organizada no
están enfrentadas.
El proceso de
selección se realiza sobre la base de la competencia: aquellas herramientas que
más aseguren la supervivencia y el desarrollo terminan imponiéndose. Pero la
competencia puede ser entre individuos o grupos, entre grupos organizado o
desorganizados. Nada impide la cooperación en un marco de competencia.
La distinción
relevante no está entre la acción individual y la acción de grupo, sino, por
una parte, entre condiciones de acuerdo con las cuales pueden intentarse modos
de obrar alternativos basados en diferentes puntos de vista o prácticas, y
condiciones , por otra parte, según las cuales una organización tiene el
derecho exclusivo de actuar y poder impedir a otros que actúen
La libertad
no es opuesto a la organización, sino a las organizaciones cerradas,
privilegiadas, monopolísticas que utilizan la coacción para impedir que otros
traten de hacerlo mejor. La supuesta “verdad” de ciertas teorías, impuesta como
un bloqueo al surgimiento de visiones opuestas, tiende a congelar el
pensamiento, a secar las fuentes del cambio. Una sociedad organizada de tal
modo que la razón reine, imponiendo restricciones a todo pensamiento que
amenazara los supuestos compartidos y solo se desarrollaran nuevas ideas que no
contradigan esos supuestos parecería un mundo previsible, donde nada alteraría
el modo de hacer las cosas y de pensar soluciones. Pero ese estado congelado
impediría la eclosión de lo impensado, de nuevas ideas y conocimientos.
4.5 Libertad y egoísmo
- Ha habido
siempre una confusión entre libertad individual y egoísmo: la libertad del
individuo ha sido caracterizada como un obstáculo para el “bien común”, el
reino del deseo individual imponiéndose a la necesidad colectiva. Por lo tanto,
el altruismo a veces se impone como un bien que debe ser deseado por todos,
como un “deber ser” obligatorio y general.
Pero no hay
relación entre altruismo y acción colectiva e individualismo y acción
individual. El altruismo puede ser estrictamente individual y, por el
contrario, hay acciones colectivas fuertemente egoístas- el egoísmo de un
grupo-. Esta identificación entre libre acción individual guiada por objetivos
propios y egoísmo ha generado toda una cultura que rechaza las aspiraciones
individuales como opuestas al bien común mientras se opacan acciones colectivas
que afectan gravemente el bien común.
- El altruismo es un ideal perseguido por muchas
personas, así como la preocupación por la familia y la preocupación por el
bienestar de amigos o vecinos.
Esto es central. El “altruismo” estatal define de
una vez y para siempre a quienes “beneficiar” , a quienes el resto de la
sociedad debe “ayudar” prioritariamente. No hay libertad para elegir a quien
beneficiar o ayudar, de quienes preocuparse. Es imponer una escala única de
valores, un menú único que todos deben cumplir obligatoriamente.
Esto no significa desestimar el uso que se haga
de libertad. “En una
sociedad libre la estima del individuo depende del uso que éste haga de su
libertad.”
4.6 El disgusto por la libertad
La carga de la responsabilidad individual se ha
incrementado a medida que la civilización se fue despegando de la realidad
tribal, comunitaria y desarrollando relaciones complejas, entre personas que no
se conocen. De unas pocas habilidades necesarias para reconocer fácilmente
oportunidades- en el ámbito de la pequeña comunidad- se ha pasado a un problema
mucho más complejo como es el del “uso” de esas habilidades
El fracaso, el resentimiento, por la imposibilidad
de desperdiciar las habilidades propias porque nadie se percata de ellas es,
como afirma Hayek,
el más grave reproche dirigido contra el sistema de
libertad y la fuente del más amargo resentimiento (…) La necesidad de encontrar
una esfera de utilidad, un empleo apropiado para nosotros mismos, es la más
dura disciplina que la sociedad libre nos impone
Pero las “soluciones” a esa tensión son peores que
la “enfermedad” que supuestamente combaten. Se trata del problema estratégico
de la libertad: sin coacción estatal sobre los oferentes de empleo, no hay
forma de garantizarle a todos un empleo digno de sus capacidades. Pero con esa
coacción, la libertad- que no es divisible entre “económica” y “civil”-
desaparece y es reemplazada por algún sistema colectivista que impone la
coacción universal.
Es evidente que en el esclavismo no hay
“desocupación”: siempre habrá un contratista privado o público que conchabará
coactivamente mano de obra gratis. En el feudalismo, el Señor local garantizaba
trabajo para todos. Solo los discapacitados, los viejos o los niños caían en la
mendicidad. En los sistemas socialistas no hay, oficialmente, desocupados, pero
eso a costa de bajos índices de productividad: se garantiza una elemental
supervivencia a cambio de delegar en el Estado todas las decisiones, a cambio
de carecer de una prensa libre, a cambio de no poder salir de las zonas de
residencia asignadas (para radicarse en el Moscú soviético o en La Habana hay
que conseguir un permiso especial, difícil de obtener)
4.7 La libertad como principio moral
Las creencias
“morales” no son buenas o beneficiosas per se. Un grupo dirigente puede imponer
su “moral”, la cual será sumisamente acatada por toda la sociedad y esto no
prueba que sea buena para el conjunto. Una moral errónea puede llevar a la
destrucción a un grupo o nación.
Solo los
resultados pueden demostrar si los ideales que guían a un grupo son
beneficiosos o destructivos.
Pero una
sociedad libre- abierta- construye sus propios mecanismos de defensa frente a
estas “morales destructivas”. En esas sociedades las tendencias se corregirían
a sí mismas. Se trata de acatar las reglas morales que han permitido el éxito a
un grupo o nación, no cualquier tipo de reglas, en especial las que llevan al
fracaso. El mejor ámbito para probar el éxito o fracaso de una determinada
regla moral es la sociedad libre, donde deben competir con otros ideales, donde
deben demostrar su efectividad.
4.8 Responsabilidad:
soportar las consecuencias de las acciones libremente elegidas
- Hay un
“fastidio” por la palabra responsabilidad basado en la idea de que la posición
en la vida se debe a circunstancias sobre las que este no tiene control, por lo
tanto el no es “responsable” de haber nacido en un medio adverso. La
responsabilidad hace hincapié justamente en lo contrario, en la existencia de circunstancias que el
propio individuo crea o controla. La responsabilidad inspira temor, como la
libertad, ya que esta implica la posibilidad de asumir las consecuencias de sus
elecciones.
La
interpretación de la realidad humana como “determinada” por fuerzas que los
humanos no controlan esta en la base del rechazo de la responsabilidad
individual. Somos sujetos pasivos de factores que no controlamos, por lo tanto,
no somos responsables de nuestras acciones.
- La ciencia
natural- basada en leyes deterministas- se aplicó a las ciencias humanas: el
hombre como sujeto de la Naturaleza tiene tanta libertad de elección como una
hormiga…
Es lo que
Popper señala, de otro modo:
“La metafísica historicista permite aligerar a los
hombres del peso de sus responsabilidades. Si se sabe de antemano que las cosas
habrán de pasar indefectiblemente, haga uno lo que haga, ¿de qué vale luchar
contra ellas?(…) . La tendencia del historicismo ( y de las posiciones afines)
a defender la rebelión contra la civilización puede obedecer al hecho de que el
historicismo es en sí mismo, con mucho, una reacción contra el peso de nuestra
civilización y su exigencia de responsabilidad individual.”
La conducta responsable no es , obviamente,
una conducta correcta: aun previendo, dentro de los límites de la razón y el
conocimiento, unos resultados positivos puede darse lo contrario. El ser humano
no es infalible, pero lo que exige la necesidad de asumir la responsabilidad es
…
una cierta capacidad mínima humana para
aprender a prever, para guiarse por el conocimiento de las consecuencias de sus
acciones” (…) La atribución de responsabilidad no se basa en lo que sabemos que
es verdad en un caso determinado, sino en lo que creemos que serán las
probables consecuencias de estimular a la gente a comportarse racional y
consideradamente. Se trata de un recurso que la sociedad ha desarrollado para
competir con nuestra incapacidad de ver lo que hay adentro de la mente de otros
y para introducir orden en nuestra vida sin recurrir en la coacción
Esto es clave: no aplicaremos la coacción social,
siempre que las personas obren responsablemente. Los niños- que no pueden
entender lasa consecuencias de sus actos- deben ser, de alguna manera
coaccionados a hacer o no hacer determinada cosa, ya que , se supone, los
adultos sí sabrán comprender las consecuencias futuras de determinada conducta.
Esto implica que libertad y responsabilidad son un
par de conceptos dependientes , que no es posible permitir la libertad si no
hay responsabilizad y que, por el contrario, no podemos exigir responsabilidad
a quien no actúa libremente o no es capaz de entender las consecuencias de sus
actos.
4.9
Libertad e igualdad
- La libertad
consiste en permitir que cada individuo aproveche sus conocimientos para
obtener sus propios fines. Las oportunidades de utilizar el conocimiento solo
las conoce cada individuo. La
idea de que el gobierno
puede determinar las oportunidades iguales para todos entra en pugna con la
lógica de la sociedad libre.
El
aprovechamiento de oportunidades genera desigualdades. Un gobierno que intente nivelar las
desigualdades debería controlar todas las circunstancias externas de cada
individuo, compensado las diferencias. Así a nadie le interesaría explotar
sus oportunidades.
El gobierno
debería limitarse a garantizar condiciones genéricas cuyos efectos concretos
sobre los individuos son impredecibles.
- La igualdad inextricablemente unida a la libertad,
es la igualdad ante la ley. Es la única igualdad que no atenta
contra la libertad. Este es exactamente el concepto de Popper cuando señala:
“Así es como la idea de libertad conduce
irremisiblemente a la idea de igualdad. Pero esta idea de igualdad plantea
algunos peligros para la idea de libertad.
Si la tarea
del Estado consiste en
velar por la igualdad de los derechos y deberes de los ciudadanos, el poder del
Estado se convierte en un peligro para la libertad.”
La libertad
supone que, efectivamente, los ciudadanos NO son iguales. La libertad de
autómatas idénticos sería un contrasentido. Justamente porque no somos iguales
es necesario que reine la libertad, para que esas diferencias enriquezcan la
sociedad. La libertad no supone
que los seres humanos son iguales sino que lo son frente a la ley, que poseen
los mismos derechos, no los mismos atributos.
La
justificación de la igualdad sobre la base de que supuestamente las personas
son iguales es peligrosa, además. Se dice que “todos somos iguales” cuando ser
trata de que una minoría nacional o religiosa sea tolerada, como si “ser
distinto” justificara la discriminación que sufren.
Es esencial
afirmar que se aspira a la igualdad de trato no obstante el hecho cierto de que
los hombres son diferentes.
Desconocer la diversidad humana, cultural, de
aptitudes y actitudes es un prólogo a los proyectos totalitarios de crear un
“hombre nuevo”, una única categoría de gente con los mismos valores, los mismos
intereses, las mismas aptitudes. Es cortar con la misma tijera la variedad y
riqueza humanas para crear un “modelo único”, una versión platónica de la
“idea” pura, incontaminada, perfecta. Todas las fantasías de “Comunidad
Organizada” y otras utopías parten de la necesidad de uniformar a la humanidad
a fin de operar más fácilmente sobre ella desde el Poder.
Solo un ámbito de libertad plena y de igualdad
frente a la ley, permite ensayar- y equivocarse al hacerlo- diversas
estrategias de vida. En vez de pontificar sobre la existencia de solo una
estrategia de vida admisible, enriquece mucho más la existencia el probar, con
entera libertad, estrategias distintas, siempre que no afecten a terceros. La insistencia en asegurar la
“igualdad” conduce al Gobierno a tratar diferenciadamente a diversos sectores
de la población bajo el objetivo, aparentemente positivo, de disminuir las
desigualdades sociales.
4.10 Trascendencia de las
desigualdades humanas
Hay un trasfondo biológico en la desigualdad: la
naturaleza quiere asegurarse diversidad, que cada ser individual tenga una
combinación genética exclusiva, lo cual garantiza la diferencia y la riqueza de
la especie. Se sabe que la procreación sexual garantiza esa diversidad. Se han
descubierto especies con reproducción no sexual: cada “hijo” es un clon, una
copia perfecta de su padre. Esta solución “elimina” muchos problemas asociados
a la reproducción sexual, desde la competencia entre los machos para conseguir
el mayor número de hembras hasta los problemas de crianza y división de roles
entre sexos. Pero estos “problemas” evitan la uniformización genética de la
prole, y la potencian una mayor capacidad de adaptación y cambio, al tiempo que
evitan que cualquier defecto genético sea transmitido de generación a
generación. La estrategia de la naturaleza es la diferenciación, no la igualdad
entre individuos.
Como oposición a las teorías raciales, que plantean
la “superioridad” de una raza sobre el resto, sobrevino otro exceso: creer que
no hay un componente genético, heredado, en la conformación de cada ser humano
y que todas sus capacidades –o taras- son producto del “medio”, de la
educación.
Esto tiene una inmediata traducción política: si
creemos que solo hay “desigualdades” producto del medio, el Estado actuará
sobre el medio para disminuir las desigualdades, pero al hacer esto,
paradójicamente, incrementará la desigualdad.
Es, obviamente, central esta discusión. Lo que Hayek
afirma es que la lucha por la menor desigualdad- que es un valor deseable- no
justifica la coacción gubernamental para – supuestamente- obtenerla. En
realidad la observación de la realidad del mundo indica que en los países donde
más se coacciona para obtener la deseada igualdad, más diferencias hay entre
clases de individuos y, que, por el contrario, los países que no “buscan” la
igualdad mediante la coacción obtienen a la larga una disminución de la
diferencia entre los más pobres y los más ricos.
4.11 Naturaleza y Educación
Hay dos afirmaciones que Hayek hace:
1- Que hay similitud en todos los seres humanos, o sea
que no existen diferencias sistemáticas que hagan pensar que ciertos seres
humanos poseen la capacidad- el poder- de determinar las potencialidades de
otros seres humanos y que, por lo tanto, no se debería asignar a nadie
semejante poder.
2- Que la adquisición de alguna habilidad valiosa por
parte de algún miembro de la comunidad constituye siempre una ventaja para esa
comunidad. Esto puede implicar que algún otro miembro pueda verse en peor
situación al emerger un competidor más capaz, pero a la comunidad total le
conviene este incremento del valor. Esa capacidad debe potenciarse aunque otros
hombres queden rezagados, siempre que no se les impida a éstos tener la oportunidad
de incrementar su potencial
La gran pregunta es:
¿Estamos de acuerdo en que todas las desigualdades
que se apoyan en el nacimiento o en la herencia deberían abolirse y respetar
únicamente lo que fuese consecuencia del talento o industria superior?
La postura “igualitarista” tiende a diferenciar
entre capacidades “naturales”, heredadas y las capacidades basadas en la
“educación”. Las primeras están fuera de control, por lo que el esfuerzo se
centra en las segundas: en garantizar que todos tengan un medio (familiar,
educativo) similar. Pareciera que tener cualidades por herencia genética no es
reprobable, pero tener cualidades por haber nacido en un medio con recursos
para una mejor educación entraña alguna sombra de desagrado: los niños ricos
tienen mejores oportunidades, por lo tanto habría que terminar con esas
“odiosas” desigualdades debido al medio familiar y cultural en el que se nace.
Esta forzada demanda, expresada ahora en la consigna
“educación gratuita y de calidad” que levantan estudiantes chilenos, es
simplemente de cumplimiento imposible. A menos que se prohíba a los padres más
pudientes enviar a sus hijos a escuelas de excelencia, o que simplemente se
cierren dichas escuelas, “ no
hay manera de impedir que solo algunos gocen de aquellas ventajas. “
Hace un siglo la pretensión del liberalismo no era
que todos tuvieran la misma posición sino que todos tuvieran acceso a una
educación provista por el Estado. Una “carrera abierta a los
talentos”,implicaba remover los obstáculos puestos por algunos para impedir el
acceso a la educación y garantizar que los recursos del Estado para este
propósito llegaran a todos, sin exclusiones, discriminaciones o trabas de
ninguna clase. Esto estaba lejos de la pretensión de que todos partieran del mismo
punto y que todos obtuvieran similares resultados.
Esta visión ha sido reemplazada por una mucho más
activa y exigente:
… según la cual hay que asegurar a todos el mismo
punto de partida e idénticas perspectivas. Esto equivale a decir que el
gobernante, en vez de proporcionar los mismos medios a todos, debiera tender a
controlar las condiciones relevantes para las posibilidades especiales del
individuo y ajustarlas a la inteligencia individual hasta asegurar a cada uno
las mismas perspectivas que a cualquier otro.
Llevado a un extremo, esto implicaría que el
gobierno debería evitar a toda costa que solo algunos desarrollen capacidades
extraordinarias, una forma sublimada de envidia.
Si en verdad todos los deseos no satisfechos
implican el derecho a acudir en queja a la colectividad, la responsabilidad
individual ha terminado.
4.12 Mérito y valor
- Se confunde mérito con valor. Se exige que las
personas que hacen “mérito suficiente” sean recompensadas- independientemente
del valor que producen. El mérito tiene una connotación moral, referida al
esfuerzo que hace la persona a pesar de condiciones adversas para progresar.
Pero su progreso debería basarse en que el valor que entrega es efectivamente
reconocido y no por el hecho de su esfuerzo para lograr tal valor, o sea que se
le reconozca “mérito”.
El logro del éxito no debe ser objeto de escrutinio
público, lo importante para la comunidad es el valor obtenido y no los medios
utilizados, el “merito” o el azar que intervino y cómo el individuo utilizó sus
destrezas. Promovemos la libertad para dar a las personas la posibilidad de
utilizar conocimientos que otros no tienen y por lo tanto es imposible que
otros juzguen el mérito de lo logrado.
- La libertad para escoger lo que uno quiere
perseguir es especialmente incompatible con la “recompensa por merito” en
campos de alto riesgo e incertidumbre. Nadie “desde afuera” puede juzgar el
merito de unos y otros, ya que las reglas, procedimientos y rutinas para
obtener el logro no existen previamente, son creadas por los jugadores. En ese
contexto no tiene sentido juzgar quien ha tenido más o menos mérito. El único
criterio de recompensa es el valor obtenido, no los caminos escogidos para
obtener ese valor.
Recompensar por los méritos supone la omnisciencia del
que otorga la recompensa, como si alguien estuviera capacitado para juzgar
exactamente si el individuo se esforzó los suficiente, o si desarrollo
adecuadamente su actividad.
4.13 El progreso
- El Progreso
como concepto ingenuo, la fe en un lineal y progresivo desarrollo de la
Humanidad, está desde hace décadas en crisis. La creencia de que todo lo que se
hace es, en definitiva, un paso hacia el progreso, o la fe en que uno pueda
conocer las “leyes del progreso” que
permitirían predecir las condiciones para el avance social, todo eso ha entrado
en crisis. Es casi de mal gusto hablar de “progreso”.
La historia
de la civilización es el relato del progreso que en el corto espacio de menos
de ocho mil años ha creado casi todo lo que consideramos característico de la
vida humana. Después de abandonar la vida de cazadores, nuestros antepasados,
en el comienzo de la cultura neolítica, se dedicaron a la agricultura y luego a
la vida urbana hace considerablemente menos de tres mil años o un centenar de generaciones.
No es sorprendente que en algún aspecto el equipo biológico humano no haya
marchado al paso con ese rápido cambio, que la adaptación de la parte no
racional se haya rezagado algo y que muchos de sus instintos y emociones están
todavía más conformados con la vida del cazador que con la civilización.
Este
acelerado proceso no fue acompañado por una adaptación de la parte no racional
de los hombres .
- Este rezago está en la base de una
nostalgia por lo “natural”, en la crítica a lo artificial de la civilización,
del disgusto por el cambio que la industrialización ha traído, incluyendo
aspectos sociales, culturales, estéticos.
El “problema del progreso” no es
negarlo- cosa que solo hacen los reaccionarios- sino “entenderlo”: ¿puede
guiarse el progreso, hay “leyes del progreso” que se cumplen estrictamente?
Se debería reservar , dice Hayek, la palabra
“progreso” a cualquier esfuerzo humano-personal o colectivo- orientado a
cumplir “fines” específicos y reservar la palabra “evolución” para describir el
desarrollo de la civilización.
Al respecto, Hayek cita explícitamente a Popper- en
su obra La pobreza del historicismo- al negar la posibilidad de descubrir
supuestas “leyes del progreso” para guiar nuestros pasos. Dice Popper:
El cuidadoso examen de esta cuestión me ha conducido
al convencimiento de que estas profecías históricas de largo alcance se hallan
completamente fuera del radio del método científico. El futuro depende de
nosotros mismos y nosotros no dependemos de ninguna necesidad histórica. (…)
Afirman estos sistemas que todo el mundo procura utilizar su razón para
predecir los hechos futuros(…) A su juicio, la tarea general de la ciencia
consiste en formular predicciones(…) También creen haber descubierto ciertas
leyes de la historia que les permite profetizar el curso de los sucesos
históricos. Bajo el nombre de historicismo,
he agrupado las diversas teorías sociales que sustentan afirmaciones de este
tipo. (…) Se basan en el olvido de la distinción que debe realizarse entre una predicción científica y una profecía histórica.
El progreso no admite “planificación”. “Únicamente conociendo lo que antes
no sabíamos nos hacemos más sabios”.
- El progreso fue la bandera de los
constructivistas: el diseño racional del futuro desde las utopías fantasiosas
que describían con lujo de detalles la Ciudad Ideal, hasta el marxismo con su
insistencia en que había “descubierto las leyes del progreso” y auguraba la
inevitable llegada del Socialismo.
Frente a los “profetas de la verdad”- buena parte de
los filósofos y la totalidad de los políticos- lo que nos plantea Hayek es que
justamente es nuestra ignorancia la que acelera el conocimiento: sabemos que no
sabemos, y queremos saber. El reaccionario cree que sabe. El ignorante no sabe
que no sabe.
Este proceso de descubrimiento no es lineal ni puede ser planeado. H.
cita a Bailey (1921)
“ Es condición necesaria de la ciencia humana
el que tengamos que aprender muchas cosas inútiles con el fin de conocer
aquellas que nos sirven. Como resulta imposible conocer el valor de nuestras
adquisiciones con anterioridad a la experiencia, la única forma que la
humanidad tiene de asegurar todas las ventajas del conocimiento es la
prosecución de las investigaciones en todas las direcciones posibles. No hay
mayor impedimento al progreso de la ciencia que la perpetua y ansiosa
referencia de cada paso a la utilidad palpable.”
El progreso debe ser entendido no como planificación
utópica del futuro sino como despliegue de la civilización basado en fuerzas
que impulsan la libertad, el descubrimiento, el ajuste paulatino y lento de las
expectativas, la aceptación de normas que promueven la convivencia y el
descubrimiento.
4.14 Progreso y desigualdad
- Los resultados del progreso no se difunden
inmediatamente a la sociedad, pasan por etapas de prueba, adaptación y
esfuerzos para que sean de uso general.
Esto significa que habrá gente que se beneficie de
las nuevas conquistas con antelación al resto de los mortales
Hoy está de moda la queja sobre la “desigualdad”,
más que sobre la “pobreza”. Lo paradójico es que los países menos
desarrollados, más pobres, son los más “igualitarios”, mientras lo que se
desarrollan y enriquecen aparecen en las estadísticas como los más
“desiguales”. Lo que no se entiende es que una cosa es consecuencia de la otra:
solo una sociedad que despega de la pobreza amplía el rango de ingresos y la
diferencia entre los rezagados- a los que aun no les llegó el beneficio del
desarrollo- y los adelantados- los que están gozando del nuevo valor que generan-
se hace más evidente. Pero en nombre de la “igualdad” ¿ habría que frenar el
crecimiento y el enriquecimiento de la sociedad?
Es justamente la desigualdad la que acelera el
progreso. Los nuevos conocimientos no se reparten equitativamente entre todos
los miembros de la sociedad. Algunos reciben antes los nuevos bienes, los
prueban, les dan nuevos usos no previstos, financian con sus compras
anticipadas nuevas mejoras del esos bienes, que de otra manera no hubiera sido
posible desarrollar.
El nuevo
conocimiento carece de límites. Se trata de un recurso novedoso, no básico y
con propósitos limitados, sino que puede ser usado, probado, adaptado, mejorado
solo porque algunos lo adoptan tempranamente y se convierten así en un banco de
pruebas. “ Los logros de aquellos
que han marchado a la cabeza facilitan el avance de los que les siguen”
Dos o tres
bienes básicos, que caracterizan el explosivo desarrollo de las comunicaciones
en nuestro siglo han seguido ese derrotero. Los celulares, al principio, eran
objetos caros, “de lujo”, solo a disposición de una minoría con recursos. Había
todo un “folklore” que denostaba a los que hacían exhibición de sus celulares.
Veinte años después estos productos no cuestan 5,000 dólares como en 1990, sino
100, y no son utilizados solo por ejecutivos exitosos sino por señoras de la
limpieza, plomeros o adolescentes. Nuevos usos se han ido probando y ensayando:
SMS, escucha de música, fotografía, envío y recepción de emails , navegación
por la Web, etc. Hoy día ya casi nadie recuerda su uso “telefónico”, sino que
se han transformado en ayudas para cualquier uso informativo que se le quiera
dar, desde localización geográfica, brújula, reloj, audio hasta acceso a las
redes sociales y comunicación con contactos.
Pero sin su
temprana disposición para una minoría rica, estos desarrollos hubieran sido
imposibles.
“Los lujos de
hoy son las necesidades de mañana” dice Hayek.
El alto costo que al principio tienen las novedades tecnológicas solo pueden
ser costeados por una minoría. Los “costes de experimentación” corren a cargo
de los ricos.
Esta idea es
básica, ya que toca uno de los “lugares comunes” del pensamiento convencional
basado en supuestas solidaridades e igualdades. Se deprecia el lujo de los
ricos, como conducta antisocial y derrochadora. Se enaltece el “bajo consumo”-
recordar al Padre Leonardo Boff y su consejo de vestir una tela barata y solo
comer un plato de arroz por día-. Tanto socialistas, como cristianos,
ecologistas y populistas coinciden en la común condena del lujo como despilfarro
y exhibicionismo.
Hayek da
vuelta el argumento y demuestra que es justamente el “costo de experimentación”
que financia la minoría, el que permite que una década después las masas se
vean favorecidas por nuevos y económicos bienes, que mejoran su calidad de
vida. Automóviles, televisores, computadores, celulares son otros tantos
ejemplos de este proceso de mejora de las condiciones de vida a partir de las
“extravagancias” de una minoría de ricos consumidores.
La función de
“banco de pruebas” que realizan los más ricos tiene que ser reemplazada en el
socialismo por otro mecanismo. En el socialismo, la “revolución
científico-tecnológica” es una consigna de hierro y, supuestamente tendría que
suponer que antes de lanzar un nuevo producto a la canasta de bienes racionados
para las masas debería
haber un período de prueba, protagonizado no ya por los ricos, sino por otros
miembros de la sociedad “igualitaria”.
La
desigualdad es flagrante e insostenible cuando se trata de bienes masivos
convencionales, commodities como alimento, vivienda o vestido, bienes que YA
existen. Pero el problema es que el progreso, para ser tal, está siempre a la
busca de nuevos bienes, que mejoren o abaraten la satisfacción de necesidades
sociales. Y es aquí, en el descubrimiento y la exploración, la prueba y la
mejora, donde la
desigualdad juega un papel indelegable.
El problema
de la desigualdad cede en apasionamiento si se considera no la desigualdad al
interior de nuestra sociedad sino la desigualdad entre países. “No existe razón alguna para
considerar el producto del mundo como resultado de un esfuerzo unificado de la
humanidad colectivamente considerada.”
A nadie-
aunque siempre hay delirantes- se le ocurre que el problema de la desigualdad
entre países se supere con un “gobierno mundial” , que planificaría los
esfuerzos de toda la humanidad. Y es en las diferencias entre países ricos y
países pobres donde “el papel” de la desigualdad se explica más fácilmente.
- Estas
ideas, escritas en 1959, cuando nadie suponía lo que estaba por venir muestra
un cierto carácter anticipatorio. En esos años ni Japón, ni Corea del Sur, ni
Taiwán, ni Singapur, ni mucho menos China o India parecían en ruta para que, en
pocos décadas igualaran el nivel de vida de Europa. En aquella época profundas
diferencias de ingreso, de instituciones, de cultura, hacían de la epopeya del
desarrollo un proceso lleno de incertidumbres y a muy largo plazo. La realidad
cumplió en exceso lo que en Hayek era, más bien, un planteo teórico.
Todos se
aprovechan, merced a las comunicaciones instantáneas de la actualidad, del
progreso logrado en los países de vanguardia, aun países sin libertades, que
tratan de imitar la tecnología occidental.
Este mismo
concepto se puede aplicar al problema del planeamiento territorial. Las
ciudades tienen una capacidad de minimizar el costo de las transacciones y
ofrecen tal variedad de bienes tangibles e intangibles, tantas oportunidades de
obtener relaciones y contactos que nadie puede discutir su rol como impulsoras
del progreso. En la ciudad se ensaya, prueba, adapta, mejora, crea, difunde, la
novedad. La civilización es impensable sin la ciudad.
Pero puede
pensarse que algunos “igualitaristas” pueden plantear la necesidad de una
equidistribución de los recursos en todo el territorio. La ciudades, dirían,
reciben unas condiciones de partida – unos privilegios heredados- mucho más
ricas que las aldeas de montaña. Y eso es injusto. Debería dividirse la riqueza
en todo el territorio, de tal modo que las ciudades dejen de tener ventajas.
Este sueño feudal, de aldeas autosostenidas, obviamente no puede ser sostenido
ni por los más acérrimos partidarios de las soluciones colectivistas. Sin
embargo, desde un punto de vista teórico, es posible esa utopía. Su resultado
sería, indudablemente, la decadencia del país que ensayara semejante quimera.
Otro tema es que hay que lograr que las disparidades regionales se atenúen, que
las ciudades derramen su riqueza, de algún modo, a las comarcas del interior.
Este mismo
problema se planteó en la Rusia revolucionaria. La tensión entre sumar recursos
a la cabeza del Imperio para consolidar la Revolución o descentralizar el poder
entre los territorios nacionales tuvo, finalmente, una resolución clara: Rusia
como cabeza de la Unión Soviética centralizó el poder y acumuló ingentes
recursos de todo el espacio soviético. Las “repúblicas” fueron poco menos que
entidades formales e irrisorias.
De algún modo
el símil de las disparidades sociales con las disparidades geográficas pone en
el tapete la lógica del progreso: no hay progreso si algún segmento social no
se pone en la delantera, paga el costo de experimentación y goza de
“privilegios” que, para muchos, resultan ofensivos.
Los países
ricos se benefician de tener una amplia clase alta que actúa como vanguardia
para el desarrollo de nuevos productos y servicios. La equidistribución social
en los países pobres retrasa el proceso de adquisición de conocimiento. Los
pocos ricos no son capaces de cumplir esa función.
La función
niveladora de ingresos- propia de las propuestas socialdemócratas- tiene
fuertes efectos negativos en el largo plazo.
Nuevamente,
Hayek en 1959 parece estar describiendo la actual crisis mundial del siglo XXI,
con una Europa que no crece, henchida de “políticas igualitarias”, redistribucionistas
- y sus correspondientes déficit fiscales- que no han hecho más que quebrar el
espinazo de la innovación y la competitividad, mientras el desigual “sur”
(China, India, Brasil, etc.), sediento de desarrollo, protagoniza el
crecimiento de la economía mundial.
TERCERA PARTE- EL ORDEN DEL MERCADO
5. La
Catalaxia: el orden del mercado
- El orden
espontáneo más estudiado es el del mercado. La Escuela Austríaca se Economía
parte de su estudio para generalizar luego sus conclusiones a otras áreas de la
actividad social. Pero las herramientas de análisis y los conceptos centrales
han sido desarrollados para explicarse los fenómenos de mercado.
Hayek
pertenece a la Escuela Austríaca de Economía, fundada por Carl Menger hacia
1870 y, como tal, adhiere a sus principales postulados. En especial a la teoría
del valor subjetivo que brillantemente Menger opuso a la tradición clásica de
Adam Smith, Ricardo y finalmente el mismísimo Carlos Marx. Ellos asumen la idea
de que el valor surge del trabajo invertido en la producción de un bien.
Menger pone la cosas al revés, a la manera de Copérnico, afirmando que el valor
no es una característica intrínseca del bien, sino una valoración humana subjetiva.
Por que deseamos cierto bien, por que lo necesitamos, o creemos que lo
necesitamos es que lo valoramos y pagamos por él un determinado precio. Al
hacer esto el comprador que puja por ese bien no está pensando en el “tiempo
socialmente necesario” para producirlo sino en hasta que punto ese bien es
necesario para incrementar su nivel de satisfacción. Poner el valor del lado de
la demanda y sacarlo del de la oferta es en esencia la revolución subjetivista
en economía, cuyos continuadores (Boom-Bewerk, Wiesser, Von Mises y el propio
Hayek) conformaron lo que es hoy la Escuela Austríaca.
La Escuela
Austriaca es la que le ha devuelto a la Economía el lugar de ciencia social.
Los llamados economistas clásicos habían esfumado al hombre, reemplazado ahora
por “colectivos” (El Consumo. La Producción. El Ahorro. El Déficit, etc.) que
son entidades puramente intelectuales, descritas mediante ecuaciones cada vez
más complejas. Los economistas clásicos desconocen que son las innumerables
decisiones cotidianas de millones de actores las que producen la realidad
económica: qué comprar y qué no comprar, a cuanto comprar, cuanto ahorrar,
cuanto invertir, en qué invertir, vender o no vender, prestar, pedir prestado,
honrar las deudas o no honrarlas son las alternativas que los hombres escogen
día tras día. Y como estos economistas las desconocen, no tienen idea de cómo
medirlas, evaluarlas o- mucho menos- anticiparlas. No saben por qué un
empresario determinado decide encarar un proyecto, crear un nuevo producto o
servicio, contratar o no mano de obra, etc. O sea, la dinámica real de la
economía se les escapa por que no entra de ningún modo en su marco teórico. Como
tienen un respetable tufillo matemático – y los políticos desconocen y respetan
a las matemáticas- sus análisis y diagnósticos tienen gran acogida entre los
decisores políticos. Cuanto más alejadas de la realidad del mercado y más cerca
de las ciencias exactas, las conclusiones parecen ser más serias y creíbles.
La escuela austríaca se basa en el concepto del carácter subjetivo del valor de los bienes: el valor no es un componente intrínseco del producto- como la economía clásica y el marxismo afirman- sino una opinión, una “valoración” que el sujeto hace en relación a determinado bien. Como es evidente esa valoración depende de circunstancias de tiempo y lugar que son casi infinitas. “Mi reino por un caballo” expresa que para ese rey vencido el máximo valor era un caballo que lo alejara de la amenaza de morir en el campo de batalla. Como todo es relativo ninguna estimación, ninguna ecuación formalmente perfecta puede anticipar el volátil comportamiento de los mercados, o sea de la gente tomando decisiones desde su subjetividad, desde su concreta situación.
La escuela austríaca se basa en el concepto del carácter subjetivo del valor de los bienes: el valor no es un componente intrínseco del producto- como la economía clásica y el marxismo afirman- sino una opinión, una “valoración” que el sujeto hace en relación a determinado bien. Como es evidente esa valoración depende de circunstancias de tiempo y lugar que son casi infinitas. “Mi reino por un caballo” expresa que para ese rey vencido el máximo valor era un caballo que lo alejara de la amenaza de morir en el campo de batalla. Como todo es relativo ninguna estimación, ninguna ecuación formalmente perfecta puede anticipar el volátil comportamiento de los mercados, o sea de la gente tomando decisiones desde su subjetividad, desde su concreta situación.
- El foco
puesto en el individuo significa que los factores situacionales y psicológicos
adquieren enorme relevancia. Supone que hay que describir los conceptos que
guían la toma de decisiones: cual es la satisfacción que la compra o la venta
de un bien viene a generar, cual es el balance entre costos y beneficios que
cada actor efectúa, qué está dispuesto a perder a cambio de obtener esa
satisfacción, que cantidad de riesgo está dispuesto a asumir al tomar una
decisión de inversión, etc. Esos son todos temas de estudio de una ciencia
social que tiene que incorporar la voluntad, el deseo como factores subjetivos
clave para describir la conducta del hombre en proceso de decisión.
Ninguna ecuación resuelve las incógnitas, sino más bien, tiende a ocultar el verdadero proceso decisorio. La elegancia de las matemáticas solo sirve en el mundo físico, en el cual las relaciones entre elementos son fijas. La gravedad siempre produce una misma tasa de aceleración de la velocidad de caída (9,8 metros por segundo) , independiente del peso del objeto, demostró Galileo, inaugurando las ciencia exacta.
Ninguna ecuación resuelve las incógnitas, sino más bien, tiende a ocultar el verdadero proceso decisorio. La elegancia de las matemáticas solo sirve en el mundo físico, en el cual las relaciones entre elementos son fijas. La gravedad siempre produce una misma tasa de aceleración de la velocidad de caída (9,8 metros por segundo) , independiente del peso del objeto, demostró Galileo, inaugurando las ciencia exacta.
En cambio,
nadie puede “demostrar” que los pescadores del puerto querrán deshacerse mañana
de la merluza a $10.. No hay en el mundo “relaciones fijas” entre las
valoraciones de distintos bienes. No hay una tasa de cambio fija, que indique
que siempre las amas de casa preferirán cuatro manzanas a tres tomates. Esa
supuesta estabilidad de las valoraciones está en la base de todos los proyectos
intervencionistas: el Estado- lleno de científicos y estadísticos - fija los
precios de millones de productos y salarios, de una vez para siempre. Fija la
relación entre manzanas y tomates como si las contingencias del clima, el
cambio del gusto o cualquier factor impredecible dejaran ya de operar, por
decreto, en la tasa de cambio entre los bienes, o sea en las valoraciones
subjetivas de los actores económicos. De
ahí, su fracaso. La economía soviética fijaba sus precios de referencia tomando
como señal los precios que su enemigo, el capitalismo, determinaba por la libre
fluctuación de la oferta y la demanda.
Hasta para
eso necesitaban de su enemigo.
El Socialismo
Científico, que alardeó de haber desentrañado la lógica profunda de las
relaciones sociales necesitaba ciertos valores de referencia que su “ciencia”,
simplemente, no alcanzaba a determinar. Obviamente lo que obtenía era una
caricatura de precios, ya que no existen precios si no hay actores que toman
decisiones con diversos grados de libertad y especulan, toman riegos, apuestan,
estiman el comportamiento futuro del mercado. Ese
es el complejo camino que recorre la ciencia económica que desarrolla la
Escuela Austriaca: lidiar con la complejidad, con la subjetividad, con la
variabilidad, el cambio, lo impredecible para tratar, modestamente, de explicar
los fenómenos económicos, los fenómenos humanos.
5.1 La catalaxia
- El “toque”
hayekiano es, sin lugar a dudas, su insistencia de concebir a la actividad
económica como un orden espontáneo, más
que como el terreno en el cual alguna autoridad interviene para lograr
determinados resultados.
El orden del
mercado asegura…
Un elevado
grado de coincidencia de las expectativas y un uso eficaz de los conocimientos
y de las habilidades de los diversos miembros solo al precio de frustrar
continuamente algunas expectativas
Como todo
problema humano se trata de elegir el problema. Si se quiere tener
“seguridades” pero estancamiento se preferirá una economía planificada. Si se
quiere explosión de innovación y aprovechamiento de los conocimientos y las
capacidades de los individuos, pero la frustración de expectativas se preferirá
el orden del mercado. El asunto es elegir qué problema hay que resolver.
Hayek
diferencia entre “economía” y
“catalaxia”. La “economía” es la denominación de la actividad de una familia o
una empresa, las cuales se proponen fines, asignan recursos para esos fines y
organizan las tareas de los miembros. Pero eso no existe – en un orden de
mercado- para el conjunto de la sociedad. Suponer que alguien puede definir los
fines y asignar recursos en una economía de mercado es desconocer el carácter
autogenerado, espontáneo, de ésta. El orden de mercado no sirve a ningún fin
determinado, no está gobernado por ninguna jerarquía de fines
Hablar de “
economía nacional” es dar por supuesto que existen esos fines compartidos y que una autoridad central tiene el
poder de asignar los recursos para cumplir el plan.
Es por eso
que Hayek propone- posiblemente sin éxito- dejar de hablar de “Economía” y
hablar de “Catalaxia”.
Mientras que
una economía propiamente dicha es una organización en el sentido técnico en el
que dicho término de define, o sea una ordenación deliberada del uso de los
medios conocidos por un único organismo, el cosmos del mercado no es ni podría
ser gobernado por esta única escala de fines; el mismo sirve a los fines
separados e inconmensurables de todos sus miembros particulares(…)
Una catalaxia
es, pues, un tipo especial de orden espontáneo producido por el mercado a
través de individuos que actúan según las normas del derecho de propiedad, el
contrato y exclusión de fraude
El gran
“invento” del orden del mercado es el descubrimiento de que no es necesario
ponerse de acuerdo sobre los fines,
sino que es suficiente acordar sobre los medios,
sobre normas abstractas de conducta y dejar que cada individuo defina su propia
escala de fines, lo cual permite la libertad de utilizar su conocimiento
particular y de los otros para obtenerlos.
Es esto lo
que permitió que pequeños grupos autónomos, cerrados y con fines compartidos
pudieran desarrollarse, contactar con otros grupos humanos y comenzar a
desarrollar la Red de relaciones impersonales que define a la civilización.
- En el
comienzo fue el trueque. Cuando se reconoció que un bien podría intercambiarse
con otro con beneficio para ambas partes comenzó a quebrarse el consenso sobre
fines compartidos. No era necesario acordar sobre “para que” se iban a utilizar
los bienes intercambiados, sino simplemente sobre los medios para que dicho
trueque se realizara pacíficamente y a conformidad de ambas partes. En
realidad, cuanto más distintos fueran los fines, más posibilidades de intercambio
había. Si la tribu A utiliza cierta hierba como ingrediente para un ritual y la
tribu B, donde abunda esa hierba, no lo utiliza para nada, es evidente que las
condiciones par un intercambio entre A y B están dadas.
Hay pruebas
de que hace 30,000 años ya había comercio entre pueblos distantes en Europa y
hacia el 7,000 A.de C. existían rutas regulares que permitían
intercambios entre zonas de Grecia y Asia Menor.
Pero esos
intercambios no se consolidaron sin conflicto interno.
Tal proceso, sin embargo, sólo lograría
avanzar entre grandes dificultades, e implicaría, sin duda, la ruptura de
muchos lazos tribales. Una vez surgido, incluso, algún tipo de consenso sobre
la conveniencia de respetar la propiedad, ciertas prácticas antes inimaginables
debieron ser toleradas para que las comunidades llegaran a permitir, que, en
beneficio de gentes foráneas, y al objeto al objeto de subvenir necesidades
sólo parcialmente susceptibles de identificación por parte de los propios
comerciantes, se exportaran ciertos artículos apetecidos por la comunidad que,
de otro modo, habrían sido dedicados a satisfacer determinadas necesidades
locales. (…) Al permitirlo, los miembros del pequeño grupo tuvieron que
abandonar sus propios esquemas, para reorientarse hacia una nueva comprensión
de un mundo en el que quedaba considerablemente reducida la importancia de su
propio grupo(La fatal arrogancia)
El cambio que
trajo aparejado la ruptura de los límites del pequeño grupo no fue, por lo
tanto, meramente material: se modificaron las reglas tradicionales y nuevas
normas más generales, universales, comenzaron a ser aceptadas a fin de permitir
esa apertura.
Seguramente
los grupos más remisos y conservadores tendieron al aislamiento y la extinción,
mientras que los que se adaptaban más rápidamente al nuevo contexto,
incrementaron su población, crecieron y se multiplicaron.
- En la Gran
Sociedad nadie que trabaja y vende sus servicios o bienes sabe exactamente para
qué fines sus compradores utilizarán esos bienes. Nadie lo sabe y aunque lo
supiera y los fines del otro fueran “reprobables” desde la perspectiva del
vendedor ese hecho no suspende el intercambio. Éste no se basa en compartir los
fines.
El problema
con “compartir los fines”
es que quienes tienen “fines distintos” se convierten en enemigos que compiten
por los mismos medios; en cambio la introducción del trueque no requiere la
condición de compartir los
fines y , de esa forma, los individuos se coordinan nacional e
internacionalmente sin necesidad de acuerdo sobre los fines.
La catalaxia
es un orden global superior a toda forma intencionada de organización
precisamente porque los hombres, persiguiendo sus intereses, ya sea de un modo
completamente egoísta o altamente altruista, favorecen los fines de muchos
otros individuos que permanecerán en gran parte desconocidos. Los miembros de
la Gran Sociedad se benefician recíprocamente de sus esfuerzos no sólo a pesar
de que sus objetivos son distintos, sino a menudo precisamente porque los son.
- Hay una
fuerte tradición cultural- que se remonta a la etapa del pequeño grupo aislado
y débil- que aprueba calurosamente la existencia de valores comunes. La
fraternidad, la solidaridad, la empatía son todos valores ampliamente
consensuados que, sin embargo, resultan particularmente obstaculizadores de la
expansión de la civilización, de la red mundial de intercambios, del
crecimiento y mejoramiento de las condiciones de vida de la humanidad.
Esta es la
paradoja central de la modernidad.
Muchos
consideran reprobable que la Gran Sociedad no tenga fines comunes concretos o,
como podríamos decir, que está ligada tan sólo en los medios pero no en los
fines. Es cierto que el principal objetivo de sus miembros es puramente
instrumental: asegurar la formación de un orden abstracto sin ningún fin
específico para aumentar las perspectivas de consecución de los fines
individuales. La tradición moral dominante, gran parte de la cual deriva aún de
la sociedad tribal- unida por fines comunes- induce a menudo a la gente a
considerar esta circunstancia como un defecto moral de la Gran Sociedad,
defecto que podría remediarse. Sin embargo, es la limitación de la coacción a
la observancia de normas negativas de recta conducta la que ha hecho posible la
integración de individuos y de grupos que perseguían fines distintos en un
orden pacífico; y es precisamente la ausencia de fines comunes prescritos lo
que hace que sea posible una sociedad de hombres libres tal como a entendemos
hoy
La escala
común de valores no es condición necesaria para la integración pacífica de los
individuos en un orden y es este error justamente el mayor obstáculo para
alcanzar esos fines. Lo que constituye una ventaja para el pequeño grupo débil
y rodeado de enemigos se convierte en una obstáculo cuando se trata de construir civilización, una sociedad abierta y
compleja.
- Como ya
hemos dicho, la civilización se basa en el constante fluir de conocimiento de
aquellos que exploran los límites, de los que emprenden exploraciones
comerciales, de los que se empeñan en mejorar o crear una nueva tecnología, de
los que desafían las normas convencionales o los prejuicios de la mayoría. Si
hubiera que compartir unos fines comunes como condición para pertenecer a una
sociedad, la aprobación de esos fines implicaría reprimir, censurar, limitar,
acotar todo intento de introducir una novedad que, supuestamente, atentaría
contra esos fines. La ciencia y el pensamiento libre serían así imposibles.
Aunque en la
Gran Sociedad hay muchas relaciones que no son “económicas” el hecho es que el
orden de mercado es el que facilita la coordinación en paz y el crecimiento en
calidad y volumen de los bienes en circulación. Sin esta base, difícilmente se
posibilitarían las otras relaciones entre personas y grupos unidos por
afinidades culturales, artísticas, sociales, etc. El supuesto “sesgo
economicista” que adquiere la Gran Sociedad, la supuesta pérdida de la dignidad
de otros valores ha generado toda una literatura crítica, que en el fondo añora
el viejo orden cerrado de la tribu.
La
posibilidad de crear, difundir – pensemos en Internet- recursos, información,
conocimientos para acciones humanitarias, altruistas, la posibilidad de
conformar grupos de intereses religiosos, culturales o deportivos comunes se
facilita justamente en el orden de mercado.
La política
sufre en una sociedad abierta, basada en un orden cataláctico un severo
reajuste. De ser el arte de gobernar una organización pasa a ser el arte de
consolidar y fortalecer el orden abstracto que permite el despliegue de
libertad de los individuos. La política, en un contexto de libertad de mercado,
no puede hacer lo que le es más deseado: disponer los fines de la sociedad y
las herramientas para alcanzar esas metas.
Las metas
ambiciosas, la búsqueda de resultados concretos – que son el desiderátum de la
política clásica- se redefinen en este contexto a garantizar el orden que
permita que las gentes desplieguen en paz sus potencialidades. Los resultados
vendrán de allí, no de los “planes” que obligan autoritariamente a obedecer una
jerarquía de fines únicos, incontrastables, comunes a todos.
Como veremos
más adelante esto obliga a una reconsideración de la teoría política y a la
búsqueda de un nuevo marco institucional
5.2 El problema del
conocimiento
En un famoso
artículo de 1935, (El Uso del
Conocimiento en la Sociedad) Frederick
von Hayek describió con agudeza lo que él consideró como la clave para encarar
los problemas de la economía: el acceso al conocimiento distribuido entre
millones de actores sociales. Planteaba
en el artículo que nadie posee ese conocimiento
fragmentado, disperso, de las circunstancias de tiempo y lugar. Los
funcionarios tienden a creer que el único conocimiento válido es el científico,
conocimiento al cual el Estado accede directamente mediante la incorporación de
funcionarios de la élite universitaria.
Pero, señala Hayek, existe otro tipo de conocimiento al cual se accede con dificultad: el conocimiento particular de las circunstancias de tiempo y lugar . Es el conocimiento del comerciante, del pequeño artesano, del campesino, que sabe cuándo es bueno y cuándo es malo hacer tal o cual faena. Es la trama de millones de micro conocimientos la que se construye laboriosamente (y la que el funcionario ignora o desprecia a la hora de intervenir en las actividades económicas fijando regulaciones, precios, modos, formularios, requisitos), es esa trama la que sostiene la estructura del mercado. Una trama cuyo fluido es el la información, bajo la forma final de precio. El precio no es la resultante de un capricho, sino el efecto de millones de fuerzas puestas en relación.
Pero, señala Hayek, existe otro tipo de conocimiento al cual se accede con dificultad: el conocimiento particular de las circunstancias de tiempo y lugar . Es el conocimiento del comerciante, del pequeño artesano, del campesino, que sabe cuándo es bueno y cuándo es malo hacer tal o cual faena. Es la trama de millones de micro conocimientos la que se construye laboriosamente (y la que el funcionario ignora o desprecia a la hora de intervenir en las actividades económicas fijando regulaciones, precios, modos, formularios, requisitos), es esa trama la que sostiene la estructura del mercado. Una trama cuyo fluido es el la información, bajo la forma final de precio. El precio no es la resultante de un capricho, sino el efecto de millones de fuerzas puestas en relación.
Los
principales hallazgos de ese artículo fundador son:
1. El
problema es que los "datos" no están "dados"
Lo que la
economía clásica da como “dado” es justamente lo que no existe: no hay ya
“dado” un precio de equilibrio, no hay ya “dado” qué bienes requiere la
demanda.
El carácter peculiar del problema de un orden económico
racional está determinado precisamente por el hecho de que el conocimiento de las circunstancias
que debemos utilizar no se encuentra nunca concentrado ni integrado, sino que
únicamente como elementos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente
contradictorio en poder de los diferentes individuos .
De este
modo, el problema económico de la sociedad no es simplemente un problema de
asignación de recursos "dados" —si "dados" quiere decir
dados a una sola mente que deliberadamente resuelve el problema planteado por
estos "datos"— .
Se
trata más bien de un problema referente a cómo lograr el mejor uso de los
recursos conocidos por los miembros de la sociedad, para fines cuya importancia
relativa sólo ellos conocen .
O,
expresado brevemente, es un problema de la utilización del conocimiento que no
es dado a nadie en su totalidad .
2. La
Planificación es la asignación de recursos basada en conocimiento que el
planificador no tiene
El tema
central es la planificación: la
asignación de recursos a determinadas actividades, en perjuicio de otras. Y para planificar, la autoridad
central debe tener información, conocimiento. Pero nada más complejo que la
obtención de ese conocimiento:
En lenguaje
corriente, usamos el término "planificación" para describir el
conjunto de decisiones interrelacionadas relativas a la asignación de nuestros
recursos disponibles . En este sentido, toda actividad económica es
planificación, y en toda sociedad en la que participan muchas personas, esta
planificación, quienquiera que la realice, tendrá que basarse en
alguna medida en conocimiento que no es dado al planificador sino a
otras personas cualesquiera y, que de algún modo, deberá ser comunicado a éste .
3. Se confunde planificación con
planificación centralizada
No
se trata de determinar si debe haber o no planificación, sino que más bien si
la planificación debe ser efectuada en forma centralizada, por una autoridad
para todo el sistema económico, o si ésta debe ser dividida entre muchos
individuos .
En el
sentido específico en que se usa el término planificación actualmente, éste
significa necesariamente planificación central, es decir, la dirección de todo
el sistema económico conforme a un plan unificado .
4. La eficiencia en la planificación es
la posibilidad de disponer del conocimiento disperso
El grado de
eficiencia de estos sistemas depende principalmente del más completo uso del conocimiento
existente que podamos esperar de ellos .
A su
vez, esto depende del éxito que podamos tener en poner a disposición de una
autoridad central todo el conocimiento que se debe usar, pero que inicialmente
se encuentra disperso entre muchos individuos diferentes, o en comunicar a los
individuos el conocimiento adicional que necesitan para armonizar sus planes
con los de los demás .
5. El conocimiento científico no es el
único posible: existe un conocimiento de circunstancias particulares de tiempo
y lugar
Hoy en día, es prácticamente una herejía sugerir que el conocimiento científico no es la suma de todo el conocimiento .
Pero una pequeña reflexión demostrará que sin duda existe un conjunto de conocimientos muy importantes pero desorganizados que no puede llamarse científico en el sentido del conocimiento de reglas generales: el conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar .
Es curioso que en la actualidad se mire en general a esta clase de conocimientos con cierto desprecio y se considere que alguien ha actuado casi escandalosamente cuando haciendo uso de este conocimiento obtiene ventajas sobre otro que posee conocimientos técnicos o teóricos .
Este prejuicio ha influido considerablemente en la actitud con respecto al comercio en general comparado con la producción .
6. Cada individuo posee una ventaja:
conoce algo que otros no. El tema es permitir que aproveche esa ventaja
Es con
respecto a éste que prácticamente cualquier individuo tiene cierta ventaja
sobre los demás, dado que posee cierta información única que puede usarse
beneficiosamente, pero sólo si se dejan a él las decisiones dependiendo de
dicha información o éstas son tomadas con su activa cooperación
7. Se desprecia la posibilidad de las
personas saquen ventaja de sus conocimientos
El hecho de
sacar ventaja de un mejor conocimiento de los medios de comunicación
o de
transporte es considerado a
veces como algo casi deshonesto a
pesar de que es tan importante que
la sociedad haga uso de las mejores
oportunidades en este aspecto como
de los últimos descubrimientos científicos
8. El problema de la planificación es el
cambio.
Si la
economía fuera algo estático, previsible, efectivamente una autoridad central
podría planificar a largo plazo. Pero las demandas varían, la tecnología crea
nuevos bienes, los recursos viejos se agitan, aparecen nuevas fuentes de
materia prima y energía. En ese contexto el problema de la información es
crítico. Y esa información esta dispersa, fragmentada, en manos de millones de
individuos. La autoridad planificadora no puede otra cosa que manejarse con
agregados estadísticos, información inútil para comprender los procesos
fragmentarios que condicionan la acción económica de los agentes.
El flujo
continuo de bienes y servicios se mantiene mediante constantes ajustes
deliberados, mediante nuevas disposiciones tomadas día a día a la luz de
circunstancias no conocidas el día anterior, o por B que entra en acción apenas
A no cumple .
Incluso
la gran planta altamente mecanizada sigue en operación debido a un medio
ambiente al que puede recurrir para todo tipo de necesidades imprevistas: tejas
para su techo, papel para sus formularios, y todo tipo de equipos con respecto
a los cuales no puede ser independiente y que, de acuerdo a los planes de
operación de la planta, deben estar fácilmente disponibles en el mercado .
9. Los
agregados estadísticos como tipo de información preferida por su estabilidad no
sirven para lidiar con el cambio
Tal vez, éste
es también el punto en que debería mencionar brevemente el hecho de que el tipo
de conocimiento a que me he referido es aquel que por su naturaleza no puede
formar parte de las
estadísticas ni, por consiguiente, ser transmitido a ninguna autoridad central
en forma estadística . Las estadísticas que debería usar tal autoridad central
deberían obtenerse precisamente haciendo abstracción de las pequeñas
diferencias entre las cosas, y juntando, como recursos de un mismo tipo, los
elementos que difieren con respecto al lugar, calidad y otros aspectos
particulares, en una forma que puede ser muy significativa para la decisión
específica . De esto se deduce que la planificación central basada en
información estadística, por su naturaleza, no puede considerar directamente
estas circunstancias de tiempo y lugar y que el planificador central tendrá que
encontrar alguna forma en que las decisiones dependientes de ellas puedan ser
dejadas al "hombre que está en el terreno .
10. El hombre en el terreno conoce en
profundidad las circunstancias pero le falta información de contexto
De modo que
lo que se debe hacer, insiste Hayek, es que los individuos que “estan en el
terreno” sean los que tomen las decisiones económicas, decisiones
descentralizadas, imposibles de emitir desde un órgano central que solo maneja
agregados estadísticos.
Pero el
hombre en el terreno conoce sus circunstancias en profundidad , pero no tiene información general,
del marco en el cual desarrolla su acción.
Pero el
hombre que está en el terreno no puede decidir a base de un conocimiento
limitado pero profundo de los acontecimientos de su medio ambiente inmediato .
Aún
queda el problema de comunicarle
la información adicional que necesita para hacer calzar sus decisiones dentro
del patrón general de cambios de todo el sistema económico .
¿Cuánto
conocimiento necesita para realizar esto con éxito? ¿Cuáles acontecimientos de
los que ocurren más allá del horizonte de su conocimiento inmediato tienen
relación con su decisión inmediata, y cuánto necesita saber acerca de ellos? Es
difícil que haya algo de lo que ocurre en el mundo que no influya en la decisión que debe tomar . Pero
no necesita conocer todos estos acontecimientos como tales, ni tampoco todos sus efectos . No le importa la razón por la que en un determinado momento
se necesiten más tornillos de un tamaño que de otro, ni por qué las bolsas de
papel se consiguen más fácilmente que las de tela, ni por qué sea más difícil
conseguir trabajadores especializados o una máquina determinada . Todo lo que le importa es determinar cuán difícil
de obtener se han vuelto estos productos
en comparación con otros que también le interesan, o el grado de urgencia con
que se necesitan los productos alternativos que produce o usa .
Siempre
es un problema de la importancia relativa de las cosas específicas que le
interesan, y las causas que alteran su importancia relativa no tienen interés
para él aparte del efecto en aquellas cosas concretas de su medio ambiente .
Es en
relación con esto que lo que he denominado "cálculo económico" (o
lógica pura de la elección) nos ayuda, al menos por analogía, a ver la forma en
que se puede resolver el problema, que de hecho se resuelve mediante el sistema de
precios . (…)
Fundamentalmente,
en un sistema en que el conocimiento de los hechos pertinentes se encuentra
disperso entre muchas personas, los precios pueden actuar para coordinar las
acciones separadas de diferentes personas en la misma manera en que los valores
subjetivos ayudan al individuo a coordinar las partes de su plan
11. El precio es el indicador clave que
necesita
Hayek
descubre que los precios constituyen un “sistema de información” sin el cual la
catalaxia es imposible. Los precios son unidades de información que sintetizan
fenómenos complejísimos- cambios en las tecnologías, cosechas perdidas por mal
tiempo, nuevas tendencias de consumo, nuevas rutas logísticas, etc.- pero que a
los actores no interesan: solo les interesa saber si el precio del insumo A
esta a la baja en comparación con su sustituto B, con lo cual se proveerá de A.
Supongamos que en alguna parte del mundo ha surgido una nueva oportunidad para el uso de alguna materia prima, por ejemplo, el estaño o que se ha eliminado una de las fuentes de suministro de éste .
Para
nuestro propósito, no tiene importancia —y el hecho de que no tenga importancia
es en sí importante— cuál de estas dos causas ha provocado la escasez del
estaño . Todo lo que los
consumidores de estaño necesitan saber es que una parte del estaño que
consumían está siendo ahora empleado más rentablemente en otro lugar y que, por
consiguiente, deben economizar su uso .
La gran
mayoría de ellos no necesita ni siquiera saber dónde se ha producido la
necesidad más urgente, o en favor de qué otras necesidades deben manejar
prudentemente la oferta . Si sólo
algunos de ellos saben directamente de la nueva demanda y orientan recursos
hacia ella, y si la gente que está consciente de este vacío así producido lo
llena a su vez con otros recursos, el efecto se extenderá rápidamente a todo el
sistema económico e influirá en no sólo todos los usos del estaño, sino que
también en aquellos de sus substitutos y los substitutos de estos substitutos,
la oferta de todos los productos hechos de estaño, sus substitutos y así
sucesivamente .
Todo
esto sucede sin que la gran mayoría de quienes contribuyen a efectuar tales
substituciones conozca la causa original de estos cambios .
12. Cómo opera el sistema de
información
Para
comprender la verdadera función del sistema de precios —función que,
naturalmente, cumple en forma menos perfecta cuando los precios se vuelven más
rígidos— debemos considerar dicho sistema como un mecanismo para comunicar
información . (…) El hecho más significativo acerca de este sistema
es la economía de conocimientos con que opera, o lo poco que necesitan saber
los participantes individuales para poder tomar la decisión correcta . En
resumen, mediante una especie de símbolo, se comunica sólo la información más
esencial y sólo a quienes les concierne .
13. La maravilla del sistema de
información de los precios
Pero temo que
nuestros hábitos teóricos de abordar el problema basándonos en el supuesto de
que prácticamente todos contamos con un conocimiento más o menos perfecto nos
han impedido ver la verdadera función del mecanismo de precios y nos han
llevado a aplicar patrones más bien engañosos al juzgar su eficiencia .
Lo maravilloso es que en un caso como el de la escasez de una materia
prima, sin que se dicte ninguna orden ni que la causa de ello sea conocida más
que, tal vez, por una decena de personas, ocurre que millones de personas, cuya
identidad no podría ser determinada con meses de investigación, reduzca el uso
de la materia prima o sus productos; es decir, de hecho sucede que se mueven en
la dirección correcta . Esta es ya una maravilla incluso si, en un mundo
constantemente cambiante, no todos reaccionaran tan perfectamente de manera que
sus tasas de rentabilidad se mantuvieran siempre al mismo nivel uniforme o
"normal" .
He
usado deliberadamente el término "maravilla" para sacar al lector de
la complacencia con que frecuentemente consideramos el funcionamiento de este
mecanismo como algo natural . (…) Estoy convencido de que si este fuera el
resultado de la invención humana deliberada, y si la gente guiada por los
cambios de precios comprendiera que sus decisiones tienen trascendencia mucho
más allá de su objetivo inmediato, este mecanismo hubiera sido aclamado como
uno de los mayores triunfos del intelecto humano .
Su desventura
es doble en el sentido de que no es el producto de la invención humana y que
las personas guiadas por él generalmente no saben por qué son llevadas a hacer
lo que hacen . Pero aquellos que claman por una "dirección
consciente" —y que no pueden creer que algo que ha evolucionado sin ser
diseñado (e incluso sin ser comprendido) pueda resolver problemas que no
seríamos capaces de resolver conscientemente— deberían recordar lo siguiente:
El problema consiste precisamente en cómo extender el campo de nuestra
utilización de los recursos más allá del campo de control de una sola mente; y,
por consiguiente, en cómo eliminar la necesidad del control consciente y crear
incentivos para que los individuos hagan lo que es conveniente sin que nadie
tenga que decirles qué hacer . El problema que enfrentamos aquí no es de
ninguna manera característico de la economía . Surge en relación con casi
todos los verdaderos problemas sociales, con el lenguaje y con gran parte de
nuestra herencia cultural, y constituye realmente el problema teórico central
de toda la ciencia social .
Este
mecanismo complejo se desenvuelve todos los días en el mercado mundial: ningún
planificador podría disponer del volumen de información necesario para ensayar
una “decisión racional” en un sistema de miles de millones de eventos
particulares, todos interrelacionados de formas desconocidas e imprevisibles.
Nadie pudo
prever, ni desde una oficina gubernamental ni desde el mando de las empresas
privadas de telefonía, los incontables usos que los consumidores de teléfonos
celulares dieron – y pidieron- a sus aparatos. Fueron los usuarios lo que de
alguna manera dieron forma a un producto inicialmente diseñado solo para
realizar llamadas telefónicas desde cualquier lugar, en forma móvil. Si el
celular hubiera sido diseñado desde el Comité Planificador sería hoy como en
1990: un ladrillo pesado, con una batería de corta duración y que solo permitía
realizar llamados telefónicos.
Un productor
de chips (INTEL) ha confesado recientemente que desconoce la cadena de
distribución de su complejo mercado. Hasta hace unos pocos años sus clientes
eran los fabricantes de computadoras. Ahora se agregan las máquinas
fotográficas, los marcos digitales para exhibir fotos, juguetes, etc. La
imposibilidad de planificar y de prever se magnifica. Las decisiones de bajar
la producción , en el contexto de crisis, se demuestran erróneas, porque en
segmentos no previstos la demanda crece. Es una demostración de las tesis
hayekianas de que el mercado es un formidable sistema espontáneo que funciona
aunque nadie lo entienda y menos, lo intente planificar. Los sistemas
espontáneos, de alta complejidad, son incomprensibles y políticamente
incorrectos. No se dejan “entender” por políticos pretenciosos que creen tener
la fórmula perfecta para domesticarlos, planificarlos, contenerlos, preverlos,
legalizarlos.
Los
ingenieros sociales en el Gobierno creen que único conocimiento válido es el
científico y se saben poseedores (o adquirentes) del conjunto del saber
científico. El Estado concentra la poder de la técnica y la ciencia para
resolver lo problemas, mediante el Plan.La ciencia necesariamente trata con abstracciones, que desconocen las
particularidades locales. El mercado hace exactamente lo contrario. El
conocimiento del empresario no se obtiene en la
Facultad de Ciencias Económicas
sino en el trajín diario en el mercado: características de los productos, de
los canales de distribución, deseos y preferencias de los consumidores, maneras
de abaratar un costo: esa es la materia de conocimiento del empresario.Ese
conocimiento disperso es no-científico pero imprescindible para que los bienes
fluyan.Pero la fatal arrogancia de los ingenieros sociales es creer que con el
conocimiento científico, con los agregados estadísticos, con el formuleo
matemático pueden reemplazar el conocimiento disperso en millones de
productores y consumidores. Intervienen así el delicado mecanismo de precios.
Todo precio alterado por una decisión política (congelarlo, o subirlo, o
subsidiarlo, etc.) genera una pérdida de información que afecta la toma de
decisiones de millones de agentes. El sistema de información así alterado
induce a malas decisiones de inversión, ahorro, gasto, etc. que genera, a su
vez, efectos desconocidos e incontrolables una vez desatado el círculo. Cuanto
más quieren controlar los intervencionistas, más descontrol generan.
Como escribe Hayek en “El orden de mercado o catalaxia” (Capítulo X de
Derecho, Legislación y Libertad):
Los hombres pueden obrar según sus propios
conocimientos y por sus propios fines si la recompensa obtenida depende en
parte de circunstancias que no es posible ni controlar ni prever. Si debe
concedérseles que sean guiados en sus propias acciones por principios morales,
no se puede al mismo tiempo pretender, precisamente desde un punto de vista
moral, que los efectos globales de sus respectivas acciones sobre los demás correspondan a un ideal de
justicia distributiva. En este sentido, la libertad es inseparable de las
recompensas que con frecuencia no tienen ningún nexo con el mérito y que por
tanto se perciben como injustas
5.3 El juego del
mercado
- Los
intercambios no constituyen un juego de suma cero. En el mercado cada uno de
los dos participantes se beneficia obteniendo más valor que el que entrega. Si
no, no habría intercambio libre. Como el valor es subjetivo, no es cierto, como
insiste la economía neoclásica, que
ambos entregaron un valor equivalente. Ambos entregaron un menor valor para
obtener un mayor valor. Si no, no se hubiera concretado el intercambio.
Pero lo que
es innegable que en una economía libre algunos pierden. A puede tomar la
decisión de dejar de comprarle a B para comprarle a C. Esto es, innegablemente,
una pérdida para B.
En el mercado
el pasado no cuenta. El que A tuviera a B como proveedor habitual no indica
nada respecto del futuro, en el que las condiciones pueden cambiar
imprevistamente. A decidió comprarle a C, porque seguramente este le ofrecía
mejor precio, o mejores condiciones de pago, o mejor calidad, etc.
La posición
que B tenía anteriormente también fue el resultado de un juego en el cual A en
algún momento decidió comprarle a B, por el cual el juego a veces beneficia y a
veces perjudica.
Es esta
incertidumbre, en el cual hay perdedores, una de las bases del juicio moral
negativo sobre el mercado que usualmente se formula.
En el corto
plazo, hay perjudicados. Pero en el largo, la adaptación a nuevas condiciones
incrementa el valor disponible para una sociedad. Lo que es pérdida
circunstancial para alguien en algún momento, es ganancia para todos en otro,
incluso para el que “perdió” en un primer momento.
- La catalaxia se desarrolla en un marco
legal en el cual se garantizan los derechos de los jugadores, no los resultados
del juego. La incertidumbre reina. Lo que hacen las normas de recta conducta
del orden de mercado es minimizar la incertidumbre, garantizando reglas
generales, no discriminatorias. Pero la combinación de azar y habilidades de
cada actor no permite garantizarle a nadie el éxito.
Los
perdedores transforman su situación en un reclamo
moral contra el mercado. Una
situación que nadie transformó en injusta, sino que generó un resultado
negativo no deliberado no puede repararse exigiendo a una autoridad coactiva
que garantice resultados. Sin embargo esto es lo que sucede todos los días.
El Estado, en
vez de garantizar normas generales que benefician a todos, pero no evitan el
fracaso de algunos, se asume como el gran proveedor, el dador de ultima
instancia, siempre listo para auxiliar a las víctimas. Las víctimas suelen
organizarse corporativamente, con lo cual ganan poder para reclamar
“soluciones” a su problema y, entonces, el Estado sabiendo que el poder
electoral de los que reclaman lo justifica, decide “enmendar” el error del
mercado, corregir las “injusticias” otorgando beneficios no justificados a los
supuestos perdedores.
Se organiza
así un orden arbitrario, dependiente de la capacidad de presión al gobierno, en
el cual algunos – los supuestos perdedores del juego- se benefician a costa de
otros- los supuestos ganadores del juego- . Se cumple así la sentencia bíblica
en el sentido de que los últimos serán los primeros, irónicamente hablando.
El perjuicio
conocido y concentrado en quienes pierden parcial o totalmente sus
acostumbradas fuentes de ingresos no se debe hacer prevalecer sobre los bienes
difusos ( y, desde el punto de vista político, generalmente desconocidos y por
tano indiscriminados) de muchos. Veremos cómo una tendencia universal de la
política es atribuir consideración preferente a unos pocos efectos graves y
claramente perceptibles frente a un gran número de efectos pequeños a los que
no se atribuye mayor importancia, y por lo tanto garantizar privilegios
especiales a grupos que corren el riesgo de perder las posiciones adquiridas
La reglas
abstractas no asignan valor de mercado a nada, sino que informan en qué
condiciones una persona puede disponer de un bien, pero no qué ventajas
concretas obtendrá por ese bien. Las reglas proporcionan información para poder
eliminar parcialmente, no
totalmente, la incertidumbre.
Las reglas
abstractas de conducta pueden (y, para asegurar la formación de un orden
espontáneo de mercado, deben) proteger sólo las expectativas de dominio sobre
objetos y servicios específicos y concretos, y no las expectativas que se
refieren a su valor de mercado, o sea los términos en que pueden ser
intercambiados
- Las normas
abstractas son negativas: prohíben ciertas conductas, pero no son positivas: no
indican que tiene que hacer el individuo para valorizarse en el mercado
La obtención
de un resultado es un proceso complejo, lleno de errores y adaptaciones que
permiten corregir los errores, es una actividad, no un mandato vinculante.
Estas
adaptaciones operan como un feedback mediante el cual con la
información de los efectos, se corrige la oferta, hasta que los resultados
mejoran.
Para la
adaptación, el mecanismo informativo de los precios es la clave para ir
modificando el rumbo, intentando en cada “pasada” afinar el bien, acercándolo a
lo que la demanda requiere y está dispuesta a pagar en determinado momento.
Las normas
abstractas de recta conducta sólo pueden determinar las oportunidades, no los
resultados particulares
El trabajo
legislativo en las normas de recta conducta no es asegurar resultados sino
ampliar la posibilidad de que cualquier individuo tomado al azar tenga éxito en
el mercado, lo cual surgirá de la combinación de azar, capacidades, actitud y
otras condiciones en que la suerte lo coloque.
5.4 La competencia es
un proceso de descubrimiento
- La
competencia es un proceso de descubrimiento y no se pueden suponer a priori los
hechos que justamente descubre la competencia.
La
competencia da buenos resultados solo si no sabemos de antemano quien se
desempeñará mejor, es un examen, una prueba que determina como resultado quien
ha sido más hábil en entregar productos mejores al menor precio. Si se supiera
de antemano esto, no habría competidores dispuestos a demostrar su valor.
La
competencia es un incentivo, pero cuando el segundo esta muy lejos del primero,
es imposible asegurar que el primero hará el máximo esfuerzo: nadie puede
obligar al primero a extremar su capacidad de mejorar y abaratar el producto si
no siente que el segundo esta presionando demasiado cerca.
La
competencia es un método para maximizar el
conocimiento, la especialización y la posibilidad de captar conocimiento
disperso, pero que nadie lo posee en su totalidad. No tiene sentido juzgarla
según lo que "debería haber hecho". La competencia lleva al uso de
mayores capacidades, pero no pueden asegurarse los resultados a priori. Nadie, ni el sujeto mismo, sabe como
actuará bajo la presión de la competencia: no tiene sentido de que "obre
como si" estuviera bajo la presión de la competencia.
Si faltan los
requisitos fácticos de la competencia "perfecta" no es posible
hacer que las
empresas actúen "como si" existieran. Algunos piensan que a los
productores debería obligárseles a actuar "como si" existiera
competencia perfecta, aunque su interés personal no los induzca a hacerlo
La
competencia debe permitir que los productores usen su conocimiento
para sus propios
fines, porque ningún otro posee las informaciones en que
basar sus
decisiones.
- El
incentivo a mejorar los métodos de producción es que quien primero lo utiliza
goza de una ventaja temporal que justifica su inversión. Nadie
"objetivamente" puede opinar si un precio elevado es
"adecuado" a la inversión realizada. Para decirlo más claro: las mejoras competitivas se basan en
el esfuerzo por obtener unas rentas monopolísticas momentáneas, en lo que uno es mejor. La palabra “monopolio” está muy
cargada, pero debe entenderse que no significa una posición permanente sino
circunstancial, una ventaja momentánea que se quiere aprovechar. En poco tiempo
los competidores desarrollarán una nueva tecnología similar o mejor a la que el
primero utilizó y las cosas volverán a equilibrarse.
El talento
excepcional de un jugador de futbol le otorga una ventaja momentánea que debe
aprovechar, antes que aparezcan otros aun más dotados o a que pierda parte de
sus destrezas con el paso del tiempo. A nadie se le ocurriría decir que un
Messi es un “monopolista” por ser el mejor jugador del mundo, y nadie cuestiona
sus abultados contratos. Ser el mejor debería ser un incentivo, no la
sospechosa cualidad de ser “monopolista” a la búsqueda de su interés
individual.
¿Por qué
exigir al que ha obtenido una ventaja temporal que baje los precios o que aumente la
producción? ¿Por qué exigir usar las condiciones al máximo? Cuando la posición
de monopolio deriva de capacidades únicas, sería absurdo que castigáramos a
quien las posee imponiéndole que las utilice al máximo.
- El poder de
determinar el precio o la calidad según lo más rentable para el propietario del
recurso "escaso" es una consecuencia necesaria de el reconocimiento
de la propiedad privada. Sin esta libertad, la propiedad privada dejar de
existir de hecho, aunque continúe legalmente existiendo. Si el Estado le exige
al empresario que “invierta más”, la propiedad del recurso escaso es ahora
compartida entre el titular y el Estado, que se transforma en una especie de
socio ansioso por terminar con la situación de ventaja temporal del empresario.
- El
monopolio es admisible en cuanto sea el método que mejor sirva al consumidor,
pero no en cuanto a impedir que otro lo intente. Si una empresa única ofrece el
mejor servicio al menor precio y esto le produce enormes ganancias ¿por qué
obligarla a que produzca menos o a que suba los precios para permitir que le
aparezcan “competidores”?
Pero si esa
empresa bloquea el acceso a otros jugadores no en base a su calidad y precio
sino apelando a maniobras coactivas, a la influencia política, etc. estamos,
evidentemente, ante un caso de monopolio que es, sí, lo contrario a la libertad
de mercado. El liberalismo económico propende a la libre competencia cuando
esta equivale a eliminar la coacción, pero no en cuanto imposición que obliga
al mejor a “bajar” al nivel del promedio.
La
experiencia histórica muestra que los primeros grandes monopolios fueron
activamente promovidos por el Estado
En Alemania,
especialmente, que llegó a considerarse como el país modelo de la evolución
necesaria del capitalismo, el crecimiento de los cárteles y sindicatos ha sido
sistemáticamente muy alimentado desde 1878 por una deliberada política. No sólo
el instrumento de la protección, sino incitaciones directas y, al final, la
coacción, emplearon los gobiernos para favorecer la creación de monopolios, con
miras a la regulación de los precios y las ventas. Fue allí donde, con la ayuda
del Estado, el primer gran experimento de «planificación científica» y «organización
explícita de la industria» condujo a la creación de monopolios gigantescos que
se tuvieron por desarrollos inevitables cincuenta años antes de hacerse lo
mismo en Gran Bretaña (Camino de servidumbre)
El problema
del monopolio no es que quiera ganar con su capacidad de producir mas y barato.
A nadie se le ocurre cuestionar las ganancias de un artista o un cirujano. Lo
que está mal no es el monopolio sino el obstáculo a la competencia.
Es fácil que
surjan monopolios cuando hay recursos escasos y agotables como yacimientos. El
problema es la habilidad que tienen para protegerse aun cuando
la causa de
su monopolio ya no existe y la posibilidad de discriminar a que clientes
atender y a cuales no.
- Los
resultados del mercado libre son:
PRIMERO: Se
producirá todo bien que se sabe producir y vender con provecho, a un precio que
los consumidores prefieren.
SEGUNDO: Todo
bien será producido por individuos que saben producirlo
tan
economicamente como los que no se ponen a producirlo
TERCERO: Todo
se venderá a precios iguales o menores a aquellos que lo venderían quienes no
se han puesto a venderlo
Estos
resultados parecen modestos, pero donde se prohíbe la competencia se está muy
lejos de alcanzarlos. Para ello hay que difundirla, aunque no se cumpla el supuesto
de la "perfección".
Esta
situación jamás podría conseguirla una autoridad central; se alcanza en todos
los campos en los que el gobierno no obstaculiza la competencia y en muchos
sectores nunca se ha alcanzado este estado porque el gobierno ha limitado la
competencia.
El
comportamiento racional no es una premisa de la teoría económica. La
competencia hace necesario que se actúe racionalmente, pero hay un supuesto de
que todos son racionales sino en que mediante la competencia algunos algo más
racionales obligan a los otros a emularlos para prevalecer.
- Las
ventajas de la competencia no dependen de que esta sea "perfecta". La
economía neo-clásica ha planteado como ideal un sistema de “competencia
perfecta” tan exigente que hace que la argumentación a favor del libre mercado
sea muy débil, aplicable solo en muy pocos casos.
Fijar un
nivel totalmente irrealizable y excesivamente elevado respecto a lo que puede
realizar la competencia lleva a menudo a una estima excesivamente baja de los
que es capaz de realizar la competencia, aun en condiciones “imperfectas”.
El modelo de
Competencia Perfecta se basa en supuestos que solo se dan en algún sector y en
hechos que en muchos otros sectores no se pueden crear.
El axioma de
este modelo dice que "Cualquier bien que difiere de otros puede ser
ofrecido por muchos productores, con el resultado que ninguno puede fijar el
precio". Esta situación excepcional acabó por confundirse con la
competencia propiamente dicha y se empleó para valorar los resultados en el mundo
real, que, obviamente distan mucho del axioma y justifican la actuación del
Estado para “corregir al mercado” que supuestamente no cumple con el ideal de
competencia perfecta.
No es posible
siempre que muchos productores ofrezcan lo mismo
Existen
factores como la especialización, la ubicación, la tradición que
solo poseerán
algunas empresas. Es justamente esa diferencia positiva la que justifica el
proyecto empresarial: nadie crea una empresa para que sea “igual” a las que ya
existen, sino para diferenciarse positivamente y tener así mayor cuota de
mercado.
Esto no
significa que cuando se debe emplear la competencia para saber que desea el
mercado se alcance el estado ideal, y que la competencia "imperfecta"
no sea mejor que el método de planificación estatal. Justificar la
planificación estatal con el argumento de que “no hay competencia perfecta” es
el recurso más utilizado por el Gobierno.
- Durante
cierto tiempo, en una situación real, una
sola o pocas empresas
estarán
interesadas en no bajar los precios, actuando como "monopolistas" , o
manteniéndolos tan bajos como sea para desalentar a otros competidores.
Un dictador
omnisciente podría "mejorar" el empleo de los recursos
disponibles.
Pero eso es irrelevante : emplear como patrón para medir los resultados de la
competencia los hipotéticos arreglos hechos por un dictador omnisciente parte
de la ficción de que él conoce todos los hechos que determinan el orden del
mercado.
El patrón
para juzgar los resultados de la competencia no debe ser
qué es lo que
haría quien poseyera un conocimiento completo
de todos los
hechos, sino la probabilidad de que los distintos bienes serán
proporcionados por quienes producen en una cantidad mayor respecto a la que
producirían en un régimen de No competencia.
Son las
circunstancias particulares las que hacen irrelevante para elegir un camino, el
supuesto de que todos los hechos son conocidos por una mente
- La
preocupación por las dimensiones y el poder de las empresas lleva a
conclusiones antiliberales a partir de premisas liberales.
El prejuicio
contra la empresa única, o grande y la idea de que lo único bueno es el
pequeño empresario ha bloqueado el mercado libre y el progreso. Se ha
instaurado como “ideal” el empresario PYME. El pequeño empresario textil o
metalúrgico, el pequeño constructor, todos gozan de la simpatía del público
cuando son comparados con las empresas grandes, como si el tamaño fuera
indicador de virtud.
El
“capitalismo de Pymes” es el único aceptado por el imaginario popular, un
capitalismo accesible, posible para gente con escasos recursos. Nadie en su
sano juicio puede fantasear con la idea de crear una Microsoft o una Fiat,
pero, en cambio está en su horizonte crear una pequeña empresa, con esfuerzo.
Si bien es
deseable que haya muchas PYMES para alcanzarlo debe entregarse a una autoridad
central mucho poder: necesitan protección aduanera, exenciones impositivas,
costos laborales bajos, etc.
Pero nadie se
pregunta sobre la capacidad de innovación, de creación de nuevos productos, del
desarrollo de nuevas tecnologías con independencia del tamaño de la empresa.
Son esos los valores que generan desarrollo, no el hecho de que sean “pequeñas”
o “grandes”.
Ni la
dimensión ni la capacidad de fijar precios que todos pueden pagar hacen peligroso el poder de las empresas. No hay dimensión "optima".
Es una incógnita que debe descubrir el proceso de mercado.
No puede
haber reglas generales sobre la dimensión porque esta depende de cambiantes
condiciones tecnológicas y económicas.
- ¿Las
grandes dimensiones dan mucho poder a las empresas? Una cosa es el poder
sobre los recursos materiales y otra el poder sobre las personas.
Toda
extensión del control de recursos que sirva para mejorar la producción es
positivo Las economías de escala reducen costos y mejoran la calidad.
Lo que da
poder no es la amplitud de recursos sino la posibilidad de dejar de dar
servicios de los que la gente depende.
Lo que debe
limitarse es no solo el poder del monopolista para discriminar sino la
influencia que puede ejercer en el gobierno. Mientras las grandes empresas
tengan poder para conceder o rechazar beneficios, esto traerá influencia sobre
el gobierno
Hay una
tendencia a considerar que la gran empresa debe prestar más atención a las
consecuencias de sus decisiones . Pero si debe tener en cuenta el "interés
social"obtiene un poder incontrolable, se transforma en un actor político.
- Otro
problema es que cuando la empresa es muy grande, el gobierno trata de evitar
que quiebre, por las posibles consecuencias en el empleo. Para evitar esto, hay
que quitar ese poder al gobierno: ingentes recursos se desvían para “sostener”
grandes empresas en problemas. Si una gran empresa está en problemas
seguramente no ha sabido adaptarse a nuevas tecnologías y mercados, sostiene
una burocracia administrativa cara e ineficiente, etc. Esos problemas no los
puede resolver el Estado.
¿Hay que
confiar el control de las actividades monopolistas a una autoridad política?
La solución
jurídica sería la de declarar inválidos y jurídicamente inaplicables todos los
acuerdos de limitación del comercio e impedir los intentos de realizarlos
mediante discriminaciones orientadas a evitar la competencia, resarciendo a todos de los daños.
- De nada
sirve ser más racional si de eso no se saca ninguna ventaja. No es necesaria la
racionalidad para que funcione la competencia, sino que esta produce
comportamientos racionales. Ninguna sociedad ha alcanzado nunca una capacidad
de pensamiento sistemático racional si previamente no ha producido un grupo
empresarial en el que la mejora de los instrumentos intelectuales ha producido
ventajas al individuo.
El
"espíritu empresarial" no es precondición para la competencia. Ese
espíritu solo puede manifestarse a través del único medio que puede producirlo:
dando poder y estima a los que abren el camino. Eso es lo que los estatistas no
terminan de comprender. El que produce valor para la sociedad pretende obtener
resultados satisfactorios, económicos y de prestigio social. Una cultura que
sospecha de los emprendedores, los acusa de poco solidarios y descree de la
pureza de sus procedimientos en todos los casos, lo que está es reproduciendo
las condiciones para el atraso y el estancamiento.
Si la mayoría
conservadora impide el desarrollo de la libertad de empresa no hay desarrollo,
tal como se observa en muchos países del tercer mundo. Solo si se limita su poder a la
aplicación de normas generales que impiden invadir los dominios privados y se
evita la prescripción de lo que se "debe hacer" hay condiciones para
el desarrollo.
La nuevas ideas
se abren paso por el éxito que obtienen. Un pequeño grupo innovador obliga a la
mayoría conservadora a
hacer lo que no desea:
disciplina, trabajo, atención
Solo una
democracia limitada permite
que surja un mercado activo: la libertad supone costos al principio, que nadie
quiere correr, antes que se vean los resultados.
Esta es la
paradoja que impide salir del subdesarrollo: la existencia de una democracia
“ilimitada” en la cual la mayoría conservadora restringe la libertad de la
minoría emprendedora bajo el argumento de que “aun” no se ven los beneficios de
la libertad, y solo se ven sus costos.
CUARTA PARTE- EL
ORDEN POLÍTICO
6. Liberalismo y Democracia
Los
principios que cualquier gobierno estatuye y con los que la mayoría concuerda
no implican necesariamente que ésta última tenga moralmente derecho a hacer lo
que más le agrade. No existe justificación alguna para que una mayoría conceda
a sus miembros privilegios mediante el establecimiento de reglas
discriminatorias a su favor. La democracia no es, por su propia naturaleza, un
sistema de gobierno ilimitado
6.1 El
ideal democrático y el liberalismo
El concepto
central del liberalismo es que bajo la vigencia de reglas universales de
conducta justa, que protejan un dominio privado de los individuos que pueda ser
reconocido, se formará por sí mismo un orden espontáneo de las actividades
humanas de mucho mayor complejidad del que jamás podría producirse mediante un
ordenamiento deliberado. En
consecuencia, las actividades coercitivas del gobierno deberían limitarse a
mantener el cumplimiento de dichas reglas, cualesquiera sean los demás
servicios que el gobierno pueda prestar al mismo tiempo al administrar aquellos
recursos particulares que le han sido puestos a su disposición para esos propósitos.(Los
principios de un orden social liberal)
Debe diferenciarse el liberalismo de la democracia.
Son tradiciones compatibles pero distintas. El liberalismo se preocupa por la limitación del poder coactivo de los gobiernos,
sean estos democráticos o no. El “democratismo” solo reconoce un límite al
gobierno, la opinión de la mayoría.
El liberalismo es una doctrina sobre lo que debería
ser la ley, la democracia una doctrina sobre la manera de determinar lo que
será la ley
El liberalismo es un contenido, un programa político cuya esencia es
poner los límites al poder gubernamental. La democracia un mecanismo, un dispositivo que
asegura la “regla de la mayoría” como método para tomar decisiones colectivas.
Para el liberalismo es aceptable la regla de la mayoría, pero eso no significa
predicar nada con respecto a los contenidos de las leyes así construidas. El
“democratista”, en cambio, cree que lo que determina la mayoría es per se algo
bueno.
Dice Ortega y Gasset, citado por Hayek:
Democracia y liberalismo son dos respuestas a dos
cuestiones de Derecho político completamente distintas. La democracia responde
a esta pregunta:¿Quién debe ejercer el poder? La respuesta es: el ejercicio del
poder público corresponde a la colectividad de los ciudadanos. Pero en esa
pregunta no se habla de qué extensión deba tener el poder público. Se trata sólo de determinar el sujeto
a quien compete el mando”
Benjamín Constant desarrolla la misma idea:
“Rousseau comienza por establecer que toda autoridad
que gobierna una nación debe emanar de la voluntad general. No es este principio lo que yo pretendo
discutir. (…) Si bien el primer principio de Rousseau es de una veracidad
indiscutible, no ocurre lo mismo con su segundo axioma, que el establece con
todo el prestigio de su elocuencia. “Las cláusulas del contrato social – dice-
se reducen a una sola, a saber, la enajenación total de cada asociado con todos
sus derechos a la comunidad.
(…)
El axioma de la soberanía del pueblo fue considerado
como un principio de libertad. Es un principio de garantía. Está destinado a
impedir que un individuo se adueñe de la autoridad que solo pertenece a toda la
asociación; pero nada dice acerca de la naturaleza de dicha autoridad misma. En
consecuencia, en nada aumenta la libertad de los individuos; y si no se recurre a otros principios
para determinar la extensión de esa soberanía, la libertad puede ser perdida,
pese al principio de la soberanía del pueblo, o incluso por ese principio.”
El problema de la confusión entre liberalismo y
democracia es terminológico.
Hay un cierto sector que utiliza la palabra
“libertad” en el sentido de libertad política, lo que conduce a identificar
liberalismo con democracia. El concepto de libertad para quienes así opinan en
modo alguno puede determinar cuál debe ser la actuación de la democracia; por
el solo hecho de ser democrática, cualquier institución, por definición,
deviene liberal. Parece que tal actitud no pasa de ser un mero juego de
palabras
Pero sabemos, que esto no es así: un gobierno
legítimamente democrático y constitucional puede desarrollar una fuerte
coacción contra la libertad de los individuos.
Las actuales experiencias latinoamericanas lo
ilustran perfectamente.
El “mito democrático” es de fuerte arraigo, ya que
es la bandera que acompañó la lucha contra las dictaduras opresivas. Se
identificó así, con claridad, que la tarea de la hora era la vuelta a la
democracia, el “nunca más” a las dictaduras militares. Pero, con la democracia
NO se cura o se educa, necesariamente. No es esa su función, sino la de
garantizar que el poder esté en manos de los ciudadanos, según la regla de la
mayoría. Confundir mecanismos- por más “cargados simbólicamente” que estén
desde el punto de vista de la lucha política- con el ejercicio concreto de la
política y, en especial, con los límites al gobierno, es un grave error que aun hoy
persiste. De la recuperación de la democracia se está pasando, cada vez con
mayor audacia, a la instalación de gobiernos cada vez con menos límites,
supuestamente para “garantizar la democracia y la no vuelta atrás”. Como
sabemos- y Constant lo recuerda- esa garantía no es tal en relación a la
libertad. Señala el pensador francés:
“El error de Rousseau y de los escritores más amigos
de la libertad, cuando conceden a la sociedad un poder sin límites (…) Pero su
ira se dirigió contra los poseedores del poder y no contra el poder mismo. En
vez de destruirlo no pensaron sino es desplazarlo. Era un flagelo; lo
consideraron como una conquista y lo extendieron a toda la sociedad(…) hizo
tanto daño como antes…”
La Democracia, como concepto, se ha transformado en
una bandera de lucha contra las dictaduras. Como tal provoca simpatía inmediata
y, es cierto, una tarea esencial recuperar los mecanismos de la democracia.
Pero,
El uso corriente e indiscriminado de la
palabra “democrático” como término general de alabanza no carece de peligro.
Sugiere que, puesto que la democracia es una cosa buena, su propagación
significa una ganancia para la comunidad. Esto pudiera parecer absolutamente
cierto, pero no lo es
La extensión del derecho de voto parece una medida
positiva, pero nadie se atrevería a extenderlo a niños o débiles mentales. La
posibilidad de que un país de mucha población invada aun país pequeño no parece
una extensión positiva del “derecho de la mayoría”. Esto obliga a analizar con
mas detalle la extensión del concepto de democracia, ya que no toda
extensión de ese principio
es buena, por sí.
Una de las fuentes de la confusión respecto de la
relación Democracia / Libertad es que la primera está asociada al concepto de
“libertades civiles”, más que al concepto de “libertad individual”. O sea, está
preocupada por la extensión de los derechos políticos de la población, más que
por la defensa de la libertad individual.
La Democracia es una herramienta, un medio, no un
fin en sí mismo. La lucha por la Democracia es la lucha para imponer un
gobierno basado en los deseos de la población y no asentado sobre la fuerza de
una minoría, sea ésta una monarquía o una dictadura militar.
La advertencia de Lord Acton es aun el gran tema de estos tiempos:
Malo es ser oprimido por una minoría,
pero peor es serlo por una mayoría, porque en el caso de las minorías existe en
las masas un poder latente de reserva que, de ser activado, pocas veces es
resistido por la minoría. Pero cuando se trata de la voluntad absoluta del
pueblo, no hay recurso, salvación, ni refugio, excepto la traición
Es este el
señalamiento de Hayek sobre los limites necesarios que debe tener la
Democracia: en aquellas cuestiones que puede aplicarse es buena la regla de la
mayoría, pero con cuidado para no invadir el ámbito de la libertad individual.
La palabra
más afectada por la pérdida de significado es "democracia".
El mayor
abuso consiste no en aplicarla a un procedimiento para llegar a un acuerdo
sobre una
acción común, sino en darle un contenido sustantivo que prescriba
cuales
deberían ser los objetivos de esta actividad. El término
"democrático" no dice absolutamente nada sobre los fines
particulares sobre los que el pueblo debería votar.
Mientras los
“democratistas” aseguran que una decisión es válida por el solo hecho de ser
votada por una mayoría, los liberales creen que hay límites definidos en cuanto
a la categoría de cuestiones sujetas a votación, que debe limitarse el poder de
la mayoría y que hay un ámbito de principios comunes que no pueden estar
sujetos a la voluntad de una circunstancial mayoría.
El concepto
de “soberanía popular” es central para los democratistas, ya que se asienta
sobre “el pueblo” la suma del poder, ilimitado e ilimitable, absoluto.
Un principio
creado para evitar cualquier abuso arbitrario de poder se convierte en la
fundamentación de un nuevo poder absoluto.
Lo que se
ignora, desde esta perspectiva, es que existe una comunidad en cuanto se
comparten algunos principios generales, comunes, una aceptación que es la
esencia de una sociedad libre. El
poder de la mayoría está limitado por esos principios y no hay poder legítimo
fuera de los mismos.
La democracia
es un sistema pacífico de renovación del gobierno, pero no es el principal
valor del sistema republicano y una democracia ilimitada puede ser peor que un
gobierno limitado de otro tipo. La democracia hoy ha perdido su capacidad de
servir de protección contra el poder arbitrario.
Pero esta
deformación de la democracia no la invalida como sistema político. Hayek
enumera tres argumentos en defensa del ideal democrático:
1- Cuando hay
más de una opinión sobre determinado asunto, es preferible apelar a la regla de
la mayoría que resolver la cuestión en base al uso de la fuerza
2 La
democracia es una importante salvaguardia de la libertad individual. No es en
sí misma productora de libertad, pero es un sistema en el que la libertad puede
florecer. Pero para que florezca las mayoría tienen que considerar a la
libertad como un objetivo deseable. De no ser así, nada asegura la libertad en
una democracia
3 La
democracia como método de educación política de las mayorías. Si bien un
gobierno a cargo de una elite ilustrada y “liberal” puede resolver
aceptablemente muchas cuestiones deriva fácilmente en un “despotismo ilustrado”
que lo esteriliza. La democracia es una escuela para la formación de opinión.
La democracia es una apuesta a largo plazo en el sentido de que las mayorías
adquieran un compromiso fuerte con la libertad y los límites del poder.
La opinión de
la mayoría es respetable pero puede intentarse su modificación. No es una
precepto constitucional. La democracia, al asegurar la circulación de ideas
abre la posibilidad para que ideas aun no compartidas por la mayoría terminen
haciendo pie. Pero lo contrario es ominoso:
La tesis de
que los esfuerzos de todos deben estar dirigidos por la opinión de la mayoría o
de que la sociedad estará mejor ensamblada cuanto más se conforme a los patrones
de dicha mayoría constituye en realidad la negación del principio que ha
impulsado el progreso de la civilización. La adhesión general a dicha tesis
significaría el marasmo, si no la decadencia de la civilización. El progreso
consiste en que pocos convenzan a muchos
Una minoría
de “pocos” que son los que se animan a ensayar nuevas ideas, nuevas
tecnologías, nuevas teorías es imprescindible para el progreso. Como no se sabe
quien descubrirá la idea más apropiada para resolver un problema, la democracia
debe alentar la variedad de propuestas, no acatar la decisión actual de la
mayoría, sus ideas o prejuicios. En esta dialéctica entre minorías innovadoras
e insatisfechas y mayorías conservadoras se construye la civilización
La idea
de presuponer que las “decisiones de la mayoría” revisten de alguna cualidad
inefable que las relaciona con alguna verdad “superior” es simplemente un
absurdo. No existe una “entidad” superior al individuo que tenga la capacidad
de “tener ideas”, A menos que creamos que la famosa Voluntad General de
Rousseau tiene alguna virtud cuasidivina es muy probable que las deliberaciones
de una mayoría sean mucho más erróneas que las deliberaciones de un grupo de
expertos. En las asambleas “populares” no triunfa la mejor idea sino, generalmente,
la mejor expuesta, la que cumple las leyes de la retórica, de la publicidad,
incluyendo la apropiada dosis de simplificación, emocionalidad y psicopatía.
Si por
proceso social significamos la gradual evolución capaz de producir mejores soluciones
que las deliberadamente ideadas, la imposición de la voluntad de la mayoría
difiere radicalmente de aquella otra libremente desarrollada de donde surgen
las costumbres y las instituciones, porque el carácter coactivo, monopolístico
y exclusivo de la segunda destruye las fuerzas de autocorrección que en una
sociedad libre aseguran el abandono de los esfuerzos equivocados y el
mantenimiento de los que tienen éxito. (CL)
- El
político, a diferencia del pensador, no está preocupado por la verdad de sus
creencias sino por el hecho de que supone que su misión es averiguar el estado
de opinión de la mayoría y seguirlo fielmente. El político exitoso no provee de
nuevas ideas a la mayoría sino de nuevas maneras de expresar las ideas
preexistentes. Su éxito es un éxito de comunicación política no de gestión
inteligente e innovadora de los problemas.
La función de
los pensadores es justamente la de generar nuevas ideas que tardaran mucho en
filtrarse hasta el cuerpo social, hacerse carne, en especial entre los hombres
de acción, entre los políticos y funcionarios. Estos pensadores no pueden ni
deben supeditar su agenda a las ideas prevalecientes
en la mayoría. Por el contrario, el pensador tiene que exponer con claridad los
efectos, los costos de las
decisiones populares, cuestionar los supuestos existentes detrás de cada
creencia, buscar una verdad y no el apoyo de la mayoría.
El que los
intelectuales se inclinen ante una creencia tan sólo porque es mantenida por la
mayoría constituye no sólo una traición a su peculiar misión, sino a los
valores de la democracia misma
Resulta
significativo que una concepción de un orden liberal como ésta, haya surgido
solamente en países - en la antigua Grecia y Roma no menos que en la moderna
Bretaña— en los cuales la justicia
era concebida como algo que tenía que ser descubierto por el trabajo de los
jueces o los letrados, y no como algo determinado por la voluntad arbitraria de
una autoridad; y resulta asimismo significativo que haya tenido siempre dificultades en
echar raíces en países en los cuales el Derecho fue concebido originariamente
como el producto de la legislación deliberada, y que haya declinado en todas
partes por la influencia conjunta del positivismo legal y la doctrina
democrática, ya que ambas no conocen otro criterio de justicia que el de la
voluntad del legislador.
- En suma, la
Democracia en un método para determinar decisiones políticas,
y no una cualidad sustancial y no se puede aplicar a organismos no
gubernamentales.
Es un ideal
válido, porque es la única forma de protección contra la tiranía.
Se basa en el
poder de la mayoría para otorgar capacidad de coacción, pero
este poder no
puede ser ilimitado. El método de la mayoría no puede aplicarse a cualquier
cuestión: solo a las que se
refieren a las normas
generales. El poder de la mayoría solo puede ser ilimitado en la
administración de los medios puestos a disposición del gobierno.
El poder se
confiere para garantizar el orden, pero no más allá de eso. Una cosa es
mantener el orden y otra coaccionar a los individuos declarando de
"interés común" cualquier cosa. Esto permite que los grupos
organizados controlen el poder.
Los acuerdos
de la mayoría no son necesariamente justos. No cualquier deseo es justo. La
civilización surge de limitar los deseos,
6.2 Poder ilimitado:
el defecto fatal de la actual forma de democracia
- Sir Edward
Coke, el primer gran jurista británico, advirtió al Parlamento
Que dejase
que todas las causas sean medidas por la vara dorada y absoluta de las leyes y
no por la incierta y torcida cuerda de lo discrecional
Esto inició
una larga controversia en la que los principios de limitación por ley del poder
del Rey fue abonando el terreno para la consolidación de las libertades en
suelo inglés: abolición de los tribunales privilegiados, la independencia de
los jueces, la lucha contra la arbitrariedad-tanto del Gobierno como del
Parlamento- basada en que solo el legítimas la actuación si está conforme a los
principios generales del derecho preexistentes, inexistencia de castigo sin una
ley previa que lo establezca, la ley no puede tener efectos retroactivos, en
fin:
Que la idea
rectora fue que la ley debía reinar o, como expresaba uno de los folletos
polémicos del período, lex rex
- Dos elementos básicos para salvaguardas
los derechos fueron la idea de una constitución
escrita y el principio de separación de poderes.
La Declaración del Parlamento reunido en
Westminster, en enero de 1660 indica que:
“Formalmente
se declara que de ahora en adelante todas las actuaciones referentes a la vida,
libertades y bienes de cuantos integran el pueblo libre de esta comunidad deben
ser acordes con las leyes
de la nación, y que el Parlamento no se entrometerá en la administración
ordinaria o parte ejecutiva de la ley, siendo misión principal del actual
Parlamento, como lo ha sido de todos los anteriores, proveer a la libertad del
pueblo contra la arbitrariedad del gobierno”
Esta
declaración y otras de similar contenido tuvieron una enorme influencia en el
siglo siguiente tanto en América como en el continente, ya que aportaron conceptos esenciales de los
conflictos que advendrían, centrados en la discusión de los límites del
gobierno.
Hayek señala
a John Locke como el teórico principal de este período de formación del
pensamiento liberal.
La libertad
de los gobernados radica en la posesión de una norma permanente que el poder
legislativo proclame para ser acatada por las gentes y sea común a todos y cada
uno de los miembros de dicha sociedad; radica en una libertad para seguir mi
propia voluntad en todo, siempre que la norma no lo prohíba; radica en no estar
sujeto a la inconstante, desconocida y arbitraria voluntad de otro ser humano
(Locke,
Segundo tratado sobre el gobierno)
Y enumera
Locke las condiciones para garantizar esta libertad: la obligación de la
autoridad legislativa o suprema de gobernar mediante leyes permanentes,
estables, promulgadas y conocidas por el pueblo y no a través de decretos
extemporáneos; mediante jueces imparciales que decidan las controversias dentro
de esas leyes; la fuerza coactiva del Estado debe utilizarse para asegurar el
recto cumplimiento de tales leyes; la propia Asamblea legislativa no es
absoluta y arbitraria y en suma,
(La razón por
la que) Los hombres eligen y autorizan una legislatura , es que tiene que haber leyes y
reglas que sirvan de guarda y frontera de las pertenencias de todos los
miembros de la sociedad, a fin de limitar el poder y moderar el dominio de cada
parte y miembro de dicha sociedad”
(Locke,
Segundo tratado sobre el gobierno)
- Durante la
primera parte del siglo XVIII estos principios comenzaron a ponerse en práctica
: el principio de que no puede haber castigo sin ley, el de que los jueces
deben ceñirse a leyes generales y no a la conveniencia particular del gobierno.
Pero, hasta cierto punto, la implementación concreta de los principios
enunciados por Locke fue desdibujando su sentido: no hubo real separación de
poderes y el Parlamento demandó un poder ilimitado, con lo cual contradijo los
principios enunciados.
Durante dos
siglos el gran objetivo del gobierno constitucional fue limitar
los poderes del gobierno: separación de poderes, soberanía del derecho,
sometimiento a la Ley, distinción entre derecho publico y privado.
La coacción
solo se justificaba en nombre del interés general solo según normas aplicables
a todos.
- Estos
grandes principios liberales pasaron a segundo plano cuando se pensó que el
control democrático del gobierno hacía superfluo cualquier otro baluarte contra
el uso arbitrario del poder.
Con la
victoria aparente del ideal democrático el poder de dictar leyes y el poder
gubernativo de dictar directrices se confiaron a las mismas asambleas.
Esto tuvo
como efecto de dejar a la autoridad gubernativa en plena facultad para darse
leyes que las ayudaran a alcanzar fines particulares y contingentes .
Un parlamento
soberano y omnipotente que no se limita a emanar normas
generales, significa gobierno arbitrario,
que no obedece principios generales, sino que se mantiene distribuyendo
favores El resultado de esto fue que no solo el gobierno dejó de estar bajo la
ley, sino que el concepto de ley perdió su significado
Cualquier
cosa que el "cuerpo legislativo" decidiera tomaba el nombre de
"ley", de suerte que ya no se llamaban cuerpos legislativos por que
promulgaban leyes
sino que se
llamaba "ley" todo lo que emanara de los cuerpos legislativos
El venerable
término de "ley" perdió su antiguo significado y se convirtió el
término para designar mandatos,
directrices, medidas de gobierno, que los fundadores habrían ligado a la
práctica de un gobierno arbitrario.
- Una
constitución libre ya no significa libertad para el individuo sino una licencia que se da a la mayoría
parlamentaria para que actúe arbitrariamente.
Durante
cierto tiempo las tradiciones liberales pusieron un cierto freno a la expansión
del poder del gobierno. Las barreras se fueron quebrando por motivos
"benévolos": como "discriminar" a favor de los más débiles.
Para poner en forma igual a gente muy diferente es necesario tratarlas de manera
desigual
La ruptura
del principio "igual trato bajo el imperio de la ley" por motivos
caritativos abrió las puestas a la arbitrariedad, y para enmascararla se habló
de "justicia social".
Conceder
gratificaciones a costa de alguien que no puede ser identificado se convirtió
en el modo mas fácil para conseguir el apoyo de la mayoría. Un parlamento que hace beneficencia se
expone al chantaje: ciertos grupos deben ser favorecidos a costa de otros
Se creyó que
el control legislativo del gobierno hacía innecesarias las limitaciones
tradicionales al poder.
El principio
de la soberanía parlamentaria supone que la Asamblea es la autoridad soberana e
ilimitada , que no hay un poder superior, que no hay limites a su poder
El olvido de
que solo el consenso pone los limites la soberanía de la Ley se confundió con
la soberanía del parlamento
Limitar ese
poder fue el gran objetivo de los fundadores, pero el esfuerzo se abandonó
cuando erróneamente se pensó que el control democrático constituía suficiente
salvaguardia
6.3 Confusión moral y
deterioro del lenguaje
- La
"batalla cultural" que el socialismo ha ganado modificó el sentido de
las palabras como libertad, justicia, democracia o derecho. Los nuevos
pensadores ni siquiera tienen idea del significado de los conceptos básicos
Se han
apropiado de las palabras. Los "liberales" en EEUU son los enemigos
de la libertad. Democracia se asimila a igualitarismo, etc.
Las ideas
socialistas han penetrado profundamente en el modo común de pensar
no solo entre
los progresistas, sino entre los conservadores. El brillo de las palabras
oculta su verdadero significado.
La asamblea
democrática omnipotente y omnicompetente, en la que una mayoría
capaz de
gobernar sólo puede mantenerse tratando de eliminar todas las fuentes de
descontento
para cualquier defensor de esa mayoría, camina inexorablemente
hacia el
control de todos los sectores de la vida privada
Hay un exceso
de politización. Como todo tiende a transformarse en un problema político - que implica aplicar coacción- una
parte cada vez más productiva de la actividad humana se desvía del campo
productivo al político. La política rige la economía, rige la cultura, rige las
relaciones entre particulares.
Pero la
mayoría no debe tener el poder de "modelar" la sociedad. La misión
del gobierno es crear un marco
de referencia dentro del cual
los individuos puedan
perseguir sus propios fines y emplear la coacción para recaudar fondos para los
servicios que el mercado no puede ofrecer
Se identifica
"Estado" y "Sociedad" . El Estado esta muy lejos de ser la
sociedad, compleja y espontánea. Es una de tantas organizaciones pero limitada
al aparato de gobierno y que no debe determinar las acciones de los hombres
libres: las sociedades se forman espontáneamente los estados se construyen
deliberadamente
No existe LA
sociedad: cada uno pertenece a múltiples sociedades. Las redes de enlace
se extienden
más allá de las fronteras y se puede formar parte de múltiples redes
Cualquiera
que sea conciente de la naturaleza compleja de esta red de relaciones que
determinan los procesos de la sociedad, debería reconocer también el erróneo
antropomorfismo
consisten en concebir una sociedad como "agente", con
"voluntad" de hacer algo.
La sociedad
no "trata" de manera diversa a las personas. El fin es ofrecer el
máximo de oportunidades a
los hombres tales como son, con sus diferencias, sin coacción, tratando a todos
con las mismas reglas, dejando que el resultado lo decidan las correcciones del
sistema económico que nadie puede prever
El gobierno
debe considerar a todos iguales por más desiguales de hecho que sean y
debe apoyar o limitar las acciones de todos, igualmente. La única
reivindicación es ser protegido de la violencia y obtener una renta mínima
en caso de que las
cosas vayan
del todo mal.
6.4 La debilidad de
una asamblea electiva con poderes ilimitados
Los cuerpos
legislativos no se llaman así por que hacen las leyes, sino que las
leyes se
llaman así porque emanan de los cuerpos legislativos
- Una
democracia no limitada por las
tradiciones de la primacía del derecho -rule of law- conduce a la
"democracia totalitaria" o "dictadura plebiscitaria".
El derecho
tenía como fin impedir la conducta injusta. La justicia se refería a
principios aplicables a todos y se contraponía a las demandas específicas
o privilegios de individuos o grupos.
La necesidad
de formar mayorías en favor de grupos particulares introdujo la arbitrariedad y
parcialidad.
Con la
victoria aparente del ideal democrático el poder de dictar leyes y el poder
gubernativo de dictar directrices se confiaron a las mismas asambleas.
Esto tuvo
como efecto de dejar a la autoridad gubernativa en plena facultad para darse
leyes que las ayudaran a alcanzar fines particulares y contingentes
El criterio
de Justicia no lo da la fuente de la que brota una decisión. Todo poder supremo
debe limitarse a tareas esencialmente negativas -decir NO- mientras que todo el
poder positivo debe estar confinado a organismos que deben actuar sometiéndose
a unas reglas que no pueden modificar.
La principal
amenaza proviene de la "tercera vía", ni socialista ni capitalista,
que hace que los políticos interfieran el orden del mercado para otorgar
beneficios a determinados grupos. Una vez que los conceden, todos los grupos
presionaran para obtener beneficios. La política entonces domina al sistema
económico. Y es dominada, a su vez, por los grupos de interés específico.
La única
forma de detener este avance es reconocer que los valores morales básicos,
la libertad
individual, aun son creídos por mucha gente. En una sociedad de
hombres libres no puede haber ningún principio de comportamiento colectivo
que obligue al individuo.
La limitación
eficaz del poder es el problema más importante del orden social
El Gobierno
es indispensable para la formación de este orden solo en la medida en que tiene
que proteger a todos de la coacción y la violencia. Pero apenas obtiene el
monopolio de la violencia,
se convierte en la principal amenaza para la libertad individual.
- El gobierno
ilimitado es corrompido y débil, sujeto a la presión de grupos organizados
En su poder
ilimitado reside su debilidad. Su
horror al descontento, fuente de desgaste político, los hace débiles para
enfrentar las políticas perversas que proponen los grupos de interés.
El motivo del
descrédito de la democracia no es que no sirve a los ciudadanos sino que sirve
los intereses de un conglomerado de grupos distintos.
El gobierno
ilimitado sirve a intereses que buscan beneficios. Es una democracia
"contractual", un “toma y daca” en el que se negocian apoyos a cambio
de beneficios.
La
omnipotencia otorgada a las asambleas legislativas las expone a una presión
irresistible para emplear su propio poder en beneficio de intereses especiales
ya que quiere seguir siendo mayoría parlamentaria.
La solución
pasa por privar a la mayoría gobernante del poder de conceder favores
discriminadores a grupos o personas
Esto se
consideró imposible pues parece suponer la existencia de una autoridad situada
por encima de los representantes del pueblo, pero justamente una democracia
requiere de limitaciones más fuertes, por que es fácil presa de la presión de
grupos de interés de los que depende su mayoría.
Fue la
superstición constructivista- positivista la que indujo a creer que tenía que
haber un único poder supremo e ilimitado, cuando es la autoridad suprema debe
su respeto a las normas generales que limitan su poder
- El punto
crucial es que votar normas aplicables a todos y votar medidas que afectan
directamente solo a algunos son dos cosas radicalmente distintas.
La actual
democracia no sirve a la mayoría sino a los diversos intereses de
grupos de presión cuyo apoyo al gobierno este debe comprar concediéndole
beneficios particulares.
¿caen los
costos de una medida sobre los que la votaron? ¿están sometidos a las normas
que votan?
Se alcanzan
acuerdos que afectan a terceros Se negocian beneficios a otros para garantizar
los propios Si un partido quiere el apoyo de la mayoría debe prometer
beneficios especiales a grupos sociales cuyos votos pueden inclinar la balanza.
No hay en
este proceso idea de justicia y ningún principio El objetivo es el reparto de
fondos obtenidos por la fuerza de algún grupo minoritario.
Se inventa
una justificación moral a los beneficios concedidos ( protección contra la
competencia, recorte de sueldo, etc.) Empiezan a considerarse
"justas" ciertas practicas por el hecho de ser habituales. Son
"pseudo-morales democráticas".
Esto es lo
que hace al desprestigio de la política: la permanente negociación para obtener
apoyos, cediendo beneficios que pagan otros.
Esta
situación no es atributo de todo gobierno democrático, sino solo el producto de
un gobierno ilimitado que depende del apoyo de numerosos grupos.
Los peores
defectos del gobierno surgen del carácter ilimitado de su poder
El gobierno
se ve obligado a dar beneficios para obtener el apoyo de grupos oscilantes de
quienes depende la mayoría. La consecuencia es que todo el aparato de los
intereses particulares organizados se convierte en el principal actor de la
política,
Los partidos
no se unen por principios sino son coaliciones organizadas en las que los
grupos organizados pesan mucho mas que las mayorías no organizadas No hay principios comunes sino un
programa de unión de intereses mediante un proceso de
contratación.
- Se verifica
el crecimiento de un aparato para-gubernamental (sindicatos, cámaras) para
canalizar la mayor cantidad de favores del gobierno. Un factor que facilita
esta tendencia es su habilidad para organizarse y actuar como grupos de presión
organizados.
Los
sindicatos tienen poder legal de coacción y logran beneficios y excluyen a
otros trabajadores de los mismos Los sindicatos pueden poner al gobierno en
la opción de provocar inflación o afrontar la acusación de ser causante
del desempleo. De allí se sigue la destrucción del orden del mercado:
inflación, controles de precios, exenciones impositivas, subsidios, etc.
La burocracia
gubernamental es un formidable grupo organizado, que ejerce fuerte presión a
los gobiernos.
Surgen
programas incoherentes, contradictorios, producto de las negociaciones internas
y nadie conoce exactamente los efectos que tienen esas políticas
Los jefes de
partido tienen que conseguir el apoyo de diversos grupos poco interesados en
sus propios objetivos.
El gobierno
tiene que administrar recursos Su tarea de dar beneficia es distinta a su tarea
como legislador. El problema es cuando el gobierno y el parlamento se confunden
y las personas que administran los recursos son las mismas que determinan que
proporción de esos recursos deben controlar.
Colocar a
quien debería definir lo que es justo en una posición en la que solo puede
mantenerse si da a quienes los apoyan todo lo que desean significa poner a su
disposición todos los recursos de la sociedad para cualquier motivo que
considere necesario para mantenerse en el poder.
- El gobierno
es "presionable" si tiene el poder de promulgar normas
particulares La existencia de intereses comunes no conduce a la formación
espontánea de una organización global de tales intereses: los intereses no organizables
serán explotados por los intereses organizados
-Primero:
Solo los grupos pequeños formaran una organización
-Segundo: las
organizaciones de los grandes intereses solo se han formado con ayuda del
gobierno
-Tercero: por
principio es imposible organizar todos los intereses. Los no organizables
(consumidores, contribuyentes, ancianos, mujeres, etc.) están condenados a
sufrir el poder se los grupos de interés organizados.
La única
manera de limitar las presiones de grupos particulares es limitando el poder
del gobierno.
Ningún sistema
en el que quien gestiona el uso de recursos del gobierno no está sujeto a
normas inalterables puede evitar que se convierta en instrumento de intereses
organizados
La corrupción
se convierte en una
característica propia del sistema en el que el apoyo de la mayoría autoriza a
tomar medidas especiales para satisfacer quejas particulares.
Un gobierno o
legislatura que solo puede tomar medidas generales que no pueden modificar pueden resistirse a la presión
de los intereses particulares, pero uno omnipotente NO.
No hay
"pruebas" de que tal política producirá efectos positivos con costos
razonables. Mientras sea legítimo que el gobierno emplee la fuerza para
redistribuir riqueza no será posible frenar y limitar la apetencia de los
grupos que siempre quieren más.
6.5 El acuerdo sobre
normas generales y sobre medidas particulares
- En una
sociedad libre, el bien general consiste en facilitar la persecución de fines
individuales que no se conocen.
No hay una
definición clara de "bienestar colectivo" o "bien común",
lo que se ha prestado a definir cualquier interés como "interés
público"
El bien
colectivo no puede ser la suma de los bienes particulares, ya que estos se
desconocen.
La principal
preocupación del gobierno no debe dirigirse a necesidades particulares
conocidas sino a preservar un orden espontáneo que permita a los particulares
satisfacer sus necesidades, de una forma que los gobiernos desconocen.
Los objetivos
particulares son descocidos y no es interés general que se satisfaga cada
deseo particular.
La
consecución de objetivos particulares por parte de los individuos lleva muchas
veces al fracaso. Sobre el fracaso se construye el conocimiento. No es función
del gobierno garantizar el éxito de cada proyecto individual, sino crear las
condiciones de máxima facilitación de desarrollo de ese proceso.
No se trata
de escoger entre normas que garantizan el éxito y normas que no, por que eso no
se puede conocer.
- El problema
no es acordar los fines sino en los medios: En la sociedad abierta no habrá armonía
sobre la importancia de los fines. Habrá conflicto de intereses.
Lo que hace
posible la concordia y la paz es que las personas no tienen que
coincidir sobre los fines, sino solo sobre los medios, que sirven a muchos
fines distintos.
La única
manera de salir del pequeño
grupo y extenderse a una sociedad abierta , o sea crear Civilización, solo es
posible por un método de colaboración que no requiere acuerdo sobre fines, sino
solo sobre medios.
El acuerdo
sobre medios se hizo a pesar de que es impredecible el éxito o fracaso:
justamente por eso, por que iguala las oportunidades.
Los medios
tratan sobre tipos de situaciones, no sobre obtener resultados específicos.
Es la
experiencia, el ensayo y error el que aconseja elegir determinadas normas, no
la seguridad de que se obtendrá el objetivo especifico cumpliendo tales o
cuales reglas.
- Hay bienes
colectivos que requieren una imposición coactiva para obtenerlos. Se crea así
un aparato de coacción . El problema es que no puede utilizarse ese aparato para
obtener cualquier objetivo.
Intereses
colectivos son intereses generales solo si se evalúa que los beneficios que
reportará a un grupo especifico se contrapesa con otras ventajas. Si se aspira
a que el gobierno satisfaga intereses colectivos no generales surgirá el
peligro de poner esto
al servicio
de intereses particulares.
Los intereses
colectivos no son intereses generales.
El gobierno
se ocupa de proveer servicios particulares y a través de ello ganan apoyo
electoral: para los representantes electos, un regalo concreto en mano es
mucho más atractivo que cualquier beneficio que puedan procurar a todos
sin discriminación.
Proveer
bienes colectivos a grupos particulares rara vez redunda en interés general de
la sociedad, pero lo que desea la mayoría parlamentaria no es el interés
general.
Toda la
historia del desarrollo de instituciones es una lucha constante por evitar que
grupos particulares abusen del aparato del poder para promover sus propios
intereses colectivos. Pero ahora se define como "interés general"
cualquier cosa que decida una mayoría formada por una coalición de intereses
organizados.
- En una
sociedad abierta nadie puede tener un conocimiento de todos los hechos
particulares que pueden convertirse en objeto de decisiones de gobierno
Los diversos
deseos de los individuos chocaran entre sí: hay que conciliarlos. Solo dejaran
sus deseos si llegan a aceptar una normas generales que inspiren las medidas
particulares No puede haber "acuerdo" sobre casos particulares.
Puede haber
conflicto entre normas generales y resultados particulares deseados.
Esto se
agrava en la acción grupal. Mientras el individuo respeta las normas
generales, no hay garantía de que un grupo lo haga.
6.6 Paz, libertad y justicia: los tres grandes valores negativos
- Hay
una esencial ignorancia de los actores sobre la multitud de hechos que
determinan el orden. Por eso las principales normas que un gobierno debe exigir
son prohibiciones negativas, no recetas positivas : “Lo que NO debe hacerse”.
La concepción
de que la autoridad debe obligar a NO realizar ciertas conductas es contraria a
la idea de que le corresponde ejercer un poder positivo
El contenido positivo lo generan los individuos en función
de su conocimiento particular y sus objetivos.
No solo la
paz, la justicia y la libertad son normas negativas, la democracia lo es como
norma de procedimiento para evitar la tiranía.
Como la
justicia y la libertad, la democracia esta amenazada por lo que quieren darle
"contenido positivo".
La aprobación
por una mayoría de medidas que sirven a intereses particulares es una
farsa. Comprar los votos mediante pactos no tiene nada que ver con el
ideal democrático originario.
El error es
creer que la mayoría puede hacer todo lo que se le antoje. Esta "libertad
del parlamento" es opresión para el pueblo, contraria a la limitación
constitucional del gobierno.
La
justificación de medidas especiales es en base a la "justicia social"
que opera como sostén retórico.
La idea
central es que en toda sociedad de hombres libres la coacción solo puede
justificarse por una opinión dominante sobre los principios que deben limitar
el comportamiento individual. Esto nada tiene que ver con cualquier
"voluntad" que
tiende a un
objetivo particular
6.7 La separación de
los poderes democráticos
- Hubo una
pérdida del sentido originario de las asambleas parlamentarias, sustituida
por la idea de un poder ilimitado. Una
asamblea ilimitada, soberana, derivará progresivamente hacia una constante e
ilimitada ampliación de los poderes. del gobierno
Las
instituciones representativas actuales han sido configuradas por las
necesidades del gobierno, no de la legislación
- Las
asambleas parlamentarias tienen DOS funciones totalmente distintas
- Aprobación de normas generales de
conducta: legislación
- Administración del gobierno
¿Por que
estas funciones residen en el mismo organismo?
Llamar
"ley" tanto a que emane una norma como que autorice medidas
particulares confunde el hecho de que de trata de cosas distintas.
La
Administración de gobierno es la actividad central y hace olvidar el papel de
crear legislación El gobierno como administrador decide medidas concretas para
aplicar recursos a fin de obtener resultados: estas medidas no tienen nada que
ver con la justicia, no requieren normas generales de conducta.
La actividad
gubernamental de los cuerpos legislativos hace conformar en la legislatura
bloques políticos de mayoría, en apoyo al Gobierno. Pero un cuerpo organizado según líneas
partidarias no es adecuado para generar legislación, crear el marco de
referencia.
Si ahora
llamamos "ley" a la autorización de determinados actos de gobierno ,
esa "legislación" no tiene ya el sentido originario: significa que la
asamblea ejerce el poder ejecutivo sin estar vinculadas por leyes o normas generales
que NO puede modificar.
En una
sociedad libre el poder de
decisión solo se refiere a unos recursos limitados, destinados a objetivos de
gobierno. En una sociedad totalitaria esto se aplica a TODOS los recursos,
incluidos los propios ciudadanos.
- En una
sociedad libre solo hay poder para utilizar los recursos destinados al uso
común, y el ciudadano y su propiedad no están sometidos a órdenes específicas
sino a normas de conducta que se aplican a todos por igual.
Los órganos
con poderes específicos de gobierno son inadecuados para la función
legislativa. Un organismo que se ocupe principalmente de los problemas de
gobierno es poco idóneo para desempeñar la función legislativa. Esta doble
función afecta la separación de poderes: no se puede gobernar y legislar al
mismo tiempo . Si el foco de actuación es dictar normas especificas
de gobierno solo estará interesada en normas generales que las sustenten:
se incrementa así el poder ilimitado del gobierno.
Control del
Gobierno y limitación del poder del mismo son dos cosas diferentes y no
pueden convivir en el mismo órgano representativo.
Los límites
se establecen en la misma arena en que se combate la lucha que deberían limitar
. Las personas que compiten por los votos ofreciendo favores son las misma que
deberían limitar el poder del gobierno.
La idea de
que es "ley" todo aquello que decide el llamado poder legislativo se
basa en la creencia que los representantes de la mayoría tienen poderes
ilimitados. Una decisión por mayoría NO es una Ley. Solo una mayoría que NO
puede cambiar las normas generales puede dictar medidas concretas.
Los
organismos representativas están moldeados por las necesidades del
gobierno: elección de los miembros, división en partidos, agenda, y
actitud mental.
-
Los votos se obtienen como premio a haber gestionado un favor, no por la
capacidad, honestidad e imparcialidad
-
Los diputados no tienen tiempo para estudiar los problemas de la
legislación: la función gubernativa esta en conflicto con la producción de
leyes generales
- Ocuparse
del gobierno más que de la legislación es consecuencia de que los diputados
saben que su reelección depende de las acciones realizadas por su partido de
gobierno y no de la bondad de las leyes generales promulgadas
- Se
centran en los problemas de corto plazo, en dar satisfacción a sus electores,
no en los principios.
Esto lleva a
un aumento sostenido de la preponderancia del gobierno en desmedro
del derecho. Es pura ilusión esperar de quien debe su propia posición al
poder distribuir dones que se ate de manos con normas inflexibles que
prohíban los privilegios.
Sobre
cuestiones importantes -
aborto, drogas, etc.- los partidos suelen dejar en libertad a sus diputados.
Esto muestra que las líneas partidarias no dividen sobre cuestiones
de largo plazo, sino sobre medidas concretas.
La persona
dedicada a los problemas de legislación debería ser alguien despreocupado de su
reelección, sin lazos partidarios, que se ha ganado respeto y es experto y
puede dedicar su tiempo a los problemas de largo plazo.
7. El mito de la
Justicia Social
La justicia no es una cualidad predicable de las
consecuencias no
intencionadas de un orden espontáneo que no han sido deliberadamente producidas
por nadie
- El concepto de justicia
social es, quizás, el más
exitoso del ultimo siglo. Es ya parte de un arquetipo universal al cual la
política, cualquiera sea el partido que la propone, debe tender naturalmente.
Toda la gestión pública se valora en términos de si propende o no a una mayor
justicia social. Es un valor consensuado: se discute como hacerlo posible, pero
no discute el valor en sí mismo. Todos, de izquierda o derecha, invocan que su
“programa” hará posible la justicia social, todos compiten por demostrar su
adhesión al concepto.
El compromiso con la “justicia social” se ha
convertido en el principal desahogo emotivo, en la característica peculiar del
hombre bueno, y en el signo reconocido de la posesión de una conciencia
moral(…)
De lo que se trata en el caso de la “justicia
social” es simplemente de una superstición casi religiosa que se debería
abandonar mientras siga sirviendo únicamente para hacer feliz a quien cree en
ella, pero que se debe combatir en el momento en que se convierte en pretexto
para forzar a los demás. La fe generalizada en la “justicia social” es
probablemente en nuestros días la mayor amenaza para la mayor parte de los
demás valores de una civilización libre
- El socialismo que clásicamente proponía la
socialización de los medios de producción ha ido modificando su discurso: hay
que socializarlos para acceder a la justicia social, nos dicen. La versión
revolucionaria ha cedido su lugar a una postura socialista pacífica, que basa
su programa en mayores impuestos a los “ricos” para “redistribuirlos” entre los
pobres, para lograr así la justicia social.
La Iglesia católica y las protestantes tienen, a su vez, muy
instalado el culto de la justicia social- la famosa “doctrina social de la
Iglesia”- por medio del cual intentan competir con el socialismo ateo
justamente en el terreno de éste.
Tanto desvelo por la justicia social, sin embargo,
no se ha traducido en un mejoramiento de las condiciones sociales de la
población. Pero eso no minimiza la fuerza del concepto.
Podemos pues decir, llegados a este punto, que la
principal diferencia existente entre el orden de la sociedad a que aspiraba el
liberalismo clásico y el tipo de sociedad en que ésta se ha transformado es que
la sociedad liberal estaba gobernada por principios de justa conducta
individual, mientra que la nueva sociedad debe satisfacer las reclamaciones de
una “justicia social”, o, en otras palabras, que la primera exigía acciones
justas por parte de los individuos mientras que esta última ha colocado cada
vez más el deber de justicia en manos de autoridades que tienen el poder de
ordenar a la gente lo que tienen que hacer
- La justicia es un atributo de la conducta humana,
nos dice Hayek. Solo la conducta humana pude ser calificada de justa o injusta.
Una situación, un evento, un hecho no es “justo o injusto”: es bueno o malo.
Asignar a “la sociedad” o a determinadas instituciones la calidad de ser justas
o no oscurece el concepto de justicia. Si calificamos de injusta una situación
se supone que “hay un autor”, con lo cual los eventos no intencionados
producidos por un orden espontáneo requieren, en esta lógica, siempre una supuesta “causa” y un
“responsable”. Como no se concibe otra explicación que la intencionalidad
humana aun los fenómenos autogenerados, no intencionados, no planeados por
nadie son juzgados en términos de su justicia o injusticia.
La naturaleza no puede ser justa o injusta. Nuestro
inveterado hábito de interpretar el mundo físico en una perspectiva animista o
antropomórfica a menudo nos conduce a tal abuso lingüístico y nos lleva a
buscar el agente responsable de cuanto nos afecta, pero, salvo que creamos que
alguien pudo y debió organizar las cosas de otra forma, carece de sentido
describir una situación fáctica como justa o injusta (…)
Evidentemente, no sólo pueden ser justas o injustas
las acciones de personas individuales, sino también las acciones concertadas de
muchos individuos o las acciones de organizaciones. El gobierno sería una de
esas organizaciones; la sociedad, no.
Son las acciones y no los resultados de esas
acciones los que pueden ser juzgados como justos o injustos. Esa valoración
solo puede hacerse bajo las normas de “recta conducta” y no en función de los
resultados que se obtengan.
Las normas de recta conducta se refieren a las
acciones de personas que afectan a otros. En un orden espontáneo, la situación
de cada persona es el resultado de acciones de muchas otras y nadie tiene la
responsabilidad o la capacidad de garantizar que las acciones independientes de
tantas personas producirán tal o cual efecto sobre alguna en concreto.
Es este resultado imprevisible, producto de millones
de actuaciones individuales el que- cuando se expresa en pérdidas o
dificultades para alguien- genera en forma automática la “búsqueda del
responsable”. Pero cuando los resultados son efectos de conductas no deliberadas
no se puede calificarlos de justos o injustos, no hay responsables. La justicia
de un acto solo puede analizarse en el contexto de las organizaciones
deliberadas, no en el de un orden espontáneo.
Veremos que lo que se denomina justicia “social” o
“distributiva” carece de hecho de significación en el seno de un orden
espontáneo y que tan solo cobra sentido dentro de una organización
- Las normas de recta conducta no garantizan
que todos los miembros de una sociedad estén inmunes a acciones que los pueden
perjudicar. Dejar de comprar a alguien lo perjudica, pero prohibirlo sería un
contrasentido en un marco de libertad: la libertad es , justamente, permitir
tomar decisiones que a algunos benefician y a otros perjudican. Mientas esas
decisiones no afecten la esfera privada de otro, no pueden – no deben-
prohibirse. Aun si alguien gana y otro pierde, las normas de recta conducta no
intentan “compensar” al perdedor: no asignan bienes concretos a personas
concretas, sino que proveen el marco general en el que cabe adquirir y utilizar
determinados derechos y delimitar las esferas privadas, libres de interferencia
de otros.
Las normas de recta conducta permiten prevenir
conflictos y eliminar algunas fuentes de incertidumbre. Nada más. Y nada menos:
en vez de un contexto caótico, violento, impredecible, donde opera la ley del
más fuerte, un marco compartido de normas de recta conducta posibilita la
colaboración y reduce la incertidumbre, aunque no la elimina. No existen
paraísos en el mundo real.
Juzgar las acciones por normas, en lugar de por
resultados concretos, es el paso decisivo que ha hecho posible que exista la
Sociedad Abierta. Es el instrumento con el que la humanidad se ha encontrado
para superar la ignorancia de cada persona individual sobre la mayoría de los
hechos particulares que determinan el orden concreto de una Gran Sociedad
7.1 La búsqueda de la Justicia
- Las
reglas de comportamiento justo no pueden modificar el hecho de que la baja
productividad lleve a salarios bajos.
La justicia
solo puede referirse a salarios o precios que surgen de un mercado libre, sin
fraude o violencia. "Justo" es el resultado de una transacción justa,
aunque a
algunos les
signifique salarios bajos. La "legislación social" referida a servicios que el gobierno
da a minorías desfavorecidas puede hacerse con acuerdo de la comunidad y no
significa que el ciudadano sea objeto de la administración publica. La
diferencia es fundamental.
Cuando el fin
de la legislación consiste en asegurar salarios mas elevados, o rentas mejores
a agricultores o mejores viviendas para los obrero, se trata de un fin
que no es
posible alcanzar respetando las normas generales de conducta.
Tales
intentos han llevado a destruir el atributo propio de las normas generales, la
igualdad de los ciudadanos ante las mismas normas de derecho.
Una sociedad
no progresa porque el gobierno le imprima nuevas ideas, sino por el hecho de
que nuevos modos y métodos se someten continuamente a prueba y error. Son las condiciones generales
favorables las que hacen que personas desconocidas produzcan aquellas mejoras
que ninguna autoridad suprema seria capaz de aportar deliberadamente.
Fue el
descubrimiento de que jugar ajustándose a unas reglas generales aumentaba
las oportunidades de todos, aun a riesgo de los resultados de unos
pudieran ser peores de lo que hubieran sido de otro modo, es lo que llevó al
liberalismo a aspirar a una completa eliminación de todo poder de determinación
de las rentas relativas
ganadas en el mercado.
No hay
justificación moral al uso de la fuerza del gobierno para determinar las rentas
relativas de los distintos individuos Nada
tiene que ver la justicia en la fijación de lo que una persona tiene que
recibir por los servicios que aporta.
7.2 El concepto de “justicia social”
- Hayek comienza a desarrollar el tema de la justicia social con la
siguiente cita de Emanuel Kant:
“ El bienestar no tiene principio alguno, ni para
quien lo recibe , ni para quien lo distribuye (uno lo situaría aquí y otro en
otra parte) , porque depende del contenido material de la voluntad, que a su vez depende
de circunstancias particulares, y por lo tanto es incapaz de reglas generales”
La justicia social o distributiva se caracterizó como un atributo que
debían tener las “acciones” de la sociedad- como si tal cosa ocurriera-.
Sabemos que la sociedad “no actúa”, no es un actor consciente, con voluntad
propia, que toma decisiones.
Como hace generalmente el pensamiento primitivo
cuando observa por primera vez algunos procesos regulares, los resultados del
orden espontáneo de mercado han sido interpretados como si estuvieran dirigidos
por una mente racional, o como si los beneficios o daños que las distintas
personas recibían de ese orden estuvieran determinados por actos de voluntad y
pudieran por tanto, ser guiados por reglas morales. Esta concepción de la
justicia “social” es, pues, una consecuencia directa de aquel antropomorfismo o
personificación con el que el pensamiento primitivo trata de explicar todos los
proceso de auto-ordenación. Demuestra nuestra inmadurez el hecho de que aun no
hayamos abandonado estos conceptos primitivos, y se exija aún de un proceso
impersonal que produce una satisfacción de los deseos humanos mayor que la que
pueda obtenerse de cualquier ordenación deliberada que se conforme a principios
morales que los hombres han desarrollado como guía de sus acciones individuales
La pretensión de valorar de acuerdo a normas de
recta conducta individual los resultados de un proceso no deliberado fue el
origen del malentendido, en el cual John Stuart Mill tuvo activa participación,
a mediados del siglo XIX, quien identifico la justicia “social y distributiva”
como pertenecientes a un mismo concepto: la idea de que es injusto que alguien
reciba más o reciba menos de los méritos que tiene: “Este es el más alto grado
abstracto de justicia social y distributiva, hacia el cual deberían hacerse
converger lo más posible todas las instituciones y los esfuerzos de todos los
ciudadanos virtuosos”.
La crítica de Hayek a estos conceptos se sintetizan
en los siguientes puntos
- Mill confunde
la aplicación de normas de recta conducta, que solo pueden hacerse a individuos
actuando, con la posibilidad de exigir “justicia social” a la sociedad- como si
fuera un actor voluntario- aplicada a efectos no deliberados del orden
espontáneo.
- Mill pretende que la sociedad se organice y decide que “cuota” del
producto social deber repartirse entre los perjudicados, creando las bases de
un socialismo basado en un mandato “moral”. Ya no se trata de razones
prácticas, sino que se establece un deber moral de redistribuir la riqueza.
- Pero la generación de riqueza, la asignación de resultados, es producto de un orden espontaneo que
ha demostrado que es el que mejor satisface necesidades humanas. Exigir que
este orden se organice en función de un deber moral es, simplemente, condenarlo
a la ineficacia.
Aquellas cuotas son el resultado de un proceso cuyo
efecto sobre las personas particulares no era buscado ni previsto por nadie
cuando las instituciones aparecieron por primera vez, y siguieron existiendo
porque se vio que mejoraban para todos, o para la mayoría, las perspectivas de
satisfacción de sus propias necesidades. Pretender justicia en un proceso tal
es absurdo, y elegir algunas personas de tal sociedad como si tuvieran derecho
a una cuota determinada es evidentemente injusto
- La remuneración basada en el valor ofrecido no
tiene nada que ver con la “justicia”. Al ser esos resultados impredecibles, no
hay criterio previo que determina la “justicia” de la remuneración. Un Estado
que recompensa según criterios de “justicia distributiva” instala un sistema en
el que lo que importa no sea el valor, sino la adaptación a la exigencia de la autoridad. Un
Estado en que se decida recompensar por el mérito y no por el valor, es un
Estado en el que todas las actividades terminarán recompensadas por ese
criterio, “una sociedad en la cual la autoridad decidiría lo que el individuo
ha de hacer y cómo ha de hacerlo”.
Una extensión de la “justicia distributiva” es el
aplicar criterios de recompensa no individuales, sino colectivos, por el mero-
y fortuito- hecho de pertenecer a determinada etnia minoritaria, o género o
preferencia sexual. Las “cuotas raciales”- garantizar que, por ejemplo, los
afrobrasileños tengan acceso a la Universidad en la misma proporción que tienen
en la población total del país, o que las mujeres tengan determinada cuota en
las listas de legisladores; o que “los pobres” por el mero hecho de serlo
tengan alguna determinada “discriminación positiva” son todos ejemplos de que
cuando los criterios de valor se reemplazan por los de merito y “justicia
distributiva” no hay límites para la discrecionalidad de la autoridad.
- Atreverse a someter a un análisis racional una creencia casi universal
es el pecado del liberalismo, el que la vale la condena de falto de
humanitarismo, de una especie de conspiración contra la humanidad.
El culto a la justicia social, su condición de deber
moral, el desconocimiento de que su entronización afecta seriamente los valores
fundamentales del orden de la libertad, impulsa a la gente a ceder poder al
gobierno, a quien se le encarga la misión de traer la justicia social a un
sistema percibido como injusto. Se cometen así irremediables errores que no
solo afectan la posibilidad de combatir la pobreza sino que amenazan con
destruir el único sistema conocido que la puede erradicar.
7.3 Los efectos de la demanda de justicia social
- El concepto de justicia social no se puede aplicar
a los resultados de un proceso espontáneo. Es que la justicia social, en la
práctica, consiste en un sistema de remuneración absolutamente contradictorio
con el que surge como resultado de los procesos de mercado. Se basa en el
supuesto de que las personas deben ser remuneradas según un criterio externo al
orden del mercado, basado en la valoración de resultados y necesidades de
individuos y grupos por parte de la autoridad gubernativa. Como los resultados
son más bien escasos, los gobiernos se empeñan aun más en “ampliar” la cobertura
de la justicia social y se entra en un bucle de realimentación que
conduce a un incremento
imparable del tamaño y las misiones del sector público.
Cuanto más los que gobiernan tratan de realizar
modelos predeterminados de distribución auspiciable, tanto más tienen que
someter a su propio control la posición de los individuos y los grupos.
Mientras el mito de la “justicia social” gobierne la acción política, este
proceso deberá conducir progresivamente a un sistema totalitario
¿Cómo sostener que semejante valor universal, la
justicia social, es un concepto vacío y sin sentido? ¿Acaso el que sostiene
esto no tiene la sensibilidad de percibir como sufren los buenos y como
triunfan los malos?
Lo cierto es que esos sentimientos también se
despiertan ante eventos imprevisibles, no causados por una voluntad humana,
sino como resultado de circunstancias inmanejables: familias abatidas por la
mala suerte, individuos trabajadores que no logran sus metas. Nadie es
“culpable” de esos resultados y sin embargo se los consideran “injustos”, como
si fueran resultados buscados por personas o grupos cuyo único designio es
causar el mal.
En relación a los resultados en el mercado tampoco
se pueden señalar “culpables”, pero el reclamo de justicia crece allí
constantemente: se transforma a la “sociedad” en un agente maligno que busca la
infelicidad de personas y grupos, se reclama una “sociedad más justa”, como si fuera posible lograr
algo así. Nadie puede identificar la “causa” del mal, pero todos exigen
reparación a la “sociedad”.
En el sistema de mercado...
No hay ninguna voluntad que pueda determinar los
ingresos relativos de las distintas personas, o evitar el hecho de que dependan
en parte de la casualidad.
- Pero donde
sí cabe hablar de justicia social es en una economía administrada, sujeta a
“mandatos” de la autoridad. En un orden diseñado, con fines conocidos, a cargo
de una administración sus miembros pueden exigir un cambio en las reglas o una
mejora en las condiciones de trabajo por el hecho de que hay un responsable
final de los resultados. Solo en una economía dirigida cabría la existencia de
una demanda de justicia social. No se conocen, sin embargo experiencias
exitosas en ese sentido: en esos sistemas la represión de “conductas desviadas”
está garantizada por un formidable aparato policial de detección y ahogo de
cualquier atisbo de reclamo.
En un proceso
de mercado, impersonal, los resultados no son justos ni injustos. Lo único que
cabe juzgar en esos términos son las conductas de las personas implicadas en
esos procesos no intencionales, produzcan resultados justos o injustos.
El hecho es
simplemente que se consiente tener, y se está de acuerdo, normas uniformes para
un procedimiento que ha mejorado ampliamente las posibilidades de todos de
mejorar sus propios deseos, pero al precio de que todos los individuos y grupos
corran el riesgo de un fracaso inmediato. Con la aceptación de este
procedimiento, la recompensa de los distintos individuos y grupos carece de
todo control deliberado . Sin embargo ese es el único procedimiento hasta ahora
descubierto en el que la información ampliamente dispersa entre millones de
hombres puede ser efectivamente utilizada en beneficio de todos y para
garantizar a todos la libertad individual, por sí misma aplicable por razones
éticas. Es un procedimiento que, obviamente, nunca fue deliberadamente
“proyectado”, pero que se aprendió a perfeccionar gradualmente tras haber descubierto
cómo aumentaba la eficacia de los individuos en aquellos grupos que lo habían
desarrollado (DLL)
- Este
“juego” tiene reglas- y los que las cumplen tienen una “conducta justa”, pero
también hay jugadores tramposos- y hay ganadores y perdedores. Como en todo
juego, sería absurdo que los resultados se distribuyan con criterios de
justicia.
Los
resultados no dependen, por lo tanto, de los méritos que se hayan hecho, o de
las necesidades y deseos de los jugadores. Lo que cuesta comprender desde el
“sentido común” es que no es cierto que los meritorios siempre ganan, que los
esforzados serán recompensados, que hay un “justicia” que tarde o temprano
premia la bondad. La remuneración se basa en la posibilidad de que el servicio
entregado tenga valor para los que lo compran, “valor que con frecuencia no
tendrá para sus semejantes relación alguna con sus propios méritos o
necesidades individuales”.
La
remuneración- medida por ejemplo en el precio de venta que consigue o en el
salario que puede lograr- no es un “premio” al esfuerzo sino una señal que
indica por donde hay que seguir. Esa señal no remunera a las personas por lo
que han hecho, sino por lo que deberían hacer.
El equívoco
de esperar “justicia” de un proceso impersonal se basa en la idea de
“distribución”: alguien, una autoridad es la encargada de administrar las
recompensas. Esa autoridad, en un orden de mercado simplemente no existe, es un
mito, una pretensión de encontrar protección para los que pierden en el juego
impersonal del mercado.
7.4 El precio “justo”
- Una cosa es la esperanza, la creencia
que un comportamiento meritorio y esforzado tendrá a la larga una recompensa y
otra la realidad del proceso de mercado.
Se ha
argumentado de manera convincente que la gente tolera fuertes desigualdades en
las posiciones materiales sólo si está convencida de que los distintos
individuos obtienen en
conjunto lo que merecen, y que de hecho apoya el orden de mercado porque (y en
la medida en que) considera que las diferencias de remuneración corresponde
aproximadamente al mérito. (DLL)
Las cosas no
fueron así. Fueron centenares de años los que pasaron antes que la libertad de
mercado – ahogada por el deseo del rey de limitarla, acotarla, desdibujarla,
anularla- pudiera al fin caminar sobre sus propios pies. Durante cientos de
años se intentó determinar qué es un precio
justo, pero finalmente esa pretensión fue abandonada.
Fueron los
escolásticos españoles los que le dieron la estocada final al concepto de
justicia de precios. Esta es una historia casi desconocida, poco mencionada en
las facultades de economía. Juan de Mariana, Luis Molina, Juan de Salas y otros
escolásticos definieron la imposibilidad de encontrar un “precio justo”.
Estos
escolásticos enseñaron más bien que los precios fijados por una conducta justa
de las partes del mercado, por ejemplo los precios competitivos alcanzados sin
fraude, monopolio o violencia, eran lo que la justicia exigía. De esta
tradición sacaron John Locke y sus contemporáneos el concepto liberal clásico
de justicia, según el cual, como justamente se ha dicho , era sólo “el modo de
funcionar de la competencia, no el resultado”, lo que era justo o injusto.(DLL)
Este
trasfondo jesuita en el nacimiento del capitalismo cuestiona la habitual
correspondencia que desde Weber relaciona protestantismo con capitalismo.
- La
justificación “moral” (el mercado recompensa a los que se esfuerzan) ha tenido
mucho éxito, especialmente entre los empresarios exitosos, una justificación
especialmente desarrollada por el calvinismo. Es cierto que es una gran
motivación creer en esta “justicia del mercado”, pero- insiste Hayek- el hecho
de que esta teoría sea útil psicológicamente para los emprendedores, no indica
que sea cierta. Lo cierto es que un orden impersonal, asentado en habilidades
pero también en el azar no siempre recompensa a los que se esfuerzan.
Esta tesis
nada bueno promete al futuro del orden de mercado, ya que parece que ésta se ha
convertido en la única defensa que el público percibe. El hecho de que se haya
convertido en gran medida en la base de la autoestima del hombre de negocios da
con frecuencia a este un aire de rectitud que ciertamente no le hace popular .
Es, pues, un
verdadero dilema decidir hasta qué punto se debe alentar en los jóvenes la idea
de que cuando se esfuerzan realmente triunfan, o si no convendría más bien
insistir en el hecho de que inevitablemente algunos que escasamente lo merecen
tendrán éxito, mientras que otros que lo merecerían con más razón no lo
tendrán. (DLL)
Esta teoría
puede parecer una provocación a aquellos que aun esforzándose, siendo honestos
y hábiles, fracasan.
La inútil
búsqueda medieval de un precio justo se abandonó cuando – merced a la
influencia de los escolásticos- se llegó a la conclusión que el único precio
“natural” es el que surge en un mercado competitivo, sin ser producto de una
decisión de una autoridad, sino un producto de muchas circunstancias que solo
Dios podría prever.
Pero esa
búsqueda, ya casi olvidada, ha renacido en tiempos modernos. A finales del
siglo XIX surgió una demanda en el sentido de que los sectores más
privilegiados de la sociedad debían mostrar interés por la suerte de los
desposeídos, como deber moral. Pero paulatinamente comenzó a pensarse que
en realidad la sociedad-
como si fuera una voluntad única, una persona- debía hacerse cargo de las
“víctimas de su proceder”. Los pobres eran resultado de la maldad, la
injusticia de una sociedad que debía enmendar su error, y la “sociedad” debía
responsabilizarse por eso.
Se pasó
entonces a considerar que la justicia social era un deber y que el gobierno era
el agente encargado de equilibrar el sistema social, obligando a los
afortunados a financiar de algún modo a los menos afortunados. Ya no se trataba
de una decision individual basada en razones morales, sino de una politica
“social”, basada en razones de estricta justicia.
La política
social supone que un agente- el Gobierno- decide qué, cuanto y a quienes
favorecer y a quienes y por cuanto, perjudicar. Ese agente, supuestamente,
“sabe” quien y cuanto merece recibir para cumplir con el imperativo de la
justicia social.
- La palabra
“social” se impone como un adjetivo que se agrega a todo: economía social,
compromiso social, política social, sensibilidad social, arte social, etc. A modo de una
contraseña, cualquier invocación a lo “social” transforma a una persona en algo
así como un ser comprometido, solidario, una buena persona. No es casual que
periodistas, escritores y políticos emprendieran una carrera para mostrarse
como “seres sociales”, ya que el rédito de enarbolar esa bandera compensaba
cualquier esfuerzo. La demagogia hizo su entrada triunfal, luego de casi un
siglo liberal.
7.5 Justicia social e Igualdad
- La función que espontáneamente, en un
orden de mercado, tienen las rentas obtenidas es señalar qué conviene hacer y
que conviene dejar de hacer. Son una guía de acción, que orienta a los actores
a invertir o esforzarse en determinada dirección. Nada tiene que ver la renta
con la recompensa por el esfuerzo realizado.
Pero la imposición de un criterio moral,
de justicia “social” trastoca esa función. Ahora, pareciera que tener “demasiadas”
rentas, obtener éxito satisfaciendo adecuadamente ciertas necesidades de los
compradores debe justificarse de algún modo, para no ser “inmoral”. Los
resultados impersonales, debido a la combinación específica de habilidades,
esfuerzo y suerte pasan ahora por el tamiz de los criterios de justicia social.
La demanda
dominante de igualdad material probablemente se basa a menudo en la creencia de
que las desigualdades existentes dependen de la decisión de alguien; una
creencia que sería totalmente errónea en un orden de mercado puro y que tiene
una igualmente una validez mínima incluso en una economía “mixta” altamente
intervencionista como la que actualmente existe en la mayoría de los países
- La exigencia de justicia social
habilita al Gobierno a tomar decisiones concretas- no meramente normas
abstractas y generales- decisiones que entran en colisión con las normas
generales de conducta: para asegurar la igualdad el Gobierno tiene que tratar
de forma desigual a gente muy distinta, en su afán de compensar las diferencias
de inteligencia, actitud, origen familiar, etc.
Cuando la gente observa que no es el
valor de lo que aporta, sino la “recompensa” que recibe por parte de los
sociedad lo que afecta su condición económica, deja de funcionar el mecanismo
de señales que las rentas tiene en un orden de mercado, por lo cual son
sustituidas por mandatos de la autoridad.
Como se va
revelando claramente en campos cada vez más amplios de la política asistencial,
una autoridad encargada de alcanzar resultados particulares debe tener poderes
esencialmente arbitrarios, a fin de que los individuos obtengan lo que parece
necesario para alcanzar el resultado exigido. La igualdad total para los más
sólo puede significar la igual sumisión de las grandes masas al mando de una
elite que controla sus asuntos. Mientras que una igualdad de derechos bajo un
gobierno limitado es ciertamente posible, y es también una condición d ela
libertad individual, la pretensión de una igualdad material sólo puede
satisfacerla un gobierno con poderes totalitarios
Una vez
comenzado este camino de igualación material, se traspasan todos los límites.
Un gobierno guiado por la “justicia social”, por ejemplo, debe garantizar la
“igualdad de oportunidades”. Pero estas van mucho más allá de unos servicios
educativos públicos. Pronto se verá que el gobierno debe garantizar la
igualación controlando el ambiente físico y social, buscando que los
“privilegiados”- los que tienen una familia que transmite valores culturales y
bienes materiales, acceso a una educación de excelencia, etc. – compensen sus
ventajas de partida, a fin de “igualarlos” con otros.
El proceso
debería seguir hasta que el gobierno llegue a controlar literalmente toda
situación que pueda influir sobre el bienestar de cualquier persona (…) se
convierte así en un ideal totalmente ilusorio, y todo intento de realizarlo
concretamente podría convertirse en una pesadilla
- En este
contexto la idea de que los hombres deben ser recompensado por los méritos
implica que la “autoridad” distribuye las recompensas y asigna las funciones
que deben cumplir los individuos. En vez de someterse a las normas generales de
recta conducta, las personas obedecen ordenes de la autoridad. La sociedad se
convierte en una organización. La gente ya no actúa en función de sus propios
planes, aprovechando su conocimiento particular, sino obedeciendo órdenes para
fines que la autoridad elige. Los resultados se observan a simple vista: las
sociedades transformadas en organizaciones limitan severamente la posibilidad
de innovación- que es efecto de la libertad- y la condición material y
espiritual de los súbditos retrocede implacablemente.
QUINTA PARTE- LA
AGENDA LIBERAL: DIAGNÓSTICOS Y PROPUESTAS
Estoy
convencido de que la tarea fundamental del economista teórico
o del
filósofo político debe influir en la opinión pública para
convertir en
políticamente posible lo que hoy puede ser políticamente
imposible, y
que, consecuentemente, la objeción de que mis
propuestas
son actualmente inviables no me impide en lo más
mínimo
desarrollarlas
8. El rol del Estado
- Hayek era muy consciente de
la dificultad del economista para influir en las decisiones políticas:
Aunque el
economista se crea poseedor de la verdad absoluta- tendencia que se desvanece
con la edad- , no puede estar seguro de que tal verdad se pondrá en práctica .
Y ni siquiera puede estar seguro de que sus propias actividades no producirán
resultados opuestos a los que buscaba, debido a los malos manejos de otra
personas (Ser economista, 1944)
La política
está en manos de legos. Y, para peor, un gobierno “ de expertos” suele caer en
un despotismo ilustrado que es aun peor que un gobierno de mediocres.
Para que una
nueva idea económica se imponga hace falta mucho tiempo, una generación al
menos.
La
labor del economista
consiste en descubrir las incompatibilidades de los pensamientos antes que
choquen las cosas, y el resultado es que siempre le corresponderá la ingrata
tarea de señalar los costes
Por lo tanto
desaconseja Hayek que el economista intente hacer carrera en la política: no es
ese su rol, sino el de señalar los costos, proponer opciones en la esperanza
que algún día sus señalamientos sean tenidos en cuenta por los políticos.
No se queda,
por lo tanto, en la formulación teórica, en el diagnóstico, sino que avanza en
propuestas, aunque supiera que poco eco tendrían en el corto plazo. Veremos
aquí algunas de las propuestas, las soluciones liberales que propone Hayek
8.1 Delimitación de la esfera estatal
- Lejos de propugnar la idea de un “Estado
mínimo” reducido solo a sus funciones de Seguridad y Justicia, Hayek afirma que
una sociedad de alta complejidad requiere otras funciones para el Estado que el
mercado no puede ofrecer. Para ello se necesita un aparato administrativo, el
cual , a su vez requiere recaudar impuestos para financiar su actividad.
A diferencia
de otras corrientes liberales como el anarcocapitalismo que pretende la
supresión incluso de las funciones clásicas del Estado, Hayek defiende la idea
de que hay servicios imprescindibles que el mercado no provee y que una
organización específica, el Estado, tiene que gestionar.
La libertad
en el ámbito mercantil ha significado libertad amparada por la ley, pero no que
los poderes públicos se abstengan de actuar. (…) Los escritores en cuestión
(Adam Smith, John Stuart Mill) no pretendieron que los poderes públicos
hubieran de desentenderse totalmente de los asuntos económicos; afirmaron que
existen actuaciones estatales que por principio han de prohibirse, no pudiendo
ser justificadas por razones de conveniencia(CL)
La función
del Estado como árbitro general, que cuida que no se vulneren derechos no
implica que éste pueda desarrollar acciones incompatibles con el funcionamiento
del mercado.
Hay , entonces,
medidas del Estado compatibles con el libre mercado y medidas que limitan,
condicionan o afectan gravemente al mercado.
- Para
delimitar la acción estatal es necesario diferenciar entre las funciones de
tipo coactivo y las actividades de servicio a cargo del Estado. El éstas el Estado
debe resignar el uso de la fuerza, es decir las funciones que requieren
coacción de su parte y operar como un actor más del sistema, sin particulares
privilegios. Si se arroga el monopolio de estos servicios mediante el uso de la
fuerza, avanza en forma indebida sobre la libertad. Estas funciones se limitan
a asegurar la coordinación e información pública en temas monetarios, pesas y
medidas, catastro, estadísticas públicas, registros de propiedad, etc.
Todas esas actividades
de los poderes públicos forman parte de su esfuerzo para facilitar un marco
favorable a las decisiones individuales, puesto que proporcionan medios que los
particulares pueden utilizar para sus propios propósitos.
Otras
actividades (sanidad, obra pública, etc.) - cuya realización el sector privado
no asume por no generar beneficios que justifiquen la inversión de recursos-
pueden ser asumidas por el Estado, pero
Ello no
implica que deba asumir la responsabilidad exclusiva. En la mayoría de los
casos es completamente innecesario que los gobernantes se arroguen la efectiva
administración de tales actividades. Dichos servicios, por lo general, quedarán
mejor atendidos si los poderes públicos se limitan a sostener total o
parcialmente su coste encomendando su gestión a entidades privadas que hasta
cierto punto compitan entre sí.(CL)
La gestión
pública, es casi obvio, deja mucho de desear en términos de eficiencia:
burocracia, lentitud, focos de corrupción, mala atención son todos defectos muy
evidentes de la gestión pública. Si a esto se suma que el Estado pretenda
utilizar sus poderes coactivos y fiscales para ayudar a las empresas públicas,
la estatización se convierte en un monopolio. Lo que Hayek cuestiona no es que
haya servicios a cargo del Estado, sino que estos se transformen en monopolios públicos. La única
posibilidad es reducir al mínimo el área de gestión pública de modo que no
afecte la libertad de mercado.
Las
regulaciones implican un carácter coactivo. Son necesarias pero tienen implícito
el peligro de impedir la experimentación, encarecer el costo de producción y de
inhibir incluso el desarrollo de ciertas actividades. Deben basarse en reglas
generales ,no en decisiones particulares y arbitrarias. La normas tienen que
ser públicas, conocidas y nada debe estar sujeto a un poder discrecional del
funcionario.
- Otra serie
de medidas de gobierno deben estar excluidas por razones de principio. Las
medidas de control, de habilitación y licencia, los controles de cantidad o
precio producido, y muchas más caen en esta categoría. Se afecta con ellas la
disponibilidad de recursos, el tráfico, la comunicación, la información que
debe fluir libremente para que los actores del mercado puedan tomar las mejores
decisiones.
Existen
numerosas razones para afirmar que la intervención estatal de los precios es
inconciliable con el funcionamiento del sistema de libertad, tanto si aquellos
son realmente fijados por el poder público como si resultan de reglas
preestablecidas. (…) Una consideración más importante es que, con precios
distintos de los que se formarían en un mercado libre, la demanda y la oferta
no son iguales, y si el control de precios ha de ser efectivo, tiene que
hallarse algún método para decidir a quién se le permite comprar o vender. El
método en cuestión necesariamente
habrá de servirse de la discrecionalidad y consistirá en decisiones ad hoc que
discriminarán entre personas, apoyándose en fundamentos esencialmente
arbitrarios. (…) Dichas
facultades implican permitir al gobernante que decida por sí y ante sí qué deba
producirse, por quién y para quién(CL)
La libertad
de contratación es otra de las expresiones del libre mercado que no debe ser
afectadas por la intervención estatal. Su sustento no es la aprobación
explicita de la autoridad sino su basamento en normas generales , conocidas,
iguales.
En general,
el objetivo de la “justicia distributiva” entra en colisión con el imperio de
la ley, por lo cual se tiende paulatinamente a limitar la ley, a acotarla en
beneficio de la decisión arbitraria de los gobernantes, que no solo señalan
quienes deben ser “beneficiados”, sino de que modo, dictando fines y medios que
dependen meramente del deseo de los funcionarios. Cuando la “justicia
distributiva” se transforma en un fetiche incuestionable , el imperio de la ley
peligra.
El Estado Benefactor
- El Estado
benefactor es un concepto difuso que, aparentemente, se refiere a cualquier
objetivo que un estado se proponga que vaya más allá de sus funciones clásicas
de garante de de la ley y el orden. La atención de los indigentes, los
vulnerables, las cuestiones de la salud pública y la educación han formado
parte del programa del estado liberal clásico. Nunca hubo un Estado mínimo, ni
ningún economista liberal propuso esa limitación al Estado.
Es evidente
que “existen necesidades comunes que solo pueden satisfacerse mediante la
acción colectiva y que , por lo tanto, han de ser atendidas en dicha forma, sin
que ello implique restringir la libertad individual”
O sea, Hayek
reconoce un ámbito propio de la acción estatal desautorizando así las posturas
de “fundamentalismo liberal” que se oponen a cualquier intervención que vaya
más allá de la defensa de la ley y el orden.
Pero
reconocer ese espacio no significa, obviamente, proponer la extensión del
estado providencia. Por el contrario, pronto se descubre que las “inocentes”
intervenciones del Estado para lidiar con la extrema pobreza constituyen “una amenaza para la libertad
porque realmente son un ejercicio de los poderes coactivos del mismo, y, aunque
se presenten como meras actividades de servicio, se apoyan en la exigencia de
derechos exclusivos en determinados sectores”
La discusión
con el socialismo-que según Hayek fue ganada por el liberalismo, dada la crisis
del modelo soviético y su implosión- se transforma ahora en la discusión sobre
el Estado Benefactor, que aparece a los ojos de mucha gente bienintencionada
como una realización no traumática de los fines del socialismo, una “tercera
vía” pacífica y paulatina.
- La
dificultad para los defensores de la libertad reside justamente en el carácter
difuso del programa del Estado benefactor, su respeto por la democracia, su
carácter pacífico, no revolucionario. Pero tras esta apariencia, Hayek descubre
en potencia serias amenazas a la sociedad abierta. La discusión se debe
realizar con argumentos mucho más sofisticados que la que hubo que hacer con el
socialismo colectivista.
Es muy
importante distinguir entre la función de Estado en cuanto de garante de la ley y la función de prestación de servicios, y que
no se le confiera en este caso la potestad como cuando administra justicia o la
defensa. O sea, el poder arbitral del Estado como organización de mantenimiento
del orden espontáneo no puede ser transferido mecánicamente a su función de
proveedor de determinados servicios que el mercado no puede o no sabe prestar.
La existencia
de un Sector Público que provee servicios crea problemas de regulación. Las
"leyes" dictadas con ese fin tienen un carácter muy distinto a las
leyes consideradas como "derecho". Son normas de organización.
Si bien el
poder coactivo para recaudar impuestos le permite prestar los servicios eso no
significa que para la prestación de los servicios debe tener poderes coactivos.
La coacción para recaudar impuestos no puede transferirse a la prestación de
servicios a la sociedad.
Lo paradójico
es que en general el Gobierno no muestra hacia la ley un respeto claro, pero
por otro se tiende a exaltar el papel del Estado como proveedor de servicios y
obtener así privilegios. Se busca una imagen de “dignidad” para una función
subordinada como lo es la prestación de ciertos servicios.
En muchos
casos no es posible restringir
los servicios y tales
servicios solo pueden prestarse a todos. Son los
bienes públicos o colectivos cuya
provisión no se basa en la venta. Son los Bienes públicos como protección
contra la violencia, epidemias o desastres, vías de comunicación, pesos y
medidas, catastros, estadísticas, controles
de calidad, etc.
Pero el hecho
de que estos servicios deban financiarse con impuestos- porque deben llegar a
todos, puedan o no pagarlos- no
indica que deban ser administrados
por el gobierno. Si bien el
gobierno tiene el derecho de coacción para obtener los fondos eso no significa
que solo él es el encargado de administrarlos.
Es
imprescindible pensar que muchos servicios pueden ser mejor provistos por
empresas privadas o por organizaciones sin fines de lucro. La privatización de
servicios a cargo del Estado es, evidentemente, un método de búsqueda de mayor
eficiencia.
Se recurre a
un método inferior de gestión – el de la Administración Pública- porque no hay
condiciones para que la gestión sea privada. Pero no debería hacerse de la
necesidad, virtud. No hay que obstaculizar el funcionamiento del mercado que ,
por lo general, aporta mayor eficiencia a la gestión.
No
debería haber servicios que por ley sean competencia exclusiva del gobierno. Se
pueden así hallar nuevos métodos para hacer vendible un servicio que antes no
podía limitarse a quienes afrontaran sus costos y aplicar así la política de
mercado donde antes no se podía.
En su función
de proveedor, el gobierno no debe gozar de privilegios y debe estar sujeto a
las mismas normas generales de conducta y a la competencia como cualquier
organización.
El sector
publico no debe ser monopolio del gobierno: son servicios que el gobierno debe
satisfacer mientras no hay otros sistemas que lo hagan mejor.
- Antes del
Estado Benefactor- como monopolio de la provisión de servicios sociales- ,
muchos de estos servicios eran proporcionados por individuos o grupos dotados
de espíritu público (Iglesias, organizaciones comunitarias, fundaciones
privadas, etc.)
Habría muchas
soluciones basadas en el Sector Independiente, si la costumbre de esperarlo
todo del gobierno hace que este se apropie de una actividad y obstaculice la
llegada de actores privados. Claro que una tradición que identifica lo privado
con el interés egoísta y lo público con el altruismo opera para que el
monopolio estatal sea aceptado de buen grado por la población.
El problema
es que una vez que se identifica un “fin” el Estado Benefactor considera que
todos los medios para alcanzarlo son lícitos, aun los que pongan en riesgo la
libertad individual.
Para el
reformador impaciente y ambicioso, colmado de indignación ante un mal
determinado, nada que no sea su completa eliminación por los medios más
directos y rápidos le parece adecuado. (…) Siempre que, en nuestra impaciencia
por resolver tales problemas, concedamos al gobierno poderes exclusivos y
monopolísticos, descubriremos que no veíamos más allá de nuestras narices. Si
el camino más corto para una solución se convierte en el único permisible,
despreciando toda experimentación alternativa, y si lo que ahora aparece ser el
mejor método de satisfacer una necesidad adquiere categoría de único punto de
partida para futuros procesos quizás alcancemos nuestro objetivo más pronto;
pero, a la par, probablemente impediremos que surjan soluciones más
convenientes
Este proceso,
una vez iniciado crece con fuerza y tiende a abarcarlo todo. En vez de confiar
en que cada persona se preocupará por competir y mejorar para alcanzar sus
fines, el Estado paternalista nos exime de la responsabilidad y decide por
nosotros qué cantidad de bienes- sanidad, empleo, vivienda- deben tener las
personas o determinados grupos. Se crea así una enfermiza relación entre
ciudadano-hijo y Estado-padre que nos desresponsabiliza y educa en la espera
del bien que caerá “de arriba”,
Si los
poderes públicos que ejercen de modo exclusivo determinadas funciones y
profesiones, tales como la medicina, la instrucción pública y los seguros,
quedan organizado como jerarquía unitaria burocrática, las decisiones de la
gente no responderán a fenómenos competitivos, sino que serán impuestas sin
apelación por los jerarcas
La lógica del
aparato administrativo es la continua expansión, la idea de control total: no
puede dejar librado nada al “azar” del orden espontáneo. Está en su naturaleza
transformar la sociedad en una organización burocrática, dirigida por “expertos”,
al margen de los fenómenos de competencia, innovación y progreso individual.
Una administración a la cual una asamblea legislativa le da cobertura legal, se
desentiende de cuestiones “menores”, tales como la libertad y los derechos
individuales.
8.2 Áreas de responsabilidad pública
- Asistencia y seguridad social
- Cabe distinguir entre áreas donde la
gestión publica resulta imprescindible de áreas en las que puede existir una
tendencia estatal a apropiarse de funciones que bien pueden desarrollar
empresas privadas u organizaciones de bien público sin fines de lucro.
En una
sociedad industrializada resulta obvia la necesidad de una organización
asistencial, en interés incluso de aquellas personas que han de ser protegidas
contra los actos de desesperación de quienes carecen de lo indispensable(…)
El limitarse
a un solo y amplio organismo porque la cobertura inmediata que brinda es muy
grande, puede muy bien impedir la evolución de otras organizaciones cuyas
eventuales contribuciones a la beneficencia tal vez hubieran sido mayores(CL)
El límite
entre una asistencia social que morigere situaciones de desamparo y que es
gustosamente financiada con el aporte de la sociedad y un aparato central a
cargo del Estado que administre coactivamente la “solidaridad” sin preguntar a
nadie y exigiendo aportes obligatorios es una línea muy difícil de trazar. La
tendencia, indudable, ha sido en el sentido de centralizar y estatalizar la
asistencia social, especialmente bajo el argumento de que así se “redistribuye
la renta”.
Es
fundamental que conozcamos claramente la línea que distingue una situación en
la que la comunidad acepta el deber de prevenir la necesidad y de proveer un
nivel mínimo de beneficencia de aquella otra en que asume el poder de determinar
la “justa” posición social de cada cual y conceder a cada uno lo que cree que
merece. La libertad resulta seriamente dañada cuando se confieren al gobernante
poderes exclusivos para prestar ciertos servicios; poderes que, si han de
alcanzar los deseados objetivos, forzosamente suponen coactivas imposiciones
sobre los individuos arbitrariamente acordadas por la autoridad
Aunque la
redistribución de la renta no fue nunca el propósito inicial confesado del
aparato de seguridad social, en la actualidad constituye el objetivo real
admitido en todas partes. Ningún sistema de seguro obligatorio y monopolístico
ha dejado de transformarse en algo completamente distinto; siempre se ha
convertido en un mecanismo destinado a la obligatoria redistribución de la renta(…)
- Hayek
diferencia entre “seguridad limitada”, o sea la que se intenta brindar a todos,
(incluyendo “la seguridad de un mínimo sustento para todos”), sin
privilegios, y la “seguridad ilimitada” que pretende garantizar un determinado
nivel de vida, “fijado por
comparación de los niveles que disfruta una persona con los que disfrutan otras”,
o sea la seguridad de garantizar un mínimo de renta y la de garantizar un una
renta específica que se estoma, merece determinada persona.
Es clave esta
diferencia, ya que la “seguridad ilimitada” es la base que sustenta el proyecto
benefactor de usar el poder coactivo del Estado para asegurar una más igual o
“más justa” distribución de la riqueza.
Siempre que
los poderes coactivos se utilicen para asegurar que determinados individuos
obtengan determinados bienes, se requiere cierta clase de discriminación entre
los diferentes individuos y su desigual tratamiento, lo que resulta
inconciliable con la sociedad libre. De esta manera, toda clase de
Estado-providencia que aspira a la “justicia social” se convierte primariamente
en un “redistribuidor de rentas”. Tal Estado no tiene más remedio que
retroceder hacia el socialismo, adoptando sus métodos coactivos, esencialmente
arbitrarios(CL)
En relación a
la ayuda social el mecanismo espontáneo de ayuda familiar y comunitaria ha ido
debilitándose. Muchas personas están solas, incapacitadas por edad o
enfermedad, a merced de las circunstancias. En ese caso, y solo en ese caso,
Hayek propone la instauración de una ayuda social. Unos subsidios de
subsistencia para asegurar a todos una renta mínima cuando no se puede proveer
por si solo es una protección legítima y necesaria.
Pero, por
desgracia, el esfuerzo por asegurar un mínimo se ha vinculado con un fin
totalmente distinto : se lo hace ahora para asegurar una "justa"
distribución de las rentas, lo cual garantiza a unos cierto nivel, pero a costa
de empeorar las perspectivas de otros. En vez de garantizar la ayuda
simplemente porque es de sentido común que – en ausencia de una ayuda
privada- la sociedad
financie a los más desprotegidos, se transforma esta tarea en un “deber moral”,
en garantizar la “redistribución de la renta”, afectando de ese modo la libre
acción del mercado y dando el mensaje de que “unos tienen poco porque a otros
le sobra”.
El tema es
cómo la seguridad social no destruya el orden de mercado o afecte los principio
de la libertad individual.
- Previsiones para la vejez
La previsión
para la vejez es el subsistema de seguridad social que más fondos maneja. Esto
implica unos problemas de financiamiento que exceden los de otras áreas de la
asistencia social.
La creciente
inflación ha hecho que las personas que ahorraban para su vejez hayan sido
despojadas- robadas- de sus ahorros. Llegan así a su retiro sin ningún
respaldo, en una situación de pobreza que de no haber existido la inflación, no
se hubiera producido. Los principales responsables de esta situación son los
gobiernos que han generado la inflación por ignorancia o, peor aun, concientes
del poder destructivo de la inflación, pero cínicamente convencidos de que es
un “mal menor”, que un “poco de inflación no hace mal”.
Ante el hecho
consumado de que la moneda se desvaloriza, los gobiernos han formulado planes
de jubilación que consisten básicamente en la exacción fiscal a la población
actualmente activa, para pagar los gastos de los que entran en la situación
pasiva. En vez de garantizar con una política monetaria sana que los ahorros de
treinta o cuarenta años de vida laboral puedan ser cosechados en el retiro, la
solución usual es, simplemente, quitarles a los que trabajan una parte
importante de su ingreso para financiar las jubilaciones. Se pasa así,
imperceptiblemente, de una solución individual- en la que cada individuo decide
ahorrar para asegurar su vejez- a
un mecanismo de coacción social, en el que un Estado omnipotente le saca por la
fuerza a unos para darle a otros.
Pongamos esto
en números. Es una situación ideal, supuesta, sin inflación y con las
siguientes características:
- una tasa de
interés del 5% anual
- 45 años de
ahorro
- Ingresos de
10,000 dólares por año
- ahorro de
un 10%
En este caso
el trabajador, después de 45 años tendría un capital acumulado de casi 100,000
dólares. A su vez este capital sigue produciendo un 5% anual de interés. O sea,
suficiente para vivir 10 o 15 años con un ingreso similar al que recibía en su
vida activa. Obviamente, alguien con mayor disciplina de ahorro podía obtener
una renta mayor.
¿Es esta la
situación actual? Obviamente no. Actualmente el mismo trabajador no ha podido
ahorrar nada y recibe del Estado- de la Caja de Jubilaciones- una jubilación
mensual que posiblemente sea la tercera parte o menos de lo que cobraba como
activo. O sea, el desastre que provoca la inflación es enorme y el paliativo- un
Estado voraz que extrae impuestos de los activos y reparte migajas- es de un
enorme peso negativo en la economía. Si el salario medio de la economía es de
10000 dólares por año, para pagar una jubilación de 3000/año se necesitan al
menos dos activos, al cual le extraen 1,500 dólares por año, un 15% de su
ingreso, que el trabajador pierde sin provecho personal. Solo le queda esperar
que cuando él llegue a su edad de retiro reciba lo mismo que ahora cede a los
actuales jubilados, promesa muchas veces incumplida. El resultado: jubilados
magramente remunerados y trabajadores con un 15% menos de ingreso disponible.
Con el agravante de que con una población en permanente envejecimiento, cada
vez habrá menos activos para financiar a cada vez más jubilados.
El sistema
público abandona toda definición actuarial del problema de los retiros: no es
el esfuerzo individual de ahorro el que nos garantiza un retiro digno cuando
llegue la hora, sino que el Estado asume el compromiso no solo de brindar un
“mínimo” , sino de cubrir “adecuadamente” todas las necesidades de los
beneficiarios. Esta promesa- de claro contenido político- transforma el sistema
en un mar de creciente profundidad: siempre habrá una “necesidad” aun no
cubierta, por lo cual lo más fácil es cargar la cuenta impositiva de los que
trabajan. Los que trabajan y sufragan el gasto tienden a pensar que en un
futuro podrán ampliar aun más las prestaciones y así su situación jubilatoria
será aun mejor que las de los actuales retirados. Adelantar la edad de jubilación
e incrementar los ingresos son los objetivos que cada generación se plantea: se
insinúa así un nuevo conflicto, entre los mayores de cuarenta años deseosos de
obtener la máxima renta jubilatoria y los menores de cuarenta, cansados de
perder ingresos en aras de financiar a los jubilados.
- Seguro de enfermedad
La necesidad
de cubrir las demandas de salud son tan justificables como las referidas a la
jubilación, con la diferencia de que cada de demanda de salud es específica
para cada individuo, cada “enfermedad” puede requerir diversos costos de
tratamiento de acuerdo a su especificidad.
La dialéctica
a favor del servicio médico gratuito contiene normalmente dos graves y
fundamentales errores. En primer término, se basa en el supuesto de que la necesidad
de la asistencia médica puede contratarse de modo objetivo y que puede ser atendida en cada caso
prescindiendo de toda consideración económica; y en segundo lugar, que dicha
cobertura es, en el aspecto financiero, posible, habida cuenta de que un completo
servicio médico se traduce normalmente en una restauración de la eficacia
laboral o capacidad productiva de los trabajadores beneficiarios, por lo que es
indudable que se autofinancia
Pero el
problema es que no hay modo objetivo de determinar cuanta (y a que
costo) ayuda médica debe aplicarse a cada paciente: no hay un baremo único para
determinar exactamente cuanto cuidado y esfuerzo debe requerirse en cada caso
particular. Desde el punto de vista del afectado, todo esfuerzo es poco, todo
gasto es obligatorio. Y la medicina, obviamente, no pone límite alguno para
hacer lo necesario para restablecer la salud.
La cuestión
esencial se centra en el hecho de
si el sujeto afectado es quien debe resolver y si se halla o no capacitado
para, mediante un sacrificio adicional, recibir mayor atención o si tal
decisión debe ser adoptada en su nombre por un tercero.
Y a nadie le gusta decidir sobre valores
inmateriales, nadir quiere decidir sobre la salud y otras necesidades que deben
ser cubiertas. No hay posibilidad de establecer un cómputo de prestaciones
médicas que sea posible precisar de manera objetiva . En un campo como la
medicina en constante progreso resulta imposible “poner límites”. El efecto
obtenido es que se provee un servicio “promedio” de calidad deficiente.
Resulta que
encarecer los servicios, para que todos obtengan una atención superior a la
media, pronto ocasiona el que dicha media sea inferior a la que en otro caso se
hubiera conseguido
La medicina
socializada, además, transforma al médico, de un profesional independiente cuyo
“cliente” es el paciente, en un empleado del Estado, atento a cumplir las
directivas de su patrón , independientemente de las necesidades de su paciente,
incluyendo al aporte de información personal de éste al controlador estatal.
- Seguro de desempleo
Nuevamente,
el área de cobertura del desempleo es objeto de manipulación . Nada más penoso
que una persona sin trabajo y que quiera obtenerlo. Pero las causas y tipos de
desempleo no pueden tener todas la misma terapéutica.
Hay un
desempleo estacional, temporal, previsto en el ciclo anual de determinadas
actividades, en espacial en el agro. El hecho es que no se trata de una
contingencia imprevisible sino una situación prevista. Lo lógico, en un sistema
de libre mercado, es que durante los meses laborales el trabajador obtenga un
plus que le servirá para cubrir la inactividad estacional.
Otras
actividades que, debido a una acción sindical exitosa, otorgan salarios muy por
encima de la media pueden generar situaciones de desempleo: los empresarios
simplemente no pueden hacerse cargo de la masa salarial y tienen que despedir
personal. Este “logro” sindical se “compensa” haciendo que el Estado garantice
por largos períodos una prestación económica a los que la suba de salarios ha
despedido de la actividad.
En general,
una política económica intervencionista y reglamentada genera situaciones de
desempleo que son paliadas por la obligación del Estado de acudir en ayuda de
los perjudicados.
El tema
debería ser exactamente al revés. El seguro de desempleo no puede ser una
solución permanente y no puede competir con los salarios más bajos, ya que de
este modo el trabajador preferirá continuar oficialmente desocupado- mientra
efectúa trabajos temporarios en negro- a ser contratado por un salario bajo.
- Seguridad nacional
Otra función
que aun en un estado mínimo debe cumplir el gobierno se refiere a la defensa contra agresiones del
extranjero.
El problema
de esta función es que tiende inevitablemente a la centralización: solo un
“estado fuerte” – en recursos y en capacidad de tomar decisiones- puede hacer
frente a la amenaza externa. Esto ha significado que el federalismo se ha visto
empobrecido, que las autoridades provinciales y locales han visto disminuido su
poder. Y justamente en el plano local es donde el Estado puede tomar mejor
contacto con las variadas circunstancias de tiempo y lugar. El gobierno local
permite, en alguna medida, superar la lejanía de las oficinas centrales que
toman decisiones basadas en la ignorancia de los factores locales. En un federalismo renacido, cada
ciudad, cada estado federal podría desarrollar incentivos para atraer
inversiones y población, lo cual los obligaría a ensayar distintos mecanismos
de participación del sector privado en la provisión de servicios, sin tener que
pasar por la aprobación parlamentaria de la lejana capital.
- Servicios públicos
Hay dos áreas
que el gobierno exige en monopolio: la acuñación de moneda y ciertos servicios
públicos. Ambos no se
establecieron para dar mejor servicio al publico, sino para aumentar el poder
del gobierno.
El servicio
prestado en Correos es caro e ineficiente, sujeto a presión sindical y se ha
extendido a Comunicaciones,
Energía, etc. Los monopolios en
los transportes, las comunicaciones y la energía no solo impiden la
competencia, sino que usan tarifas políticas, según supuestos principios de
equidad
El monopolio
de la emisión monetaria se ha utilizado para el fraude a los ciudadanos.
La solución
sería abolirlo y permitir que la gente elija libremente en qué
moneda prefiere ahorrar. El pretexto de "proteger" el valor de
la moneda es absurdo: el dinero debe ser protegido ante todo de la acción del
Estado.
La
prerrogativa de acuñar se basó en la facultad de controlar el peso y la calidad
de la moneda, pero se abusó impunemente como instrumento de poder y fraude.
El objetivo
de "expandir" la emisión para lograr el pleno empleo crea inflación y
empeora a la larga el problema del desempleo
Cuando ese
monopolio no esta limitado
por mecanismos automáticos como el Patrón oro, se abusa . No podremos tener un
dinero honesto mientras otros, además del gobierno, no sean libres de ofrecer
otro mejor.
- Información y otros
servicios
Si bien es
bueno que el gobierno se encargue de difundir información (estadísticas,
censos, etc.) es muy malo que asuma una posición dominante en la distribución
de noticias o el monopolio de la TV.
Existen una
serie de servicios como certificación de calidad, salubridad, habilitación profesional,
control de sustancias peligrosas, etc. donde el papel del Estado es
indelegable: pero el problema es
cuando se intenta usar las regulaciones como mecanismo para regular la oferta.
Muchas de
estas funciones deberían pasar a las autoridades regionales o locales. La mayor
parte de las funciones de servicio serían mejor desempeñadas y controladas si
las autoridades locales compitieran para atraer ciudadanos a sus ciudades.
En suma, no
hay aun principios para resolver los conflictos entre principios liberales y
necesidades de la gestión gubernamental: es la gran polémica de los tiempos
actuales.
- Espacios comunes.
Parques,
plazas, actividades recreativas parecen estar fuera de la discusión
público-privado: es evidente que el espacio público es responsabilidad de las
autoridades, aunque Hayek enfatiza que son las autoridades locales,
municipales, más que el Estado nacional el que debería hacerse cargo de
mantener y desarrollar esas actividades, debido en especial a la cercanía con
los ciudadanos que se benefician con esas instalaciones.
9. La corporación sindical
Los
sindicatos constituyen la herramienta más poderosa para “garantizar la Justicia
Social”.
El
sindicalismo ha pasado de su ilegalidad y marginalidad, en el siglo XIX, a
constituirse en una poderosa corporación que goza de poder de coacción
imposible de encontrar en cualquier otra organización moderna.
Su inicial
lucha por la legalización contó, como es notorio, con el apoyo del liberalismo
que lo veía como un caso especial de extensión de la libertad.
Pero esa situación
originaria se transformó, en el siglo XX, en todo lo contrario. Los sindicatos
no solo son legales, sino que gozan de privilegios incompatibles con la
libertad, amparados en el aura de su esforzada lucha inicial. Aun hoy a un
liberal le resulta chocante la crítica a los sindicatos, que es percibida como
una crítica a “ los trabajadores”.
La lucha
inicial, la que despertó el entusiasmo en los amantes de la libertad, se trocó,
rápidamente en una lucha por conseguir afiliados. Esa lucha restringe la libertad
de cada trabajador de afiliarse o no, voluntariamente, a un sindicato. La
“libertad de asociación” se fue transformando en la “obligación de afiliarse”.
La principal tarea de los sindicatos no es la defensa de los trabajadores, sino
el logro de afiliaciones obligatorias. Más afiliados significa más dinero de
cuotas, más poder de negociación, más beneficios para la casta burocrática que
dirige los sindicatos.
Este “doble
relato” – el esforzado inicio para legalizar los sindicatos y el oscuro propósito
de monopolizar la afiliación- oscurece toda consideración racional del
“problema sindical”. Cualquier crítico de su enorme poder coactivo debe
defenderse de la acusación de ser “antiobrero”.
El proceso se
aceleró, en Inglaterra, con la aprobación en 1906 de Ley de Conflictos
Laborales, que eximía a los sindicatos de responsabilidad civil, aun por la
comisión faltas graves, lo cual otorgó a los sindicatos unos privilegios que no
posee persona u organización alguna.
Este proceso se extendió a EEUU y el resto de Europa en los primeros años del
siglo XX.
Aunque los
flagrantes abusos de poder por parte de los sindicatos han irritado con
frecuencia a la opinión pública en época reciente y aunque el sentimiento pro
sindical más bien declina, el público, hasta ahora, no se ha dado cuenta de que
la tesis legal vigente es básicamente errónea y que el fundamento entero de
nuestra sociedad libre se halla gravemente amenazado por los poderes que los
sindicatos se han arrogado (CL)
Los “derechos
sindicales” tienen algo de sacrosanto, algo de intocables. El problema no
son solo los “excesos” sino
lo que se considera “legítimo” por parte de los sindicatos, el enorme poder de
fuego que tienen, independientemente de que no lo usen en forma abusiva.
9.1 La coacción sindical
La verdadera
naturaleza de la coacción sindical no es la que ejercen sobre los empresarios,
sino sobre los propios trabajadores. El derecho al reclamo y eventualmente a la
huelga puede ser admitido en una sociedad libre- aunque supeditado a restricciones,
es decir no como derecho inalienable-. Pero el problema, desde el punto de
vista de la libertad, es la coacción que los sindicatos ejercen sobre los
propios trabajadores para lograr una afiliación compulsiva.
Con
sindicatos poderosos, con todos los trabajadores ya sindicalizados, la
negociación con los empresarios se convierte en una verdadera extorsión. Pero
la verdadera – y oculta- lucha es entre los obreros que ya trabajan y consiguen
un incremento salarial y
los aun no trabajan y estarían dispuestos a hacerlo aun por un salario menor al
pactado. Las paritarias imponen un precio del trabajo distinto al que el
mercado podría haber determinado en el libre juego de la oferta y demanda
laboral. Y esto tiene un evidente costo en el incremento de la desocupación. La
verdadera “lucha de clases” se establece entre los obreros sindicalizados y los
desocupados, que lo son por que el salario que hubieran pactado está por debajo
del obtenido por el sindicato, que se transforma en obligatorio.
El empresario
pacta salarios más altos porque reconoce que el sindicato tiene poder de
hacerlo cumplir, o sea de evitar que los demandantes de trabajo - que estarían
dispuestos a aceptar salarios más bajos- puedan aspirar a ello: el sindicato
tiene el poder de impedir que los trabajadores no sindicalizados sean
contratados por el empresario por un salario más bajo.
Si los
sindicatos no poseyeran fuerza bastante para coaccionar a los obreros no
afiliados, no podrían impulsar el alza de los salarios por encima del nivel al
cual quienes buscan trabajo podrían emplearse, es decir, al nivel que, en
general, se establecería por sí mismo para la mano de obra en un verdadero
mercado libre(CL)
Otro
mecanismo sindical para elevar salarios consiste en administrar- negar- la entrada
de nuevos trabajadores a determinado sector productivo, usualmente de altos
salarios. El resultado es que baja el salario promedio y aumentan las
disparidades salariales entre sectores. Se sabe que determinados gremios- con
gran poder de coacción- logran para su rama productiva unos salarios muy altos
, mientras que sectores más débiles- peones rurales, personal doméstico,
trabajo informal, etc. apenas logran salarios de subsistencia. Los supuestos
logros de mejora salarial ocultan el hecho de que muchas mejoras salariales se
obtuvieron en contextos de baja sindicalización: allí donde el crecimiento
económico obliga a lkos empresartios a competir por más y más calificada mano
de obra la tendencia al alza es irrefrenable, alza que no se debe en absoluta a
la acción sindical.
Los
sindicatos son especialistas en obtener incrementos “nominales”, rápidamente
absorbidos por la inflación.
Los efectos
de la acción sindical sobre los salarios afectan gravemente el funcionamiento
de los mercados libres. El sindicato crea islas homogéneas internamente y
heterogéneas entre sí. Achata las diferencias salariales al interior de una
rama, pero ahonda las diferencias salariales entre ramas productivas,
desigualdades difíciles de justificar. Se crean rigideces, imposibilidad de
movilidad de mano de obra en busca de mejores salarios, se desalienta la
capacitación ya que las diferencias entre categorías de trabajadores al
interior de cada rama son mínimas, lo cual contribuye a una pérdida de
productividad notable. El trabajador deja de esforzarse, de capacitarse, ya que
esa inversión no redunda en mejores salarios. Se desincentiva así el progreso
personal.
Como los
sindicatos son más poderosos donde las inversiones de capital son más fuertes,
tienden a convertirse en obstáculos a la inversión (…) El monopolio sindical en
colusión con la empresa se convierte, con frecuencia, en uno de los principales
fundamentos del control monopolístico de las industrias donde opera (CL)
El “relato”
sindical ha convencido aun a los que su acción objetivamente perjudica, que
deben “por solidaridad” apoyar la acción sindical, bajo la creencia de que esa
acción “favorece a todos los trabajadores”. Pero sabemos que los
trabajadores desocupados,
los informales, los de ramas de poca inversión no son justamente los
beneficiados por esa acción.
El mito
fundante del relato sindical afirma que el nivel de vida de los trabajadores
solo ha mejorado por la actuación de los sindicatos y que solo así continuarán
elevándose los salarios.
Pero el mito
solo no basta. Es necesario pasar a formas de acción más directas y efectivas:
- Obligatoriedad de afiliación
- Uso indiscriminado del derecho a huelga
- Piquetes para intimidación de los que
quieren trabajar
- Corte de servicios públicos, vías de
comunicación, etc., con grave afectación a la población en general
- Boicots a determinados bienes o marcas
Todo eso
amparado por una legislación permisiva que otorga privilegios tales que los
pone fuera del régimen jurídico general, como sujetos extra-jurídicos y no
responsables penalmente de sus acciones.
Los
sindicatos pueden acudir a tales métodos tan solo porque la ley les exime
de la responsabilidad
ordinaria establecida por los códigos permitiéndoles no someterse tampoco a las
leyes especiales de asociaciones.
9.2 Efectos monetarios de la suba de salarios
El carácter
inflacionista de los aumentos nominales de salarios está demostrado. Como las
autoridades tienen como objetivo el pleno empleo, todo aumento salarial logrado
por los sindicatos tiende a ser licuado por la inflación. De lo contrario,
pocos empresarios contratarían nuevos- y caros- trabajadores, con lo cual la
mejora de salarios sería un incentivo para la desocupación.
La teoría de
Keynes sobre el pleno empleo explícitamente insiste en que la única manera de
lograr ese objetivo es licuando el salario real por vía de la desvalorización
de la moneda.
Cuando los
trabajadores imponen salarios superiores a los del mercado, con lo que
imposibilitan que el “pleno empleo” sea una realidad, es preciso incrementar la
cuantía de los medios de pago al objeto de elevar el nivel de los precios hasta
conseguir que los salarios reales no superen la productividad de los obreros
que buscan trabajo. En la practica, esto significa que cada sindicato por
separado, en su deseo de acomodar los salarios al alza de los precios, provoca
forzosamente masivos incrementos de las retribuciones nominales, de tal suerte
que el efecto acumulativo de tales actividades no puede menos de engendrar
inflaciones cada vez mayores.
Pero no son los incrementos de salario
los que generan inflación directamente.
Si no se
aumentara la oferta de moneda y crédito, los incrementos de salarios
provocarían rápidamente desocupación. Ahora bien, bajo la influencia de una
doctrina que considera misión de las autoridades monetarias crear la moneda
necesaria para asegurar el pleno empleo a un determinado nivel de salarios, es
políticamente inevitable que cada aumento en las remuneraciones laboralwes ha
de provocar mayor inflación.
El
camino de realimentación mutua entre salarios e inflación corre a la larga
hacia una crisis que ahondará la desocupación. Para evitarla el gobierno emite
y para minimizar el efecto de la inflación, los sindicatos presionan por más
aumentos salariales.
El efecto
acumulativo tiende a generar en la opinión pública una fuerte resistencia a la
acción sindical, una vez que se percibe este círculo vicioso. Surge en ese
instante una fuerte presión social a favor de un ajuste y del control a las
aspiraciones sindicales.
Lo que
parecen ignorar los sindicalistas es que la eliminación del mercado como
mecanismo de fijación de salarios lleva a la larga al control estatal de las
asignaciones laborales. En vez de negociaciones sindical-empresarias, el
Estado, asume el control y fija por decreto el nivel salarial obligatorio. En
este contexto, los salarios son fijados por la autoridad sin ninguna
participación de los sindicatos, convertidos en meras correas de transmisión de
las decisiones del poder político, a fin de hacerlas más “vendibles” a los
trabajadores. Lo colusión entre gobierno y sindicatos oficiales es una
experiencia habitual en los regímenes fascistas y socialistas.
Si se
renuncia a que el mercado, de modo impersonal, determine la cuantía de los
salarios, el único método para retener y conservar un sistema económico viable
es acudir a su fijación autoritaria por los poderes públicos. Tal determinación
forzosamente ha de ser arbitraria, pues no existen criterios objetivos de
justicia a aplicar.(…) Bajo semejante sistema, los sindicatos se verían en
trance de optar entre su propio aniquilamiento y destrucción o su conversión en
dóciles instrumentos de la autoridad, incorporados a la mecánica estatal.
La paradoja
es que es el mercado el único sistema que permite la supervivencia de los
sindicatos, pero ellos trabajan contra el mercado, auspiciando su reemplazo por
una autoridad inapelable que los transformara en meros peones de un juego que
no deciden ellos.
Esa es la
disyuntiva que tienen que resolver los sindicatos: limitar su pretensión de
obtener sus objetivos mediante la coacción y aceptar que el imperio de la ley
los obliga a abandonar estas prácticas o asistir impotentes a que su función
desaparezca, ejercida de forma autoritaria por un Estado decidido a controlar
todas las variables de la economía: precios, salarios, emisión, crédito,
control de cambios, etc.
9.3 Funciones legítimas de los sindicatos
El aumento de
los salarios es, sin dudas, la principal función de los sindicatos. Si fuera su
única función, y no tuvieran la cobertura legal para ejercer coacción para
obtener ese objetivo perderían su razón de ser.
Además de los
salarios, los sindicatos pueden trabajar en otros ámbitos del mundo del trabajo. De hecho, si
dejaran de ejercer como principal tarea el alza de salarios se podría abrir un
mundo de posibilidades en el cual los sindicatos justificarían su existencia:
Negociación
de beneficios alternativos al salario
Condiciones
de trabajo
Función mutual,
asistencia de riesgos
En todos los
casos, el sindicato podría actuar como mecanismo de logro de consensos entre
los trabajadores a fin de acordar beneficios no salariales, condiciones de
trabajo, posiciones en la organización, reglas de ascensos, etc.
En términos
de propuestas de reforma de los sindicatos hay cuestiones que permitirían
delimitar o eliminar el carácter coactivo de su actuación al tiempo de
garantizar su función de defensa de intereses de los trabajadores.
Debería
prohibirse los piquetes sindicales, por su carga de amenaza de violencia y
restricción a la libertad individual.
Asimismo
deben cesar las actuaciones sindicales dirigidas a prohibir la entrada a
empresas a quienes no están sindicalizados. La libertad de trabajo debe garantizarse
sin condiciones.
Las
negociaciones colectivas no deberían reemplazar la negociación individual entre
trabajador y empresario. Los acuerdos de cúpula son actualmente obligatorios y
deben cumplirlo aun quienes no estén de acuerdo con lo negociado.
Es difícil
lograr que los contenidos generales de la ley se apliquen en el contexto
sindical, el cual ha sido expresamente eximido de responsabilidad civil por sus
métodos coactivos. Pero es justamente ese criterio (a los sindicatos se les
debe aplicar las generales de la ley, sin excepciones) el que a la larga-
quizás muy a la larga- permiotira transformar a los sindicatos en
organizaciones beneficiosas para una sociedad libre.
10. Los impuestos
La gente está
de acuerdo con los impuestos siempre que sienta que el gobierno le da el
equivalente en servicios que necesita. Es la decisión sobre el nivel de
impuestos aceptable la que determina las dimensiones del sector publico.
La Hacienda
publica se ha desarrollado para inducir al contribuyente a que pague más
de lo que es consciente y hacerle creer que algún otro pagara por él.
La
preocupación de Hacienda ha sido recaudar lo máximo con la mínima resistencia.
La idea de
que “otro pagará" y
que las mayorías pueden gravar a las minorías sin más límites que la
resistencia que las minorías puedan ofrecer, genera un aumento permanente del
gasto.
El gasto
publico ha crecido enormemente llegando a cerca del 50% del PBI: crece por que
primero se establecen las "necesidades" y después los medios
disponibles.
Es necesario
limitar el volumen del gasto publico y fijar con anterioridad los principios
que guíen el reparto de la carga para saber en cuanto cada uno contribuye un
aumento del gasto.
Una decisión
racional sobre la recaudación de impuestos debe basarse en que solo se aprueben
impuestos cuando sea seguro que cada
ciudadano tenga en consideración los costos, que sea conciente de que tiene que
contribuir según una norma establecida y que la recaudación no se haga a
expensas de otros.
- La solución
intervencionista más difundida son los “impuestos progresivos”: la proporción
de ingreso a aportar crece con el ingreso. Por ejemplo, los que ganan 1,000
dólares aportan un 10% y los que ganan 30,000, un 45%. Nada más “justo”, en
apariencia. El objetivo de este sistema no es aportar recursos a las
actividades del Estado, sino lograr una “mejor redistribución de la renta”, o
sea un objetivo que no se basa en las necesidades de gasto, sino en un supuesto
político, según el cual los “ricos” tienen demasiado, y hay que extraerles el
“exceso” para favorecer a los pobres.
El abandono
del principio clásico de igualdad
ante la ley es la principal
característica de este sistema. La igualdad sería en este caso, una tasa única a aplicar a todos los ciudadanos por
igual. Obviamente los que más ganan, más impuestos pagan. Pero, al parecer,
esto no es suficiente.
La
justificación del impuesto
progresivo se basa en admitir que la creciente importancia del gasto público y
el encarecimiento de las prestaciones sociales no puede ser solventada igual
por todos, ya que esto perjudicaría a los más pobres.
Pero la
“mayor renta” obtenida por este sistema es poco significativa: un incremento
entre el 3% y el 10% de la masa recaudada, según los países.
No hay
límites a los que se le extrae a los más ricos. En Francia se discute aplicar
una tasa del 85% a los “millonarios”, los cuales, obviamente dejan de tener
todo incentivo para invertir en creación de empleos.
La imposición
progresiva altera fundamentalmente tal estado de cosas. No sólo los servicios
que antes de la exacción fiscal recibían la misma remuneración obtienen
recompensas harto distintas, sino que, además, quien obtiene una alta
retribución por determinados servicios puede, en definitiva, quedar con un
ingreso real menor que quien originariamente obtuvo mucho menos por su
intervención.(…)
Lo anterior
supone que la tributación progresiva desconoce el único principio de justicia
económica universalmente admitido. “A igual trabajo, igual retribución”. Por un
mismo asunto dos abogados obtienen distintos honorarios líquidos, según sea la
cuantía del resto de sus ingresos; es decir, que los profesionales en cuestión
obtendrán ganancias dispares por un esfuerzo similar
De este modo,
no solo se desincentiva la cantidad de trabajo a realizar – para qué trabajar
más , si me ingresará menos- sino que se derivarían las energías hacia “actividades de menor utilidad
social…lo cual supone un torpe aprovechamiento de los factores de producción
disponibles”.
Se
desincentiva la inversión y se penaliza el trabajo más productivo o el que da
más valor a la sociedad.
Los ideólogos
del impuesto progresivo lo pensaron siempre en términos de “horas trabajadas”,
en el esquema del trabajo asalariado. Pero un empresario, un emprendedor, un
inventor no diseñan sus ingresos por la cantidad de “horas” que trabajan por
día. Un inventor pude pasarse diez años desarrollando su idea o solo un día: el
tiempo de trabajo no es la
única vara que mide su valor- viejo concepto marxista pensado para analizar el
problema de la “plusvalía” que supuestamente el capitalista extrae del obrero-
.
Lo que hay
detrás es un viejo y arraigado prejuicio contra “la riqueza”, a la cual se la
considera moralmente injustificada y causa, además, de la pobreza existente. Si
el remedio de la estatización total de los medios de producción demostró su
ineficacia- y sus excesos contra la libertad- el “impuesto progresivo”
significa administrar un socialismo “en cuotas”, en dosis homeopáticas,
para obtener el mismo objetivo de expropiar a los ricos son desatar una
reacción política.
Es harto
dudoso que una sociedad que no admite retribuciones superiores a aquellas que
la mayoría considera justas y que vilipendia la adquisición de fortunas en un
corto lapso de tiempo pueda, a la larga, mantener el sistema de empresa
privada(…)
Una de las
ventajas del sistema de competencia consiste en que cualquier nueva operación
arriesgada coronada por el éxito origina, por lo general, grandes beneficios,
que se convierten en nuevos capitales indispensables para proseguir el proceso
mercantil gracias a la actividad de quienes se hallan mejor situados para
utilizarlos adecuadamente. Las cuantiosas ganancias del innovador que triunfaba
ayer suponían que, demostrada su capacidad para provocar progreso, pronto
podría el sujeto disponer de amplio medios para respaldar sus iniciativas. (…)
Gravar tales ganancias con cargas más o menos confiscatorias supone
obstaculizar seriemante la transferencia de capital, fuerza impulsora de una
sociedad dinámica (CL)
La
proporcionalidad , en cambio, brinda una regla fija, simple y transparente.
Despolitiza el problema impositivo, desafecta el incentivo a trabajar e
invertir, premia al trabajo que más valor aporta, promueve el ahorro. Permite
que nuevos jugadores, los innovadores, entren a la producción, facilitando
ganancias que serán reinvertidas en nuevos proyectos.
Una
fiscalidad voraz consolida el poder de las empresas ya constituidas operando
como una barrera infranqueable para nuevos jugadores, impidiendo así la
competencia, consolidando monopolios.
La historia
reciente de grandes nuevos jugadores, sobre todo en el área de la alta
tecnología (Bill Gates, Steve Jobs, etc.) demuestra esta aseveración. Las
grandes empresas del sector, como IBM, se vieron seriamente amenazadas por los nuevos
jugadores de la innovación y, a la larga, tuvieron que ceder lugar a estos
emprendedores, que se convirtieron en los hombres más ricos del mundo: ¿será
“injusta” su riqueza?
11. La emisión
monetaria
Politicamente, el monopolio de los medios informativos
puede ser más peligroso, pero económicamente dudo que haya otro monopolio tan
dañino como el de la emisión de moneda.
Es el orden espontáneo, las
interacciones entre individuos en intercambios libres lo que “creó” el dinero.
No hay necesidad de suponer un agente conciente y poderoso como el que crea el
dinero y la historia muestra que éste existió antes que el Estado.
La
superstición de que el gobierno (normalmente
llamado"Estado"
para que suene mejor) tiene que definir lo que es
dinero, como
si lo hubiera creado y éste no pudiera existir al margen
de los
poderes públicos, se originó en
la ingenua creencia de que el
dinero debió
ser "inventado" por alguien y que un inventor original
nos lo
proporcionó. Esta creencia ha
sido totalmente desplazada por
el
conocimiento de la generación de semejantes instituciones involuntarias
a través de
un proceso de evolución social del que el dinero
es principal
paradigma (siendo otros ejemplos destacados el derecho,
el lenguaje y
la moral).
En las
remotas islas polinésicas- apartadas de cualquier influencia global- los pescadores intercambiaban pescado
por determinadas conchas marinas- escasas – las cuales fueron aceptadas como
medios de pago. Fue el espontáneo, lento y progresivo proceso de aceptación de
ciertos objetos como medio de pago lo que subyace al nacimiento de la moneda.
Sus características se definen por la escasez, atractivo estético o ceremonial,
divisibilidad, imposibilidad de falsificación, perduración en el tiempo,
uniformidad, etc. En modo casi universal estas características se encarnaron en
metales preciosos como la plata y el oro. Su acuñación en unidades de peso
similar permitió uniformizar su tasación. Casi todas las monedas tienen , en
realidad el “nombre” de unidades
de peso: el “peso” o la “peseta”, la “libra”, la “onza”, etc. ¿Qué pesaban?
Oro, plata. Eran unidades de oro o plata las que se denominaron “monedas”, para
permitir los intercambios en reemplazo del tosco truque de bienes.
A pesar del
origen espontáneo del dinero, la prerrogativa de los Estados a emitir moneda
parece ser un valor absoluto, un supuesto aceptado por todos. Pero este derecho
adquirido tiene una historia negra: los gobiernos han tendido a utilizar esta
prerrogativa como fuente de financiación, a fin de “crear” riqueza donde no la
había.
Inicialmente
solo se limitaba a certificar que las monedas de oro y plata eran de “buena
ley”: el sello del Rey cerificaba la calidad de la moneda. De ese modo, se fue
instalando un valor añadido- la “certificación oficial”- a lo que era un
instrumento de cambio que había nacido espontáneamente, como medio de pago para
agilizar los intercambios comerciales.
Durante más
de 2.000 años la prerrogativa o derecho exclusivo
del gobierno
de suministrar dinero se reducía en la práctica al
monopolio de
acuñación de monedas de oro, plata y cobre. En
dicho
período, tal facultad se aceptó de manera incuestionable
como atributo
esencial de la soberanía, revestida de todo el misterio
que
inspiraban los sagrados poderes del príncipe (“ La desnacionalización de la
moneda”)
Esta impronta
gubernamental hizo que, a partir de la Edad Media, se instalara la falsa
doctrina de que es el acto de
gobierno el que le da “valor” a la moneda. No es la cantidad de oro o plata
que contiene, sino la certificación de su calidad por parte del Rey, lo que basaba el valor de la moneda.
Pero en algún
momento esta prerrogativa gubernamental de acuñación se convirtió en un
monopolio del cual los gobiernos se aprovecharon para manipular el valor de la
moneda, o sea: la acuñación
les permitía rebajar el valor en oro o plata, mientras que se mantenía el mismo
valor nominal. El Estado tuvo así el derecho legal de falsificar moneda.
Dado que la
función del gobierno al emitir
moneda
no consiste ya en certificar el
peso y la ley
de ciertos pedazos de metal, sino que implica la expresa
determinación
de la cantidad de dinero que se debe emitir, los
gobiernos
resultan ahora totalmente inadecuados para la tarea, y
puede decirse
sin exageración que han abusado incesantemente y en
todos los
países de la confianza en ellos depositada por el pueblo,
defraudándolo.(…)
Desde
los romanos hasta el siglo
XVII, momento
en que el papel moneda empieza a cobrar importancia,
la historia
de la moneda se compone ininterrumpidamente
de adulteraciones
o de continuas reducciones del contenido del
metal en las
monedas y del correspondiente aumento del precio de
los bienes.
La aparición
del papel moneda complicó aun más el panorama
monetario. No solo ahora los usuarios tenían que aceptar monedas de baja ley,
falsificadas, sino que debían aceptar simples certificados de papel que,
supuestamente, eran convertibles en dinero metálico.
La situación
es distinta desde el momento en que el papel moneda
se ha
establecido en todas partes. El monopolio estatal de emisión de
moneda ya era
bastante pernicioso mientras predominaba el dinero
metálico.
Ahora bien, se convirtió en una terrible calamidad
cuando el
papel moneda (u otro tipo de signo monetario), que
puede
proporcionar el mejor o el peor dinero, estuvo bajo control
estatal.
El pasaje de
la simple acuñación de moneda falsa a la emisión de papel moneda de curso
forzoso no ha hecho más que aumentar el poder del Estado para regir la
economía.
El derecho
exclusivo del Estado de emitir y regular el dinero no
ha
contribuido a proporcionarnos una moneda mejor de la que
habríamos
tenido de otra manera, sino, posiblemente, mucho peor.
Este derecho,
como veremos más adelante, se ha convertido en el
principal
instrumento de las actuales políticas gubernamentales y
ha
contribuido al crecimiento general del poder público. Gran
parte de la
política contemporánea se basa en la presunción de que
los gobiernos
tienen poder para crear, y hacer que la gente acepte,
cualquier
cantidad de dinero adicional. Por esta razón, los gobernantes
defienden
encarnizadamente sus derechos tradicionales, pero
por la misma
razón es importante privarles de ellos.(…)
La
posibilidad
de cubrir
déficits mediante la emisión de dinero —normalmente
bajo el
pretexto de que con ello se crean puestos de trabajo— ha
contribuido a
la moderna expansión de las atribuciones del Estado(…)
Esta
prerrogativa estatal se ha constituido en un mito, no cuestionado ni por los
usuarios ni por los economistas. Sus supuestas ventajas (garantizar la uniformidad del sistema
monetario, facilitando las transacciones) ha ocultado su fondo manipulador y
abusivo.
Es evidente
que desde la tosca falsificación de la moneda a la sofisticación de la emisión
de papel moneda, el Estado encontró mejores mecanismos de ocultamiento de la
manipulación, pero con el mismo efecto inflacionista.
Este
monopolio estatal ha sido defendido por todos los medios frente a la
alternativa de que sean bancos privados los que tengan la capacidad de emisión
de moneda.
Desde que la
Corona
británica, en
1694, otorgó al Banco de Inglaterra un monopolio
limitado de
emisión de billetes de banco, la principal preocupación
de los
gobiernos ha sido impedir que su poder sobre el dinero,
basado en la
prerrogativa de la acuñación, se traspasara a bancos
realmente
independientes
Se trata de
un caso especial de monopolio estatal que, a diferencia de muchos otros
cuestionados por la opinión pública y los expertos, no ha recibido aún una
condena social: la gente da por supuesto de que no hay nada más natural de que
sea el gobierno el que emita billetes.
Solo durante
un período de doscientos años ,la creación del Patrón Oro limitó la furia
gubernamental por la emisión: ciertos límites no podían ser traspasados.
Durante esos dos siglos el mundo presenció el nacimiento de una economía libre,
del crecimiento de la producción industrial, las revoluciones tecnológicas, el
comercio internacional. Pero en el siglo XX ese control fue dejado de lado:
Este
sistema-(El Patrón Oro) proporcionó al mundo el único período —doscientos o más
años— de relativa estabilidad
durante el
cual pudo desarrollarse el industrialismo moderno, aunque padeciera crisis
periódicas. Pero en cuanto se generalizó, hace cincuenta años, la idea de que
la convertibilidad en oro era sólo un
método para
controlar la cantidad de moneda, factor real de
determinación
de su valor, los gobernantes quisieron escapar
rápidamente
a esa
disciplina y el dinero se convirtió más que nunca en el
juguete de la
política gubernamental.
La forma de
aceptar el mito se traduce en el concepto de “curso legal”, una obligación que
el Estado impone a las monedas, que obligan a un acreedor a recibir esa moneda
aunque desconfíe de su calidad y la sospeche inflacionaria.
Lo cierto es
que el “curso legal” es simplemente una estratagema
jurídica para
obligar a la gente a que acepte como cumplimiento de
un contrato
algo que nunca pretendió cuando lo firmó. De esta
forma se
convierte, en algunas circunstancias, en un factor que
intensifica
la incertidumbre de los negocios
La
identificación entre “dinero” y “Estado”; el olvido de que el dinero solo
funciona si la gente que lo usa llega al acuerdo de aceptarlo y de que esa
decisión no puede ser birlada por el Estado imponiendo un “curso forzoso” a sus
papeles impresos; la naturalización del Banco Central como única institución
autorizada para emitir moneda todo esto- y mucho más- constituye un formidable
“sentido común” que impide repensar el tema del modo que Hayek propone.
- No debe haber control de cambios. Cada país
debe admitir el uso de las monedas de cualquier otro país. El proceso de
competencia hará que los ahorristas tiendan a adquirir las monedas de menor
debilidad, las menos inflacionistas, las más estables, en detrimento-
seguramente- de las que emite el gobierno de su país
- Debe existir la posibilidad de bancos de emision privados.
Cada banco emite su propio dinero, el cual tendrá una relación de paridad con
el resto de las monedas. Si el banco es cuidadoso y no emite créditos sin control,
su dinero obtendrá la aprobación del mercado y se consolidará como moneda de
reserva de valor. Por el contrario un dinero emitido por un banco
irresponsable, arriesgado, con mala evaluación del riesgo crediticio caerá en
la consideración pública y la gente se deshará de él.
- El gran tema de fondo es despojar al
Estado del monopolio de la emisión: su moneda deberá competir con la de otros
países o con la moneda emitida en forma privada. El monopolio monetario del
Estado le permite manipular- generalmente con resultados desastrosos- la
cantidad de dinero en circulación. El componente inflacionario de toda emisión
no respaldada en producción real afecta a mediano y largo plazo la calidad de
vida de la población. Los acreedores se perjudican, los asalariados se
perjudican, los jubilados se perjudican. Solo el gobierno- en el corto palzo- y
sus amigos empresarios y banqueros disfrutan del éxtasis monetario.
La “fantasía”
de Hayek, la de imaginar una moneda no emitida por gobierno alguno se está
haciendo realidad en el siglo XXI: nació el Bitcoin, una moneda “virtual”
aceptada en transacciones en la Web , aunque con posibilidades de extenderse a
transacciones ordinarias.
- El Bitcoin es de aceptación voluntaria.
Por definición jamás podrá haber “inflación” de Bitcoins, ya que el límite es-
será, en realidad- de 21 millones de Bitcoins. No hay organismos emisores que,
a capricho, generen una “sobreoferta” de Bitcoins, lo que produciría su
desvalorización.
- El Bitcoin no es falsificable, no se
puede usar el mismo Bitcoin para dos compras ya que cada uno es
identificable por una
tecnología de encriptación que los hace invulnerables.
- El Bitcoin no necesita de bancos para
atesorarlos, nadie puede “confiscarlos”, se pueden utilizar en transacciones
internacionales. Garantiza así el derecho de propiedad.
- El Bitcoin es transparente: se puede
saber en cada momento cuantos Bitcoin hay en circulación y cual es la tendencia
de su emisión. Es una red pública y todos pueden tener acceso inmediato a los
datos de emisión.
En 2013 hay
unos 10 millones de Bitcoins. Para 2021 llegará a su nivel máximo de 21
millones. Lo que empezó como un experimento mínimo, ya ha sido adoptado por
600,000 usuarios y está en la fase previa a una crecimiento exponencial de su
utilización en la red. Es que el Bitcoin protege de devaluaciones, inflaciones,
de manipulaciones gubernamentales, por lo cual además de medio de pago es una
reserva de valor.
Bitcoin , al
ser una moneda descentralizada, pone el poder en manos de sus usuarios, a
diferencia de los actuales monopolios monetarios.( Felix Moreno, http://www.youtube.com/watch?v=3aYDz6_kXcg&feature=youtu.be)
Si la promesa
del Bitcoin se hace realidad, si millones de usuarios lo utilizan para comprar,
vender, cobrar por servicios, ahorrar, etc. el sueño libertario que Hayek
esbozó podrá ser una realidad palpable. Es el gran desafío de los próximos
años.
12. El ciclo monetario
La intervención estatal es especialmente dramática cuando se
intenta intervenir en el precio del dinero (la tasa de interés). Se crea así el
“ciclo monetario de auge y depresión” que tan brillantemente la Escuela
Austríaca ha explicado. Se trata de un mecanismo mucho más complejo que la
simple emisión monetaria. En vez de emitir “papelitos”- una burda maniobra
fácilmente detectable por las estadísticas anuales de emisión- el Estado crea
mecanismos más sutiles y complejos para cumplir el objetivo del “pleno empleo”
y el auge económico.
Dicen los
socialistas que las crisis del capitalismo son inherentes al sistema. Que los
ciclos de auge y depresión forman parte de la “lógica de la anarquía
capitalista” y que en el Socialismo no habrá nada parecido a las crisis.
Como
demuestra magistralmente Von Mises, maestro de Hayek, en efecto, en el Socialismo no
hay crisis: hay miseria persistente y permanente. Las crisis son una
manifestación de la libertad del individuo, donde solo decida el Estado es imposible
que haya crisis.
Pero lo
esencial es que la primera afirmación es falsa: nada hay inherente al
capitalismo que lo obligue a las crisis recurrentes.
Lo que sucede
es algo muy complejo y poco evidente que requiere una aproximación teórica-
para entender que factores son los que generan las crisis- e histórica- conocer
en que situaciones concretas y como se desarrollaron las crisis.
Hayek se basó
en Mises y escribió su Teoría del capital puro, en la cual desarrolla con
extrema claridad las características del “ciclo económico” evidenciado en auges
y caídas, burbujas y depresiones. Estos dramáticos eventos no suceden “al
azar”, como característica propia de un “mercado no regulado”, salvaje, sino
que tiene explicación en el manejo del crédito bancario.
Vamos a
relatar los pasos de una crisis, tal como la explica la Escuela Austríaca.
Contexto
general
- Existe algo que se denomina “preferencia
temporal”. La gente prefiere pagar más para tener un bien ahora que pagar menos
pero tenerlo dentro de un año. La diferencia que está dispuesta a pagar para
disfrutar hoy del bien es el interés. El interés “originario”, el diferencial
que existe entre obtener el bien en el presente y obtenerlo en el futuro. Esa
preferencia temporal varía según las circunstancias, los bienes deseados, los
factores psicológicos, etc.
- A ese interés originario, se le suma un
interés “empresarial”: el prestamista quiere obtener una ganancia- ya que él
también tiene una preferencia temporal- que
justifique desprenderse de un capital por un período prolongado de tiempo.
Quiere , entones una ganancia por prestar dinero. Y esa ganancia será mayor se
existe algún factor de riesgo: calidad crediticia del que se endeude, políticas
del gobierno que amenacen con congelar los intereses o confiscar el capital,
etc. La suma del “interés originario” más los factores empresariales y de
riesgo constituyen el interés “bruto de mercado”. El interés real que se pacta
entre acreedor y deudor.
Etapas del
Ciclo
Primera
etapa: Bajada artificial de los tipos de interés.
El
Gobierno desea disminuir el desempleo, aumentar la actividad económica. Para
ello fomenta la “expansión crediticia”: por medio de la manipulación dineraria
hace que las tasas bajen y que, por lo tanto, sea muy fácil adquirir un
préstamo. Los empresarios se endeudaran para acometer inversiones y los
consumidores se endeudarán a tasas bajas para adquirir bienes de consumo.
Los
empresarios, ante el “auge” toman decisiones de inversión con dinero barato.
Todo parece fácil: amplían las fábricas, contratan más trabajadores. El
problema es que se distorsiona la información que provee la tasa de interés
“originaria”. Esta tasa informa al empresario cuales son las prioridades de
consumo del mercado, cuanto está la gente dispuesta a sobrepagar para obtener
hoy un bien determinado. Al bajar artificialmente las tasas desaparece o se
distorsiona esa información. Se toman así malas decisiones de inversión
Pero
sucede algo más. Como los bienes de capital no aumentaron por la simple
disponibilidad de mayor cantidad de dinero, la demanda de estos bienes tiende a
incrementar los precios. Sube el salario, las materias primas, la tecnología,
la maquinaria. Los bancos siguen proveyendo dinero barato…y los precios de los
bienes de capital siguen subiendo. Como no se han creado nuevos bienes de
capital, porque se prefiere ampliar la capacidad para dar cuenta de la nueva
demanda, sin previsión de largo plazo, se priorizan inversiones de “ciclo
corto”, que producen en poco tiempo más bienes.
Segunda etapa: Inflación
Aparecen
más medios de pago en el mercado. Esto tiende a incrementar los precios, ya que
si la cantidad de bienes permanece constante y , en cambio, hay más dinero en
manos de los consumidores e inversores, ese dinero se desvaloriza
automáticamente: no se puede crear valor emitiendo, simplemente, más dinero.
Pero
esa inflación no es general, ni llega en el mismo momento a todos los bienes.
Los que primero reciben el “dinero fresco” (proveedores del estado, o nuevos
trabajadores que el empresario contrata para producir más) : beneficia a
algunos sectores (creando la “sensación” de auge económico) pero cuando llega a
los más apartados, a los jubilados, a los trabajadores más pobres, estos van al
mercado y comprueban que sus sueldos no alcanzan para pagar los nuevos precios,
para adquirir los productos que necesitan.
La
gente consume más, demanda más y eso genera aumento del precios de los bienes
de consumo. Los empresarios demandan más
bienes de capital, los cuales a su vez, aumentan de precio. Los precios son
cada vez más altos y las tasas siguen siendo bajas. Hasta que los bancos se
percatan de esto: están cobrando un interés no compensatorio del incremento de
los precios. Las tasas de interés se disparan, Comellas una competencia entre
consumidores y empresarios por obtener créditos, cada vez más caros. A modo de
un drogadicto, la economía se hace “infladicta”: cada vez necesita más
cantidades de la droga que la enferma. El círculo vicioso en el que entra
requiere cada vez más inyecciones de la droga que la mata , porque quedarse sin
la droga es impensable. Esta muy enferma.
Tercera
etapa: la recesión
Los
empresarios perciben que han hecho malas inversiones en bienes de capital.
Comienza la venta apresurada de instalaciones, la suspensión de proyectos en
marcha, desaparecen los planes de nuevas inversiones. Cae, entonces la demanda en
algunos sectores, crece en otros. Se suspenden proyectos a medio terminar, se
cierran fábricas, los precios de los bienes de capital comienzan a bajar, se
liquidan las existencias para minimizar las pérdidas. Los bancos ya no dan
crédito barato. Comienza a aumentar la desocupación y a congelarse los
salarios. Cae la demanda. Del Boom
se pasa al Crack. Del auge, a la depresión. Los empresarios dejan de invertir,
los consumidores dejan de comprar.
El
gobierno se desespera y trata de obligar a los bancos a que presten dinero
barato. Se manipula la oferta de dinero: pero ese nuevo dinero no bajas las
tasas: la gente huye a los “bienes
reales”, la inflación se hace aguda, se transforma en hiperinflación. A veces
no se llega al estadio de la hiper: los bancos ya no prestan más dinero, se
liquidan los bienes de capital, bajan los salarios. Se entra en deflación. Es
la crisis.
Cuarta
etapa: el ajuste
Para
salir adelante el sistema económico tiene que redimensionar sus precios
(interés, salario) a la baja: el ajuste se hace presente. Llega el “mono” del
drogadicto: un período de abstinencia tan terrible como inevitable si se quiere
la cura. Ese ajuste es doloroso y políticamente explosivo. Pero imprescindible
si se quiere que la economía no se hunda. La gente no quiere menos salario, los
bancos no quieren regalar dinero, los empresarios no quieren contratar más gente. Se ha
pinchado la burbuja.
¿Es necesario
esto? En absoluto. No es un desarrollo natural del mercado sino una crisis
generada por el afán intervencionista del Gobierno, necesitado como siempre de
“crecimiento”, de auge económico, de menor desocupación, de más actividad y
consumo. Si no hubiera esa facilidad crediticia fomentada desde el Gobierno,
los empresarios hubieran tomado mejores decisiones de inversión, basados en las
señales del interés real, no disminuido artificialmente. En vez de consumir
capital con malas decisiones, se hubiera fomentado el ahorro. El consumo
crecería a ritmos menores, pero más solidamente. Habría tiempo para emprender
proyectos de inversión que rinden solo después de varios años. Habría tiempo
para invertir en infraestructuras, en tecnologías, en procesamiento de materias
primas básicas.
Las crisis ,
los auges y depresiones, no son parte constituyente del capitalismo, sino el
efecto de la intervención distorsionadora del Estado, que afecta la oferta
dineraria, seducido por una ideología que solo percibe las supuestas ventajas
de la expansión crediticia y desconoce sus negativos efectos ocultos.
13 . Una nueva democracia
Se hace
necesario un ordenamiento constitucional que asegure que las normas generales
prevalecerán siempre sobre los deseos particulares de quienes
tienen el
poder, aunque la mayoría los apoye.
La pregunta
es como alcanzar los fines que los padres de la Constitución trataron de
asegurar, a la luz de lo
ocurrido en dos siglos.
Todo poder
que no esté limitado debería ceñirse a la actividad de sancionar normas
generales. Los que tienen el poder legislativo deberían ocuparse de reglas
generales y no tener ningún poder sobre reglas particulares.
Los primeros
liberales esperaban que con la separación de poderes podían someter al gobierno
y los individuos a normas de recta conducta. Pero
al confiarse al legislativo también la dirección del gobierno , la tarea de
dictar normas de recta conducta y la de dirigir precisas actividades del
gobierno se confundieron irremisiblemente
y que por "ley"
no se entenderían las normas universales y uniformes de recta
conducta.
- La Propuesta
Cláusula
fundamental: Solo se podría impedir a los hombres que hicieran lo que quisieran
en consonancia con las normas reconocidas de recta conducta, concebidas para
definir y proteger el ámbito de la libertad individual.
Esto solo
puede limitarse dividiendo el poder supremo entre dos asambleas distintas
elegidas democráticamente.
Es necesario
un sistema de tres órdenes de órganos representativos, uno de los cuales se
ocupara de la estructura semipermanente (La Constitución), otro tendrá la
función continua de la gradual mejora de las normas generales de recta conducta
y un tercera se ocupe de la dirección ordinaria del gobierno la administración
de los recursos públicos.
No es nueva
la idea de que la tarea de dictar normas de recta conducta sea confiada a un
órgano distinto al que cumple la función de gobierno.
- La Cámara
Legislativa
La Cámara
Legislativa representa la opinión del pueblo acerca de qué acciones del
Gobierno son justas y cuales no. Debe expedirse sobre cuales tienen una
intención de ser justas, comprometidas con normas universales, aplicables a un
numero indefinido de casos futuros, pero sin poder de aplicar las mismas y
cuales ponen en entredicho estas metas.
Los derechos
fundamentales no son solo los que tienen que ser protegidos, no tampoco
pueden enumerarse exhaustivamente. Destacarlos especialmente
da la impresión de que los otros derechos pueden ser limitados por el gobierno
sin problemas.
Los derechos
pretenden proteger la libertad individual Esto implica que la coacción se
emplee solo para hacer observar las normas universales y recaudar los medios
necesarios para los servicios que presta el gobierno. Esto significa que solo
se lo puede limitar en acciones que pueden violar la esfera de libertades de
los demás, siendo totalmente libre en las acciones que se refieran a su esfera
privada y la de otras personas que lo aceptan
Funciones de
la Asamblea Legislativa: Todas las normas sancionadas deben contar con la
aprobación de esta asamblea: fiscalidad, normas de higiene, regulaciones,
derecho societario, normas para que funcione la competencia, etc. Son funciones
que suelen delegarse a la burocracia técnica, ya que los parlamentos "no tienen
tiempo" para dedicarse a eso.
- Cualidades para
representantes de la As. Legislativa:
Se trata de
un grupo selecto de personas con tiempo libre para abocarse a
cuestiones básicas, no urgidos por el tiempo político, maduros, elegidos
por largos periodos, no
preocupados por su reelección.
Con el tiempo
libre, pueden dedicarse al desarrollo del "sector voluntario" como
hombres independientes pueden estar al frente de ONG.
Cumplido su
periodo no pueden ser reelectos ni volver a ganarse la vida en el mercado: debe
garantizársele un empleo publico , como "jueces laicos" de modo que
durante sus funciones no
dependan del apoyo de un partido ni se preocupen por su futuro. Debe garantizársele al termino y hasta
su jubilación un cargo honorífico como miembros de un tribunal.
Las personas
que han pertenecido a la asamblea Gubernativa o a organizaciones de
partido no podrían ser elegibles para la Legislativa.
Pueden ser
apartados del cargo por graves motivos por un grupo de pares, tal como en
el caso de los jueces.
- La Cámara Gubernativa
La Cámara
Gubernativa se debe guiar por la voluntad del pueblo en las medidas particulares que tenga que adoptar en
conformidad con las normas dictadas por la primera.
Tiene las
características de las actuales legislaturas. La diferencia es que en todo lo
que decidiera debe estar sometida a las normas de conducta dictadas por la
Asamblea Legislativa. No puede dictar ordenes que escapen a las normas
generales.
La Asamblea
Legislativa puede controlar las decisiones del otro organismo gubernamental
representativo siempre que no tengan la misma composición.
No deben ser
elegidas de la misma manera ni por el mismo periodo. Si estuvieran compuestas por la misma
proporción de representantes de los
mismos partidos o grupos, el legislativo solo generaría leyes que el Gobierno
deseara.
Las funciones
distintas exigen que las distintas asambleas representen las opiniones de los
electores en forma diversa.
La
Legislativa no debería obedecer a los intereses sino a las opiniones sobre qué tipo de acción es justa , no
para alcanzar fines particulares sino como norma permanente, independientemente de sus
efectos concretos.
Para los
objetivos de gobierno es deseable que encuentren expresión los deseos concretos
de los ciudadanos, o sea los intereses particulares.
Para ambas
funciones deben elegirse personas muy distintas: probidad, sabiduría, etc. para
las funciones legislativas. Para los intereses se necesita gente organizada en
partidos comprometidos en defender determinadas políticas.
Es obvio que
este esbozo no es un “programa de acción” sino que marca posibles temas de
discusión para elaborar un nuevo proyecto de democracia republicana que evite
la concentración de poder en la Asamblea Gubernativa, tal como ha venido
sucediendo desde hace siglos. Que separe la generación de leyes, el Nomos,
diseñadas para garantizar normas de recta conducta, de lo que son mandatos
específicos, órdenes, Thesis, que
ponen en marcha iniciativas gubernamentales, en especial la ejecución del
Presupuesto.